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De los 6 firmantes originales del Tratado de París (1951), que creó la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, el bloque pasó por distintas olas de adhesión, hasta llegar a los 27 miembros de la actual Unión Europea. El último país admitido fue Croacia, en julio de 2013.

Autor: bobbsled

Los tratados constitutivos del bloque no establecen un límite en el número de miembros, por lo cual no hay impedimento para que otros Estados puedan acceder a la UE. El Tratado de la Unión Europea (TUE) determina que cualquier país europeo puede ser candidato a la membresía si respeta los valores democráticos del bloque y demuestra compromiso en promocionarlos.

Los Criterios de Copenhague, acordados en 1993 para determinar si un candidato está en condiciones de adherirse, son: la presencia de instituciones estables, garantizando la democracia, el imperio de la ley, los derechos humanos y la protección de minorías; una economía de mercado capaz de seguir los patrones competitivos de la UE; y la habilidad de asumir e implementar los requerimientos políticos, económicos y monetarios de la membresía.

El proceso de adherencia no es cerrado y puede variar para cada país candidato. Ello es consecuencia de que deben negociar de forma bilateral con la UE, representada por la Comisión Europea, sus condiciones de adopción, implementación y refuerzo de las normas comunitarias.

Donald Tusk y JadrankaKosor, primeros ministros de Polonia y de Croacia, con una copia del acuerdo de adhesión de Croacia a la UE (Zagreb, 17 de septiembre de 2011). Fuente: Crown.

Dichas condiciones serán recogidas en un tratado de adhesión que debe ser aprobado por la mayoría del Parlamento Europeo y unánimemente por el Consejo de la UE. Además, dicho tratado debe ser aprobado en cada Parlamento nacional de los Estados miembros y del ingresante. Cuando dichas etapas están cumplidas, los tratados constitutivos de la UE surten efecto y la adhesión concluye.

Actualmente, 5 países son candidatos oficiales a integrarse en el bloque: Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Turquía. Hablemos con más detalle de cada proceso.

La República de Albania, en la costa adriática, fue reconocida como un “potencial candidato” en el año 2000 y empezó negociaciones para un Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA) en 2003. En 2009, Albania presentó su candidatura formal a la membresía de la UE, pero el reconocimiento de dicha condición solo vino en 2014, cuando los entonces 28 miembros dieron su visto bueno a las reformas realizadas en el país, reconociendo el esfuerzo del gobierno albanés en implementar medidas anticorrupción y de refuerzo del sistema judicial, en especial para delitos como el tráfico de drogas y apuestas ilegales.

El caso de Albania generó una especial preocupación, por la posibilidad de un aumento de las migraciones y de la criminalidad tras una expansión hacia los Balcanes. En todo caso, la Comisión emitió una recomendación incondicional para que se empezaran las negociaciones de adhesión en 2018. Estas estarían condicionadas a reformar una serie de áreas por el gobierno albanés, como el sistema judicial, el combate al crimen organizado y a la corrupción, los servicios de inteligencia y la administración pública. Las negociaciones fueron formalmente abiertas en marzo de 2020.

Aunque Albania haya hecho progreso en su intento de cumplir con los criterios de membresía y la UE sea uno de los mayores inversores en el país, los contextos doméstico y regional no favorecen unas negociaciones rápidas. Internamente, recientes conflictos entre el primer ministro socialista Edi Rama y la oposición, con protestas masivas y acusaciones de compra de votos en elecciones más recientes, amenazan la estabilidad política del país para seguir con el proceso.

Edi Rama, primer ministro de la República de Albania. Fuente: Euractiv.

Del lado comunitario, algunos de sus principales líderes (Emmanuel Macron, Mark Rutte o Angela Merkel) pasan, han pasado o pasarán por procesos electorales que incluyen a grupos de ciudadanos euroescépticos y con perjuicios hacia los Balcanes, lo que les desmotiva a impulsar negociaciones con Albania si estas pueden significar la pérdida de votos.

