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Pese al papel de la República Popular de China como un estado exportador de petróleo a finales del siglo XX, desde 1993 la producción de crudo del Gigante Asiático resulta insuficiente para satisfacer el incremento gradual de su demanda interna.

A día de hoy, el impulso económico experimentado tras la implantación de las primeras políticas aperturistas de Deng Xiaoping ha llevado a China a convertirse en el mayor importador mundial de petróleo y gas natural licuado, lo que plantea desafíos estratégicos para el país en términos de abastecimiento de hidrocarburos.

Xi Jinping con Vladimir Putin en 2019. Fuente: Kremlin.ru

En primer lugar, el 70% de las importaciones de petróleo chinas y el 60% de sus flujos comerciales pasan por el estrecho de Malaca, una ruta clave que conecta Asia Oriental con Europa y Oriente Medio. Tailandia, Malasia e Indonesia ejercen soberanía sobre este “chokepoint”, lo que limita la influencia directa de Pekín en la zona. A ello se une que la Armada estadounidense custodia la seguridad del estrecho, lo que aumenta las preocupaciones de China sobre un posible bloqueo naval que pudiese interrumpir esta ruta de abastecimiento.

A consecuencia de ello, el control de este estrecho se ha convertido en una prioridad estratégica para Pekín. Por esta razón, China ha realizado una reclamación territorial conocida como la "línea de los nueve puntos" que abarca la mayor parte del Mar de la China Meridional y se remonta a la delimitación trazada en un mapa que data de la época de la dinastía Qing. Sin embargo, esta reclamación se superpone con las demandas de otros siete estados, lo que ha derivado en un clima permanente de tensión en la región.

Con el fin de hacer efectivas sus reclamaciones a largo plazo y ampliar su control sobre las rutas marítimas estratégicas, China ha construido bases militares en las islas Spratly y Paracelso. Además, uno de los objetivos que persigue la inversión militar de Pekín es la expulsión de la presencia militar extranjera de la que considera su área de influencia natural.  La justificación de China para esta expansión militar se basa en la histórica idea de Tianxia, que destaca la posición de China como el reino en el centro del mundo.

En lo relativo al acceso a las reservas de materias primas de los estados de Asia Central, Pekín también ha insistido en reforzar la Organización de Cooperación de Shanghái. Esta organización, a la que también pertenece Rusia, opera bajo una serie de principios compatibles al concepto que China tiene de la política exterior, destacando la no injerencia en asuntos internos. Estos ideales, unidos al carácter autoritario de muchos de los regímenes de Asia central, facilitan la extensión de la influencia china en la región puesto que, a diferencia de los Estados occidentales, Pekín no impone condicionantes a la hora de desarrollar relaciones comerciales.

Participantes de la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai. Fuente: Kremlin.ru

El desarrollo de la “Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda”, es decir, una red de infraestructura energética y de transporte que facilita el flujo de hidrocarburos y mercancías entre los estados Euroasiáticos, es uno de los mayores exponentes de la expansión de la influencia de Pekín por medio de las relaciones comerciales y de inversión.

Se ha argumentado que gran parte de esta infraestructura ha sido construida en el marco de una estrategia conocida como la "diplomacia de la trampa de la deuda", por la que China ha proporcionado préstamos a países en desarrollo, obteniendo concesiones políticas o económicas en caso de que los estados deudores no pudiesen hacer frente a sus obligaciones.

A este respecto, destaca la construcción de puertos y ferrocarriles estratégicos que permitirían a China controlar “chokepoints” como el estrecho de Bab-el-Mandeb, sortear el estrecho de Malaca o coaccionar a estados deudores como Pakistán, que atraviesa una crisis de deuda, y donde China ha construido el puerto de Gwadar y la red ferroviaria y la autopista de Karakórum hasta Xinjiang.

En el caso de la alianza con Pakistán, esta estrategia, conocida como "collar de perlas", permitiría también contener el "poder duro" de India en una hipotética lucha por Malaca y el Mar de la China Meridional, así como impulsar una lucha en dos frentes.

Fuente: El Orden Mundial (EOM)

Dadas las sanciones de occidente a Rusia por la guerra de Ucrania, China ha incrementado su demanda de petróleo y gas desde Siberia. Así, se prevé que, tras completarse los proyectos de construcción de un gasoducto desde la regasificadora de gas natural licuado ubicada en Sajalín y el gasoducto "Power of Siberia 2", China importe de Rusia la mitad del gas que consume. Del mismo modo, el deshielo del Océano Ártico abrirá rutas más cortas que permitirán a China la importación de gas natural licuado proveniente de la Península rusa de Yamal.

A modo de conclusión, China ha llevado a cabo un reposicionamiento estratégico a nivel global para asegurar su suministro energético y fortalecer su influencia geopolítica. A través de la diversificación de rutas de abastecimiento e inversiones en infraestructura y desarrollo militar, el Gigante Asiático busca garantizar su crecimiento económico a largo plazo y reducir su dependencia del estrecho de Malaca. El resultado de esta estrategia podría consolidar el posicionamiento de China como la potencia contrahegemónica a nivel global.

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