Medio de comunicación independiente

Por Álvaro Díaz Navarro.

El próximo 20 de marzo el continente americano tiene una cita en las urnas para elegir al Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Luis Almagro, el actual titular, buscará la reelección tras un lustro lleno de críticas hacia su gestión. En este artículo, analizaremos el perfil de los principales candidatos y sus propuestas para la región.  

El candidato elegido por mayoría simple (con un mínimo de 18 votos entre los 34 miembros presentes) deberá hacer frente a problemáticas de distinta naturaleza: la lucha contra el cambio climático, la violación de derechos humanos a lo largo y ancho del continente, las caravanas de migrantes, la tasa de pobreza, las protestas ciudadanas y las crisis políticas e institucionales que asolan la región. 

De izquierda a derecha: Luis Almagro, María Fernanda Espinosa y Hugo de Zela (Fuente: infobae.com)

Del buen hacer del secretario dependerá, en gran medida, la coordinación regional para solventar problemas de carácter transnacional y que escapan al manejo unilateral por parte de los Estados. 

Luis Almagro 

El actual Secretario General (SG en adelante) vuelve a presentar su candidatura tras un quinquenio repleto de críticas ante el alineamiento ideológico y el oportunismo político que ha mostrado. 

Además, su contundencia a la hora de criticar el régimen venezolano, reprobable cuando menos, choca con las funciones que debería tener el SG de una organización basada en la cooperación, la no intervención y la paz regional. 

De otro lado su categórica –y legítima– oposición al gobierno de Maduro tiene como contraparte un cierre de puertas a cualquier tipo de mediación por parte de la OEA, lo que redunda en la inoperancia del organismo a la hora de resolver una de las peores crisis políticas y económicas que ha vivido el continente. 

Su papel en la actual situación de Bolivia también ha dado de qué hablar. Sus vaivenes hacia la candidatura de Evo Morales se explican por el apoyo que dio en el pasado a su candidatura (aun habiendo perdido el famoso referéndum constitucional de 2016) para, ya desatada la crisis institucional en octubre del año pasado, denunciar de manera tajante un golpe de estado por parte del propio Morales por haberse presentado a los comicios. 

Sus detractores destacan también que el acentuado carácter ideológico de Almagro ha empañado otros temas de actualidad a los que no se les ha prestado tanta atención como a Venezuela, Nicaragua o Bolivia. Hablamos de la gestión medioambiental de Bolsonaro, el asesinato de activistas en Colombia, las migraciones centroamericanas o las crisis institucionales en Perú o Chile. 

Aun con todo, su candidatura cuenta con un respaldo nada desdeñable: Estados Unidos, Colombia, Canadá y el resto de integrantes del Grupo de Lima, así como veintisiete expresidentes agrupados en la Iniciativa Democrática de España y las Américas. 

María Fernanda Espinosa 

Quien otrora fuera Ministra de Asuntos Exteriores (2007) y de Defensa (2012-2014) de Ecuador bajo el mandato de Rafael Correa, así como Presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, viene respaldada por la mayor parte de los países integrantes de la Comunidad del Caribe (CARICOM), en concreto por Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas. Su candidatura ha contado, además, con el agrado de Argentina y México. 

De disposición apacible y con una dilatada experiencia diplomática, Espinosa sería la primera mujer en ostentar el cargo de SG. La figura de la ecuatoriana supondría un cambio significativo con respecto a su predecesor, en tanto cuenta con un perfil de mediadora y facilitadora de resoluciones pacíficas y diplomáticas.

Lo anterior implicaría un apaciguamiento en términos discursivos, sin amenazas ni coacciones que puedan impedir  hipotéticos diálogos de paz entre partes enfrentadas. Y, sobre todo, se excluiría la amenaza o el uso de la fuerza para resolver los conflictos imperantes en el hemisferio. 

En base a ello, Espinosa ha presentado los cuatro pilares sobre los cuales se desarrollará su agenda política: democracia, seguridad, desarrollo y derechos humanos. En concreto, la candidata busca ensanchar y diversificar la agenda regional con cuestiones como la protección de las mujeres y la lucha contra el cambio climático. 

Para las crisis institucionales y las protestas ciudadanas que se llevan viendo desde la segunda mitad del 2019, se buscará promover salidas concertadas mediante el diálogo con la sociedad civil. 

Hay, sin embargo, algunos recelos hacia su candidatura debido a su pasado en el gobierno de Correa. Sus detractores señalan que, lejos de inaugurar una nueva etapa en la OEA, Espinosa vendría a ser el reverso de Luis Almagro, sólo que cambiando el signo político y profundizando aún más la polarización en torno a ciertos temas.

Hugo de Zela 

El tercer candidato es peruano y cuenta con el aval del presidente de su país: Martín Vizcarra. En el pasado fue jefe de gabinete de la SG de la organización (1989-1994 y 2011-2015) y vicecanciller de Perú (2018-2019). A día de hoy es el embajador de Perú en Estados Unidos. 

Zela se ha presentado como una opción intermedia entre lo que considera la beligerancia de Almagro y la ambigüedad ideológica de Espinosa. Dicen quienes lo conocen que es un hombre capaz de encontrar puntos de acuerdo entre partes aparentemente irreconciliables. En este sentido, se retrata como un interlocutor creíble para gestionar las crisis del continente.

En el caso de Venezuela ha rechazado explícitamente el uso de la fuerza, el que sólo puede activarse por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en base al capítulo VII establecido en la Carta. Siguiendo esta lógica, la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y su hipotética materialización en una intervención militar debe ser autorizada por el Consejo de Seguridad. 

Por el contrario, un “dialogo efectivo” es, según el diplomático peruano, la única salida para resolver el conflicto. 

Hugo de Zela ha manifestado también que no quiere una agenda enquistada en la crisis venezolana, como le ha criticado varias veces a Luis Almagro. 

El candidato ha declarado que la OEA debe estar presente en otras problemáticas, como el éxodo migrante del Triángulo Norte, y mostrarse como una herramienta útil que pueda exprimir todo su potencial, algo que no se ha hecho hasta ahora. Así, ha afirmado que reforzará la cooperación regional con otras instituciones, tales como el Banco Interamericano de Desarrollo o la Organización Panamericana de la Salud. 

Una de sus grandes apuestas es la creación de un sistema interamericano contra la corrupción que apoye los esfuerzos nacionales contra lo que considera una “lacra” que acaba minando la confianza ciudadana, la eficiencia y la legitimidad de las instituciones. 

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