Londongrado, capital del dinero sucio ruso
Londres es una de las ciudades del mundo con mayor capacidad para atraer inversión extranjera gracias, en parte, a la falta de regulación que permite agilizar trámites y atraer fortunas internacionales que huyen de la burocracia, autoridades políticas o inseguridad jurídica de sus países.
Este atractivo no ha pasado desapercibido para redes criminales que han convertido a Londres en la capital mundial del lavado del dinero ante la pasividad del gobierno británico. Clientes privilegiados de la lavandería londinense son los oligarcas y demás personalidades oscuras rusas que han encontrado en Londres su segunda residencia y la caja fuerte donde esconder el dinero robado a la ciudadanía rusa. Hoy hablamos de Londongrado.

El dinero sucio llega a Londres
La gran desregulación que sufrieron los servicios financieros en Reino Unido a partir de los 80 y que se profundizó a partir de 2008 fue el elemento necesario para atraer hacia Londres grandes fortunas sin hacer muchas preguntas. La gran estrella de este modelo desregulado era el sistema de Visas doradas, que permitía a ciudadanos extranjeros obtener la nacionalidad británica si invertían un millón de libras en el país.
La clave del sistema, que lo hacía tan atractivo para fortunas obtenidas ilegalmente, es que los controles para comprobar el origen del dinero eran mínimos, de hecho el gobierno británico no ponía absolutamente ningún control y la responsabilidad de estos caía sobre los propios solicitantes, por lo que las visas doradas se convirtieron desde el primer momento en una herramienta poderosísima para blanquear dinero.
Este periodo de fe ciega terminó en 2015, cuando el gobierno británico aumentó la cantidad a invertir (de 1 a 2 millones de libras) para conseguir la nacionalidad e impulsó controles adicionales.
Desde que se establecieron las Visas Doradas se han emitido más de 13.000, incluyendo 3.000 sin ningún tipo de control durante el periodo de fe ciega. Actualmente la mitad de ellas están siendo revisadas por posibles riesgos a la seguridad nacional.
El registro mercantil es otro engranaje fundamental en la lavadora londinense. Los inmuebles propiedad de una empresa extranjera no tienen la obligación de declarar quienes son sus verdaderos propietarios, con estar a nombre de una sociedad pantalla ubicada en cualquier paraíso fiscal es suficiente. Se calcula que 87.000 inmuebles en Inglaterra y Gales son propiedad de compañías offshore que impide ver quiénes son los propietarios realmente y de dónde ha salido el dinero para comprarlos.
Según la Agencia Nacional del Crimen la cantidad de financiación ilícita que entra en Reino Unido cada año supera los 100.000 millones de libras. La misma agencia reconoce que los bancos británicos blanquean cientos de miles de millones de libras de procedencia criminal cada año.
Una vez que llega el dinero sucio a Londres este se invierte en lujosas propiedades en la capital, elitistas escuelas privadas y prestigiosas firmas de abogados y asesores fiscales, que se lucran del blanqueo de dinero y permiten que llegue a todas las capas de la alta sociedad británica.
Londongrado
La desregulación financiera que comenzó en los años 80 coincidió con el final de la Unión Soviética. El proceso de privatización de empresas y propiedades del estado a precio de saldo creó nuevos ricos de la noche a la mañana que necesitaban nuevos lugares dónde ocultar e invertir su riqueza a tenor de la falta de seguridad jurídica del régimen postsoviético.

Todos estos nuevos oligarcas fueron recibidos con los brazos abiertos en Londres dónde el gobierno británico esperaba, por un lado, atraer inversión, y por otro, que esta inversión reforzara los lazos entre la nueva Rusia postcomunista y occidente. Así fue como fortunas como las de Berezovski o Abramovich llegaron a Londres.
Según Transparencia internacional ciudadanos rusos con conexiones con el Kremlin o acusados de corrupción poseen más de 1.500 millones de libras en propiedades en Reino Unido. Es realmente difícil calcular la cantidad de dinero sucio ruso que entra en Londres, por las estructuras opacas y el secretismo del que se sirven para llevarlo a la capital inglesa.
Según Reino Unido, la inversión total de Rusia alcanzaba los 25.000 millones en 2016, desgraciadamente este cálculo sólo tiene en cuenta la inversión directa de Rusia excluyendo por tanto cualquier inversión que pasa previamente por alguna otra jurisdicción como paraísos fiscales. Se cree que casi 70.000 millones de Libras procedentes de Rusia han llegado a Reino Unido a través de paraísos fiscales y, por tanto, de dudosa procedencia.
Durante el periodo de fe ciega (2008-2015), en el que los controles eran inexistentes, se emitieron más de 3.300 visas doradas, de ellas más de 700 fueron a parar a ciudadanos rusos, siendo el segundo grupo nacional que más se benefició el sistema después de los chinos.

