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La situación en Ucrania y las cada vez más deterioradas relaciones entre la UE y Rusia han vuelto a poner en el foco la dependencia energética del viejo continente. La UE obtiene la mayoría de su energía desde Moscú, lo que merma sus opciones contra la misma, sin embargo, existe otra cara de la moneda, la dependencia rusa del mercado europeo. Así pues, la relación entre ambos actores no es de dependencia sino de interdependencia.

Europa necesita a Rusia

La UE importa cerca del 40% de su gas desde Rusia y un cuarto del petróleo que llega lo hace a través de sus fronteras. Rusia es, de largo, el mayor proveedor energético de la Unión.

Importaciones de gas natural en la UE. Consejo Europeo

Esta posición dominante en el mercado energético europeo, a pesar de los intentos por disminuirla, se ha mantenido a medida que la UE reducía la producción propia de carbón y tenía que suplir esas necesidades con mayor demanda hacia Rusia. De hecho, a pesar del deterioro de las relaciones a raíz de la invasión de Ucrania en 2014 el peso de las exportaciones energéticas rusas no dejó de aumentar, alcanzando su máximo histórico en 2018.

Origen del gas consumido en Europa por países. Bruegel

Esta dependencia es asimétrica, no todos los países europeos dependen en la misma medida de Rusia, España y Portugal por ejemplo tienen un mercado energético ajeno al ruso ya que suplen sus necesidades gracias principalmente al norte de África, mientras que a medida que avanzamos hacia el este la dependencia es mayor, casi el 50% del gas que utiliza Alemania proviene de Rusia y la situación es similar en Italia, incluso en Francia, país que desarrolla una estrategia energética basada en su industria nuclear, también apreciamos una gran dependencia de Rusia, con un cuarto de su gas proveniente del país euroasiático.

Dependencia del gas ruso por países. Statista

El gas natural cubre el 22% de las necesidades energéticas europeas siendo el líder el gigante ruso Gazprom, suministrando más de un tercio de ese gas a Europa, pero ¿por qué depende Europa de Rusia? ¿No pueden comprar gas a otro país?

En primer lugar, el gas ruso es mucho más barato que el de sus competidores, en gran medida por su proximidad geográfica y porque gran parte de la infraestructura en forma de gasoductos ya se construyó durante la época soviética para suministrar energía a los países satélites de la URSS, esto también provoca que su disponibilidad sea constante y no haya problemas de suministro durante el año.

Además, factores externos ajenos a Rusia han hecho que Europa deba apoyarse más en Moscú, las reservas de gas europeas del mar del Norte, controladas por Reino Unido y Países Bajos, se están vaciando y se calcula que estarán completamente vacías antes de 2030,  de hecho, aunque queda capacidad por explotar ésta requeriría de una inversión considerable y a largo plazo, lo que en el contexto actual de transición energética es prácticamente inasumible. A su vez, Noruega, que es el mayor productor europeo de gas, no es posible que asuma más carga energética.

Por otro lado, el liderazgo climático de la UE y su objetivo de 0 emisiones para 2050 ha traído un descenso en la producción de energía, especialmente de carbón, que las renovables, a pesar de su creciente importancia en el mix energético y el notable descenso en sus costes, no han logrado suplir en su totalidad, por lo que la UE no ha tenido más opción que importar energía desde el extranjero.

Por último, el suministro de GNL (Gas Natural Licuado) proveniente de Estados Unidos o Qatar ha aumentado, pero se necesita una gran inversión en plantas de desgasificación que tardarían años en construirse, además de que es una forma de traer energía a Europa más cara que importarla desde Rusia, lo que acabaría repercutiendo en el coste de la factura.

Aumentar la producción local de energía nuclear también se enfrenta a retos, en primer lugar, la construcción de nuevos reactores conlleva mucha inversión tanto en términos económicos como temporales por lo que, además de ser muy impopular, teniendo en cuenta los decrecientes costes de las renovables y el tiempo necesario para recuperar la inversión, son proyectos que generan muchas dudas desde el punto de vista económico. Con el carbón ocurre lo mismo, la UE está reduciendo poco a poco su producción de carbón, volver a aumentarla implicaría el incumplimiento de la agenda climática de Bruselas y los compromisos internacionales que se han adquirido en esta materia.

