Las dos Alemanias
Hace más de 30 años que el muro que dividía Alemania en dos estados cayó definitivamente, a un lado la República Democrática Alemana dejaba de existir, al otro, la República Federal Alemana tenía que iniciar un proceso de reunificación a toda velocidad que conciliara las diferencias entre los viejos y nuevos estados federales.
Sin embargo, aunque la unificación en términos formales terminó en 1990, las divisiones entre el este y el oeste de Alemania continúan a día de hoy en términos económicos, políticos y sociales. La brecha y la existencia de distintos muros entre este y oeste es una de las características definitorias de la Alemania actual.
Muro Económico

Si excluimos Berlín, la renta per cápita del estado más rico del este no alcanza a la renta per cápita del estado más pobre del oeste, la economía de los nuevos estados federados es en torno a un 20% inferior a la de los estados del este y esto se refleja también en el empleo, desde la reunificación, no ha habido ningún momento en la historia de Alemania en el que el desempleo haya sido más alto en el este que en el oeste, en la actualidad Alemania oriental tiene una tasa de desempleo dos puntos mayor que la de Alemania occidental. En lo que ha ingresos se refiere, el trabajador medio de los territorios que formaban la antigua RDA gana unos 31.000€ al año, mientras que al otro lado del extinto muro la cifra roza los 38.000€.
Si miramos a las grandes empresas obtenemos una imagen parecida, de las 500 empresas más grandes de Alemania, 464 tienen su sede en Alemania occidental. Ni una sola compañía con sede en el este opera en la bolsa alemana.
La brecha económica entre las dos alemanias es clara pero ¿Qué ha ocurrido para que haya tanta divergencia entre las dos regiones? La respuesta está en el mismo proceso de unificación dónde se tomaron algunas decisiones y errores que marcaron el desarrollo económico del este bajo el nuevo estado unitario alemán.

En primer lugar había que resolver el problema de la moneda, tanto la RDA como la RFA tenían su propio Marco, evidentemente el valor de los dos Marcos era distinto, el Marco de la Alemania capitalista era una moneda muy fuerte en el mercado internacional mientras que el Marco de la RDA estaba bastante depreciado para que sus productos fueran competitivos en el mercado extranjero. La decisión que tomó el gobierno alemán liderado por Helmut Kohl fue unificar las dos monedas en relación 1:1,es decir, que un marco del este valdría lo mismo que un marco del oeste.
Esto significaba que para que las empresas del este pudieran seguir siendo competitivas tendrían que reducir los costes en igual porcentaje al de la apreciación del marco, teniendo en cuenta que el marco del este aumentó su valor casi un 400% era imposible reducir los costes a ese nivel por lo que las empresas del este simplemente dejaron de ser competitivas de la noche a la mañana.

El modelo económico de los dos estados era radicalmente distinto por lo que tendrían que hacerse muchos cambios para desmantelar la economía centralizada y planificada de la RDA e insertarla en la economía capitalista de la RFA, esto se hizo principalmente a través de privatizaciones masivas. Para ello, el gobierno creó una agencia, la Treuhandanstalt encargada de privatizar las empresas y terrenos bajo control del gobierno socialista, la mayoría de estos activos (hasta un 85%) se vendieron a empresas y particulares del oeste, por lo que la brecha económica aumentó aún más, las fábricas que estaban bajo propiedad del estado en la RDA acabaron en manos de inversores capitales de Alemania Occidental.
Así el oeste pudo atraer inversiones y mano de obra cualificada porque en el este ya no tenían un lugar donde trabajar. Para 1992, dos años después de la unificación, la producción industrial de Alemania del este había caído casi un 70%, la cantidad de horas trabajadas descendió a la mitad, entre1989 y 1991 más de cinco millones de trabajadores del este fueron despedidos, aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo de la región. Alemania del Este pasó en muy poco tiempo de ser una de las regiones más industrializadas de Europa a una de las menos industrializadas.

