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En relaciones internacionales, se conoce como diplomacia bambú a las estrategias basadas en la neutralidad y flexibilidad que han llevado a cabo países como Tailandia durante décadas y más recientemente Vietnam. Los principios de este tipo de diplomacia se basan en la búsqueda de la paz, la justicia y la rigurosidad anteponiendo siempre los intereses nacionales, la unidad territorial y priorizando el bienestar de sus ciudadanos.

Pese a que estas características deberían ser a priori comunes a todas las políticas exteriores, en una comunidad internacional que vuelve a estar cada vez más bipolar, este tipo de diplomacia sólo es mantenida por algunos países.

Tailandia e Indochina francesa, cambios territoriales 1867-1907. Estados Unidos. Oficina de Servicios Estratégicos

Tailandia es el único país del Sudeste Asiático que nunca fue colonizado por las potencias europeas. Previamente conocido como Siam, este país supo evitar la dominación británica que se extendía desde el actual Pakistán hasta la isla de Borneo, y la francesa, que aglutinaba los territorios de Laos, Camboya, Vietnam y una parte del sur de China.

Si bien una de las causas fue que el territorio tailandés servía de zona colchón separando el Imperio británico de la Indochina francesa, la principal razón es que la monarquía local optó por una vía pragmática.

Así, en lugar de enfrentarse directamente a las fuerzas extranjeras, se europeizó el sistema político y administrativo, se firmaron tratados comerciales (en desventaja para los tailandeses) con Reino Unido y Francia, se alimentó el nacionalismo de un territorio étnicamente diverso (el tailandés pasó a ser la única lengua oficial) y se optó por una fuerte centralización, que terminó ayudando a legitimar el Reino de Siam como Estado soberano.

Los sucesos descritos de finales del S.XIX y principios del S.XX están en completa armonía con la política exterior que, de manera general, los sucesivos gobiernos tailandeses han llevado hasta la actualidad.

El rey Bhumibol y la reina Sirikit de Tailandia visitan el 27º "Wolfhounds" de infantería del Ejército de EE. UU. cerca de Korat, Tailandia. Aquí, la reina Sirikit visita al coronel William McKean, comandante del 27 y al embajador de EE. UU. en Tailandia, Kenneth T. Young, Jr, junio de 1962.

Por ejemplo, pese a que durante la Guerra Fría Tailandia no fue parte del Movimiento de Países No Alineados (se unió en 1993) y fue un aliado de los Estados Unidos (EEUU), especialmente tras los 60, cuando una guerrilla comunista causó estragos en el país, esto no supuso que las relaciones con China no fueran relativamente buenas, sobre todo a partir de 1975, cuando el país dejó de reconocer a la República de China (Taiwán) y pasó a reconocer a la República Popular China.

En la actualidad, Tailandia goza de buenas relaciones tanto con China como con EEUU, lo que le genera críticas de ambos lados, pero que al mismo tiempo le reporta grandes beneficios; en los últimos años China ha invertido en numerosas infraestructuras del país (La Nueva Ruta de la Seda es prueba de ello) y se ha convertido en su mayor socio comercial, seguido a poca distancia de EEUU.

Desde la década del 2010, las relaciones entre Tailandia y Estados Unidos han comenzado a ser menos intensas, ya no son como durante la Guerra Fría, cuando el anticomunismo les hacía compartir identidades e intereses, Tailandia más que nunca se aleja de cualquier órbita y evita escoger lado, lo que ha beneficiado a Pekín.

A diferencia de otras naciones de la ASEAN, Tailandia y China no mantienen ninguna disputa territorial y debido al alto porcentaje de población china en el territorio, la imagen del país es positiva en Tailandia y, asimismo, Tailandia es un país muy popular en China. Antes de la crisis del COVID, en 2019, los chinos suponían casi un 28% del turismo de Tailandia, una cifra bastante alta para un país que vive parcialmente del turismo.

Depender menos de EEUU y equilibrar fuerzas con otras potencias es algo que desde el punto de vista de muchos analistas puede seguir reportándole muchos beneficios a Tailandia. Sin embargo, llevar a cabo esta estrategia no es tan fácil, ya que requiere mantener buenas relaciones con todas las potencias mundiales y ejercer cierto liderazgo en sus intereses locales, trazando iniciativas y actividades de promoción diplomática en la región (su pertenencia a la ASEAN como miembro fundador puede jugar un papel determinante).

El caso de Vietnames diferente, pues no solo sufrió la colonización francesa durante casi 70 años, sino que en su territorio se desarrolló una de las guerras más sangrientas de la Guerra Fría, la Guerra de Vietnam (1955-1975), que se saldó con más de un millón de muertos.

