Las raíces históricas del último conflicto entre Turquía y Grecia
Turquía y Grecia recientemente han incrementar las tensiones en el Mediterráneo Oriental, después que Turquía reanudara las misiones de exploración sísmica al suroeste de Chipre.
El punto de partida inmediato de esta crisis comienza en julio, cuando Turquía decidió suspender esas tareas de exploración por presiones alemanas, para facilitar un acuerdo diplomático entre Grecia y Turquía respecto a la cuestión de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) en disputa.
Sin embargo, Grecia aprovechó ese intervalo de tiempo para llegar a un acuerdo con Egipto sobre la delimitación de sus ZEE. Esto fue interpretado por Turquía como una maniobra en contra de sus intereses, ya que la ZEE griega que linda con la de Egipto es la misma zona que Turquía reclama como propia, lo que implica que los griegos en la práctica no reconocen las demandas turcas y no quieren un acuerdo diplomático sino seguir con el status quo.

Para Turquía, la cuestión de esa ZEE tiene una doble importancia. Por un lado están los intereses geopolíticos, que básicamente consisten en ganar seguridad, independencia e influencia energética. Para lograr esos objetivos, quiere diversificar la fuentes de suministro energético, reduciendo las importaciones de Rusia y aumentando las de Azerbaiyán, EE.UU., y otros países. Además, Turquía intenta aumentar la producción nacional de gas mediante la explotación de los yacimientos de gas que se están descubriendo en el Mediterráneo Oriental (sobre la geopolítica energética del Mediterráneo Oriental ya he escrito en este artículo).
Por otro lado, la reivindicación de una ZEE ampliada es de importancia histórica nacional, ya que es un vestigio de los tratados que humillaron a Turquía al finalizar la Primera Guerra Mundial, por los que las islas que rodean la península de Anatolia en los mares Egeo y Mediterráneo, pasaron a ser de soberanía Griega, cuando históricamente lo habían sido del Imperio Otomano.

Como es sabido, Turquía estuvo en el bando perdedor en la Primera Guerra Mundial y fue forzada a firmar el Tratado de Sevres, por el que Turquía quedaba reducida a una pequeña fracción de la península de Anatolia.
Sin embargo, aunque dicho tratado fue impuesto por los aliados al Sultán y el parlamento otomano, fue frontalmente rechazado por la mayoría turca, iniciándose la Guerra de Independencia de las fuerzas nacionalistas turcas (lideradas por Kemal Ataturk) contra las tropas aliadas que pretendían ocupar amplios territorios otomanos. Al final, Ataturk y los nacionalistas terminaron ganando la guerra a los aliados y abolieron el sultanato.


Aunque Turquía consiguió conservar casi todo su territorio en el posterior Tratado de Lausana, perdió la soberanía sobre muchas islas clave (que pasarían a Grecia) y de la zona de los estrechos (que serían territorio internacional). Posteriormente Turquía recuperó la soberanía en los estrechos en el Tratado de Montreal de 1937, pero las islas del Egeo y la importante isla de Kastellorizo siguen siendo de soberanía griega, generando la situación actual como vestigio injusto (según los turcos) de la Primera Guerra Mundial.
La doctrina naval y estratégica turca de Mavi Vatan (Patria Azul), de la que aquí hice un breve esbozo, hunde sus raíces en esa afrenta histórica para Turquía. La independencia estratégica que lograría Turquía de tener una ZEE acorde a su historia no es solo una cuestión de interés nacional, sino que también es una cuestión de orgullo nacional.

La restitución de la soberanía de esas islas resuelve el irredentismo turco lograría una mayor autonomía estratégica al logra mayor independencia energética. Con una ZEE ampliada, Turquía no solo podría producir más gas, sino que obligaría a que el gas producido en el Mediterráneo Oriental tuviera que pasar por territorio turco, así como el gas catarí que algún día pudiera llegar vía geseoducto al Mediterráneo. Todo ello permitiría convertir a Turquía en un poder monopolístico en gas en el sur de Europa y en el Mediterráneo (que es el objetivo de su geopolítica de gaseoductos).


Recordemos que el acuerdo entre Egipto y Grecia para delimitar sus ZEE, llega después que en noviembre de 2019 Turquía acordara con el gobierno libio de Trípoli una ZEE sorprendente por el que une la costa de Cirenáica con el sur de Turquía, atravesando la ZEE de varias islas griegas.
En este orden de cosas, Turquía no forma parte de la convenció del mar UNCLOS que han firmado y ratificado la mayoría de los países del mundo, y que establece las normas por las que los países tienen derecho a agua territoriales, contiguas y ZEE (los países con ZEE superpuesta acordarán en negociaciones bilaterales o multilaterales los detalles la delimitación concreta, como han hecho Egipto y Grecia que disputaban un pequeño espacio).

Dado que Turquía está ganando posiciones en el Mediterráneo Oriental con los recientes avances que el GNA ha logrado en Libia, creándose una situación por la que Turquía podría tener bases aéreas que cubrieran todo el esa zona del Meditarraneo, es que Grecia amenazó con abrir fuego para defender sus derechos y ZEE en la zona que los turcos envían su barco sísmico Oruc Reis; convirtiéndose en este momento ese área del Mediterraneo, en el punto focal no solo del conflicto histórico entre Turquía y Grecia, sino entre Turquía y el resto de potencias de la zona.


No debemos olvidar, que Turquía y Egipto, además del conflicto geopolítico por el gas y los ductos, también tienen un conflicto ideológico entre el islam política que promueve Erdogán y el nacionalismo árabe laico que promueve el régimen militar egipcio del presidente Sisi.
Turquía creía que Egipto preferiría una ZEE más amplia que le ofrecían respecto a un acuerdo con Grecia, minusvalorando la cuestión religiosa e ideológica. Sin embargo no ha sido así, ya que en El Cairo prefieren limitar la creciente influencia turca e islamista en Libia. Además, recordemos que mientras Erdogán hacía recientemente de Santa Sofía una mezquita, Egipto está promoviendo los santuarios cristianos como el de Santa Catalina, en un claro movimiento de apostar por un estado más laico en oposición al actual gobierno turco.

Al conflicto religioso e ideológico, se suma el conflicto histórico entre árabes y turcos. Egipto consiguió la independencia del Imperio Otomano durante el siglo XIX después de varias guerras egipcio-otomanas en la década de 1830 (lo que llevó a su vez a la independencia de Grecia). Esto llevó a los intentos otomanos de fomentar la cultura turca en detrimento de la árabe (además de aumentar el centralismo) de Tanzimat (desde 1839), lo que fue creando una creciente animadversión entre turcos y árabes que ya venía de antaño.
En este orden de cosas, Egipto se ha opuesto a las incursiones y ataques de Turquía en el norte de Irak contra los kurdos, incrementando recientemente los lazos entre Egipto e Irak, conformándose un alineamiento antiturco entre una mayoría de países árabes (exceptuando Catar) contra el actual gobierno turco.
En conclusión, el conflicto entre Grecia y Turquía por las actividades del Oruc Reis (con sus nexos en el conflicto libio por la ZEE acordada entre la Libia del GNA y Turquía), además de deberse a cuestiones de interés nacional, seguridad energética y geopolítica de gaseoductos, tiene una profunda raíces históricas y orgullo nacionales de griegos y turcos.