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En plena era de cambio tecnológico asistimos a una gran tormenta que parece sacudir los sistemas políticos de Occidente. Son dos fenómenos separados: nuestra industria tecnológica avanza a un ritmo desbocado, mientras que nuestro sector político vive tiempos también desbocados, aunque en un sentido muy distinto.

En este agitado contexto emergen nuevas figuras procedentes del mundo de la empresa que han acumulado un enorme poder gracias a compañías que van más allá de la mera acumulación de capital: han logrado inducir profundos cambios sociales, caso de Facebook, Starlink o Amazon.

Pero, ¿qué sucedería si los jefes de dichas compañías trataran de dar el salto a la política estadounidense?

Jeff Bezos. Fuente: U.S. Government

En esta serie de tres artículos exploraremos la trayectoria empresarial y la potencialidad política de los tres grandes gurúes de las tecnológicas estadounidenses, a saber, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Elon Musk, a fin de averiguar qué clase de perfil político representan y, sobre todo, que clase de amenazas y oportunidades suponen para Estados Unidos y Occidente.

¿Se rompería el equilibrio de poderes en Estados Unidos si estos magnates se apoderan del poder ejecutivo alcanzando la presidencia? ¿Usarían su posición para laminar a sus competidores? ¿Su mentalidad permitiría a Occidente recuperar la vanguardia tecnológica?

1. Jeff Bezos: de Amazon al Washington Post

Jeff Bezos, fundador y exdirector ejecutivo de Amazon, no solo es uno de los hombres más ricos del mundo, sino que su sola empresa ha introducido cambios económicos y sociales que han cambiado nuestro modo de vida y nuestras sociedades profundamente: las pequeñas tiendas de barrio cierran, los almacenes de Amazon abren, el dinero físico desaparece, el pago electrónico aumenta, y mientras, el inagotable poder de Bezos sigue en ascenso.

El magnate no solo cuenta con miles de millones de dólares, más importante aún, es el propietario de un tesoro inmenso de terabytes y terabytes de datos fiscales, datos de contacto, de preferencias personales y hasta de relaciones sociales. Múltiples empresas de todo el mundo e incluso instituciones como la Central Intelligence Agency (CIA) confían sus servidores a Amazon.

De hecho, el crecimiento de Amazon y sus tácticas de presión a gigantes editoriales como Hachette le granjearon un buen número de enemigos, así que el multimillonario reaccionó comprando el prestigioso y deficitario diario The Washington Post por un monto de 250 millones de dólares. Calderilla.

Bezos entendió el poder de la prensa y se propuso mantener la independencia editorial del periódico mientras impulsaba diversas medidas de innovación digital. Bajo su propiedad, The Washington Post adoptó técnicas periodísticas de vanguardia, incluidos informes basados en datos y formatos multimedia interactivos. La amplia cobertura del periódico en materia de política nacional e internacional, junto con el respaldo financiero de Bezos, han servido para renovar el prestigio del diario capitalino.

Pero aquello solo fue un paso más en el marco del desembarco de Bezos en Washington D.C. El magnate adquirió una de las mansiones más caras de la ciudad que estaba especialmente diseñada para atender acontecimientos sociales con los que permitir al magnate establecer nuevos vínculos con las élites washingtonianas y en particular con su sector político.

Basta recordar el documento titulado “Amazon.love” en el que Bezos instruía a la cúpula de su compañía y le explicaba por qué algunas empresas son amadas por sus clientes y otras no, como una forma de entender la manera en la que Amazon puede asegurarse el ser querida por su clientela.

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“Algunas grandes compañías desarrollan bases de ardientes fans, son adoradas por sus clientes e incluso se perciben como maravillosas", caso de Apple, Nike, Disney, Google, Whole Foods o UPS. En contraposición mencionó empresas no muy queridas por su clientela, caso de Walmart, Microsoft, Goldman Sachs y ExxonMobil.

Bezos añadía: “esas cuatro empresas no son percibidas como inventoras o pioneras, pese a que en esencia lo han sido. No basta con ser innovador, ese alma empresarial del “pionero” debe transmitirse, ser perceptible por el cliente.”

El empresario lo resumía explicando que hay que ser percibido como un “explorador”, como un “pionero”, pero no como un “conquistador”. Los exploradores gustan, los conquistadores, no.

Nos queda claro que el magnate de Amazon entiende la importancia del poder político y su obsesión por el cliente no es muy distinta de la obsesión de un político con su electorado. El magnate tiene el dinero, los contactos políticos del sector de la seguridad y empresariales, la mentalidad y el poder mediático necesario como para aspirar a la presidencia de Estados Unidos.

Jeff Bezos visitando la base de la Fuerza Aérea de Los Ángeles, San Pedro, California, 25 de octubre de 2017.

Todas las piezas están alineadas y solo necesitan que Jeff Bezos tome la decisión de presentarse a las elecciones de Estados Unidos en algún momento de las próximas décadas, y ciertamente, la candidatura del magnate excéntrico Donald Trump ya presenta un antecedente histórico en este sentido.

Desde un punto de vista operativo, los conocimientos, contactos, experiencia, medios económicos e innegable inteligencia permitirían a Jeff Bezos ejecutar una brillante campaña electoral que pivotaría entorno a su impresionante gestión de Amazon, su habilidad para integrar las tecnologías en la campaña electoral y la información que acumulan sus empresas para defenderse de sus adversarios, convencer a sus críticos y golpear a sus enemigos.

En definitiva, Jeff Bezos podría intentar ser presidente de los Estados Unidos, solo hace falta que él quiera.

¿Pero qué sucedería si un magnate de la tecnología alcanza el poder? ¿Podría su poder empresarial combinado con su poder ejecutivo amenazar con romper para siempre el equilibrio de poderes de la democracia estadounidense? ¿Y qué sucedería si su adversario es otro de los grandes gurúes de las tecnologías?

De entrada, Jeff Bezos podría instrumentalizar la competición entre China y Estados Unidos para golpear a su principal competidor, la empresa china Alí Baba, aunque a la vez el magnate podría ser vulnerable a las presiones de Pekín, ya que Amazon se nutre de los millones de productos que se exportan desde China, la fábrica del mundo.

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Una vez al mando del poder ejecutivo, Jeff Bezos también podría suprimir las investigaciones del Departamento de Comercio que persiguen a su compañía por efectuar prácticas anticompetitivas, podría facilitar la contratación de los servicios de servidores de Amazon para el sector de seguridad y desde luego podría jugar con la legislación laboral para reducir los costes de contratación de los trabajadores.

En un contexto normal sabemos que el poder ejecutivo, legislativo y judicial se contrapesarían entre sí, pero en este caso cabe añadir un cuarto poder que se alinearía con el ejecutivo y -potencialmente- con el legislativo ya en manos de Bezos: el poder info-económico.

Así es, con una fortuna inmensa y, sobre todo, un tesoro de información personal inabarcable, la capacidad de un hombre como Bezos para saltar por encima de los juegos de equilibrios que hicieron grande a Estados Unidos sería notable.

Quizás los mayores contrapesos a Bezos serían las otras grandes tecnológicas, e incluso los otros grandes gurúes del país, a saber, Elon Musk y Mark Zuckerberg, pero eso lo analizaremos en la próxima entrega.

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