La Gran Presa del Renacimiento Etíope y el fin del dominio egipcio del Nilo
Durante más de un siglo Egipto ha controlado la cuenca del río Nilo. Gracias a su fuerza militar y a los acuerdos firmados a principios del siglo XX, El Cairo ha gozado de una posición privilegiada respecto al Nilo. Ahora, la Gran Presa del Renacimiento Etíope amenaza la hegemonía egipcia.
El Nilo es la cuenca fluvial más extensa del planeta y en sus orillas se concentra casi la mitad de la población del continente africano. El río es un recurso esencial para la supervivencia, el desarrollo y la economía de los países que atraviesa. Por esa razón, tanto los Estados actuales como las antiguas potencias de la región han tenido interés en controlar, explotar y utilizar el Nilo en beneficio propio.
La voluntad de controlar las aguas del Nilo ha sido germen de tensiones y, por extensión, motivo de conflicto entre los países nilóticos. Si bien han existido y existen tensiones al respecto, es complicado calificar la situación en torno al Nilo como una “guerra por el agua” o “water wars”, un concepto que se hizo popular a finales del siglo pasado pero que tiene poco recorrido en el mundo real.
Eso no evita que, aunque no se haya producido una guerra exclusivamente por el agua, al tratarse de recurso clave, sí que puede suponer un potenciador de las mismas y constituye, por sí sola, un factor de conflicto entre Estados y comunidades.
Una cuenca con acuerdos no aceptados
En el caso del Nilo, la disputa entre los países de la cuenca guarda relación con la forma en que comparten el río para actividades relacionadas con el agua, especialmente la agricultura, sector crítico en las economías regionales. Esta es la raíz de la problemática. Como explica Mbuyi Kabunda, cuando el agua es fundamental para la economía de un país, compartirla con los vecinos puede convertirse en fuente de conflicto.
Existen una serie de tratados sobre el río que se remontan a finales del siglo XIX. En ese momento Reino Unido, como potencia colonial en la región, firmó acuerdos con otros estados europeos y con el Egipto independiente entre 1890 y 1949, destacando los textos de 1929 y 1949, firmados entre Egipto y Reino Unido en representación de Sudán, Uganda, Kenia y Tanganika, entonces colonias británicas.

Sin embargo, a día de hoy, a pesar de los numerosos acuerdos bilaterales, multilaterales y marcos de cooperación, no existe un único marco legal aceptado por todos los Estados ribereños. La combatividad y las reivindicaciones de los estados río arriba han supuesto un reequilibrio de fuerzas que amenaza la hegemonía que Egipto ha ejercido sobre la cuenca en el último siglo.
Egipto pierde su hegemonía
Respecto a los recursos hídricos, Egipto ha supuesto durante muchos años un caso particular. Se trata de un país que depende del extranjero para asegurarse el abastecimiento de agua, pues las fuentes del Nilo se encuentran al sur de sus fronteras. Esta situación que supondría, a priori, una posición de debilidad para Egipto no se ha desarrollado como tal. Así, durante mucho tiempo, Egipto ha conseguido imponer una relación de fuerzas favorable con sus vecinos y mantener la hegemonía en el discurso sobre el Nilo.
La hegemonía egipcia se ha sustentado en dos pilares: su poder militar y su poder económico. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el aumento de la capacidad militar de sus vecinos y la estabilización de Uganda o Etiopía ha dotado a estos últimos de mayor capacidad de contestación. Como consecuencia, Egipto ha ido perdiendo capacidad de control sobre la cuenca y el uso del agua, incluido el derecho a veto que poseía sobre cualquier proyecto en el río.
El agua constituye una prioridad para la seguridad nacional egipcia. Existe una división ministerial exclusiva para tratar cuestiones referentes al Nilo y el país considera cualquier ataque contra su seguridad hídrica como un casus belli. Ya en 1979, Al Sadat afirmó que el agua sería el único motivo que llevaría a Egipto a la guerra.
Etiopía concluye el tercer llenado de la gran presa del Renacimiento a pesar de las protestas egipcias https://t.co/MiD0UjA5GZ
— MSN España (@msn_es) August 12, 2022
Si vamos a su origen natural, el Nilo nace continente adentro y transcurre por varios países antes de desembocar en el mar Mediterráneo. Entre esos Estados de paso se encuentra Etiopía, país que se niega a reconocer el derecho de explotación exclusiva de Egipto, rechaza la validez de los tratados firmados durante la primera mitad del siglo XX y ha denunciado un acuerdo posterior firmado entre Egipto y Sudán en 1959. Estos acuerdos no reconocen a Etiopía su parte de las aguas del Nilo, por lo que el gobierno etíope se opone a que se realicen nuevas obras hasta que no alcance un nuevo acuerdo.
