Nord Stream 2, Una trama de la estrategia geopolítica mundial
Por Patricio Da Rocha.
“Nord Stream 2” es el nombre que lleva el segundo gasoducto que discurre por el Mar Báltico desde Rusia hasta Alemania y desde allí hacia toda Europa. Este conducto podrá proveer de unos 55 mil millones de metros cúbicos de gas por año, que sumados al Nord Stream 1 (idéntico trayecto a Nord Stream 2), entregarían un total de 110 mil millones de metros cúbicos anuales. En la actualidad, el 40% del gas que importa Europa proviene desde Rusia a través de tres gasoductos. El mencionado Nord Stream 1, el Droujba que atraviesa Ucrania y el Yamal por Bielorrusia.

El gas del proveedor Gazprom (empresa estatal de gas ruso) tiene tres propiedades que le dan una superioridad competitiva frente al resto de los proveedores internacionales. Su gas natural es de calidad, es muy abundante, es barato y, sobre todo, llega por gasoductos. Esto último le da una ventaja logística considerable en el transporte del insumo ya que a diferencia del Gas Natural Líquido (GNL), no hace falta transportarlo en barcos gaseros con todas las complejidades de puertos, procesos de cambio de estado (gaseoso a líquido y viceversa), personal especializado, permisos y demás etcéteras que podamos imaginarnos. Podríamos decir que, siguiendo las normas del libre mercado el gas natural ruso casi no tendría competencia en la región, pero sí la tiene, y no de índole comercial sino de índole diplomática. Así que ha prestar atención y agarrarse de la silla porque la trama que existe detrás de este simple caño de gas es un auténtico manual de la lógica geoestratégica mundial.
El proyecto Nord Stream 2 estima un total de 1.200 kilómetros de tuberías. Esta obra se encuentra a punto de finalizar, faltando para terminarla unos 100 kilómetros. Pero las trabas no son ni burocráticas ni técnicas, sino políticas. Por esta razón es que este conflicto es tan volátil como el propio gas y está a punto de estallar. Es que, si hablamos de Rusia no podemos dejar de hablar de los Estados Unidos. El gigante americano considera a este proyecto como una amenaza a la soberanía alemana y europea, ya que ciertamente la conclusión de la obra generaría una dependencia energética que difícilmente pueda ser controlada por los países dependientes del gas natural.
Alemania, por ejemplo, importa desde Rusia más de la mitad del gas que consume. Incluso la perspectiva a mediano plazo es que vaya incrementando este consumo debido a que el país germano se encuentra en un proceso de desmantelamiento de sus centrales nucleares. Por esto, conseguir gas barato, abundante y de calidad será cada vez más importante para los proyectos alemanes y para la calidad de vida de sus habitantes. Algunas voces dicen que es ridículo pensar que tantos beneficios como los que ofrece Gazprom puedan ser perjudiciales, pero lo cierto es que hay un antecedente que nos deja mucho para reflexionar.
Ucrania, en el año 2006, fue acusada por el Kremlin de quedarse con parte del gas que tenía como destino Europa, y a su vez Kiev denunciaba que fue Rusia quien redujo la cuota del suministro correspondiente al viejo continente. Estas acusaciones cruzadas terminaron en una drástica decisión tomada por parte del presidente ruso Vladimir Putin, quien ordenó el corte total del gas que circulaba por el Droujba, dejando a Ucrania a merced de las inclemencias del frío de esa región. Por consiguiente, reduciendo considerablemente el suministro con destino europeo.