Como consecuencia, el discurso sobre la necesidad de reforzar el sistema judicial y el combate a la corrupción sigue inalterado, aunque el país haya hecho un progreso visible en dichos puntos desde que se convirtió en un posible candidato. La ascensión de Albania a la UE, por lo tanto, no parece estar entre las actuales prioridades del bloque.

Por otra parte, tenemos a Macedonia del Norte, su candidatura oficial fue aprobada en 2005, tras la entrada en vigor de su respectivo AEA en 2004. La Comisión empezó a recomendar la abertura de negociaciones en 2009, mismo año en que el bloque aprobó una flexibilización en la política de visados para el país. A partir de 2015, dicho acto fue condicionado por Bruselas a la manutención del Acuerdo Pržino, que puso fin a un conflicto político e institucional entre los principales partidos normacedonios.

La inminencia de las negociaciones también creció tras la firma de un tratado de amistad bilateral con Bulgaria (2017) y la resolución del conflicto sobre el nombre del país con Grecia (2018), que pasaba a ser conocido oficialmente como República de Macedonia del Norte en febrero de 2019. Como miembros plenos de la UE, Bulgaria y Grecia eran los principales países con objeciones entorno a la adhesión de macedonia. Sin embargo, en marzo de 2020 las negociaciones por fin llegaron a su punto y final dando paso a una nueva etapa.

Alexis Tsipras y Zoran Zaev, primeros ministros de Grecia y de Macedonia del Norte, tras la celebración del Acuerdo de Prespa, que terminó con la disputa sobre el nombre del país (Psarades, 17 de junio de 2018). Fuente: Neos Kosmos.

Por un lado, la UE reconoce el progreso del gobierno normacedonio en lograr la estabilización política y económica del país, y hay un genuino interés en que formen parte del bloque. Por otro lado, el conflicto identitario continuado con Bulgaria se impone como el principal obstáculo al actual proceso.

En noviembre de 2020, Sofia volvió a rechazar las negociaciones con Skopje si esta no cumplía con ciertas exigencias, como reconocer las raíces búlgaras de la lengua macedonia, además de combatir la retórica anti búlgara en su territorio, donde vive una minoría expresiva del país vecino. Dicha controversia pone en riesgo el tratado de amistad de 2017, y si no hay un consenso de los 27 miembros en cada etapa del proceso de adhesión, la membresía de Macedonia del Norte puede estar comprometida.

También en los Balcanes está Montenegro, una antigua república yugoslava que es candidata a miembro de la UE desde 2010. Las negociaciones empezaron en 2012 y, en 2020, 32 de los 35 capítulos del proceso habían sido concluidos. De momento, este es el candidato más avanzado en el proceso de cara a ser el miembro número 28 del bloque.

Aunque el gobierno de Montenegro habla de cumplir con todos los criterios en 2025, un informe de 2019 declaró los puntos sobre los cuales el país todavía debe trabajar. Particularmente, debe hacerse cargo de problemas como corrupción, administración pública y libertad de expresión. En el índice de la organización Reporteros sin Fronteras, Montenegro aparecía en la posición 104, por detrás de la también candidata Macedonia del Norte. Tampoco tiene buenos resultados en el Índice de Percepción de la Corrupción, donde aparece en el lugar 45 de los 67 posibles.

Milos Ðukanović, presidente de Montenegro, y Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea (Bruselas, 22 de abril de 2018). Fuente: Político.

Montenegro cuenta con la ventaja de no tener conflictos expresivos con ningún miembro de la UE. Así, su adhesión depende casi exclusivamente del progreso interno del país en sus puntos débiles. Pero las elecciones presidenciales de 2022 en Francia pueden convertirse en un factor determinante, una vez que una eventual victoria de la candidata Marine Le Pen, conocida por su retórica euroescéptica y anti migratoria, haría el país menos favorable a la extensión del bloque hacia los Balcanes.