Durante la segunda mitad del siglo XX, en términos generales, Egipto ha cooperado con sus vecinos en cuestiones relacionadas con el Nilo, pero siempre definiendo la agenda y reivindicando lo que considera son sus derechos históricos sobre el río. En la década de 1990, los países de la cuenca alta plantearon la necesidad de crear una institución de cooperación multilateral que incluyese a todos los Estados ribereños. Así nació en 1999 la Iniciativa de la Cuenca del Nilo (NBI).
Ahora bien, cuando Egipto ha entendido que las propuestas no le eran beneficiosas, no ha participado de ellas. Esto ha ocurrido con el Acuerdo marco Cooperativo (CFA) de 2010, al considerar El Cairo que sus derechos no habían sido tenidos en cuenta. El 14 de mayo de 2010 Etiopía, Tanzania, Ruanda y Uganda firmaron el CFA para compartir equitativamente las aguas del Nilo.
El acuerdo fue declinado por República Democrática del Congo (RDC) y Burundi en un primer momento y contó con la oposición de Egipto y Sudán. Eritrea se abstuvo. Lo que puso de manifiesto el CFA es la voluntad de Etiopía de reivindicar su uso del río, lo que le ha llevado a un enfrentamiento con Egipto.
Este enfrentamiento se ha extendido a otros países nilóticos y ha llevado a un cambio en las relaciones entre vecinos. Así, Sudán, tradicionalmente cercano a Egipto, cada vez comparte más intereses con Etiopía, aunque su ubicación geográfica le obliga a tratar de mantener buenas relaciones con ambos.
La Gran Presa del Renacimiento Etíope
En la actualidad, el mayor conflicto del Nilo es la puesta en funcionamiento de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GPRE). El proyecto ha estado sobre la mesa desde la década de 1960 y este tipo de infraestructuras son comunes en el contexto nilótico. El caudal del Nilo está regulado por cuatro presas principales: una en Uganda, sobre el Nilo Blanco, otra en Egipto (la Presa Alta de Asuán) y dos más en Sudán. Así, ¿por qué esta es diferente?
La GPRE se sitúa cerca de la frontera entre Etiopía y Sudán, a unos 750 kilómetros de Adís Abeba. Justo después de firmar el CFA de 2010, Etiopía comenzó la construcción de la presa, proyecto que contó desde el primer momento con la oposición de los dos Estados río abajo: Sudán y Egipto. Etiopía inició el llenado de la presa en julio de 2020 y para inicios de 2021 se estimaba que las obras estaban completadas al 70%.
Para Etiopía la presa es un elemento clave en su desarrollo económico y el proyecto es una prioridad nacional. El ejecutivo etíope ha destacado los beneficios para la región como, por ejemplo, la capacidad de producir electricidad suficiente para su consumo y el de sus vecinos. Sin embargo, sus vecinos perciben la presa como una amenaza.
🌐💧La Liga Árabe ha pedido al Consejo de Seguridad de la ONU que medie sobre los planes de Etiopía de avanzar con el segundo llenado de la Gran Presa del Renacimiento sin que haya acuerdo con Egipto y Sudán, cuyas economías pueden salir muy perjudicadas. pic.twitter.com/HCK6Mo3OAB
— The Political Room (@Political_Room) June 16, 2021
Las preocupaciones de Sudán y Egipto se refieren a la velocidad de llenado, la reducción de los niveles de agua dulce que llegan a sus respectivos territorios o los posibles accidentes que puedan producirse. Para ambos países, un llenado rápido de la presa o coincidente con un período de sequías puede constituir un peligro para la seguridad y la supervivencia ya que dependen en exclusiva de la cuenca para la extracción de recursos hídricos, la producción de alimentos o para cubrir sus necesidades energéticas.
Las proyecciones estiman que Egipto perderá tres veces más agua que Sudán, de ahí la beligerante postura egipcia. Existe igualmente preocupación ante un fallo en la presa. El colapso de la GPRE provocaría una reacción en cadena que alcanzaría también a la presa de Asuán y provocaría inundaciones en los países río abajo. Sudán también teme impactos en sus presas, población y tierras de cultivo. A todo esto hay que sumar los posibles daños medioambientales que puedan producirse en el ecosistema del río.
Ante los avances de Etiopía, El Cairo cambió su postura pasando de la confrontación a la cooperación. En 2015, se firmó un acuerdo tripartito y los tres gobiernos han discutido los avances del proyecto en el seno de la Unión Africana. Al mismo tiempo, Egipto ha seguido insistiendo en una intervención de la Comunidad internacional con llamamientos al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y pidiendo la mediación de otros actores como el Banco Mundial o Estados Unidos.
El temor de perder el control histórico del agua del Nilo puede afectar a la situación política interna y externa en Egipto. Mientras, Etiopia y Sudán se han hecho fuertes. Actualmente, Adís Abeba considera que goza de una posición privilegiada puesto que controla la capacidad de la presa y por extensión, el agua que fluye río abajo introduciendo un cambio en el sistema de fuerza en torno a las aguas del Nilo.