En 2009 surgió similar crisis entre ambos países, también con acusaciones cruzadas. A día de hoy, la situación de tensión entre ambos países a llegado a tal punto que Taras Bitkowskyj, desde el Consejo de Administración de Ukrtransgaz (compañía de gas estatal ucraniana), dice que su país se ve obligado a implementar el sistema de flujo inverso, es decir, reimportar el gas desde Europa que ellos envían a Eslovaquia porque les sale más barato, aunque el gas tenga que ir y volver, por los tan elevados precios que les exigen desde Rusia. De una manera u otra, sin reparar en quién tiene la razón o lo que es o no justo, sin lugar a dudas, el que tiene y de manera literal el poder de abrir o cerrar el grifo es Rusia. “Ustedes tienen el frío, yo tengo el gas. Veremos quién aguanta más”, podría ser un potencial diálogo en una negociación ruso-europea en cualquier momento.
El mayor impulsor del Nord Stream 2 en Europa fue el entonces canciller alemán Gerhard Schröder que, pese a todas las críticas y advertencias, tanto de políticos como de ambientalistas y economistas, decidió siempre apoyar a Putin en este proyecto a capa y espada sin reparar en las suspicacias que esto alentaba. Incluso el principal opositor del gobierno “putiniano”, Alexei Navalny, quien el año pasado sufrió un intento de asesinato siendo envenenado con el agente nervioso novichok y salvado de milagro en un hospital alemán, dijo de Schröder que “es el chico de los mandados” -de Putin-. Hoy en día, Navalny se encuentra preso en Rusia condenado por fraude comercial y blanqueo de capitales, aunque el Tribunal de Derechos Humanos Europeo dictaminó que la condena fue “arbitraria y manifiestamente injusta”, lo que ha alzado a cientos de activistas y políticos de toda Europa, pero sobre todo de Alemania exigiendo que la actual Canciller Alemana, Angela Merkel, detenga el proyecto germano-ruso.
El caso Navalny ha alcanzado tal grado de escándalo que la revista alemana “Der Spiegel”, una de las más influyentes de ese país, consideró que de seguirse construyendo el gasoducto en estas condiciones sería “la mayor vergüenza en política exterior de Alemania”. Todo esto parecía que quedaría en meras especulaciones hasta que Vladimir Putin decidió tomar la tan polémica decisión de designar como Presidente del Consejo de Vigilancia de Nord Stream 2 AG, a nada más y nada menos, que al mismísimo Gerhard Schröder a tan sólo un mes de haber dejado su cargo como Canciller de Alemania.
Por todas estas razones y algunas otras, podríamos darles la razón a todos aquellos detractores que existen en Europa, Alemania e incluso EE.UU. La potencia norteamericana ha hecho y sigue haciendo lo imposible para detener este proyecto. Rex Tillerson (ex Secretario de Estado de EE.UU.) dijo a comienzo del 2018 en su visita a Varsovia: "Al igual que Polonia, estamos en contra de Nord Stream 2. El gasoducto socava la seguridad y la estabilidad de Europa y le brinda a Rusia otro medio para politizar el abastecimiento de energía".

Por su parte, en el 2020, el siempre polémico Mike Pompeo (ex Secretario de Estado de EE.UU.) dijo: "las inversiones u otras actividades relacionadas con el gasoducto ruso pueden ser objeto de sanciones por nuestra parte. Es una clara advertencia a las empresas que apoyan el proyecto ruso. Salgan ahora o afronten las consecuencias". Amenazas que ya se han concretado.
Pero sigamos avanzando. ¿Es genuina la preocupación de Norteamérica por el futuro de los europeos o es que hay algo más? Bueno, siempre hay algo más. Estados Unidos, debido al “fracking” (técnica de extracción de recursos muy cuestionada por los ambientalistas) tiene una cantidad de gas exorbitante que necesita vender. De hecho, Europa le compra ingentes cantidades del tan caro GNL a un precio poco conveniente y, tal vez sea esta una de las principales razones por las que el país anglófono se muestra tan inquieto. Sin ir más lejos, el bloqueo económico ejercido sobre Irán también le trajo grandes beneficios a EE.UU. ya que, entre otras cosas, los iraníes debido a las restricciones sufridas dejaron de poder exportar su GNL a Europa por mucho tiempo.
A su vez, las leyes de la UE exigen que en este tipo de proyectos como el de Nord Stream, exista una heterogénea participación de empresas. De esta manera se combate el monopolio de recursos estratégicos. Es que, según estas leyes el que construye la infraestructura no puede ser el mismo que provea del gas. Con lo cual, Putin ha optado por incluir a empresas europeas en la construcción de los gasoductos. Una jugada que le trajo beneficios al mandatario ruso. Ahora son estas mismas empresas europeas las que ejercen presión en su propio continente para la finalización del proyecto. Pero esto no termina aquí. Tanto EE.UU. como la UE proyectaron su propio gasoducto, el Nabucco. El cual iría desde Europa del Este hasta Asia Central, pero hoy en día no han podido concretarlo. Mientras tanto Rusia avanza a paso firme.
El Kremlin ha puesto a toda máquina su servicio diplomático llegando a cerrar grandes acuerdos con países que en otros tiempos hubieran sido impensables, como puede ser con Turquía. En 2020 Rusia y Turquía inauguraron el Turk Stream, el gasoducto ruso cruza el Mar Negro y se conecta a la terminal de recepción ubicada en la ciudad turca de Kiyikoy. Hay que tener en cuenta que Turquía no cuenta con recursos energéticos propios y es por esto que accede con sumo gusto a las propuestas que le acercan a ser el conector de energía hacia Europa. Con esto logra posicionarse estratégicamente ante Rusia y ante los países que reciben el suministro y, a su vez, asegurarse grandes cantidades para sí mismo. Los países europeos han decidido optar por una política de diversificación de importación de gas, pero detrás de cada conducto que llega al continente, de manera directa o indirecta, se encuentra la gran potencia del Este.

