Las constelaciones de satélites militares estadounidenses
Los Estados confían cada vez más en los satélites como una parte crucial de sus estrategias de seguridad nacional. Como resultado, gran parte de los presupuestos de defensa se asignan a las tecnologías espaciales y, en concreto, satelitales. El espacio es un ámbito en el que hace décadas no se podría haber imaginado una carrera armamentística, pero ahora es una realidad clara.

¿Qué es una constelación de satélites?
El interés creciente en las capacidades contraespaciales que está teniendo lugar a nivel mundial, está conllevando la posibilidad de que los conflictos en la Tierra se extiendan a la órbita terrestre. Conscientes de este aspecto sumamente importante, desde hace años los Estados hegemónicos han conformado una compleja arquitectura espacial a base de constelaciones de satélites. Actualmente existen miles de constelaciones satelitales en el espacio, y es presumible que el planeta sea testigo de aún más lanzamientos en los próximos años.
Se trata de enjambres tecnológicos satelitales que son empleados para Internet, telecomunicaciones, navegación, monitoreo del clima, observación de la Tierra y el espacio, por mencionar algunas funciones. Dependiendo de la altitud orbital, se han establecido diferentes tipos de constelaciones de satélites: GEO (órbita ecuatorial geoestacionaria o sincrónica), MEO (órbita terrestre media) y LEO (órbita terrestre baja), cada una de las cuales es importante para un propósito particular.
Los enjambres LEO constituyen la población satelital más numerosa, pues los datos que brindan son utilizados por organismos gubernamentales, así como por entidades comerciales y no comerciales.[1]
Entre las constelaciones satelitales comerciales más importantes se encuentra la constelación Iridium, compuesta por 66 satélites; o la constelación Doves, la mayor del mundo, cuyos satélites, construidos por la empresa Planet Labs, forman en la actualidad una flota de 200 satélites.[2]
Las constelaciones de satélites militares
En este contexto, debido a su alta capacidad para desarrollar múltiples funciones en el campo militar, de los 4.500 satélites artificiales que orbitan la Tierra más del 40% de ellos se emplean con fines militares, como por ejemplo vigilancia, detección remota, reconocimiento o análisis de condiciones climáticas.[3]

A partir de la Guerra del Golfo en 1990, en el campo militar se extendieron a un ritmo exponencial las aplicaciones de comunicaciones por satélite (SATCOM). A medida que los conflictos y las tecnologías han ido avanzando, en la actualidad se depende más que nunca de tasas de datos para las comunicaciones en movimiento, donde pueden conectar con información de audio y vídeo mientras navegan por el campo de batalla.
EE. UU. fue uno de los primeros actores políticos consciente de estos aspectos, y ya desde los inicios de la carrera espacial a finales de los años 60 empezó a implementar programas en esta línea.
Así, en 1967 la Agencia de Proyectos de Investigaciones Avanzada puso en marcha el Programa de Satélites de Defensa Inicial del Departamento de Defensa estadounidense (DOD), logrando colocar por primera vez en órbita una constelación completa de 12 satélites. Para ello se instalaron bases terrestres en Saigón y Nha Trang. Esta constelación hizo posible la transferencia de fotografías de alta resolución de Vietnam del Sur.[4]
Ya en los años 80, se concibe la constelación de satélites militares Milstar con el objetivo de pasar a realizar a bordo todo el procesamiento de las comunicaciones, prescindiendo así de las estaciones de retransmisión terrestres, vulnerables de sufrir intercepciones y ataques. Una de las claves de la constelación Milstar ha sido su capacidad para ofrecer terminales interoperables entre las Fuerzas Armadas de los EE. UU.

Por ejemplo, las terminales marítimas se pueden utilizar para cargar datos en tiempo real en misiles de crucero transportados a bordo de submarinos y destructores de misiles guiados.[5]
En el año 2019 este sistema militar de comunicación satelital fue reemplazado por la constelación Advanced Extremely High Frequency System (AEHF). Pero, ¿con qué constelaciones militares cuenta realmente EE. UU.?
Los sistemas militares satelitales NDSA, AEHF, DSCS III, GSSAP y DSP
Las Fueras Espaciales (USSF), que se pusieron en marcha en 2020, es la rama más nueva de las Fuerza Armadas de EE. UU. y la que se ocupa de operar y controlar las constelaciones de satélites más importantes.
Entre estas constelaciones esenciales para el Ejército estadounidense se encuentra la National Defense Space Architecture (NDSA), recientemente rebautizada como Proliferated Warfighter Space Architecture. Bajo el cargo de la USSF, está formada por una gran red de satélites LEO diseñada para comunicar advertencias de misiles, datos de posición, navegación y otra información vital.
En realidad, se trata de una gran constelación o arquitectura espacial compuesta por dos constelaciones separadas: las capas de Transporte y Seguimiento. Se considera que el resto de satélites dedicados al resto de funciones en sus respectivas capas no constituyen constelaciones en sentido estricto. Es preciso apuntar que en los últimos años se ha tendido a extensas redes de satélites pequeños en LEO, dejando atrás las arquitecturas de pocos satélites grandes en GEO. Los satélites pequeños son mucho más baratos que los satélites GEO.
También encontramos la mencionada AEHF de satélites en órbita terrestre geosincrónica, con capacidad para proporcionar conectividad en todo el espectro de áreas de misión, incluida la guerra terrestre, aérea y naval; operaciones especiales; operaciones nucleares estratégicas; defensa estratégica; defensa antimisiles y operaciones espaciales e inteligencia.

