La muerte de Aymán al-Zawahiri: actores e implicaciones
El 31 de julio de 2022, Estados Unidos daba a conocer el asesinato del terrorista egipcio, Aymán al-Zawahiri, uno de los fundadores de Al-Qaeda y principal ideólogo del grupo. Fue la persona que radicalizó al conocido líder yihadista, Osama bin Laden.
Esta baja supone la eliminación de uno de los últimos miembros de la vieja guardia del grupo yihadista detrás de los atentados del 11-S en Estados Unidos y del 11-M en Madrid. Tras la muerte de bin Laden, se había convertido en el terrorista más buscado del mundo.

Por lo que sabemos, Al-Zawahiri fue asesinado por el impacto de unos misiles Hellfire lanzados por un dron estadounidense cuando se encontraba asomado al balcón de la casa en la que se estaba escondiendo. Esta casa, situada en Kabul, sería propiedad del actual Ministro del Interior del Emirato Islámico de Afganistán, Sirajuddin Haqqani, líder de la Red Haqqani, un grupo terrorista que pertenece a una facción de los talibán. Dicho grupo es el más próximo a Al-Qaeda dentro del movimiento talibán, y ha funcionado como su principal valedor e interlocutor.
Este hecho evidencia que los talibán -al menos la facción de los Haqqani- eran conocedores de la situación de al-Zawahiri y le habrían proporcionado cobijo en el país tras estar durante años en la clandestinidad en las zonas tribales de Paquistán. Los talibán, y esto no es nada nuevo, mantienen una relación muy estrecha y difícil de romper con Al-Qaeda, que va más allá de lo ideológico, pues también les unen fuertes vínculos familiares.
Tras su muerte, los talibán anunciaron manifestaciones por todo el país como muestra de rechazo al ataque con drones, acusando a los Estados Unidos de "interferir en los asuntos internos y privados de Afganistán", tal y como afirmaba el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid. Para más inri, los talibán también anunciaron que comenzarían una investigación para esclarecer los hechos.
Pro Taliban protesters in Khost province of Afghanistan protest against the US for the killing of Al-Zawahiri. Their slogan: Biden stop your lie! pic.twitter.com/FOaJcfR1Qb
— Tajuden Soroush (@TajudenSoroush) August 5, 2022
Teniendo en cuenta la localización de la casa en la que se alojaba Aymán al-Zawahiri, se demuestra que los talibán han incumplido uno de sus principales compromisos con Estados Unidos establecido en los Acuerdos de Doha. Estos compromisos consistían, entre otras cosas, en no albergar a grupos terroristas e impedir que estos pudieran organizar desde territorio afgano ataques contra los Estados Unidos o contra alguno de sus aliados.
La palabra de los talibán no es algo que se pueda tomar en serio, pues por el momento han cumplido muy pocas de las promesas que realizaron, ya que ni las niñas ni las mujeres han podido ir a las escuelas, ni las minorías étnico-religiosas han dejado de ser reprimidas.
Las últimas noticias y acontecimientos procedentes de Afganistán no invitan al optimismo. La presencia de grupos terroristas como el ISKP (Estado Islámico del Gran Jorasán), el TTP (movimiento talibán de Paquistán) y Al-Qaeda, se ha visto aumentada en el último año. Sin ir más lejos, el ISKP ha cometido numerosos atentados en suelo afgano contra población chií, con especial ensañamiento con la etnia hazara, y contra los propios talibán, a los que consideran "apostatas" y "herejes" por sus acercamientos y negociaciones con Estados Unidos, acusándoles de desviarse de la lucha yihadista global.
Los talibán no son actualmente una amenaza en sí para la seguridad internacional, pues su componente nacionalista y su establecimiento como Emirato evidencia que sus preocupaciones principales empiezan y acaban en Afganistán, sin demostrar demasiado interés por lo que pueda suceder más allá de sus fronteras. La amenaza talibán más directa se materializa sobre la misma población afgana, en especial sobre las mujeres y las minorías étnicas.

La presencia de grupos terroristas en suelo afgano ya no solo es un problema para la seguridad internacional, sino que también lo es en sí para los talibán, pues perjudica aún más su imagen ante el resto del mundo como un movimiento que dirige un Estado que permite la presencia de grupos yihadistas y que los cobija. Este hecho dificulta el acercamiento a la Comunidad Internacional y la ruptura del aislamiento al que está sometido el Afganistán talibán, que puede suponer el envío y recibimiento de más fondos para la ayuda de un país que atraviesa una crisis humanitaria muy grave.
La gobernanza de Afganistán y la imposición de la Sharía son, a efectos prácticos, los principales objetivos de los talibán. Para ello, necesitan gozar de cierta legitimidad ante sus ciudadanos. Esa legitimidad necesaria para convertirse en un actor que ejerza como garante de la seguridad e integridad de los afganos, así como de la estabilidad del Estado. La presencia de grupos yihadistas en Afganistán es un gran impedimento para lograr esa estabilidad y legitimidad que tanto buscan, pues supone una grave amenaza a la seguridad interna del país.
Una de las preguntas más repetidas sobre la muerte de al-Zawahiri es cómo ha podido actuar Estados Unidos en Afganistán sin tener presencia militar en el país. Tras su retirada total en agosto de 2021, Estados Unidos se quedó sin bases donde operar y sin centros de información e inteligencia propia. Frank McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos, afirmaba: “Probablemente tengamos aproximadamente el 1 o el 2% de las capacidades que alguna vez tuvimos para investigar Afganistán”. Al no disponer de bases en Afganistán, si Estados Unidos quiere realizar un ataque sobre suelo afgano, debe operar desde una base en un país cercano.
Teniendo en cuenta las alianzas estadounidenses en los países de alrededor, los drones podrían haber salido de Catar o Tayikistán. El dominio aéreo sigue siendo la gran ventaja de los estadounidenses para operar a distancia en aquellos países donde no tiene presencia militar y para el establecimiento de operaciones anti-terroristas.