Más de 1.9 millones de ciudadanos procedentes de la antigua RDA se han trasladado a los estados del oeste desde 1989, está inmigración es principalmente joven y cualificada, contribuyendo así al dinamismo económico del estey al estancamiento del oeste.
Alemania trato de hacer converger a ambas regiones con enormes transferencias de dinero desde el oeste hacia al este, sin embargo, como la mayoría de activos económicos del este se habían quedado en manos occidentales al final los beneficios de estos fondos acababan volviendo al oeste.
Las desigualdades económicas entre los dos lugares ya estaban bien presentes antes de la unificación, lo cual es natural teniendo en cuenta la naturaleza de los dos sistemas, sin embargo, la imposición total de los parámetros del oeste sobre el este y la urgencia por completar la unificación lo más pronto posible provocaron que las desigualdades existentes aumentaran y se cronificaran.
Muro Social

El 83% de los ciudadanos del este considera que la reunificación aún no ha terminado, mientras que en el oeste sólo el 59% lo hace. Un 24% de los alemanes considera que la unidad entre las dos regiones es completa y un 64% considera que las diferencias en las condiciones de vida son demasiado grandes.
También existe un muro social entre ambas regiones, un tercio de los alemanes del este se consideran ciudadanos de segunda clase y la mayoría de ellos se definen a sí mismos como alemanes del este, no como alemanes. El éxodo de población hacia el oeste ha provocado que la población del este esté más envejecida y generado una desproporción de género muy acusada, habiendo muchos más hombres que mujeres en el este.

El modelo educativo de la RDA y la RFA también era distinto y, por supuesto, se impuso el de la RFA durante la unificación. No es el objetivo de este articulo analizar los modelos educativos de ambos países (pueden leer un interesante análisis aquí) pero el modelo de la RDA estaba basado en la igualdad y era relativamente efectivo a la hora de garantizar la movilidad social, algo en lo que el sistema de la RFA era deficiente pero acabó imponiéndose igualmente, destruyendo uno de los principales motivos de orgullo de la Alemania Comunista.
Esta desigualdad social puede verse hasta en el fútbol, de los 26 convocados de la selección alemana para la Europa de 2020, sólo uno, Toni Kross, procedía del este. De los 18 equipos de la Bundesliga, sólo dos provienen el este, el RB Leipzig y el Unión Berlín. En el caso del Leipzig el equipo sólo logró ser competitivo gracias a la inversión de la empresa austriaca Red Bull, el Unión logró ascender recientemente a la Bundesliga y es el equipo de la parte comunista de Berlín mientras que el Hertha, su eterno rival, representa a la parte capitalista de la ciudad.

Esto también tiene que ver en el proceso de unificación, la RDA invertía mucho dinero en deporte, especialmente en sus divisiones olímpicas, que lo veían como una buena oportunidad de mostrar la superioridad del socialismo, con la unificación los mejores jugadores del este se fueron a jugar al oeste dónde los salarios eran más altos. Además, con el colapso de la economía de la RDA los fondos estatales para los equipos dejaron de llegar, lo que empeoró sus cuentas y su competitividad deportiva, haciendo aún más difícil conseguir financiación.
De hecho, Toni Kross es el protagonista de una historia de éxito porque pudo romper ese círculo vicioso del este, su padre era entrenador de fútbol, lo que jugó un papel fundamental en su desarrollo y ya bien pronto en su adolescencia pudo instalarse en el Oeste en las categorías inferiores del Bayern de Múnich, donde continuó su desarrollo como jugador.
Los ciudadanos de Alemania del este se encontraron de la noche a la mañana con una situación en la que la empresa para la que trabajaban no existía o había cerrado sus fábricas y trasladado al oeste, sus hijos habían emigrado al oeste en busca de mejores oportunidades, el sistema educativo con el que se formaron ya no existía y, para colmo, su equipo de fútbol, si seguía existiendo, había bajado tanto el nivel que apenas podía considerarse profesional.
Muro Político
Estas desigualdades económicas y sociales conducen, a su vez, a desigualdades políticas. En Alemania Occidental el 91% de los ciudadanos considera que la democracia es la mejor forma de gobierno, en Alemania Oriental el porcentaje baja al 78%. La sensación de desamparo y extrañeza que existe en Alemania del este ha sido aprovechada por partidos como AFD, este partido de extrema derecha, aunque es de ámbito nacional, tiene su fortaleza electoral en el este y, a medida que pierde fuerza en el oeste, parece que su futuro está marcado por una regionalización que lo acabará convirtiendo en un partido regional.

