La desaparición del sistema de partidos en Sudamérica
El retorno a la democracia en el continente llevó consigo una especie de pacto entre los grupos de poder guerrilleros, militares y empresariales los cuales, formaron un conjunto de partidos políticos establecidos bajo la figura de distintos líderes e ideologías diferenciados. Todo ello bajo el marco de pensamiento liberal de la época de los ochenta y los noventa.
Ya en este periodo, el sistema de partidos comenzó a diluirse en países como Perú donde muy a duras penas los partidos tradicionales sobrevivieron al fujimorismo. Sin embargo, fue la crisis de los 2000 la que provocó un verdadero terremoto político que terminó eliminando casi a porrazo el sistema existente.

Venezuela, la hegemonía de Chávez
Si vemos Venezuela en el plano electoral, notamos inmediatamente que desde el año 93 el sistema de partidos fue monopolizado, primero por el Movimiento V República y luego por el Partido Socialista Unido Venezolano, ambos dirigidos por Hugo Chávez quien, en base a un sistema de polarización política con el nacionalismo como eje central, capitalizó el resentimiento venezolano tras el Caracazo y logró derrotar a todas las coaliciones opositoras que se le enfrentaban, las cuales, nunca tuvieron un único líder, ni una ideología establecida, donde nombres como Henrique Salas, Manuel Rosales o Henrique Capriles resonaban más pero no terminaban de formar estructuras políticas estables. En cierta forma, podemos decir que Venezuela es de facto un país de partido único.

Colombia, la sombra de Uribe
A diferencia de otros estados, Colombia tuvo un sistema político bastante establecido y una dictadura que terminó en los años cincuenta. El Partido Liberal y el Partido Conservador fueron los que se alternaron la dirección política colombiana. Sin embargo, entrando al final de los noventa, estos partidos comenzaron a perder fuerzas y eso llevó a Álvaro Uribe, quien había denunciado la falta de transparencia en el Partido Liberal, a que se arriesgará a lanzar su candidatura como independiente, resultando vencedor y con una ideología no tan clara que mezclaba elementos del conservadurismo y el liberalismo.
A día de hoy, ha logrado mantener en el poder a sus allegados con distintas siglas, en un contexto marcado por la violencia de las guerrillas colombianas, siendo principalmente Iván Duque, él heredero de este movimiento de difícil clasificación política.

Ecuador, la gran ausencia de partidos
Ecuador tiene una de las políticas más complejas del continente. Sin ningún partido que logre canalizar los distintos movimientos políticos, las grandes crisis son algo común. A diferencia de otros países, en Ecuador nunca se consolidaron partidos y únicamente vemos coaliciones momentáneas de candidatos bajo siglas prestadas, lo que dificulta mucho el seguimiento ideológico y político del país. Todo esto hasta la llegada de Rafael Correa, quien logró cifras de apoyo increíbles en el periodo que va desde el 2006 hasta el 2013 e incluso el 2017.
Aun así, llama la atención que Correa no lograse crear un partido establecido, que inmediatamente a su partida, terminó destruido y sin rumbo político. La alianza Patria Altiva i Soberana dejó de ser la agrupación del correísmo y ahora únicamente depende de las alianzas momentáneas. Pareciera, sin embargo, que si hay dos agrupaciones que se están estableciendo como partidos, son de un lado el Movimiento Creando Oportunidades (CREO), la organización política dirigida por Guillermo Lasso y, del otro lado, el MUPP (Movimiento Unido Plurinacional Pachakutik) que, gracias a contar con la estructura de la organización indígena CONADE detrás, puede llegar a establecerse como una organización política.

Perú, el poder invisible de Fujimori
En cierta forma, lo ocurrido en Perú se asemeja a lo ocurrido en Colombia. Luego del regreso a la democracia, los peruanos tuvieron un sistema de partidos moderadamente estable, Acción Popular y la Alianza Popular Revolucionaria Americana, organizaciones con cierto nivel de cuadros políticos y apoyo popular, pero la violencia del Sendero Luminoso y el MRTA forzaron a llevar a un outsider al poder, Fujimori, quien logró crear un sentimiento de estabilidad y de crecimiento económico.
Hoy, pese a las denuncias de corrupción y de violación a los derechos humanos, llama demasiado la atención que el fujimorismo, ahora bajo el nombre de Fuerza Popular, siga siendo una de las mayores fuerzas políticas peruanas, sino la mayor, hasta el punto de que las elecciones generales se definen más por el rechazo a este partido político, que por una verdadera alternancia de partidos. No es casual que se haga referencia constantemente a que el fujimorismo, representado en el partido Fuerza Popular, es el único partido político real del Perú.

Bolivia, el partido hegemónico
Bolivia tuvo un sistema de partidos tras el regreso a la democracia bastante estable, con tres partidos principales, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, Acción Democrática Nacionalista y el Movimiento Izquierdista Revolucionario, este último a la cabeza, y varios partidos populistas y pequeños donde únicamente destaca el partido de izquierda CONDEPA (Conciencia De Patria) y el derechista NFR (Nueva Fuerza Republicana). Sin embargo, el sistema político estaba basado en un sistema casi parlamentario, donde era el parlamento y los partidos quienes escogían al presidente, terminando por darse el caso en que en 1989 pese a que el MNR había ganado, el MIR (partido de ideólogos y combatientes de izquierda) formó una coalición con el ADN (partido del ex dictador Banzer) formando un gobierno.
Este sistema político impopular no aguantó el terremoto político de la crisis del 2000 y, entonces, un partido que hasta ese momento únicamente representaba al sector cocalero se hizo con el poder, el Movimiento Al Socialismo. Desde entonces, el MAS no ha perdido ninguna elección y se ha consolidado como la fuerza hegemónica de Bolivia, aglutinando nacionalistas, socialistas e indigenistas entre otros. La oposición por su parte, carece de organización política estructurada y de discurso, muy parecido a los casos anteriores vistos. En definitiva, muy difícilmente se puede hablar de que en Bolivia exista algo diferente a un sistema de partido hegemónico.

