La finta diplomática turca para convencer a Washington y a Bruselas
Nueva administración en la Casa Blanca, nueva política exterior. Esta frase es cierta para aquellos países que ligaron sus decisiones al anterior inquilino de la Casa Blanca y que ahora deben adaptarse a un tipo de liderazgo con prioridades distintas.
Erdogan aprovechó el mandato de Trump para actuar con una creciente unilateralidad en el exterior. La diplomacia y el brazo armado de Turquía han cosechado éxitos, como las intervenciones militares en Siria, Somalia, Qatar, el Nagorno-Karabaj o Libia, sin embargo también han provocado las suspicacias y el deterioro de las relaciones con Estados Unidos, Francia o la Unión Europea.
Ahora que Biden ha alcanzado el poder y es previsible que Bruselas y Washington actúen con más coordinación pareciera que Erdogan busca "correr un tupido velo" sobre los últimos 4 años. Pero contrariamente a lo que se suele decir, la burocracia y los políticos de EEUU tienen memoria. No todo iba a ser cortoplacismo.
Para revertir la situación y mejorar las relaciones con el tándem EEUU\UE y de paso obtener algún rédito electoral Erdogan ha presentado un Plan de Derechos Humanos con 11 puntos. Desde la protección de la propiedad privada para atraer inversores, hasta una reforma del sistema de justicia en general y del Tribunal Constitucional en particular. Desde el apoyo a la mujer y la lucha contra la violencia que padece, hasta las ayudas para ancianos y discapacitados...

De pronto parecería que estamos ante "Erdogan de Calcuta" y no ante el político que ha purgado a más de 80.000 personas de las Administraciones públicas, dejó hacer al Daesh con tal de dañar a los kurdos, metió en la cárcel a media oposición, ha modificado la Constitución para ampliar sus poderes y ha eliminado a la mayor parte de las ONG y medios de comunicación que no comulgan con su visión de las cosas.
¿Es un farol este Plan para mejorar el estado de los Derechos Humanos? No necesariamente. Es posible que Erdogan esté aprovechando que "el Pisuerga pasa por Valladolid" para cumplir con objetivos electorales (mejorar su apoyo entre la población urbana), económicos (mejorar la confianza y atraer al inversor foráneo) y de política exterior (reparar las relaciones con Bruselas y Washington).
Con todo, resulta interesante una de las frases utilizadas por nuestro protagonista durante el discurso de presentación del plan:
Es de justicia dar agua a una flor que está sedienta, pero regar una flor con espinas sería una forma de opresión, así que no vamos a regar a cualquier flor.
El problema es que para Erdogan toda flor que le hiera recordándole los derechos de la oposición, la necesidad de contrapesos democráticos o los compromisos con el Derecho Internacional se convierte en una "flor con espinas".
Desgraciadamente, si algo nos enseña la realpolitik, Hobbes o a ley de hierro de las oligarquías es que Erdogan sólo buscará perpetuarse en el poder y que por tanto sus concesiones reales en materia de DDHH estarán íntimamente ligadas a su propia pervivencia política y esto último en si mismo, - a tenor de sus decisiones y formas en los últimos años-, es contrario a los principios democráticos y de consecución de los DDHH tal y como son entendidos en una democracia saludable.
Habida cuenta de la situación ¿cabe esperar un acercamiento de Washington con Ankara gracias a este tipo de gestos? Parece improbable. Quizás Turquía ahora intente reparar parcialmente sus relaciones bilaterales pero todo lo que ha ocurrido desde 2016 exigiría de gestos y concesiones importantes, y sobre todo de una muestra de buena voluntad que es altamente improbable.
Pese a todo, no hay que descartar la capacidad de "seducción" turca: poseen un ejército grande, la OTAN tiene bases en su territorio y además controlan la encrucijada entre Europa y Oriente Próximo, el Mar Negro y el Mar Mediterráneo.
Si el esfuerzo de Erdogan por reparar las relaciones es serio, entonces cabe esperar que se puedan recuperar unos mínimos en las relaciones bilaterales junto a cierta estabilidad. En caso contrario es previsible un deterioro paulatino de las relaciones bilaterales durante los próximos años.
La clave para medir la voluntad turca la veremos en los intentos de acuerdos, cooperación en materia de seguridad, contención ante los litigios con Grecia y Chipre, cooperación de Turquía con la OTAN y las cuestiones relacionadas con los Derechos Humanos y la calidad democrática.