El 85% de las visas obtenidas por rusos se tramitaron durante este periodo. Tras la anexión de Crimea, Reino Unido decidió poner fin a este sistema y aumentó la cantidad necesaria para comprar la nacionalidad (de 1 a 2 millones de libras) y comenzó a realizar controles para verificar la procedencia del dinero, lo que provocó que la cifra de rusos que solicitaron la nacionalidad por este método descendiera notablemente, probando que los controles tenían un efecto disuasorio.
El dinero, como hemos dicho, va a parar a lujosas propiedades en Londres, escuelas privadas, abogados, asesores, firmas de relaciones públicas… y también a donaciones a universidades prestigiosas como Oxford o partidos políticos como el Partido Conservador.
Sólo los ciudadanos y las empresas británicas podían donar a partidos políticos, pero gracias al sistema de visas doradas cualquiera podía comprar la nacionalidad británica si tenía dinero suficiente y, por tanto, hacer donaciones políticas. Desde que Boris Johnson es Primer Ministro, los Tories han recibido unos dos millones de libras de donantes con alguna conexión con Rusia.
El dinero sucio ruso está presente en todos los ámbitos de la alta sociedad británica y lo cierto es que el gobierno de su majestad ha hecho realmente poco para evitarlo. En primer lugar, la falta de regulación responde a una visión general de la City Londinense que considera que su mayor atractivo es precisamente esa desregulación, y la imposición de mayores controles se ve como un ataque directo a uno de los mercados financieros más atractivos del mundo.
Otro problema tiene que ver con la dificultad misma de rastrear el dinero, es realmente complicado identificar de donde proceden los flujos financieros de otro país si ese país no colabora en su identificación, como es el caso de Rusia.
Además, muchos de estos fondos llegan a través de complejos mecanismo usando varias sociedades pantalla en distintos lugares del mundo a cargo de distintas personas, por lo que rastrearlos es una tarea que requiere tiempo y recursos.
El de los recursos es, precisamente, el gran problema en Reino Unido y muestra la falta de voluntad manifiesta del gobierno por atajar el problema. Reino Unido tiene, curiosamente, una de las legislaciones más avanzadas del mundo en cuanto a delitos financieros, pero es la falta de supervisión y vigilancia de su cumplimiento lo que hace que sea poco más que papel mojado.
Las agencias que se dedican a la supervisión como la NCA (National Crime Agency) no tienen ni fondos ni personal suficiente, lo que explica el fracaso de leyes como las de “Riqueza sin explicación” que requería que, bajo ciertas condiciones, si se producía un gasto superior a 50.000 libras tuviera que explicarse de dónde había salido el dinero, sin embargo, sólo seis de estas órdenes han llegado a los juzgados desde su aprobación en 2018.
La guerra en Ucrania presionó al gobierno británico para tomar medidas y dejar de actuar como caja fuerte del Kremlin, finalmente acabaron con el sistema de visas doradas y presentaron la nueva Ley de Crimen Económico, que llevaba años en un cajón esperando su aprobación. Bajo esta nueva ley se elimina el anonimato a la hora de registrar propiedades y ahora los dueños extranjeros de inmuebles en el Reino Unido deberán revelar sus identidades, además se reforman las leyes de riqueza sin explicación para aumentar su alcance y efectividad y una reforma del registro mercantil para evitar que siga actuando como un agujero en el que evitar controles.
Okupan un edificio en Londres propiedad del oligarca ruso Oleg Deripaska en protesta contra la invasión rusa. El inmueble tiene un valor aproximado de 50 millones de libras. pic.twitter.com/sWUItsCRom
— Miquel Ramos (@Miquel_R) March 14, 2022
Este es un paso bienvenido y podría ser el principio del fin de Londongrado, pero si Reino Unido continua centrándose más en la legislación que en su cumplimiento seguirán teniendo los mismos problemas que antaño, la medida verdaderamente efectiva sería dotar de los recursos necesarios a las agencias encargadas de vigilar su cumplimiento.
Rusia es una cleptocracia, sus elites se nutren de la corrupción robando dinero a los ciudadanos rusos para aumentar su poder y engrosar sus cuentas, pero toda cleptocracia necesita sus aliados y en el Reino Unido los creptocratas rusos han encontrado uno de gran calado.
A pesar de la retórica contraria a Putin, Reino Unido no tiene ningún problema en recibir en su territorio el dinero que ha sido robado al pueblo ruso y en actuar como facilitador de la corrupción que mantiene al mandatario en el poder, al mismo tiempo que promueven sanciones y citan la caída de su régimen como uno de sus objetivos.
Los acontecimientos han forzado a un gobierno reticente a tomar medidas, medidas que son bienvenidas, pero no atacan el problema de fondo de la tremenda desregulación de los mercados financieros en Londres y la falta de recursos para hacer cumplir la ley, veremos si esta vez es la definitiva y Reino Unido realmente hace lo que dice que va a hacer o sigue mirando a otro lado mientras los barrios de lujo londinenses se siguen llenando de mansiones compradas con dinero sucio ruso.