Alguno podría pensar que hemos llegado al final de la trama, pero no, el año pasado hubo un conflicto bélico muy resonado, el de Nagorno Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán. Históricamente Armenia es un gran aliado de Rusia, entre otras cosas, por su total entrega y colaboración con miles de almas de soldados para la defensa del salvaje sitio de los nazis a Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. Por esta razón, Armenia confiaba en que los rusos decidirían apoyarlos en la disputa contra los azeríes. Incluso durante el siglo XX, ya había recibido el total apoyo ruso con recursos y armas para su guerra contra Azerbaiyán,
Sin embargo, Putin tenía otros planes.
El régimen del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, le ofrece otro gasoducto por el cual llegar hasta los europeos. El camino por tierra más directo desde Rusia hacia el gasoducto ubicado en Turquía sería Armenia, pero estos países son enemigos, con lo cual no sería posible hacer una conexión entre ambos. Otra alternativa directa sería Georgia, pero este país es enemigo de Rusia, así que la propuesta azerí resulta muy interesante para el Kremlin ya que le ofrecen un nuevo gasoducto construido por una empresa diferente al proveedor, financiado con recursos procedentes de otras arcas y que, a través de su territorio, le permite a Rusia interconectar a Irán (país aliado y limítrofe de Rusia) con Turquía y este último nuevamente hacia los países de la UE.
Es importante saber que también Azerbaiyán tiene mucho gas para vender, pero su capacidad de abastecer se vería muy sobre pasada por la demanda europea, por esto es por lo que los azeríes buscan la alianza estratégica con los rusos y viceversa. Ambos ganan, ya que toda la demanda que Azerbaiyán no pueda cubrir será cubierta por el gas de Gazprom, cerrando así un círculo perfecto dentro del entramado de las complejas tuberías subterráneas de la diplomacia internacional. De esta manera los rusos, además de lograr evitar a Ucrania como país de tránsito de su gas, estarían cumpliendo con todas las demandas impuestas: diversifican el ingreso de energía al continente europeo, independizan la construcción de la infraestructura del proveedor y entregan un producto con todos los beneficios ya mencionados.
Ahora bien, es conocida la potencia y la capacidad de la Cancillería de Estados Unidos. Sería ingenuo creer que está todo dicho, aunque parezca inminente un triunfo rotundo de Rusia en esta batalla de intereses. Los diplomáticos estadounidenses no son de ninguna manera unos improvisados, así que no me cabe duda de que sólo queda esperar la respuesta de la gestión que el flamante presidente Joe Biden diseñe en estos días.

Reflexión
Habiendo hecho un sucinto repaso sobre esta telaraña tan compleja podemos darnos cuenta de que los asuntos internacionales son de una sofisticación política que incluso a los más preparados en la materia por momentos nos abruma. Ciertamente el trabajo geoestratégico que el Kremlin ha venido elaborando a lo largo de estos años es extraordinario, una verdadera obra de arte. Es por esto que al frente de las cancillerías deben estar los cuadros políticos más sofisticados de cada nación. Dejar estos cargos a políticos improvisados por cuestiones de la baja política, es correr un riesgo inaceptable para cualquier país con ambiciones de progreso, y es dar una ventaja que cuesta caro, sobre todo, para los países que no tienen una posición global dominante. Incluso una alternancia permanente es negativa en este aspecto, es más, los países deberían tender a ser conservadores en este sentido, intentando mantener en sus cargos a los diplomáticos y cancilleres por muchos años.
Todo este entramado de alto voltaje estratégico es solo un tema y un aspecto a tener en cuenta en la región y, a su vez, toda esta novela está atravesada por otras que no hemos tratado en este artículo. De tan sólo pensar en tanta complejidad, nos hace imaginarnos que la estrategia geopolítica no es un juego que cualquier político pueda jugar.
Referencias
Diario, El País.
Agencia de noticias, Deutsche Welle.
Agencia de noticias, Frances24.
Agencia de noticias, La Vanguardia.
Agencia de noticias, RTVE.
Agencia de noticias, ABC.
Agencia de noticias, Euronews.
Canal de YouTube: “Cosas Militares”.
Canal de YouTube: “VisualPolitik”.
www.worldenergytrade.com
Sitio oficial de Naftogaz (empresa de gas estatal ucraniano).
Sitio oficial de Gazprom (empres de gas estatal ruso).
Diario, Infobae.
Agencia de noticias, Sputnik.