La historia interminable entre México y el narcotráfico
Por Pablo Pérez Piñeiro
Que el narcotráfico supone un desafío mayúsculo y que tiene unas consecuencias funestas para cualquier país latinoamericano no es algo novedoso. Hoy en día, la violencia y el narcotráfico ocupan una parte importante en el mundo del entretenimiento. No es extraño acceder a cualquier plataforma de contenido audiovisual y encontrar una gran variedad de películas, series o documentales que tratan de explicar, analizar o representar lo que significan estos fenómenos. Pero por un momento, dejemos de lado las cámaras para adentrarnos de manera más personal en el mundo del narcotráfico en México.

Para ello, es importante tratar de ponerse en la piel de las personas que viven en el país y que de manera constante reciben información sobre cómo actúa y se desarrolla este fenómeno que tiene casi un siglo de historia, ejerciendo su influencia en toda la geografía mexicana –eso sin mencionar a los que sufren directamente las consecuencias de la crueldad del narco, siendo en 2019 un total de 35.000 las personas que murieron a causa de la violencia en México–. Por esta razón,vamos a repasar parte de los acontecimientos más llamativos del año pasado para comprender el alcance de la situación.
Durante el 2019, se publicaron diferentes sucesos en medios de comunicación mexicanos sobre eventos relacionados con el reguero de violencia que el narcotráfico dejaba impregnado en la sociedad. Comenzaba el año y ya había información que decía: “Suman 30 muertos en nueva ola de violencia narco en Tamaulipas” en 48 horas, en el mes de marzo se habló sobre una “Masacre en bar de Salamanca: Asesinan a disparos a 15 personas y hieren a siete”, únicamente un mes después se comentaba que: “En aumento, desaparición de personas en México”, en verano se encontraron con que: “Amanece Uruapan con cadáveres colgados y desmembrados”, en septiembre “14 cuerpos desmembrados en 18 bolsas plásticas: otro macabro hallazgo en una finca en Jalisco” y a finales de año: “Un ataque a una familia mormona en México deja al menos 9 muertos, la mayoría niños”.
Después de leer esto, a muchos se les helaría la sangre solo de pensar que en cualquier momento podrían pasar a formar parte de la interminable lista de muertos que el narco firma día tras día. Pero quizá, como veremos más adelante, la sangre del mexicano se ha transformado en hielo aparentemente desde hace bastante tiempo.

La última gran noticia relacionada con esta problemática fue la difusión a través de redes sociales de un vídeo en donde aparecía un convoy perteneciente al Cártel Jalisco Nueva Generación –agrupación criminal que en la actualidad parece acaparar el grueso del mercado de la droga en el país azteca– en donde integrantes de este cártel uniformados como militares hacen alarde y propaganda de potencia armamentística, de un alto nivel de vehículos modificados y preparados para un enfrentamiento con las autoridades o con otro cártel y, por último, de una supuesta exacerbada lealtad al actual líder del CJNG, es decir, Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’.
Si uno observa con detenimiento, puede darse cuenta de que la historia se repite persistentemente, es decir, aparece una nueva agrupación delictiva dedicada al narcotráfico y comienza a sembrar el miedo en el país masacrando a sus rivales para que, después, fotos de su líder ocupen los telediarios o los periódicos con encabezados que rezan: ‘El criminal más buscado’, u otro ejemplo,‘el enemigo número uno de las autoridades’. Si echamos la vista atrás, encontraremos casos tan mediáticos y paradigmáticos como el del Chapo Guzmán o Pablo Escobar en Colombia.

Como muestra la imagen, hoy en día existen varios cárteles en México que se disputan el dominio de zonas estratégicas de mucho valor para el tráfico de droga, lo cual implica gozar de poder. Pero el problema no se encuentra en quién o cómo ha alcanzado la hegemonía en un territorio sino en las causas que explican todo el fenómeno en sí. De hecho, las mismas causas también son ampliamente conocidas e incluso fáciles de deducir para cualquiera que reflexione y analice la situación. De todas formas, vamos a pasar a señalar de manera concreta cuál es el origen del narcotráfico en México. Para este fin, analizaremos los factores que originan la violencia de los cárteles de la droga, los factores que la facilitan y los factores que la fomentan.
Para hablar de los factores que originan la violencia y hacerse una idea de la trayectoria y la crueldad de estos grupos, en la década de los 40 se llevó a cabo en el norte del país una expulsión forzosa de los chinos que cultivaban amapola en la zona. Los mexicanos que se dieron cuenta de lo redituable del negocio, hacinaron en vagones a la población china para posteriormente adueñarse de las ganancias. Esto sucedió en el mejor de los casos ya que también se reportaron en la época un número considerable de asesinatos. Por este motivo, no es nuevo que diferentes grupos a lo largo del último siglo se hayan disputado ciertos territorios para controlar el lucrativo tráfico de droga.
A esto se añaden factores económicos, políticos y sociales de México como la incapacidad de la clase política –con todos sus defectos– de revertir la situación, la ausencia de un Estado sólido en términos de seguridad, la pobreza, la desigualdad, el desempleo o la falta de oportunidades que originan el clima apropiado para que se den brotes violentos. Aunado a esto,no hay que olvidar que México cumple con un requisito fundamental: compartir frontera con el principal demandante de drogas a nivel mundial, este es, Estados Unidos.
Con toda esta situación, las respuestas de los sucesivos gobiernos mexicanos –desde la declaración abierta de guerra de Felipe Calderón en el 2006 hasta la estrategia de paz del actual presidente– han resultado claramente insuficientes puesto que no se ha producido ningún avance, sino que la situación parece que ha empeorado año tras año.

Por otro lado, los factores que facilitan la violencia de estos grupos pueden ser la debilidad del Estado y sus instituciones a la hora de prevenir o combatir la violencia. Derivado de esta fragilidad, se presentan situaciones de impunidad en donde cometer actos delictivos tiene como resultado la elevada probabilidad de que no conlleve ninguna sanción judicial o penal. Por lo que el mayor sistema disuasorio del que dispone un gobierno para evitar acciones ilegales, es decir, el ordenamiento jurídico nacional, según lo analizado, brilla por su ausencia en México.
En último lugar, dentro de los factores que de alguna manera fomentan la violencia del narco se encuentra la falta que ha existido en los últimos años de una barrera social que muestre públicamente la oposición férrea al narcotráfico mediante, por ejemplo, manifestaciones en las calles o denuncias públicas masivas de la situación, lo cual ha hecho que los cárteles no encuentren apenas resistencia social de cara a su negocio.
En definitiva, la población mexicana ha normalizado vivir día a día con una violencia que parece haber acaparado la cotidianidad de la sociedad siendo los sangrientos acontecimientos relacionados con el narcotráfico la tónica del México más impasible.

Ciertamente, a corto y medio plazo la situación no parece que vaya a presentar mejoras según las evidencias que el 2020 está mostrando. Incluso en plena pandemia por la Covid-19, el negocio de las drogas no ha dejado de funcionar y los cárteles mexicanos han continuado con sus enfrentamientos territoriales por todo el país e incluso con atentados contra altos mandos de la política mexicana ante la pasiva mirada del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que, de no producirse un cambio radical en la estrategia de seguridad popularmente denominada como “Abrazos y no balazos”, podría cargar con la responsabilidad de que este año quede en la memoria como el más violento de esta interminable historia.