Se trata de un sistema apoyado por múltiples socios internacionales siendo operado, además de por las Fuerzas Armadas de los EE. UU., por la Fuerzas Armadas Británicas, las canadienses, las neerlandesas y las australianas, según los datos disponibles.[6]
Este sistema tiene 10 veces más rendimiento que los satélites de la década de 1990, y adquirió la conformación actual en 2020. Al igual que el sistema Milstar, el AEHF es operado por el 4º Escuadrón de Operaciones Espaciales, ubicado en la Base de la Fuerza Espacial Schriever, en Colorado. Con todo, aún debe completarse con sistemas adicionales optimizados para la cobertura polar en latitudes altas.[7]
Por otra parte, otra constelación militar importante de la administración estadounidense operado por la USSF es la Defense Satellite Communications System III (DSCS), una constelación de la Fuerza Espacial que proporciona comunicaciones de larga distancia a las fuerzas terrestres militares, las terminales aerotransportadas, los sistemas de comunicación de defensa, los vehículos marítimos y el DOD.
También encontramos la constelación Geosynchronous Space Situational Awareness Program (GSSAP), que sirve para respaldar las operaciones de vigilancia espacial del Comando Espacial. Asimismo, el Defense Support Program (DSP) está compuesto por satélites geosincrónicos que son una pieza clave de los sistemas de alerta temprana que ayudan a proteger a EE. UU. y a sus aliados, al detectar el lanzamiento de misiles, así como detonaciones nucleares.
Oct. 1984: Phase II of the Defense Communications Agency's Defense Satellite Communications System III launches two satellites into 🌎 orbit. The two 🛰️ are on the payload of Space Shuttle Atlantis' 🚀maiden voyage!
— Defense Information Systems Agency (@USDISA) October 31, 2022
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(📷: @NASA) pic.twitter.com/tqLhB0Wvft
Por lo demás, es importante señalar que el resto de constelaciones con fines no directamente militares importantes a nivel mundial (como el Global Positioning System), también son operadas y controladas por cuerpos militares del Ejército de los EE. UU., principalmente por la USSF.
Tal es el caso de la importante Space Surveillance Network, compuesta por sensores y radares ópticos en todo el mundo, que se dedica a detectar e identificar objetos artificiales que orbitan la Tierra. Una labor nada desdeñable si se tiene en cuenta que en la actualidad se estima que aproximadamente 25.000 objetos conocidos fabricados por el ser humano orbitan la Tierra.
Amenazas y peligros: las armas antisatélite ASAT
Es indudable que este entramado de constelaciones satelitales muestra a un EE. UU. dominador del cielo y el espacio y, consecuentemente, a la mayor potencia militar espacial del mundo.
Pero, por otro lado, esto también significa que sus sistemas militares, así como los del resto de potencias militares espaciales (China, Rusia e India), están ineludiblemente expuestos a múltiples ofensivas y ataques de tecnología contraespacial. Ataques y ofensivas que, evidentemente, pueden emplear ellos mismos contra los sistemas de las potencias enemigas.
En el caso de los sistemas satelitales militares y civiles, se ven continuamente expuestos a los bloqueos de comunicaciones, la desactivación de ciertos componentes y otras acciones no destructivas. Pero también tienen que contar, y cada vez más, con las acciones del sistema de armas antisatélite ASAT, o los vehículos hipersónicos con capacidad para realizar bombardeos estratégicos, movilidad rápida, reparaciones o reemplazos de sistemas espaciales inhabilitados y misiones de inteligencia.[8]
Las armas ASAT pueden dividirse de un modo general en dos categorías: las que usan la fuerza bruta y las que no. Los ASAT de energía cinética chocan físicamente contra satélites o cualquier objeto, desde misiles balísticos hasta drones. El segundo grupo de ASAT es de tipo no cinético, pues utilizan ataques no físicos, como ataques cibernéticos, interferencias e incluso cegamiento de satélites con láser. Todos estos ataques pueden llevarse a cabo desde el aire, en órbita baja o desde instalaciones terrestres.