Esto nos lleva a pensar que existen altas probabilidades de que la información sobre el paradero de al-Zawahiri fuese revelada a los estadounidenses a través de actores externos. Cabe aclarar que son meras teorías que se barajan, no por ello deben ser ciertas.
Debido a la confidencialidad que envuelve las operaciones de la CIA y Estados Unidos, la información pública acerca de quién o quiénes han proporcionado la inteligencia es inexistente, y nos debemos basar en objeciones y probabilidades. Las teorías que se exponen a continuación están creadas a partir de análisis basados en conjeturas.
Estos actores -que no han sido revelados- podrían ser las autoridades paquistaníes, las cuales buscan retomar sus relaciones con Estados Unidos tras su severo deterioro debido al apoyo público y notorio a los talibán. El silencio de los paquistaníes tras la muerte de al-Zawahiri puede ofrecernos una serie de pistas interesantes a la hora de analizar una posible colaboración con los estadounidenses.
Para Paquistán, los talibán son un socio estratégico preferente y funcionan como aliados frente a la India en el conflicto que mantienen desde hace años en Cachemira. Su alianza con los talibán, es una alianza estratégica, que no ideológica en sí. El anterior gobierno afgano mantuvo acercamientos con la India, algo que los paquistaníes no estaban dispuestos a aceptar, pues temían verse rodeados en un hipotético conflicto con Nueva Dheli. Este problema se convirtió en un asunto de seguridad nacional para Paquistán, probablemente el más importante de todos.

Entregar al líder de Al-Qaeda podría considerarse como un gesto de los paquistaníes a los estadounidenses, que consiga recalibrar las relaciones entre ambos países y, por ende, mejorar sus relaciones con el resto de actores internacionales. Paquistán se encuentra sumida en una grave crisis política y económica debido entre otros muchos factores al aislamiento al que ha sido sometido el país por su apoyo explícito a los talibán.
Otra teoría que hay sobre la mesa -no exenta de polémica- es que podrían ser los mismos talibán los que revelaron la información a los estadounidenses. No sería muy descabellado pensar que los talibán han revelado la situación de al-Zawahiri, pues para ellos, el líder de Al-Qaeda puede suponer un "estorbo" a la hora de acercarse a Estados Unidos para desbloquear la congelación de los fondos afganos, muy necesarios teniendo en cuenta la grave crisis humanitaria que atraviesa Afganistán en estos momentos.
Este hecho podría haber sido manejado con perspicacia por los talibán, pues mantener a al-Zawahiri en el país les generaba más problemas que beneficios y podría servir como un gesto a los estadounidenses. El hecho de que no se han revelado las fuentes de inteligencia e información, les serviría a los talibán para "limpiarse las manos" frente a los grupos yihadistas, exonerándolos de toda responsabilidad.
No obstante, esta teoría ha perdido algo de fuelle en los últimos días. Pues, según publicaba el Wall Street Journal, la administración Biden decidió que no liberará ninguno de los siete mil millones de dólares en activos extranjeros en poder del banco central de Afganistán en suelo estadounidense.

En estos momentos, el foco de atención se encuentra en la sucesión de su cargo y en quién lo ocupará. Muchos apuntan a que Saif al-Adel podría perfilarse como uno de los candidatos para sustituir a al-Zawahiri. Este ex-militar egipcio es uno de los principales líderes de la organización yihadista desde hace años y fue participe, entre otros ataques, de los atentados contra la embajada estadounidense en Kenia en 1998.
Con la muerte de su líder y uno de sus principales ideólogos, la organización terrorista podría verse más debilitada, al menos en la región de Oriente Próximo, ya que la principal actividad de este grupo yihadista se concentra a día de hoy en África. Al-Qaeda ya no tiene las capacidades operativas que poseía antes para planear y ejecutar atentados a gran escala. Sólo un nuevo líder carismático podría hacer a la organización resurgir y atraer a más terroristas a sus filas, pues al-Zawahiri no contaba con un apoyo tan claro como el que tenía Osama bin Laden en su día, ya que no tenía el carisma frente a los yihadistas de este último.