Finalmente, Vietnam del Norte se hizo con la victoria tras décadas (un resultado muy favorable para sus principales apoyos, China y Rusia) y el gobierno comunista comenzó a administrar el conjunto del territorio (Vietnam del Norte y Vietnam del Sur).

Tras la unificación, el gobierno no tardó en pedir la membresía al Movimiento de los Países no alineados (de cuya conferencia gestante, la Conferencia de Bandung, habían sido parte tanto Vietnam del Norte como Vietnam del Sur). No obstante, y dado el intervencionismo de EEUU durante la guerra, las relaciones con este país se cortaron de inmediato y no se restauraron hasta 1995.

Foto tomada por el fotógrafo del Ejército de los Estados Unidos Ronald L. Haeberle el 16 de marzo de 1968 después de la masacre de My Lai que muestra en su mayoría a mujeres y niños muertos en una carretera.

En la actualidad, el Vietnam que conocemos difiere bastante del Vietnam de postguerra. El país asiático se aleja de las confrontaciones internacionales y de cara al exterior se presenta como un país no alineado y mediador. Por ejemplo, al tener buenas relaciones con EEUU y Corea del Norte, se celebró en su capital la Cumbre de Hanoi de 2019, que reunió al entonces presidente Trump y a Kim Jong-un (https://thepoliticalroom.com/vietnam-mas-cerca-de-ee-uu-que-de-china/).

Las relaciones con el ejecutivo de Trump fueron excelentes, algo menos con el gobierno chino debido a algunos problemas fronterizos, pero, pese a eso, existe un alto grado de colaboración diplomática y económica entre ambos estados.

No hay duda por tanto de que en las últimas décadas Vietnam ha adoptado la diplomacia bambú y se pueden encontrar diversos ejemplos más como lo acontecido durante la Guerra ruso-ucraniana, Vietnam no ha condenado en ningún momento a Rusia y se ha abstenido en todas las votaciones de la ONU al respecto. Esto ha costado algún reproche del lado estadounidense y suscita una duda ¿puede el bambú llegar a romperse?

Otros países que han seguido estrategias parecidas con resultados beneficiosos para los intereses locales en los últimos años han sido Serbia (con una política que le permitió vacunar rápidamente a su población durante la pandemia, tras cerrar exitosamente negociaciones de las vacunas con Rusia y con la UE), Emiratos Árabes Unidos (cuya política económica le ha granjeado buenas relaciones no sólo con EEUU, sino también con Rusia) o Indonesia (que mantiene relaciones excelentes con China y EEUU, además de haber intentado mediar en el conflicto ucraniano, reuniéndose con Zelensky y Putin en los últimos meses).

A priori, esta política sólo ha traído ventajas tanto a Tailandia como a Vietnam en las últimas décadas. Ambos países han conseguido un increíble aumento de inversiones en los últimos años de Estados Unidos, China, Rusia y los países de la Unión Europea.

Además, ambos se han transformado en potencias turísticas mundiales, a partir de los 80/90 se convirtieron en países populares entre la juventud occidental, que buscaba desconectar en un ambiente exótico y relajado. Así, ciudades como Bangkok, Hanoi, Phuket o Ho Chi Min comenzaron a estar en las listas de todo viajero. De hecho, con más de 21 millones de turistas anuales, Bangkok ha sido la ciudad más visitada en 2021 superando a Paris o Londres, ciudades que generalmente se disputaban el primer puesto.

Pero no solo se ha traducido en más inversiones y más turismo, podría decirse que este tipo de diplomacia sumado a la amabilidad de los tailandeses y vietnamitas ha contribuido a que sean percibidos de forma positiva generalmente.

Nadie asocia Tailandia con golpes de estado (el país cuenta con 12 golpes de estado desde el final de la monarquía en 1932, el último en 2014) ni Vietnam a comunismo (el Frente de la Patria de Vietnam mantiene un control unitario sobre el estado, la armada y los medios de comunicación desde 1976), la imagen que han logrado vender fuera de sus fronteras pasa por el encanto de su país, la hospitalidad de sus gentes, la comida deliciosa y el clima tropical.

El turismo se ha convertido en el principal motor económico de Tailandia.

En un mundo cada vez más polarizado, el pragmatismo, la no alienación y la no intervención parecen estar demostrando ser una buena carta, al menos en lo económico. A fin de cuentas, no todo tiene por qué ser blanco ni negro, el gris funciona muy bien.

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