La UE depende de Rusia para calentar los hogares de sus ciudadanos y a corto y medio plazo no tiene realmente más opciones que continuar esta dependencia más allá de algún parche o tratar de diversificar los proveedores, pero ninguno está en disposición de sustituir a Rusia por lo que mantendrá su posición dominante en el futuro próximo.

Rusia necesita a Europa

Rusia es una potencia energética, es el segundo mayor productor mundial de gas y el tercero de petróleo y, cómo es lógico, gran parte de su economía depende de su posición como proveedor de energía. Tanto es así que hasta el 14% de la riqueza total rusa depende de los combustibles fósiles que suponen el 60% de sus exportaciones, sumado a que sus beneficios financian más del 40% del presupuesto del gobierno ruso.

Producción mundial de petróleo por países. BBC

La economía rusa depende de sus exportaciones energéticas y ahí es donde reside su dependencia hacia Europa. Europa es el mayor cliente de Rusia, de hecho, el 38% de la producción total rusa y más del 80% de sus exportaciones de gas van a parar a Europa. Moscú es consciente de esta dependencia y al igual que Europa ha intentado diversificar el suministro, buscando nuevos clientes.

Origen del suministro de gas en Europa y Destino de las exportaciones de gas rusas. Peterson Institute

Rusia firmó un contrato de 30 años para proveer de gas a China mediante el gasoducto “Poder de Siberia”, que suministrará 38.000 millones de metros cúbicos anualmente, el gasoducto ahora está operando por encima de lo estimado y hay planes para construir un segundo que refuerce la alianza energética entre China y Rusia. Esto no ha impedido a Rusia embarcarse en nuevos proyectos en Europa como el Nord Stream 2 y el Turk Stream, siendo el objetivo ruso diversificar su cartera de clientes más que sustituir la dependencia que tienen de Europa por la dependencia hacia China. Es esperable que el suministro hacia China aumente teniendo en cuenta que la demanda energética en el país asiático continua aumentando y pretenden alejarse del carbón.

La nueva relación energética con China, aunque provechosa y necesaria para el Kremlin, no sustituirá a la europea que generó 100.000 millones de euros de beneficio en 2021, además de que la infraestructura necesaria tardará tiempo en llegar. Aunque el Poder de Siberia ya está funcionando a pleno rendimiento, el Poder de Siberia 2 no se espera que esté operativo hasta, como pronto, 2030, por lo que, al igual que Europa, Rusia continuará dependiendo de Bruselas en el futuro cercano.

Asimismo,  esta dependencia no sólo se plasma en el mercado energético y es que la UE es el mayor socio comercial de Rusia, el 37% de todo el comercio ruso pasa por Europa, el 36,5% de sus importaciones provienen de la UE y casi el 38% de sus exportaciones van a la UE. Es una relación comercial bastante desigual ya que para la UE Rusia sólo supone el 4,8% de su comercio total. Igualmente, Europa es el mayor inversor extranjero en Rusia, sólo en 2019 los países de la UE invirtieron 311.000 millones de euros en Rusia.

La UE y Rusia mantienen una curiosa relación, la UE depende completamente de Rusia en materia energética y las alternativas, al menos a corto y medio plazo, no son realistas por lo que esta situación se mantendrá. La economía rusa depende completamente de Europa y no existe una alternativa real al mercado europeo. Sin embargo, esta dependencia mutua, en lugar de acercarles, les separa más y supone una carta blanca para escalar en el conflicto.

Europa sabe que cuando Rusia amenaza con cortar el suministro de gas es un farol porque su economía depende de que siga fluyendo, de la misma manera que Rusia sabe que cuando la UE amenaza con sanciones éstas no alcanzarán la columna vertebral de su economía, la energía, porque Europa depende de ese suministro. Así, se crea una dinámica de tensión constante en la que uno sabe que el otro no puede romper definitivamente y al mismo tiempo no ve la necesidad de renunciar a sus posturas políticas enfrentadas.

A corto plazo, la interdependencia entre ambos actores está clara, pero a largo plazo el escenario es más incierto, la UE continúa persiguiendo el objetivo de la neutralidad climática y con la producción aumentando y los costes de las renovables reduciéndose bien podríamos ir a un escenario donde dependa cada vez menos de la energía rusa. Rusia está ganando y ganará el corto plazo por el simple hecho de que los ciudadanos europeos quieren su casa caliente en invierno, pero Europa ganará en el largo plazo si Rusia no consigue diversificar su economía más allá de los combustibles fósiles.

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