Los tres jinetes del apocalipsis del coronavirus
Tres corrientes de opinión que han facilitado la propagación del coronavirus, que denomino del siguiente modo: 1) «sologripismo» (el coronavirus tiene baja tasa de latalidad y/o ya se ha propagado mucho), 2) el «soloeconomismo» (se priman los resultados económicos sobre la salud pública) y 3) el «solouvismo» (la recuperación económica será rápida y en V).
Cada una a su modo, han restado importancia a la gravedad de la pandemia y sus efectos económicos, siendo los elementos cognitivos facilitadores de que se propague y cause daños económicos superiores al haber actuado en base a un esquema mental diferente.
Estas tres corrientes de opinión no solo estuvieron presentes en la fase inicial de la actual crisis de la enfermedad del COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, sino que se han ido transformando y adaptando hacia posiciones más matizadas y grises, pero igualmente peligrosas en la lucha contra esta grave pandemia que asola al mundo.
Sologripismo
El sologripismo tiene muchas versiones y formulaciones distintas, pero básicamente esa corriente de opinión se fundamenta tres argumentos principales.
1) Primero, afirman que la letalidad del coronavirus es considerablemente inferior a la estimación que el consenso científico sitúa en entre el 1% y el 3%.
2) Segundo, y como colorario de lo anterior, también sostienen que la propagación del virus es muy superior a la que suele estimarse.
3) Tercero, esta corriente de opinión también estima que la propagación del virus es generalizada desde mucho antes de lo que se dice por el consenso científico y las autoridades, e incluso hay quien cree que ya había transmisión local en España a principios de enero e incluso diciembre.
Dado que la que la velocidad de propagación (número reproductivo básico) no puede ser infinita, ni muy baja, si ya hay una mayoría de la población está ya infectada, necesariamente los contagios locales y comunitarios deberían haber ocurrido mucho antes a febrero de 2020.

Hay sologripismo de dos olas. El sologripismo de primera oleada fue el que era popular en medios de comunicación durante los meses de febrero y la primera semana de marzo, con mensajes de que el COVID-19 no era tan grave, que la mayoría de la población lo pasaría sin problemas y tomando paracetamol. También fue de facto la línea de actuación de muchos gobierno occidentales, restando importancia respecto a la letalidad, el gran porcentaje de personas que quedan críticas y hospitalizadas, la saturación en el sistema de salud, la muertes indirectas que causaría esa saturación, etc.
Por contra, las autoridades públicas de países asiáticos como Taiwán, Singapur o Corea del Sur no incurrieron en las falacias de esa corriente de opinión. Al contrario, desde hace muchos años esos países son conscientes del peligro latente que había con la posibilidad de que terminara volviendo a suceder una pandemia, como el SARS o el MERS. Esa posibilidad se daba por seguro desde la comunidad científica desde hace muchos años, y de ahí que esos países estuvieran muy preparados y tomaran decisiones expeditivas de control desde el primer momento, logrando contener la expansión del virus.
Por contra, en los países occidentales y el resto del mundo, no se actuó de la misma forma. Se permitían los vuelos con China y la llegada personas de ese país (algo que Singapur prohibió en fechas tempranas), no se exigía autocuarentenas a las personas llegadas de China, etc. El sologripismo tiene en común que resta importancia a la gravedad del COVID-19 y es un agujero por el que se cuela el virus.
El sologripismo de segunda oleada, como no puede negar la gravedad de los efectos globales del coronavirus a vista de lo ocurrido en Madrid o Italia, hace más énfasis en los puntos segundo y tercero que se describía al principio. Los efectos acumulados son graves porque ha infectado a muchísimas más personas de las estimaciones más convencionales, por lo que el efecto individual de cada infección no lo sería tanto. Por consiguiente, como la propagación tiene una velocidad limitada, para que una grandísima cantidad de personas ya estuvieran infectadas, la propagación debe ocurrir desde mucho antes de mediados de febrero.
El sologripismo de segunda oleada es también un agujero por el que se cuela el virus realmente, porque vendría a decir que como ya hay una altísima proporción de personas están infectadas, en la práctica no habría que tomar medidas de confinamiento, control de la movilidad, vigilancia de la población, etc. En este enlace pueden leer un resumen de esa corriente de opinión.
Crítica al sologripismo de segunda oleada
La escasa consistencia de los argumentos sologripistas de segunda oleada se se hacen evidentes al hacer los siguientes cálculos.
Teniendo en cuenta un Ro (número de reproducción) que de en un tasa de incremento diario en el contagio de solo el 25%, si el día primero de enero había una sola persona infectada, resultaría que el día primero de marzo habrían en España nada menos que 652.532 personas contagiadas. El día primero de abril (ayer) habrían en España la delirante cantidad de contagiados de 658 millones. Si empezamos a contar desde diciembre sería aún muy superior.
