La diplomacia del hidrógeno: Japón, Australia y la nueva energía
Por Sara Álvarez Quintáns
En su esfuerzo por resolver su problema energético, Japón baraja el hidrógeno como el combustible del futuro. Australia se revela como un socio prometedor para llevar a cabo este proyecto, acercando más que nunca a estos dos países.

Si suena a algo sacado de La isla misteriosa, es porque probablemente lo sea. De hecho, algunos apuntan a que la novela de Julio Verne, escrita ya en 1874, fue el origen de la idea de que una economía basada en la energía del hidrógeno es posible. En palabras del escritor francés, “[…] el agua se empleará algún día como combustible, el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen […] serán una fuente de calor y luz cuya intensidad el carbón no podrá igualar”.
Más allá de la ciencia ficción, esta idea tiene aplicaciones en la vida real. Tanto es así que, en el Pacífico, Australia y Japón están estudiando la viabilidad de una asociación energética basada en el hidrógeno. Las razones y posibilidades de esta relación se discuten a continuación.
Japón y la energía del futuro: un proyecto de sociedad
Desde hace décadas, el país nipón cuenta con un serio problema de seguridad energética. Al importar cerca del 90% de la energía que utiliza, Japón se perfila como un país energéticamente dependiente. En realidad, muchos de sus vecinos comparten este mismo problema: China, Corea del Sur o Taiwán son ejemplos de países asiáticos que dependen en gran medida de sus importaciones de fuentes de energía.
Es por ello que, en su día, se apostó por la energía nuclear. Sin embargo, el accidente de la planta de Fukushima Daiichi hizo emerger numerosas críticas y dudas al respecto de esta fuente de energía. Desde entonces, el gobierno japonés parece haberse volcado en la exploración de alternativas más limpias y seguras, entre las que se encuentra el hidrógeno.
El actual gobierno japonés pretende transformar la sociedad nipona en una “sociedad del hidrógeno” para el año 2050. Este concepto hace referencia al objetivo de que todos los japoneses utilicen el hidrógeno como su principal fuente de energía en las próximas tres décadas. Esta política comenzó a tomar una mayor fuerza a partir de 2015, con pleno conocimiento de que se trata una iniciativa que solo puede funcionar a largo plazo.
Por otra parte, el uso del hidrógeno permitiría a los japoneses depender en menor medida de los combustibles fósiles, una demanda que se ha visto aumentada tras el desastre de Fukushima y el consecuente rechazo a la energía nuclear. La seguridad energética y la autonomía son las principales razones detrás del interés en el hidrógeno, aunque no hay que dejar de lado otras, como el bienestar medioambiental.
¿Por qué hidrógeno?
Este renovado interés por la energía del hidrógeno no es tan novedoso como pueda parecer. Ya en las décadas de los ochenta y noventa, algunos países europeos y norteamericanos estudiaron la idea, aunque parece no haber dado lugar a implementaciones significativas. El propio gobierno japonés barajó las posibilidades del hidrógeno hace treinta años, pero fue un intento extremadamente comedido en comparación con el compromiso actual[i].
Como toda nueva fuente de energía que se valora, el hidrógeno genera importantes interrogantes respecto a sus rentabilidad y aplicaciones. Sin embargo, ya se apunta a que, mientras que a medio plazo resultaría más costoso que los combustibles fósiles, sería una alternativa más económica que las renovables como la energía eólica o la solar. Algunos estudios estiman que la demanda de hidrógeno en Japón podría copar el 40% de la demanda energética en el año 2050[ii].

Producir energía a partir del hidrógeno supondría una fuente libre de CO2, lo que ayudaría a Japón a cumplir sus objetivos de reducción de emisiones de cara al Acuerdo de París. Mientras no exista una sociedad libre de combustibles fósiles, sin embargo, sería posible combinar la tecnología del hidrógeno con fuentes más tradicionales en diversos ámbitos. De esta manera, Japón se aseguraría el liderazgo mundial en lo relacionado con la energía del hidrógeno.
Australia, hidrógeno y Japón
Japón y Australia están trabajando conjuntamente para desarrollar un sistema de abastecimiento internacional que permita una producción, transporte y almacenamiento eficientes. Se espera que la comercialización del hidrógeno líquido (LH2) pueda ser efectiva para 2030.
En enero de este año ambos países firmaron la Declaración Conjunta sobre Hidrógeno y Células de Combustible en Melbourne. Al ser una declaración, no tiene validez legal alguna, pero sí sirve como declaración de intenciones; también, para destacar varios puntos sobre los que las dos partes están dispuestas a profundizar. En esta estrecha relación, Japón se establece como el mercado, y Australia, como el productor.
Uno de los métodos para la obtención de hidrógeno consiste en extraerlo a partir del lignito, una variedad de carbón que existe en abundantes cantidades en el estado de Victoria, en Australia meridional. Además, el hidrógeno líquido procesado en territorio australiano resulta más eficiente en costes, por lo que después sería transportado por vía marítima hasta Japón.
En diciembre de 2019, Japón reveló el primer carguero de hidrógeno líquido, bautizado Suiso Frontier (suiso‒水素‒ es el término en japonés para el hidrógeno). Sin duda, esto apunta a los desarrollos que ya se están llevando a cabo de cara a establecer una cadena de abastecimiento en el Pacífico occidental. Tan solo un mes antes, Australia publicaba su propia estrategia nacional para el hidrógeno.

Más allá de una relación bilateral
El desarrollo de un sistema de abastecimiento energético basado en el hidrógeno podría tener importantes implicaciones no solo para Australia y Japón, sino para otros países de la región. La creación de nuevas industrias trae consigo un poderoso aliciente económico, aunque primero habría que realizar una importante inversión para garantizar la demanda y el abastecimiento.
La cooperación con otros gobiernos y organizaciones es clave para el éxito de la iniciativa a largo plazo, ya que la estandarización del hidrógeno como fuente de energía supondría su expansión a nivel regional y, seguramente, global. Sin embargo, todavía está por ver si otros países manifestarán un interés igual por esta fuente energética, y cómo responderá Japón a la hora de establecer nuevos vínculos comerciales con sus vecinos.
[i] Behlin, N., Williams, M. C. y Managi, S. (2015). Fuel cells and the hydrogen revolution: Analysis of a strategic plan in Japan. Economic Analysis and Policy, nº 48, p. 205.
[ii] Kamiya, S., Nishimura, M. y Harada, E. (2015). Study on introduction of CO2 free energy to Japan with liquid hydrogen. Physics Procedia, nº 67, p. 12.