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Por Sahel Intel.

Con la Caída de Gadafi en 2011, propiciada por la OTAN, Reino Unido, EE. UU., Francia e Italia, entre otros, se consiguió destruir totalmente a Libia porque no solo se acabó con su «cabeza» sino con toda la administración del país.

Cualquier político sabe que, si se desea una transición favorable de un gobierno, se puede prescindir del presidente, pero no del aparato administrativo y ejecutivo, ya que un paso así se debe hacer paulatinamente, cambiando a los responsables de los puestos claves y erradicando la corrupción y otros males.

Por si esta decisión no fue suficiente, cuatro años más tarde, la Unión Europea (U.E.) junto a las Naciones Unidas y coordinado por la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) forzaron la creación de un “Gobierno de Acuerdo Nacional” (GNA) sin contar con la parte más importante, los libios.

Puede ser que hubiese buena fe en la creación del GNA, pero si es el caso, ha sido mal ejecutado debido a que sus actores pertenecen en gran medida a la organización “Hermanos Musulmanes” financiada por Qatar y que han perseguido utilizar los recursos libios para su beneficio.

Desde el año 2015, la U.E. y Naciones Unidas han dispuesto de tiempo suficiente para darse cuenta de su gran error pero lo cierto es que no han buscado ninguna solución, dejando frente a las costas europeas un país en manos de grupos asociables al terrorismo, permitiendo además que se alimenten de los recursos de Libia.

Mientras tanto Egipto o Emiratos Árabes Unidos, en plena competición con Qatar y Turquía han intervenido en Libia…

A partir de mediados de 2019, Erdogan, a la vista del desmoronamiento de sus planes en esta parte de África en lugar de retirarse, pasó a la ofensiva, lo que ha obligado a la UE a despertar de su letargo y organizar ciertas cumbres y reuniones para buscar la solución libia.

La U.E. desde la caída de Gadafi en 2011, no ha hecho nada por Libia y además ha continuado con su desidia en 2015 consintiendo un gobierno poco fiable. Tampoco hay voluntad política de intervenir.

Además continuaba una cadena de despropósitos como no invitar a las partes afectadas a la Cumbre de Berlín (lo hizo en el último minuto) o no hacerlo tampoco con los países vecinos de Libia, que son parte necesaria para llegar a una solución.

Mientras tanto las Naciones Unidas habían establecido un embargo de armas al país, qué no se hizo respetar, con la connivencia de la U.E. De esta forma Bruselas perdía la legitimidad y credibilidad y Alemania en este caso al organizar la cumbre, quedaba en evidencia. 

Por el momento la principal iniciativa de la UE ha sido resucitar la operación naval Sophia en el Mediterráneo. Creada en 2015 y con dudosos resultados, ahora quieren dedicarla a hacer respetar el embargo de armas a Libia cuando se ha consentido o mirado hacia otro lado durante todos estos años.

Después del fracaso de la Cumbre de Berlín, al menos se han escuchado unas palabras sinceras en medio de esta neblina y han sido del Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la U.E., Borrell, que ha dicho:

«El problema es que no hemos estado unidos sobre Libia. Reconozcamos la verdad. Nosotros los europeos hemos tenido diferentes posiciones respecto a Libia y ahora quizá estamos pagando el precio por no haber sido capaces de presentar un enfoque político compartido por todos los Estados miembros”. A esta postura de autocrítica se van adhiriendo poco a poco más políticos europeos que reconocen que iniciar este conflicto fue un error, como lo es no ser capaces de solucionarlo.

Este intervalo ha servido para que Turquía, o mejor dicho su presidente mueva sus cartas continuando con el envío de armas, combatientes, parte de ellos mercenarios, a Libia en la segunda mitad de enero de 2020, incluso posicionando dos fragatas frente a la costa de Libia  contra la resolución del Alto el Fuego de Moscú del 12-I-2020 y Berlín desafiando a Libia y la U.E.

Erdogan como siempre juega con un as en la manga y si se atreve a hacer este tipo de movimientos es porque conoce la falta de unión en Europa en cuanto a estas decisiones y sin olvidar que este conflicto no tiene como fin el bienestar de los libios sino acaparar sus reservas de hidrocarburos del país.

Sea como fuere, la U.E. se enfrenta a demostrar su fortaleza contra Turquía que no deja de avasallar a los países del Mediterráneo tanto de la U.E. como del Magreb.

El no querer enfrentarse abiertamente al presidente turco Erdogan está permitiendo que este se expanda en el Mediterráneo de donde no se querrá retirar  igual que está haciendo en el norte de Siria si no es a base de concesiones.

Mientras tanto si no reacciona la U.E. estará permitiendo que Libia se llene de milicias de Siria, algo que ya ha confirmado Macron o Serguéi Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia «Un gran número de militantes en Idlib están yendo a Libia en violación de las resoluciones de la ONU.»

Al respecto de Libia, el Ministro de Asuntos Exteriores de Argelia también ha mostrado su opinión de una forma muy diplomática y culpando a occidente indicando: «No queremos ninguna interferencia extranjera en los asuntos de Libia, porque fueron las intervenciones extranjeras las que complicaron la crisis en Libia. «

Si la UE no toma cartas en el asunto, finalmente será Rusia, junto a UAE, Jordania y Egipto, los que tengan que frenar a Erdogan.  Esto posicionaría a Rusia en el lado sur del Mediterráneo algo que no desea la U.E. que, por no alzar la voz, finalmente tendrá que gritar.

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