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Carencias y modernización de los medios en servicio

Nacida como una máquina de asedio, la artillería se convirtió en una pieza esencial del campo de batalla cunado Gustavo II Adolfo de Suecia equipó en 1628 sus batallones con un par de cañones ligeros para apoyar desde la vanguardia las salvas previas a la carga. Casi 300 años después, el arma era la reina indiscutible del campo de batalla; los obuses modernos fueron los principales responsables de la carnicería que fue la Gran Guerra.

En 2022, antes de que el primer infante pise el campo de batalla, hay que preparar el terreno para la operación, eliminando la resistencia enemiga. La tarea la lleva a cabo tanto la propia infantería con sus armas, morteros y ametralladoras, como los medios más pesados, la aviación táctica o la artillería, esta última ha sumado a su repertorio diversos tipos de dron en los últimos años.

Personal del grupo de artillería de desembarco durante el ejercicio de lanzamiento de misiles mistral. Fuente: Armada Española

¿Y cómo se ve la artillería del Ejército de Tierra español para esta tarea? Bueno, literalmente, no está para tirar cohetes. Las tres ramas que forman el arma de artillería necesitan modernizarse urgentemente a ojos de los profesionales de la milicia.

Obús y cohetes

La artillería de campaña española, es decir, aquella que dispara desde tierra a tierra, necesita nuevos medios, ya que le faltan capacidades y los tres obuses que forman su espina dorsal tienen carencias.

El Light Gun L118 de 105 milímetros, debido a su antigüedad (data de mediados de la década de los 70) y a su diseño como pieza de tamaño reducido capaz de poder transportarse en helicóptero, tiene apenas un alcance de 20 km, lo que le imposibilita llevar a cabo ciertas tareas como la contrabatería (la supresión de la artillería rival, para lo que el alcance es esencial para poder disparar a salvo).

El cañón autopropulsado (integrado en un vehículo) M109A5 de 155 mm es un sistema “totalmente obsoleto”, apuntan fuentes que han trabajado con el obús. El diseño lleva en servicio desde la década de los 60, habiendo sido desplegado en la Guerra de Vietnam y el Yom Kipur. El sistema que emplea España, comprado en el 78, ha sido mejorado en diversas ocasiones. Sin embargo, hay modificaciones que dejan obsoleto al A5. La séptima permite el disparo de municiones con alcances cercanos a los 65 km, frente a los 30 teóricos en la actualidad.

Cañón Light Gun L-118 abriendo fuego. Fuente: Allied Joint Force Command Brunssum

Los obuses 155/52 SIAC (155mm) de Santa Bárbara son la adquisición más reciente del arsenal español, allá por 2002 se recibieron las primeras unidades. Cuentan con un alcance de 18 km, pero puede ser ampliado hasta los 40 con el uso de las caras municiones propulsadas por cohete, como es el caso de los proyectiles guiados Excalibur, los cuales, de acuerdo con la revista Ejércitos, tienen un problema, “su precio (100.000 euros) no permitirá verlos en grandes cantidades”. El obús también adolece de una falta de movilidad, ya que es remolcado no autopropulsado, y debe ser desenganchado de su cabeza tractora para disparar; al contrario que piezas de países aliados como Francia y su obús Caesar.

Otros ejércitos occidentales cuentan con artillería de cohetes, que es un recurso muy valioso, ya que permite disparar proyectiles a 80 km de distancia, incluso llegar a los 120 con municiones especiales. Esta capacidad, que es de las prioritarias dentro la OTAN, es inexistente en España. En 2011 se dieron de baja los lanzacohetes Teruel y los proyectiles MC-25, debido a un problema en la toma de fuego dentro del lanzador. Desde entonces, el Regimiento de Artillería Lanzacohetes de Campaña nº 63 ubicado en Astorga no tiene cohetes.

Para terminar, se encuentra la artillería de costa, cuyo cometido es batir los medios navales enemigos. España cuenta para este rol con una versión mejorada del 155/52 SIAC que adolece de los mismos problemas de movilidad que su versión de campaña. También, los operadores recomiendan la adquisición de misiles antibuque, fáciles de desplazar.

Misiles

La tercera rama es la artillería antiaérea, cuyo objetivo es mantener los cielos despejados de aeronaves enemigas. Aquí hacen falta nuevos desarrollos para adaptarse a la amenaza de los drones y renovar el material que envejece a un ritmo acelerado.

Por ejemplo, dentro de los misiles tierra aire, el HAWK, que opera contra objetivos a media y baja altura, tiene más de medio siglo de servicio y termina su vida útil en 2025.

MIM-23 Hawk del Ejército Español. Fuente: Outisnn

Incluso la joya de la corona, las baterías Patriot, “destinadas al derribo de misiles balísticos y aviones de última generación”, necesitan mejoras y más capacidades para operar en el nuevo entorno operativo, como indican profesionales de la milicia.

En cuanto a las nuevas amenazas, el dron ha saltado a los cielos y no parece haber manera de bajarlo, lo que preocupa en los entornos militares.

Hace dos años, durante la segunda guerra del Alto Karabaj que enfrentó a Azerbaiyán y a Armenia, los drones y las municiones suicidas (más drones) azeríes se colaron en la defensa aérea armenia, que empleaba sistemas centrados en derribar grandes y caros aviones, y se cobraron un alto precio entre los carros de combate del país cristiano.

