Argelia y Marruecos: efectos del cierre del gasoducto Magreb-Europe
Las relaciones argelino-marroquíes han alcanzado recientemente un punto de máxima tensión, con el cierre del espacio aéreo argelino, la ruptura de las relaciones diplomáticas y repetidas acusaciones cruzadas de distinta naturaleza. Fricciones que afectan indirectamente a la seguridad española y europea, pero que no tienen la importancia del último evento en esta larga disputa: la terminación del contrato de suministro de gas de Argelia a Marruecos a través del gasoducto Magreb-Europe a partir del 31 de octubre de 2021.
Esta decisión, tomada de forma unilateral por Argelia, pero cocinada a fuego lento durante los últimos cinco años, supone la perdida de uno de los dos gasoductos que suministran gas a España y Portugal desde el Norte de África.

La perdida de esta capacidad de suministro, aunque no supone un riesgo extremo a nuestro aprovisionamiento, expone la dependencia española del gas natural argelino, históricamente proveedor de cerca del 50% de nuestro consumo, máximo permitido por las autoridades europeas. Sin embargo, sí supone un riesgo real para la seguridad energética marroquí, con un sistema eléctrico en desarrollo y por tanto mucho menos resiliente que el ibérico.
Igualmente, Marruecos enfrenta un invierno realmente complejo, con riesgo real de sufrir intermitencias en el suministro eléctrico y energético de su industria, una situación dramática que expone el nivel de confrontación en la región.
Historia del suministro de gas en España
La historia del gas natural en España es muy anterior a la de los gasoductos, existiendo desde 1969 una terminal de importación de gas natural licuado en Barcelona, la que fue en su momento la primera planta importadora de este tipo en el mundo, seguida de otras dos en Sagunto y Huelva a finales de los 80.
Estas plantas de GNL fueron un sustitutivo a la construcción de gasoductos en un contexto de costes financieros desorbitados para la España de la peseta. La poca fiabilidad de las plantas exportadoras de Argelia, principal proveedor también en esta época, y la expansión de los gasoductos por toda Europa plantearon la necesidad de construir tuberías entre la Península y los depósitos de gas norteafricanos.
El primer gasoducto en conectar Argelia con España fue el gasoducto Magreb-Europe, el cual se comenzó a planear a finales de los ochenta como respuesta a una demanda energética creciente en la Península Ibérica, en un contexto de rápido crecimiento económico y abandono de los proyectos nucleares en España. Su construcción comenzó en 1993, tras tres años de complejas negociaciones debido a la necesidad de trazar un recorrido que pasara por Marruecos ante las dificultades técnicas de la época para la ejecución de gasoductos submarinos de gran profundidad.
Además, el apoyo financiero necesario de la Unión Europea para sufragar el coste de 1.000 millones de euros de la época generó una intensa campaña por parte de Francia para evitar un acercamiento excesivo de los países ibéricos con Argelia que pudiese devenir en un peligroso aislamiento regional de Marruecos.
Argelia, que se encontraba en plena guerra civil y depresión económica, aceptó unas condiciones con las que posteriormente nunca se sintió del todo conforme, entregando a Marruecos el 7% del gas natural transportado como pago por el derecho de tránsito y la llave de paso del gas a Europa.

Este gasoducto operado por la sociedad EMPL, propiedad de Naturgy con un 75% y Galpcon con un 25% en los tramos hispano-marroquíes, entró en funcionamiento en 1996, siendo un activo crucial para la expansión del gas natural en España y la universalización del acceso a la energía en Marruecos.
El segundo gasoducto se comenzó a construir en 2006 en un contexto muy distinto para Argelia que había terminado con el denominado decceinenoirey comenzaba su resurgimiento como potencia regional y petrolera. El gasoducto Medgaz evitaría pasar por Marruecos, cruzando 200 km de Mar Mediterráneo, para llegar desde Beni Saf a la costa de Almería. Sontrach, la empresa petrolera estatal de Argelia sería accionista del proyecto junto a Cepsa y Naturgy, quedando tras la salida de Cepsa en 2020 en un 51% para Sonatrach y un 49% para Naturgy.
El ambicioso proyecto suponía diversificar los suministros para ambos países, permitiendo capacidad para una posible extensión de las exportaciones hasta Francia y evitando el paso por Marruecos. Con una capacidad de 8 bcm, recientemente ampliada a 10 bcm, el proyecto demostró no tener excesivo sentido económico para cuando entro en funcionamiento en 2011, ante una decreciente demanda de gas por parte de España y el estancamiento en la producción por el lado argelino.
