La coerción económica de China
China emplea cada vez con más frecuencia sus instrumentos de presión y coerción económica, para ganar influencia en la arena internacional y lograr objetivos concretos en las diferentes disputas y conflictos que se van sucediendo.
Estas medidas de presión y coerción para prevalecer en disputas y conflictos, se enmarcan en una estrategia económica mucho más amplia por la que el gobierno chino pretende convertirse en el polo económico central de la economía mundial, reforzando el pilar económico de su gran estrategia.
El reciente caso por el que China ha impuesto restricciones a la importación de carne procedente de Australia, como represalia por la insistencia de ese país de promover una investigación sobre el origen del coronavirus, es un ejemplo reciente de ese tipo de comportamientos económicos coercitivos.
Los instrumentos usuales por los que China se ejecuta su coerción económica pueden dividirse en: 1) limitaciones a la importación, 2) limitaciones a la exportación, 3) limitaciones a la inversión, 4) limitar la afluencia de turistas, 5) presiones sobre empresas concretas, 6) boicots populares a productos específicos.

En los últimos años se han dado numerosos casos en las que las medidas de coerción económica han sido muy publicitados en los medios de comunicación, lo que es indicativo que China recurre a estos instrumentos de manera relativamente habitual.
Por ejemplo, en el año 2010, durante una crisis entra buques japoneses y chinos por las islas en disputa de Senkaku o Diaoyu, el gobierno chino hizo un uso del instrumento de coerción de limitación de exportaciones, al imponer una cuota en la exportación de tierras raras de China al Japón, con la intención de dañar un cuello de botella en la producción industrial japonesa.
El caso de las tierras raras fue un ejemplo de las limitaciones chinas a la hora de poder usar con eficacia ese instrumentos de coerción económica. Las tierras raras pueden comercializarse en los mercados mundiales, mercados sobre los que China no tiene control, por lo que Japón pudo sortear esa medida de presión. Además, incentivó durante un a que la producción de tierras raras dejara de ser un cuasi monopolio chino.
Este instrumento de presión resulta problemático, ya 2010 China basaba buena parte de su crecimiento económico en las exportaciones. Al ser una economía muy abierta, no puede presionar demasiado con ese instrumento sin dañarse a sí misma.
Ese no es el caso de EE.UU. que es una economía en la que el sector exterior representa un segmento inferior del conjunto de su PIB. Además, como se ha comprobado en el caso de Huawei, los norteamericanos además de gozar posiciones predominantes en los aspectos tecnológicos más avanzados, pueden imponer sanciones a los actores económicos en los mercados internacionales, lo que podría llevar a Huawei a la ruina.
China, si prosigue ganando peso industrial y económico, llegará a un punto similar en el que ese instrumento de presión económica pueda ser muy eficaz para influir en las acciones concretas de algún gobierno.
El caso de Corea del Sur en 2017, cuando los EE.UU. desplegaron baterías de misiles antimisiles THAAD para defender a los surcoreanos de la creciente amenaza de los misiles de Corea del Norte, es un ejemplo por el que las medidas coerción de limitar importaciones y limitar la afluencia de turistas, consigue un relativo éxito.
China percibió el despliegue de los THAAD (concretamente del radar que guía los misiles de las baterías) como una amenaza a su disuasión nuclear. Una fracción considerable de los misiles ICBM chinos están situados en el norte del país y las trayectorias que deben seguir para alcanzar los EE.UU. en caso de guerra, están relativamente cerca de la frontera coreana, por lo que los datos de esos radares podrían usarse para derribar los misiles chinos.
Aunque la amenaza que aducían los chinos no tiene base física ni tecnológica, el hecho es que impusieron restricciones a la importación de productos culturales surcoreanos (muy importantes para su economía), de productos cosméticos y limitaron la afluencia de turistas a Corea del Sur. El impacto económico fue considerable y costó docenas de miles de millones de dólares a la economía surcoreana.
La presión de China tuvo éxito en congelar el despliegue de misiles adicionales norteamericanos en Corea del Sur, es un buen ejemplo de cómo una presión económica suficiente para alcanzar objetivos concretos (sin pretender objetivos maximalistas como forzar un cambio de régimen), representa un instrumento político de gran utilidad.
Hay que resaltar que algunas investigaciones sobre coerción económica dan a entender, de manera equivocada, que la coerción económica (como las sanciones) son un instrumento ineficaz. Esos estudios adolecen del fallo de una muestra poco representativa, ya que se limitan en el tiempo a periodos de la guerra fría y casos en los que se aplicaban poca presión, por lo que no conseguían cambiar el curso de una política de gobierno del caso en cuestión.
Sin embargo, cuando las medidas de presión son considerables y el objetivo es una política, curso de acción o decisión en concreto, la coerción económica es un instrumento de política internacional eficaz.
Las limitaciones a la inversión, son un instrumento de presión económica que habitualmente ha empleado China para tratar de hacer coerción sobre Taiwán y alterar su proceso político. Dado que muchos industriales y hombres de negocios taiwaneses tienen fuertes vínculos con empresas y zonas industriales en China, el gobierno chino ha tratado de manipular estos empresarios para hacer lobby en la política taiwanesa que favorezca la política de "Una Sola China".
La presión sobre esa clase empresarial taiwanesa con fuertes vínculos con China, representan casos de coerción sobre personas concretas que en ocasiones ejecuta el gobierno chino.
Cabe destacar, que el modo de implementar esos instrumentos de coerción son informales. Por ejemplo, las limitaciones a la afluencia de turistas a Corea del Sur no respondieron a ninguna orden pública del gobierno chino, sino que se ejecutaban de manera informal. Esta informalidad en la coerción económica china contrasta con los procedimientos más abiertos y formales que suelen hacer los gobiernos occidentales.
La forma de emplear la coerción consistía en acosar o amenazar a esas empresas con sanciones o limitaciones económicas de algún tipo. Mediante la amenaza de fuertes costes económicos e industriales, gobierno chino pretende de ese modo inducir una corriente de opinión que ponga en valor los vínculos económicos entre Taiwán y China, desacreditando las opciones políticas a favor de la independencia de Taiwán.
Sin embargo, el instrumento de limitar la inversión como medida coercitiva no ha sido muy empleado por China ya que aún es muy dependiente de la inversiones extranjeras directas, especialmente en sectores industriales clave que China trata de impulsar.
Además, China pretende convertirse en el futuro en el centro financiero mundial, por lo que si quiere desplazar al dólar y los mercados financieros norteamericanos no puede recurrir a las limitaciones de inversión y acceso a sus mercados financieros con la discrecionalidad que sí puede permitirse los EE.UU. en estos momentos al gozar una posición privilegiada.
Los boicots sobre productos concretos son un instrumentos de coerción económica esencialmente informal. Es habitual que cuando hay algún conflicto o disputa con algún país en concreto, la ventas en China de productos de empresas del país con el que se tiene el conflicto, sufran fuertes caídas.
Las ventas de productos de empresas surcoreanas en China, aunque estuvieran producidos en la misma China, sufrieron fuertes caídas. Es habitual que junto a los boicots se organicen manifestaciones de protesta frente a sedes de las empresas.
Con las consecuencias económicas del coronavirus aún en su primera fase, las tentaciones proteccionistas que dicha crisis traerá consigo y las amargas discusiones sobre el origen y responsabilidades de la crisis sanitaria de esta pandemia, probablemente veamos en el futuro cercano un uso cada vez más frecuente y de mayor envergadura de los instrumentos de coerción económica de China.