Si aproximadamente el 20% de las personas tienen que ser hospitalizadas y un 5% quedan críticas, el 8 de marzo habían 3.800.000 contagiados, un 5% de críticos sobre la cifra de contagiados 10 días antes (417.000 contagiados) resulta en 20.850 personas en estado crítico.
Antes del Estado de Alarma en España el incremento diario en contagio era en realidad superior a la tasa del 25%. El día 11 fue del 31% (pasó de 1695 a 2227), el día 12 se incrementó el 41% (pasó a 3146) y el día 13 aumentó un 66% (5232 casos).
Que en diciembre ya hubieran contagios locales en España solo sería posible en caso que 1) el número básico de reproducción sea muy inferior al estimado (para no llegar a lo de los 658 millones de contagios en España); 2) que dejara críticas y hospitalizadas a muchas menos personas de lo estimado (20.850 críticos); y 3) que también tuviera una letalidad muy inferior a la estimada (1,99% de la letalidad en Corea del Sur el 12 de abril, sobre 658 millones de contagios, implica 13.094.200 millones de muertos).
Dado los informes de primera mano que tenemos de nuestros familiares y amigos sanitarios que están en primera línea combatiendo contra el SARS-CoV-2, no parece que se de ninguna de las tres hipótesis alternativas expuestas en el párrafo anterior. Es verdad que ignoramos aún muchas cosas concretas y precisas, pero ya sabemos lo suficiente.

Por último, cabe señalar que el estudio del Imperial College que habla de siete millones de infectados en España a finales de marzo, no es un argumento sologripista (aunque el sologripismo suele traerlo a colación).
Ese estudio dice que la propagación local en España comenzó en febrero, es su estimación máxima (da un rango de 7 millones a muchos menos) que tiene una letalidad de al menos el 1% (diez veces más que una gripe), y siete millones de infectados en cualquier caso dista de ser una proporción mayoritaria de habitantes en España (en torno al 15% solamente).
Por otra parte, Nial Ferguson del Imperial College (que está dirigiendo estos estudios), recientemente decía en el Financial Times que cree que la letalidad del coronavirus posiblemente sea superior al 1% y rondaría el 3%.
El soloeconomismo
El ejemplo prototípico de esta corriente de opinión fue la que sostuvo Boris Johnson en las primera fases de propagación del coronavirus en Europa, hasta que tuvo que cambiar radicalmente su enfoque y tomar medidas de confinamiento.
Esta corriente de opinión se fundamenta en la existencia de un falso dilema entre salud pública y rendimiento económico, primando las medidas y políticas que no perjudiquen la economía, ya que el daño indirecto inducido por la construcción económica sería superior al daño directo del coronavirus.
Los soloeconomistas también los hay de dos oleadas. Las argumentaciones tipo Boris Johnson serían las de la primera oleada, que han quedado desacreditadas a día de hoy. Los soloeconomistas de segunda oleada tienen posiciones más matizadas, y se encuadran en el debate sobre si el desconfinamiento debe hacerse de forma acelerada o si hay que seguir aplicando medidas duras de cuarentena y estado de alarma.
El solo economismo permitió la propagación del coronavirus durante la primera oleada, al no imponer medidas de confinamiento y control estrictas de forma temprana, en la fase cuando solo hay algunos cientos de casos activos detectados y una propagación de algunas decenas de casos al día.
Sin embargo, países como Singapur de forma muy temprana ya restringían la actividad turística (una importante fuente de ingresos) en febrero, aceptando sufrir una disminución anual del 30% en ingresos. Recientemente, Singapur, Japón, Hong Kong, Corea del Sur, están tomando medidas muy estrictas de confinamiento y control, que tendrán un grave impacto económico, porque son conscientes del daño económico de no actuar a tiempo.
Los soloeconomistas creen que se puede gestionar una situación en la que habría una alta propagación del coronavirus y/o una gran mortandad, sin que hubiese un gran caos social que finalmente dislocase la economía.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la letalidad del coronavirus es relativamente elevada, en Corea del Sur ya ronda el 2% de los infectados y eso que contagió a relativamente pocas personas de tercera edad, y sí a mucho adultos jóvenes y de mediana edad. Además, el COVID-19 deja muy graves secuelas en la salud de muchas personas infectadas que han sido hospitalizadas o en quedado en estado crítico. Si se permite infectar al 70% de la población en España, aunque fuera a velocidad lenta, implicaría que un 2% de letalidad la cantidad de 940.000 muertos, y una cantidad aún muy superior de críticos y hospitalizados.