En España, y como parte del delirio económico que siguió hasta 2008, se continuó construyendo el parque de plantas de gas natural licuado (GNL) más grande de Europa -al que debemos buena parte del déficit de tarifa- y que supuso un auténtico quebradero de cabeza para el Gobierno de Mariano Rajoy.
El resultado de estas inversiones ha sido un sistema enormemente sobredimensionado que, unido al descenso en la demanda a partir de 2008, garantizan la capacidad de España de abastecerse en los mercados internacionales de GNL, históricamente más caros, pero de mucha mayor flexibilidad geopolítica y financiera que los gasoductos.

Estas plantas de GNL han funcionado normalmente a niveles similares al 30% de su capacidad, una cifra relativamente baja a nivel mundial. Para comprender la dimensión de esta sobrecapacidad, en el puerto gijonense de El Musel existe una planta de GNL que desde 2012 se mantiene en estado de hibernación a la espera de un repunte en la demanda nacional o la aparición de otra oportunidad comercial. Como se aprecia en el gráfico inferior, España cuenta con un sistema de suministro gasista diversificado y robusto, que permitiría la total desconexión de Argelia en caso de que fuera necesario.
La terminación del gasoducto Magreb-Europe para la seguridad de suministro en España
Las negociaciones para renovar el acuerdo de diez años 2021-2031 empezaron tan pronto como en 2016, y aunque se retrasaron por los intereses marroquíes en conseguir unas condiciones más favorables, a finales de 2020 todas las partes daban por hecho que el acuerdo se cerraría sin incidencias. El hecho de que Argelia renunciará a renovar el contrato en septiembre de 2021, a un mes de su terminación y en el peor momento de las relaciones bilaterales en décadas expone la naturaleza accidental de este desenlace.
Ya en 2019,Naturgy firmó con Sonatrachun un acuerdo que suponía la venta de 9 bcm anuales hasta el año 2030 que transitarían por ambos gasoductos, demostrando las expectativas entre ambas partes por la continuidad del flujo Argelia-España, vía Marruecos.
La evolución precipitada de los acontecimientos ha hecho que ni Marruecos ni Argelia estén totalmente preparados para el cierre de la tubería. Naturgy y Sonatrach han acelerado la ampliación del Medgaz, dotándolo con un 25% más de capacidad para final de año, lo que permitirá asumir hasta 10 bcm anuales, cantidad suficiente para transportar los 9 bcm anuales contratados para la próxima década, pero insuficiente para incrementar los volúmenes si fuera necesario.
El transporte por gasoducto entre España y Argelia se ha reducido dramáticamente en los últimos años por la mayor disponibilidad de GNL para el mercado ibérico gracias a los menores precios generados por el excedente de gas en Estados Unidos. No obstante, con la capacidad de transporte del Medgaz de 8 bcm anuales, que será ampliada a 10 bcm para final de año, España perderá buena parte del margen de maniobra que le ofrecían estos gasoductos como garantía en el suministro de gas desde Argelia.

Lo más preocupante es la posibilidad de un fallo o avería en algún punto del sistema del gasoducto, algo relativamente frecuente en este tipo de infraestructuras submarinas, que soportan fuertes corrientes, presión y altos niveles de corrosión. Aunque desde Argelia se ha garantizado el suministro a España en los volúmenes contratados, incluyendo GNL si fuera necesario, es importante asumir que el sistema ibérico de gas pierde capacidad de reacción frente a un fallo de suministro en el Medgaz.
Implicaciones para Marruecos
Sin embargo, el gran damnificado de todo este enfrentamiento es Marruecos, que afronta unos meses muy complicados sin el suministro de gas argelino. Marruecos produce cerca de un 15% de su electricidad en centrales de gas natural, segunda fuente por detrás del carbón, dominando con un 60%. El sistema eléctrico marroquí es relativamente pequeño en comparación con la demanda, algo propio de países en desarrollo, con rápido crecimiento de demanda y acceso a la electricidad. Con un pico de demanda de 6.44 GWh, su potencia instalada es de tan solo 10 GW, de los cuales 3 GW pertenecen a hidráulica y renovables, que producen cuando hay viento, sol o agua suficiente.
Es decir, Marruecos sin el gas argelino no podría responder a un pico en la demanda con sus recursos propios en caso de poca producción por parte de las renovables, un escenario plausible.