EE. UU., China, Rusia e India han sido las potencias que han demostrado disponer de la capacidad de destruir satélites con sistemas ASAT pero, al tratarse de sistemas altamente importantes para los ejércitos ―así como controvertidos―, son muy pocos los casos de ataques de ASAT que han trascendido, y la mayoría son destrucciones de satélites y material propio. Pero, ¿qué sabemos, en tiempo recientes, de ataques realizados con armas antisatélite ASAT?
Controversias y desafíos reales
El 18 de abril del año pasado, solo casi un mes después del inicio del actual conflicto ruso-ucraniano, EE. UU. se convirtió en el primer Estado con actividades espaciales en promover y declarar la prohibición de las pruebas de armas ASAT. La administración Biden declaró que EE. UU. se comprometería a “no realizar pruebas destructivas de misiles de ascenso directo [DA-ASAT]; y que busca establecer esto como una nueva norma internacional para el comportamiento responsable en el espacio.”[9]
Teniendo en cuenta lo que hemos expuesto, no resulta difícil observar que, al tratarse de la mayor potencia satelital del mundo, EE. UU. promueve por interés propio la prohibición de las armas ASAT en pleno conflicto ruso-ucraniano.
En cualquier caso, el hecho es que son pocos los ataques de ASAT que han trascendido como amenazas u ofensivas contra un tercero. En noviembre de 2021 Rusia llevó a cabo una prueba no anunciada de DA-ASAT (misiles antisatélites de ascenso directo) contra el satélite propio Teselina-D,que obligó a los astronautas de la Estación Espacial Internacional a buscar refugio y generó un campo ingente de desechos espaciales que obligó al Comando Espacial de los EE. UU. a trabajar activamente para seguir asegurando las operaciones de los sistemas satelitales tras un posible impacto. Se cree que al menos provocó la destrucción de un satélite.
Se picó el espacio! Rusia realizó una prueba de misiles DA-ASAT (ascenso directo-anti satélites), provocando la destrucción de 1 satélite en órbita baja, dejando un campo de escombros que representa una amenaza para otros satélites y contaminar el dominio del espacio. https://t.co/jMF53rcUrh pic.twitter.com/GVkssri5iw
— PegasusA4 (@A4Kike) November 15, 2021
Como sucede siempre en el escenario geopolítico, el momento de la prueba fue escogido expresamente, ya que el Primer Comité de la Asamblea General de la ONU (Desarme y Seguridad Internacional) había aprobado varios proyectos de resolución ese mismo mes destinados a prevenir una carrera armamentística en el espacio, lo que para Rusia y China significaba sancionar y limitar sus capacidades espaciales.
Esta no era la primera prueba de DA-ASAT, puesto que en 2019 India destruyó un satélite propio. Anteriormente, en 2007 China hizo estallar un satélite meteorológico propio generando toneladas de escombros. EE. UU. también realizó una prueba DA-ASAT en 2008 contra su satélite espía USA 193.
Aunque el nivel de escombros y de peligros potenciales que se generó no distó de los anteriores, EE. UU. justificó el ataque a baja altitud como necesario para evitar su reingreso a la atmósfera y la liberación de combustible tóxico. Sea como sea, es obvio que los ataques ASAT, aunque sea a instalaciones propias, representan una amenaza para los satélites y los objetos espaciales de terceros que son vitales para la seguridad nacional, los intereses económicos y científicos, y que a tal efecto pueden ser empleados.
Por suerte, que sepamos aún no se ha traspasado la frontera de los ataques militares directos sobre satélites enemigos. Esperemos, así pues, que esta siga siendo la tónica en futuros conflictos y que las iniciativas para preservar el espacio ultraterrestre como un dominio pacífico afecten efectivamente a todos los actores implicados, y no solo sobre terceros. Algo que, desde el momento en el que la militarización del espacio es un hecho, resulta difícil de imaginar.
[1]https://eos.com/blog/satellite-constellation/
[2]https://www.satimagingcorp.com/satellite-sensors/other-satellite-sensors/dove-3m/
[3]https://mobilityforesights.com/product/military-satellite-market/
[4]Spires, David N, y Sturdevant, Rick W. (1997). From Advent to Milstar: The U.S. Air Force and the Challenges of Military Satellite Communications. En Andrew J. Butica (ed.), Beyond the Ionosphere: Fifty Years of Satellite Commuication (pp. 68-69). Washington D. C.: NASA.
[5]https://www.spaceforce.mil/About-Us/Fact-Sheets/Article/2197755/milstar-satellite-communications-system/
[6]https://www.spaceforce.mil/About-Us/Fact-Sheets/Article/2197713/advanced-extremely-high-frequency-system/
[7]Lorell, Mark A.; Robert S. Leonard, y Doll, Abby (2015). Extreme Cost Growth: Themes from Six U.S. Air Force Major Defense Acquisition Programs. Santa Monica, CA: RAND Corporation. Recuperado el 07 de febrero de 2023 de https://www.rand.org/pubs/research_reports/RR630.html
[8]Chun, Clayton K. S. (2006). Defending Space. US-Antisatellite Warfare and Space Weponry. Oxford: Osprey Publishing.
[9]https://www.armscontrol.org/act/2022-05/news/us-commits-asat-ban