Vías de mejora

Disparar un misil Patriot a un pequeño dron es un buen ejemplo de matar moscas a cañonazos. Un proyectil que sobrepasa los tres millones de euros no puede ser la solución para derribar un aparato que apenas alcanza el millar. Por ello, fuentes conocedoras del estado de la artillería señalan que es urgente la adquisición de sistemas que despejen el espacio aéreo de aeronaves no tripuladas de una manera efectiva, especialmente que puedan lidiar con municiones suicidas.

Junto a la defensa antidron, operadores del arma de artillería recuerdan que también es imprescindible recuperar las capacidades que otorga un lanzacohetes. Ya hay proyectos en marcha para ello.

David Galindo, responsable de la sección de guiado de proyectiles de Escribano Mechanical Engineering, reseña que Defensa se encuentra ante una encrucijada. Por un lado, se puede optar por sumarse al proyecto continental de un lanzacohetes europeo, que aún está en fase preliminar y puede tardar más de una década en ver la luz.

Un HIMARS durante las pruebas en el Polígono de Misiles de White Sands en enero de 2005.

Por el otro, se puede comprar el vehículo brasileño ASTROS, diseñado en los 80, y equiparlo con cohetes guiados, una característica de la que carece el sistema en calibres menores de 300 mm. Y ahí entraría la colaboración de un grupo de empresas españolas. Otras voces del entorno militar suman a esta dupla de opciones la posibilidad de adquirir el lanzacohetes norteamericano HIMARS.

También apuntan a que hay que observar la adquisición de sistemas que en el pasado no hubieran sido considerados como parte del arma de artillería. Las municiones merodeadoras y los drones, que sirven de observadores avanzados y señalan blancos para los proyectiles guiados, son una realidad que los profesionales de la milicia subrayan como el futuro del arma.

Futuro

Otra de las tendencias de la última década es el guiado de todo tipo de proyectiles, tanto en cohetes como en obuses. Esta tecnología, que en el pasado sólo se aplicaba a misiles, ha trascendido a otros apoyos de fuego. Las ventajas son que permite un menor gasto de munición y reduce al mínimo los daños colaterales.

Desde Escribano explican que ellos han iniciado un programa de guiado, hace ya seis años, a instancias de países de Oriente Medio, que querían modernizar su artillería de cohetes y hacerla más precisa. Mediante un guiado por satélite (GPS) se ha logrado una dispersión de 8 metros respecto al blanco, frente a los 200 de un proyectil sin la tecnología.

Sin embargo, el GPS no es infalible, en ocasiones las circunstancias ambientales o las interferencias de un oponente provocan que el cohete pierda el contacto con los satélites. En este caso se aplica una navegación inercial, el propio proyectil calcula su posición relativa.

Por último, se puede optar por los guiados terminales, es decir aquellos en los que el proyectil sigue una señal, por ejemplo, un láser. Tienen la ventaja de ser difíciles de interferir, aunque requieren que haya un puntero que ilumine a una distancia no mayor de 15 km con contacto visual.

Tras los cohetes, se empezaron a modificar los proyectiles disparados por obuses y, actualmente, Galindo señala que hay un interés manifestado por parte de España en adquirir sistemas de guiado, máxime cuando la OTAN ha señalado la artillería de precisión como una de las capacidades a disponer por sus miembros. En un futuro hasta los proyectiles de mortero podrán ser guiados, auguran desde Escribano.

Los misiles antiaéreos no se quedan atrás y su empleo se está volviendo más rápido. Fuentes del consorcio MBDA apuntan a que en el sector, gracias a un aumento en la capacidad de computación de los sistemas, se está apostando por reducir los tiempos de enfrentamiento, es decir, que lo que se tarda en emplear un arma (apuntado y disparo) conlleve el menor tiempo posible.

Dinero

Con los presupuestos actuales no hay dinero para la adquisición de nuevos materiales antes del año 2028, se lamentan fuentes que han trabajado dentro del arma. Al tiempo que otros países como Francia están desarrollando nuevas versiones de sus sistemas de artillería, la parte del león de los magros presupuestos de Defensa en España se va en armamento que puede ser empleado en las misiones en las que participan las Fuerzas Armadas.

El carácter poco expedicionario de los obuses y cohetes relega la modernización del material a tiempos mejores, ya que el país debe cumplir con sus obligaciones internacionales y no hay dinero para todos.

Pero la artillería no es una pieza menor dentro de cualquier ejército. Sin un adecuado apoyo de fuego, la misión más elemental puede volverse imposible.

Poniendo como ejemplo un enfrentamiento con piezas de artillería de fabricación rusa, los expertos indican que su fuego no se podría contrarrestar desde tierra sin el empleo de lanzacohetes guiados.

No sólo el país eslavo es el único rival teórico con más medios. Un vecino sureño de España que reclama territorio nacional del país ibérico, lleva una década reforzando su Ejército y entre sus compras se encuentran los modernos lanzacohetes norteamericanos HIMARS. El mismo país ha recibido municiones suicidas vendidas por Israel, quién sabe si sus vecinos podrán responder a la amenaza que suponen para las fuerzas de tierra en una guerra.

Napoleón lo veía claro: “Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero”; y lo sentenciaba diciendo que “las guerras baratas se suelen perder”. Sin cañones, Bernadotte, Murat y compañía no hubieran podido pasar a la historia.

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