Existen soluciones parciales como la conexión eléctrica España-Marruecos de 900MW, poco deseable en un contexto de precios tan elevados, pero que permitiría a España exportar electricidad a Marruecos. También es una alternativa el uso de diésel o fueloil en lugar de gas natural en ciertas centrales de gas marroquíes capaces de utilizar otros combustibles, siendo el diésel mucho más caro y contaminante que el gas natural.
Para más inri, Marruecos carece de refinerías, por lo que debería importar el diésel desde el extranjero, siendo España tradicionalmente su principal proveedor con más de un 25% de la cuota de mercado, implicando un desajuste en su balanza comercial. La última opción que ha planteado Marruecos ha sido la de revertir el tubo del Gasoducto Magreb-Europe, para poder importar desde las plantas de GNL españolas el gas y transportarlo hasta Tánger, una opción que desde España se observa con escepticismo por sus costes y escasos beneficios en el largo plazo.
Lo cierto es que, si Argelia tiene el gas, España tienes las soluciones alternativas para Marruecos, el gran culpable de esta crisis por primero, no cerrar las negociaciones sobre el gasoducto Magreb-Europe y, segundo, no ejecutar ninguno de los múltiples proyectos de suministro de gas alternativo que han sido anunciados en el país. El principal fracaso es la planta de GNL de JorfLasfar, parte del proyecto estrella de Mohammed VI de convertir este puerto de aguas profundas en un centro industrial, energético y comercial que transforme a Marruecos.
Como suele ocurrir con este tipo de megaproyectos, ha avanzado muy lentamente, sin terminar de ejecutar la planta importadora de GNL que abasteciera la central eléctrica de ciclo combinado (gas) de 2.4 GW, también por construir. Otro proyecto repetidas veces anunciado ha sido el gasoducto Nigeria-Marruecos, un proyecto faraónico con escaso sentido comercial, que Marruecos suele presentar en cada una de sus visitar a su vecindario, siendo otro motivo de rivalidad con Argelia.
Por último, la crisis del gas marroquí demuestra las ambiciones exageradas de Marruecos en convertirse en una potencia energética gracias a las renovables, comenzando la casa por el tejado, mientras su sistema eléctrico se sustenta principalmente a través del carbón y tiene todavía pendiente grandes inversiones que garanticen su estabilidad.
La visita de Albares a Argel, presentándose como mediador para solucionar la crisis diplomática entre nuestros vecinos norteafricanos, es probablemente la imagen que mejor represente el papel que España tiene que jugar en los próximos meses hasta la muy probable resolución del conflicto.
Argelia cuenta con una posición de fuerza al haber conseguido garantizar el suministro ibérico de gas y contar con precios internacionales récord de GNL que permiten a Sonatrach maximizar sus beneficios mientras dure el cierre del gasoducto y no tener prisa por su reapertura.
Ayer me reuní en Argel con el Presidente de Argelia @TebbouneAmadjid, el Ministro de Exteriroes @Lamamra_dz y un grupo de inversores españoles.
— José Manuel Albares (@jmalbares) October 1, 2021
España y Argelia estamos unidos por lazos políticos, económicos, sociales y fraternales mediterráneos.
🇪🇸🇩🇿 pic.twitter.com/G4XCKmcts2
Marruecos, por su parte, ha sufrido un importante revés que probablemente aligere la narrativa triunfalista y agresividad diplomática con la que trata el irresoluto conflicto del Sahara Occidental. España, que pierde seguridad en la capacidad de abastecimiento en este escenario, debe impulsar un acuerdo que permita reanudar los envíos por el gasoducto Magreb-Europe y evite una crisis energética en Marruecos, aliado necesario.
Por su parte, estas negociaciones deberían permitir acercar posturas entre los equipos diplomáticos españoles y argelinos en un momento de enorme desconfianza entre Argel-París y creciente preocupación por el abastecimiento de gas durante este invierno en Europa.
Bibliografía
John Dizard, Financial Times “European gas market faces more strain after Western Sahara dispute flares”
https://www.ft.com/content/8891811d-4c08-411b-843d-61716cf97400
Mike Fulwood , Jack Sharples “Why are Gas Prices So High?” Oxford Energy Institute.
https://www.oxfordenergy.org/publications/why-are-gas-prices-so-high/
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https://www.iea.org/countries/morocco
BP Statistical Review 2021
MostefaOuki, “Algerian Gas in Transition:Domestic transformation andchanging gas export potential” Oxford Institute for Energy Studies
https://www.oxfordenergy.org/wpcms/wp-content/uploads/2019/10/Algerian-Gas-in-Transition-NG-151.pdf
ONEE, Chiffres Clés du Sistem électrique du Maroc 2020.