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China es la segunda potencia económica mundial. Sin embargo, hace no muchos años su economí­a se basaba fundamentalmente en la agricultura. ¿Cómo ha conseguido China este cambio? Fundamentalmente abriendo su economí­a a paí­ses extranjeros, recibiendo inversiones y aceptando a multinacionales. Todo este cambio en el país que a dí­a de hoy sigue siendo políticamente comunista empezó en 1978 con la Reforma llamada «Socialismo con caracterí­sticas chinas», dentro de este proceso existen tres momentos clave que potencian dicha apertura, el primero es la creación de las Zonas Económicas Especiales, el segundo la entrada de China en la OMC (Organización Mundial del Comercio) en 2001, y el último y en el cual nos centraremos es el proyecto OBOR, (One Belt, One Road) o Nueva ruta de la seda.

La nueva ruta de la seda surge como una iniciativa para retomar la antigua ruta de la seda que durante siglos ha visto el intercambio comercial entre civilizaciones. Esta nueva ruta se basa en una franja y una ruta, esto se refiere a una parte terrestre y otra parte paralela marítima que conectaran cerca de 70 paí­ses de Europa, Asia, Oriente Medio y África. Esta conexión supondrá el 70% de la población mundial, el 55% del PIB global, el 35% del comercio global y el 75% de las reservas energéticas globales. Todo ello a través de grandes infraestructuras para las cuales el gobierno chino destinará cerca de 1,4 billones de dólares.

Fuente: MERICS (Instituto Mercator para estudios sobre China)

La nueva ruta de la seda será mucho más compleja de lo ha que podido ser nunca, en la parte terrestre hay un cinturón económico principal apoyado por seis corredores. Además de los corredores existen las rutas ferroviales, gasoductos como el de Kazajistán y oleoductos. Los corredores son clave para el desarrollo de la ruta y para una mayor amplitud. Una de las iniciativas terrestres más destacadas es el corredor China-Pakistán, que conectará China por su parte interior con el puerto de Gwadar. Con este corredor China dejará de depender del Estrecho de Malaca que cada vez le ofrece menos garantías y pasará a tener una ruta más rápida hacia Occidente. Además, esto beneficiará también a Gwadar, al igual que a muchos de los paí­ses en los que se van a construir infraestructuras, ya que estas atraen riqueza y población. Este puerto pakistaní junto a otros como el de El Pireo en Grecia o el de Marao en Las Maldivas constituyen la ruta marí­tima que también es conocida como «el collar de perlas« ya que establecen un cinturón desde China hasta el mediterráneo dotando al gigante asiático de un gran poder geopolítico. Entre las rutas de tren se encuentra la ruta Madrid-Yiwu. La ruta más larga del mundo que tarda de media 16 días en atravesar medio mundo.

A pesar de todo esto la Nueva Ruta de la seda trae consigo muchos problemas, desde el endeudamiento que está provocando en países como Sri Lanka a el recelo de Estados Unidos. Además, estas rutas atraviesan zonas conflictivas del planeta, por ejemplo, para conseguir el corredor China-Pakistán tienen que atravesar Cachemira, un lugar es disputa con la India. También atraviesa zonas del mundo en disputa como Afganistán. Y supone un gran reto en la comunicación de paí­ses con diferentes culturas y tradiciones.

El potencial económico de este proyecto no se puede poner en duda. Sin embargo, existen ambiciones políticas y militares detrás de todo esto. Por ejemplo, el «collar de perlas» está sirviendo a China para tener presencia militar en zonas del océano Índico y Pací­fico, lo cual provoca la respuesta de Estados Unidos puesto que ellos también quieren la presencia en dichos lugares y por ello tienen también un cinturón de bases militares que hasta el momento parecen de contención a una posible expansión china. Además de la presencia militar, China tiene ambiciones políticas para conseguir mayor influencia internacional. Pretenden llegar hasta Europa tanto para el crecimiento económico como para el aumento de su cooperación política. Hasta el momento la Unión Europea se muestra cautelosa ante este proyecto, no dudan de su potencial y de cooperar en proyectos aislados pero su intención es que China sea transparente en sus operaciones y establezca una base jurí­dica y un marco institucional que hasta el momento no tiene. A pesar de esto China está apostando por acuerdos bilaterales de forma individual entre los países de la Unión Europea, de forma que el discurso se queda sin contundencia. Existe también una iniciativa china llamada 16 + 1 que potencia la cooperación de China con 16 paí­ses europeos, especialmente del este de Europa, once pertenecen a la Unión Europea y cinco son países balcánicos, y que promete una mejora de las infraestructuras en estos países.

En las últimas semanas se ha manifestado el problema con la Unión Europea y es que el primer ministro italiano se ha lanzado a la cooperación directa con China sin contar con los socios europeos. El precio ha sido de 7000 millones de euros a corto plazo y hasta 20000 millones de euros a largo plazo. La Unión Europea ha respondido a través de Francia, Alemania y la Comisión Europea diciendo que Italia no está respaldado por la UE. Esto se debe a que en Europa consideran a China como un competidor y están a la espera de que se mejoren las condiciones jurídicas e institucionales del proyecto.

Otro punto destacable de este proyecto dada la inversión que necesita es el AIIB en sus siglas en inglés o Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Este banco está formado por el gobierno de China y es comparable al Banco Mundial o al FMI pero se centra en proporcionar financiación para proyectos de infraestructura en Asia. Hay varios países europeos, que a pesar de su recelo al proyecto de la nueva ruta de la seda forman parte del AIIB. China está en pleno proceso de expansión y de convertirse en una economía de mercado. No son pocos los obstáculos que afronta, pero tampoco son pocos los beneficios que puede obtener de esta iniciativa. Aún es un proyecto joven que no se ha desarrollado por completo, y en el que China está haciendo grandes inversiones ya que pretende mejorar las infraestructuras de países menos desarrollados a la vez que saca provecho de ellos. Esto también tiene efectos negativos. Se nos muestra así el nivel de globalización en el que nos encontramos y en el que el comercio internacional, así­ como la geopolí­tica y la geoestrategia son muy importantes. Veremos cómo van reaccionando sobre todo los países de occidente a este proyecto.

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