Siguiendo con la lista, la vecina Serbia presentó su candidatura en el año 2009, la cual aprobó la UE en 2012. El principal requerimiento para el país era mejorar su política doméstica, con una reforma administrativa y judicial, la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, y la protección de las minorías. Además, el bloque está mediando en la normalización de las relaciones entre Serbia y Kosovo, un potencial futuro candidato a miembro, cuya independencia todavía no fue reconocida por Belgrado.

En 2021, tras 7 años de negociaciones, tan solo 18 de los 35 capítulos del proceso fueron abiertos, con 2 preliminarmente cerrados. El ritmo lento se atribuye en parte a una falta de interés del gobierno serbio y también a la división de opiniones sobre el progreso del país en alcanzar los criterios necesarios, en especial a lo que se refiere a la protección de los derechos humanos y la solidez de sus instituciones democráticas. El último informe divulgado por la Comisión fue particularmente crítico con el gobierno del presidente Aleksandar Vučić, acusado de abuso de poder, corrupción y represión de la libertad de expresión.

Protesta contra el gobierno serbio en Belgrado, en diciembre de 2018. Fuente: Euronews.

Por lo tanto, las divergencias de valores entre la UE y Serbia, donde el Estado de Derecho, las libertades civiles y la realización de elecciones justas presentan señales de debilitación, son la mayor fuente de escepticismo sobre la conclusión de su proceso de adhesión.

Pero ninguna de las candidaturas presentadas parece ser tan desafiadora como la de Turquía. Con territorios en los continentes europeo y asiático, el país fue declarado un candidato oficial en 1999, tras celebrar un importante acuerdo de unión aduanera con el bloque en 1996. Las negociaciones fueron abiertas en 2005 y 27 capítulos se habían cerrado para el año 2009. Sin embargo, existen todavía discusiones sin conclusión sobre temas como recursos hídricos, protección natural y legislación horizontal.

Por un lado, cabe destacar la resistencia de otros países de la UE a la inclusión de Turquía, un Estado de mayoría musulmana, que choca religiosa e históricamente con muchos de los 27 Estados miembros. Por otro, el actual modus operanti del presidente Recep Tayyip Erdoğan, que prefiere actuar según la “singularidad” de Turquía y que refuerza las opiniones antioccidentales que existen desde hace siglos en el país, dejan cada vez más claro que la UE ya no es una prioridad en la política exterior turca.

Asimismo, las actitudes autoritarias del mandatario turco con la detención de opositores, la manipulación judicial y las maniobras para perpetuarse en el poder, confrontan con los criterios de estabilidad y gobernanza democrática necesarios para ingresar en la UE.

Dicha constatación se hizo clara en una declaración del Consejo en 2018, donde se reconocía la estagnación de las negociaciones y que Turquía se apartaba cada vez más de la UE. Dicha declaración fue interpretada como una “finalización formal” de las negociaciones, que no podrían seguir sin un cambio de postura desde Ankara. Para Erdoğan, 2 temas deben seguir sobre la mesa con Bruselas: la revisión de la unión aduanera y la política de visados para nacionales turcos. Pero la membresía parece haber sido efectivamente dejada de lado.

Encuentro de Erdoğan con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidente de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen (Ankara, 6 de abril de 2021). Fuente: Observador.

Mirando a los países candidatos en su conjunto, vemos que todavía existen desafíos para que se pueda hablar de una nueva expansión de la UE. En gran parte, son desafíos de carácter político, siendo necesario alcanzarse una estabilidad institucional y una buena gobernanza democrática para que puedan cumplir con los objetivos y valores del bloque.

Pero los intereses de los actores implicados también son muy importantes. Intereses por parte de los candidatos, una vez que no todos tienen gobiernos comprometidos en alinear políticas y valores con Bruselas. E intereses por parte de los demás miembros de la UE, una vez que los conflictos con los potenciales candidatos comprometen el consenso necesario para concluir el proceso de adhesión.

Si habrá una nueva expansión de la UE en la próxima década, todavía no está claro. En el caso de que los Estados candidatos y del bloque converjan a un nivel satisfactorio para ambos lados, estaremos más cercanos de una futura “Europa de los 32”.

Referencias

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