En caso de colapso sanitario, el número de muertes directas e indirectas (enfermos crónicos que no pueden ser tratados, etc) sería aún superior. Por ese motivo, la corriente de opinión del soloeconomismo argumenta que puede gestionar de manera controlada la propagación del virus para evitar ese colapso (tener alto rendimiento económico minimizando la mortandad).
Desmontando el soloeconomismo
En esencia, el argumento contra el soloeconomismo se fundamenta en que ha día de hoy: 1) la gestión controlada no es posible cuando ya hay cierta cantidad de propagación local o comunitaria sin hacer confinamientos; 2) aplicar confinamientos eficaces y duros proporciona mejor rendimiento económico a largo plazo.
La gestión controlada que proponen los soloecomistas no es posible en la práctica. Dado que el coronavirus tiene un periodo de incubación de 14 días de media, teniendo luego una fase de síntomas leves (el 80% no requiere hospitalización), cuando se confirma un caso positivo de coronavirus en realidad se está detectando la situación de propagación de 14 a 20 días anterior (media de incubación y el tiempo en notar síntomas, pedir pruebas, etc).
Si en un momento dado ocurren «solo» algunas docenas de casos de contagios positivos detectados (digamos 75 casos), con una tasa de propagación del 25% implica que habían unos 300 infectados unos 20 días atrás, pero que 20 días más tarde (el momento presente) habrían 26.020 casos reales (no detectados).
Como el coronavirus se propaga de forma indetectable, no es posible hacer la gestión controlada que esgrimen los soloeconomista para contener el coronavirus. Solo cuando hay muy pocos casos (no varias docenas), se puede rastrear lo que han hecho esas personas y confinar pequeñas poblaciones, todas las personas que tuvieron contacto, etc, se puede hacer una gestión controlada, tal y como ha hecho Corea del Sur por ejemplo.
Pero la estrategia solo economista de Boris Johnson de dejar propagar el virus y gestionarlo sin confinamientos y estados de alarma era irreal. Si no confinas y haces estados de alarmas (al menos de forma regional, no todo el país sino en las zonas foco) cuando se detectan varias docenas de casos, en 14 días los 26.020 casos serán 591.000, en 30 días serían 21 millones. Por ese motivo, Singapur o Hong Kong han tomado estrictas medidas de confinamiento al detectar solo unas docenas de casos.
Tal cantidad de casos acabaría en el colapso del sistema sanitario y en una gran mortandad, no habría gestión controlada. Es más, la mortandad sería tal (por causa directa o indirecta) que sencillamente habría un caos económico y cierre económico de facto no decretado por el gobierno. Nadie quiere morir o matar a familiares y amigos transmitiendo el coronavirus. Habrían huelgas y protestas de todo tipo, y las relaciones económicas se congelarían en la práctica.
Al final, habría igualmente un parón económico muy grave con el añadido de una gran mortandad, mientras que tomando medidas de cofinamiento y estado de alarma como hacen ahora en Singapur o Hong Kong, se evita al menos la gran mortandad.
Para colmo, según un estudio del MIT y la Reserva Federal de Nueva York, descubrió que durante la gripe española, en EE.UU. las ciudades y centros industriales que aplicaron medidas no farmacéuticas (distanciamiento social, etc) durante más tiempo, obtuvieron mejor rendimiento económico una vez acabó la gripe.
Las ciudades que implementaron el distanciamiento social y otras intervenciones de salud pública solo 10 días antes que sus contrapartes, vieron un aumento relativo del 5% en el empleo manufacturero después de que la pandemia terminó, hasta 1923. Del mismo modo, un adicional de 50 días de distanciamiento social valió una mejora 6,5% en el empleo manufacturero, en una ciudad determinada.
<<La variable de «intervenciones no farmacéuticas», o medidas de distanciamiento social, se correlacionó con los diferentes resultados de salud en las ciudades en 1918 y 1919. Cuando esa pandemia golpeó, las ciudades de los Estados Unidos que cerraron las escuelas antes, como St. Louis, les fue mejor contra la gripe que los lugares que implementaron paradas posteriores, como Filadelfia. El estudio actual extiende ese marco a la actividad económica
En lo que respecta a la banca, el estudio incluyó saneamientos bancarios como un indicador de la salud económica, porque «los bancos estaban reconociendo las pérdidas de los préstamos que los hogares y las empresas estaban incumpliendo, debido a la interrupción económica causada por la pandemia».