Chile, camino a la incertidumbre
Chile contaba con uno de los sistemas más estables de la región, con un bipartidismo claro y dos candidatos que prácticamente se alternaban el poder, Bachelet y Piñera. Sin embargo, la crisis del 2019 fue especialmente dura con el sistema político, acabando con las fuerzas políticas convencionales, iniciando un nuevo periodo en Chile donde la izquierda era la beneficiada.
Sin embargo, la pandemia, la violencia y la incertidumbre están afectando al proceso y contra todo pronóstico, ahora tenemos a tres outsiders que lideran las elecciones, Kast con la derecha conservadora y hasta pinochetista, Boric con la izquierda más anti sistema y Parisi con una mezcla de liberalismo y progresismo. Ninguno de los partidos tradicionales se enfrenta en las elecciones y la polarización va a marcar mucho de la agenda que pueda darse entre los dos candidatos chilenos que están en la segunda vuelta, Kast y Boric, ideológicamente totalmente separados.

Argentina, del bipartidismo al caos político
Argentina al regreso de la democracia contaba con un sistema político muy establecido y bastante similar al sistema estadounidense de colegios electorales con el Partido Justicialista a la izquierda y el Partido Radical a la derecha. El fin de este modelo tampoco pareció afectar al sistema significativamente pues ambos partidos estaban establecidos, aunque ideológicamente ya no eran distinguibles con el Menemismo.
La crisis del 2001 sin embargo fue particularmente dura con Argentina, el colapso total de la economía conllevó al colapso total del sistema de partidos tradicional. Lo que antes era un partido casi hegemónico como el Partido Justicialista, se terminó fragmentando en agrupaciones políticas que nominalmente pertenecen al justicialismo, pero se enfrentan electoralmente. El peronismo como tal fue sustituido por el Kirchnerismo que le dio una “segunda vida” y un giro a la izquierda, mientras la herencia del partido radicalista desapareció del mapa, más es el esqueleto sobre el cual la coalición PRO liderada por Macri se sustentaba.
Argentina aún no se ha recuperado de la crisis del 2001 y la pandemia está profundizando la crisis política.

Paraguay, el eterno partido colorado
Paraguay tiene, desde hace años, una severa crisis política irresuelta derivada de la prolongada presencia de Stroessner en el poder. El Partido Colorado (ANR-PC) es el partido hegemónico del país. Si bien existe oposición, las elecciones han sido acusadas varias veces de ser viciadas y únicamente cuando el Partido Colorado mostraba una severa crisis interna como el magnicidio del vicepresidente Luis María Argaña, otra agrupación política la sustituía temporalmente, pero sin poder consolidarse como una verdadera alternativa política. Ese fue el destino del PLRA y del Partido Demócrata Cristiano, los cuales, hasta ahora, no logran consolidarse como agrupaciones políticas alternativas al Partido Colorado.

Uruguay, el oasis regional
De toda la región, Uruguay pareciera ser el único país con un sistema político estable y sin signos de quebrarse al menos en el futuro cercano. Con partidos formados tanto por ex guerrilleros como por militares, pareciera que el sistema no aguantaría las distintas crisis económicas y políticas regionales. Sin embargo, el sistema uruguayo se preserva y mantiene la alternancia junto a la moderación en un país que destaca justamente por la estabilidad de sus políticos.

Brasil, la crisis del PT
El sistema político brasileño, al igual que otros de la región, fue un sistema instaurado tras la dictadura con una especie de colegiatura donde los representantes escogían al presidente. Este sistema fue cambiado a uno de elección directa y, con eso, vino una especie de bipartidismo político entre el Partido dos Trabalhadores y el Partido da Social Democracia Brasileira.
Ambos partidos se alternaron el poder por largos periodos, siendo el PT el partido que gobernó por más tiempo dentro de la democracia brasileña, gracias al éxito económico de Lula y Dilma. Sin embargo, la crisis política que terminó en el Impeachment de Dilma así como el arresto de Lula culminó en una crisis de partidos donde el PSDB fue fagocitado por una opción más radical, Jair Bolsonaro, quien junto al PSL logró tomar el poder. Ahora, Bolsonaro está en una crisis propia por la falta de apoyo partidario y el sistema brasilero de partidos está viviendo su peor momento con una fuerte falta de legitimidad. Habrá que ver si el 2022 agrava la crisis.

Conclusión
Como pudimos ver, hay pocos partidos políticos establecidos en la región, la mayoría herederos de un movimiento populista. Estos partidos mueven al electorado a favor o en rechazo del otro y esto conlleva una menor institucionalización de los partidos. La región tiene un enorme desafío por delante, en construir fuerzas políticas institucionales que no dependan de la polarización o del carisma de un líder para imponerse electoralmente. Pues un elemento importante en toda democracia descansa en la efectividad e institucionalidad de sus partidos.