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La sociedad internacional es un gran lugar de encuentro de todo tipo de actores de la escena internacional. En los análisis internacionales, nos solemos centrar en las grandes potencias y variables que pueden configurar el orden geopolítico del mañana, pero pocas veces nos detenemos en aquellos puntos del planeta que presentan singularidades que les hacen especiales pese a no jugar un papel trascendental a escala global. En este artículo, hablaremos de Papúa Nueva Guinea, un Estado que hace honor al calificativo de diferente.

En verde Papúa Nueva Guinea. Fuente: Cruickshanks

La capital de este Estado oceánico situado en la parte oriental de la isla de Papúa es Port Moresby, conocida tristemente por ser una de las ciudades con mayor tasa de criminalidad del mundo. El país es rico en materias primas minerales, por lo que cuenta con una actividad de explotación minera considerable, la cual está en su gran mayoría bajo control de capital australiano, vecino inminente y antiguo colonizador del territorio.

La población vive de manera muy desigual y en su gran mayoría bajo el umbral de la pobreza. Históricamente, Papúa Nueva Guinea ha sido dominada por multitud de potencias. La isla ha pasado por el control de tres Estados distintos, los cuales fueron Alemania, Reino Unido y por último Australia. Debido a estos lazos coloniales, en la actualidad forman parte de la Commonwealth y por lo tanto la Jefatura del Estado la ostenta Carlos III.

Su pasado colonial no es lo único diverso en Papúa Nueva Guinea, ya que nos encontramos ante uno de los países más diversos étnicamente hablando del mundo. Se estima que hay más de 80 lenguas y dialectos diferenciados a lo largo de sus casi 9 millones de habitantes, lo que ha dificultado la unificación política y cultural del Estado.

Y es que la geografía no ayuda a ello. La nación se encuentra constituida principalmente por selva y montañas que dificultan el establecimiento de infraestructuras de comunicación eficientes así como de núcleos urbanos destacados, a lo que hay que unir la densa región de archipiélagos situada al noreste de la isla principal y donde se acumula gran parte de la población. Papúa Nueva Guinea es un misterio incluso hoy en día para diferentes disciplinas científicas.

Bebé canguro de árbol en el hombro de la esposa de un jefe tribal en Papúa Nueva Guinea. Fuente: panvorax

La población indígena sigue siendo muy numerosa en la isla. Esta suele vivir al margen de la sociedad y bajo sus propias sociedades y ritos culturales, lo que hace que tengamos que diferenciar entre la población censada y la real.

Papúa Nueva Guinea es el único Estado oceánico con frontera física con otro país, en este caso con Indonesia. Esta frontera es una de las que vulgarmente se denomina que están hechas con “escuadra y cartabón”, ya que prácticamente en su totalidad es una línea recta que parte la isla por la mitad. Podría parecer que no es un punto caliente en cuanto a la seguridad se refiere, pero en realidad es la zona más conflictiva de todo el Estado con diferencia.

La descolonización de la parte occidental de la isla por parte de los neerlandeses en 1963 trajo consigo el nacimiento de movimientos políticos de autodeterminación, de anexión a la parte oriental e incluso de proclamación de un califato. La dura represión de Indonesia unida a la imposición política de la anexión de esa región al Estado insular, provocó una perpetuación en el tiempo de la problemática y, por lo tanto, una extensión del conflicto hasta nuestros días.

Tanto Laskar Yihad como el Movimiento Papúa Libre han perpetrado atentados a ambos lados de la frontera, lo que ha resultado en casi 100.000 desplazados y otros 100.000 muertos.

Mapa político de la isla de Nueva Guinea desde 1884-1919. Fuente: cartol

Desde Kuala Lumpur y Port Moresby se ha intensificado la cooperación militar poco a poco en estos 50 años con el objetivo de erradicar la inestabilidad que este conflicto presenta, pero la solución parece estar todavía demasiado lejos. Papúa Nueva Guinea no es un Estado en el cual la totalidad del territorio es dirigido desde la capital.

Una rara avis política se erige en la parte archipelágica del país, la región autónoma de Bougainville. Esta región se independizó 15 días antes de la propia independencia de Papúa Nueva Guinea y adoptó el nombre de Islas Salomón del Norte. La constitución de Papúa Nueva Guinea como un Estado federal facilitó la integración de este territorio y la disolución de la autoproclamada región, sin embargo, ello no significó el final de la aventura secesionista.

En 1990, el descontento generalizado hacia las políticas de explotación minera impuestas desde Port Moresby provocó un nuevo levantamiento. Esta sublevación fue duramente contestada por el ejército, lo que inició un conflicto que se prolongó hasta el año 2000.

La firma de un acuerdo entre las partes estipulaba la creación de la región autónoma y la celebración de un referéndum de autodeterminación, el cual se celebró en 2019. El resultado fue de un 98% a favor de la independencia. Este resultado deberá ser discutido por el parlamento nacional y se estima que para el año 2027 podría nacer el nuevo Estado.

Mina en el suroeste de Papúa Nueva Guinea. Fuente: Ok Tedi Mine CMCA Review

Como último apunte, cabe destacar que Papúa Nueva Guinea es una importante pieza de la geopolítica exterior australiana, hecho por el cual China ha empezado a interesarse por las acciones sucedidas en este curioso lugar. El mundo es un lugar sorprendente y Papúa Nueva Guinea es un ejemplo de cómo un pequeño Estado puede diferenciarse radicalmente del resto y jugar su propio papel en la sociedad internacional.

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