En la investigación se encontró que en Albany (Nueva York), Birmingham (Alabama) Bostón y Siracusa (Nueva York), que también tuvo menos de 60 días de distanciamiento social en 1918, el sector bancario tuvo más dificultades que en cualquier otro lugar del país.>>
Por último, como aplanar la curva de propagación es esencial para evitar la catástrofe sanitaria y económica, es mejor económicamente aplicar medias estrictas durante menos tiempo (por ejemplo uno o dos meses reduciendo la actividad un 80%), que aplanarla a un 40% durante tres meses.
Una vez ya hay una alta propagación de varias docenas de casos hay que confinar las regiones o localidades que son foco. El margen de maniobra de no confinar mientras se controla, ocurre antes (cuando hay pocos casos y tienen una gran capacidad de gestión y detección al estilo Corea del Sur).
El sologripismo y soloeconomismo son los dos jinetes del apocalipsis que han permitido la propagación del coronavirus, refrendando políticas públicas que ha sido un agujero por el que el virus se ha ido extiendo
El solouvismo
Los que sostienen esta corriente de opinión no son responsables de la propagación del coronavirus, pero sí del agravamiento de las graves consecuencias económicas que traerá esta pandemia, al no refrendar medidas de política económica que puedan estabilizar la economía y evitar que una gran recesión se convierta en una depresión económica.
Los que creen que la crisis tendrá una recuperación en V, estiman que el nivel de PIB recuperará los niveles de febrero de 2020 en marzo de 2021 aproximadamente. Es decir, que la crisis económica será solamente una V.
Sin embargo no es el caso. El motivo por el que inicialmente los análisis económicos se posicionaban en el escenario de recuperación en V se debía a que, como explican en este enlace.
<<«Las recuperaciones en forma de V han sido mucho más comunes en la economía y las ganancias corporativas que en el los mercados en los últimos 50 años», señalan desde JP Morgan. Por eso fue el escenario más mencionado por los expertos al principio>>
Pero esta crisis no es como la del SARS o MERS, sino que implica un gran shock de oferta a nivel mundial (que dislocalará toda la cadena de suministros, modos de producción en empresas,etc), un gran shock de demanda (por la disminución de rentas y expectativas negativas), amenaza con generar crisis financieras a nivel internacional (países en vías de desarollo, euro en dificultades), además de posibles rebrotes del coronavirus.
El declive económico será mayor de lo inicialmente estimado en estos momentos (y las previsiones se han ido haciendo muy negativas), y creo que hará falta políticas extremas monetarias y fiscales para evitar una crisis mayor que la de 1929.
Recordemos que el mundo tiene hoy una bomba de deuda muy superior a lo que tenía EEUU en octubre de 1929. El crack bursatil degeneró en gran depresión porque la bolsa había crecido por una burbuja financiera que llevó a mucha gente de a pie a especular en bolsa a crédito. Si la crisis de 2008 fue una burbuja financiera en base a hipotecas, la de 1929 fue una burbuja financiera en base a cotizaciones de bolsa. Ambas crisis explotaron cuando el valor subyacente de esos títulos de deuda no pudieron seguir el ritmo de su precio financiero.
Ahora, la inmensa cantidad de deuda mundial puede enfrentar un problema similar, ya que el gigantesco shock de oferta y demanda que enfrentará el planeta hará que el edificio financiero esté muy sobrovalorado a niveles burbujeros no tanto por el crecimiento de la deuda y su precio, sino por la disminución de la capacidad de pago que traerá una gigantesca recesión como nunca se ha visto en la historia contemporánea.
La clave está en que las medidas fiscales y monetarias induzcan a que la evolución de la crisis se parezca mas a la 2008 (una gran recesión) que a la 1929 (una gran depresión).
Lo de 1929 pudo evitarse. El estallido de la burbuja bursatil no tuvo que haber producido una destrucción general del sistema y oferta monetaria, que llevó a una espiral descendente.
Las políticas fiscales y monetarias extremas que se están tomando en EE.UU. en estos momentos son contrarios al solouvismo. Mientras que las políticas económicas que se están aplicando actualmente en España y a nivel de la UE, como explicaba en un anterior artículo y un podcast, no tienen en cuenta la gravedad real, lo que causará un daño económico aún mayor, con riesgo de generar una depresión económica.
Solouvismo y soloeconomismo han agravado y están agravando las consecuencias económicas del coronavirus.
A modo de conclusión
Ante el marasmo de opiniones diversas que emergen respecto al asunto del coronavirus, conviene tener un marco mental que identifique las diferentes corrientes que se han ido formando.
Normalmente, por mera coherencia y evita caer en contradicciones, los soloeconomistas, sologripistas y solouvistas suelen emplear argumentos prestados unos de otros (en mayor o menor medida), ya que en el fondo se refuerzan entre sí. Hagan la prueba y se sorprenderán.