Por su parte, Die Linke, el otro gran partido del este, surge de las ruinas del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED por sus siglas en Alemán) el SED era el partido único de la RDA y con la caída del muro pasó por un proceso de modernización que le cambió el nombre al de PDS, Partido del Socialismo Democrático. En 2005 se produjo una escisión en el partido Socialdemócrata alemán que llevó a miembros del ala izquierda del partido a escindirse creando La Alternativa Electoral (WASG) un partido que pretendía representar a todo el electorado a la izquierda del SPD, en 2007 el PDS y la WASG deciden fundirse en un partido creando Die Linke.

Tanto AFD como Die Linke tienen aproximadamente el doble de votos en Alemania del este que en el resto del país mientras que con partidos como el liberal FDP o Los Verdes ocurre lo contrario, son competitivos electoralmente en Alemania Occidental pero al otro lado del muro apenas tienen implantación.
Las causas de este fenómeno son múltiples, pero es claramente apreciable en el este un sentimiento de distancia con la política del país que es incapaz de resolver sus problemas y de comprender la realidad del este, en este contexto los partidos que se alejen del establishment siempre tendrán un caladero de votos considerable.
En el caso de AFD ha sabido también sacar rendimiento de la crisis migratoria que tuvo lugar en Europa y de la política de asilo de Ángela Merkel, muchos ciudadanos del este se sentían desplazados al ver que el estado acogía a refugiados y promovía políticas de integración mientras que ellos todavía se consideraban ciudadanos de segunda clase y no eran la prioridad de nadie. Evidentemente es un argumento falaz porque la acogida o no de refugiados poco tiene que ver con las divergencias Este - Oeste que persisten desde hace 30 años, pero es un discurso que se ha mostrado eficaz para una parte considerable del electorado del este.
El sentimiento de distanciamiento y lejanía de los ciudadanos del este con las elites políticas del país viene provocado por la ausencia de alemanes orientales en los puestos clave del gobierno. La canciller, Ángela Merkel, proviene del este, pero la cuenta de representantes políticos del este prácticamente termina ahí, de los 102 altos funcionarios de los ministerios alemanes, solo 3 provienen de Alemania del este.
En 2019 un estudio de la universidad Leipzig descubrió que en los puestos de liderazgo económicos, científicos, judiciales y políticos solo un 4% estaban ocupados por personas del este, a pesar de suponer el 15% de la población. De los 13 ministros del gobierno de Alemania, ninguno proviene del este. No hay ni una sola universidad en Alemania cuyo rector sea alemán oriental. Esta desigualdad también se produce en el propio este, solo el 23% de los puestos de alto nivel de la propia Alemania oriental como jueces, rectores o CEOs estaban ocupados por originarios del este.
Los alemanes del este se sienten como ciudadanos de segunda clase en un sistema político que les desplaza, lo que inevitablemente conduce a unos niveles de desafección política muy superiores a los del oeste que se plasma en la concentración de voto a partidos con escasa implantación en el oeste.
Hace 30 años que cayó el muro físicamente, pero aún perviven muchas barreras entre las dos alemanias. Los ciudadanos de la antigua RDA tenían las peores cartas desde el principio, la desigualdad ya era grande antes de si quiera empezar el proceso de unificación y el propio proceso contribuyó a acrecentarlas. La unificación tampoco fue una negociación entre iguales, solo se produce cuando la RDA colapsa, por lo que más que crear un sistema nuevo que acomodara a los dos estados, la RFA absorbió a la RDA y el este simplemente tuvo asumir el sistema del oeste en la anexión.
Aun así, no podemos calificar a la reunificación como un fracaso, la calidad de vida en Alemania del Este es muy superior hoy a la que había en tiempos de la RDA y lo cierto es que la brecha entre este y oeste se ha ido cerrando poco a poco, al menos en términos económicos. Pero no podemos pasar por alto los errores de la unificación y las enormes desigualdades que persisten. La unificación, aunque es una historia de éxito, tuvo unos costes enormes que, exceptuando la enorme inversión que llegó desde el oeste, fueron asumidos prácticamente en su totalidad por la población del este.
Si preguntas a un alemán occidental qué cambió la unificación en su vida, su respuesta seguramente será que nada. Si le preguntas a un alemán oriental su respuesta será que todo. Ahí radica la cuestión clave de la unificación alemana.