Medio de comunicación independiente

Por Diego Duarte Valdivia.

¿Cuántas veces hemos sentido que existe una confabulación en contra de nosotros? ¿Qué todo está arreglado? ¿Qué la sociedad es dirigida por fuerzas que no conocemos? ¿Cuántas veces hemos desconfiado de lo que nos han enseñado?

La desconfianza es intrínseca al ser humano, inclusive, es un motor que impulsa avances en nuestra especie. La ciencia, sin ir más lejos, comienza con las inquietudes de un científico en querer explicar porque ocurre un evento o corroborar las razones que otro científico dio.

Una mujer sostiene una pancarta durante una protesta contra las inversiones en infraestructura 5G (el estándar tecnológico de quinta generación para redes celulares) en la Estación Central de Bruselas, Bélgica, el 4 de julio de 2020. Agencia Dursun Aydemir / Anadolu a través de Getty Images

La desconfianza es buena, siempre y cuando el sentimiento acabe cuando sean corroborados los datos que expliquen el evento que queremos entender. Pero ¿Qué ocurre cuando las explicaciones no bastan? ¿Cuándo ante las irrefutables evidencias se persevera en nuestra opinión personal?

Por supuesto nuestra opinión o percepción de la realidad no basta para poder explicar los eventos que observamos, por lo tanto, nuestra opinión debe estar respaldada por algún tipo de dato o fuente bibliográfica que de algo de credibilidad a nuestras creencias. Si la idea es presentar algún tipo de insumo que pueda oxigenar nuestros argumentos o posturas ¿Realmente importa si esta es verosímil? O incluso ¿Si tiene algo de sentido?

Es aquí, damas y caballeros, que comienzan las teorías conspirativas. Una mezcla de fantasías y paranoia que, muchas veces, sirven para dar una explicación alternativa a los eventos que observamos y vivimos.

Como veremos a continuación, la pandemia del COVID-19 fue un terreno especialmente fértil para que muchas teorías conspirativas surgieran e intentaran explicar cosas que para muchos eran inexplicables.

Algunos ejemplos de conspiraciones (y algunos casos que fueron verdad)

Las conspiraciones han marcado la cultura popular, grandes eventos en la historia de la humanidad han estado acompañados por teorías conspirativas (en muchos casos absurdas) que intentaban explicar fenómenos extraordinarios. Lamentablemente las verdaderas explicaciones no son tan espectaculares.

Algunos ejemplos son:

· El VIH fue un invento creado en un laboratorio.

· La peste fue creada por los judíos.

· El atentado del 9/11 fue planificado por la Casa Blanca.

· El aterrizaje a la luna fue filmado en Hollywood.

· El gobierno estadounidense tiene contacto con extraterrestres.

· Extraterrestres se han infiltrado en la sociedad.

· Extraterrestres viven en el centro de la tierra.

· La tierra es plana.

Y un largo etc.…

Autor: Damon D'Amato 

Sin embargo, han existido ejemplos de teorías conspirativas que resultaron ser verdad. Un ejemplo fue que la primera dama gobernó Estados Unidos cuando el presidente Wilson sufrió un derrame cerebral durante el final de su presidencia. En efecto la primera dama, Edith Wilson, tomaba las decisiones ejecutivas y se empoderó del cargo de su marido mientras este se encontraba debilitado. A pesar de las circunstancias, el resto del gobierno sintió que lo mejor era mantener como un secreto lo que ocurría dentro de la Casa Blanca.

Otro ejemplo fue cuando se orquestó una batalla falsa para justificar la intervención militar estadounidense en Vietnam. Documentos de inteligencia desclasificados han revelado que el Maddox (el buque atacado por norvietnamitas) había prestado apoyo a los ataques de los vietnamitas del sur en una isla cercana y que los norvietnamitas respondían para defenderse, según el Instituto Naval de los Estados Unidos.

Otro caso fue el Experimento Tuskegee. Durante las décadas comprendidas entre los años 1932 a 1972, los servicios públicos de salud estadounidenses experimentaron la sífilis en 400 personas afroamericanas, en la ciudad de Tuskegee, estado de Alabama, con el objeto de estudiar la progresión natural de la enfermedad sin tratamientos. La mayoría de los pacientes seleccionados fueron pobres y analfabetos, a quienes jamás se les informó de su diagnóstico. Lo único que les dijeron las autoridades norteamericanas fue que ellos tenían "mala sangre".

Uno de los sucesos más controvertidos fue la Operación Paperclip. Esto ocurrió cuando la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin y la derrota del Tercer Reich era ya inevitable, la CIA trasladó hacia los Estados Unidos a más de 700 científicos nazis, especializados en cohetes, armas químicas y experimentación médica, sin que el Departamento de Estado lo supiera ni aprobara. Entre los expertos figuraron personalidades como Wernher Von Braun, creador del cohete V-2, padre del programa espacial estadounidense; Kurt Blome, médico especializado en armas biológicas, muchas de ellas probadas con prisioneros de Auschwitz; y Hubertus Strughold, un médico que estudió los efectos de las temperaturas extremadamente bajas en el cuerpo humano, experimentando con prisioneros del campo de concentración Dachau.

Las teorías conspirativas en tiempos de coronavirus

Una de las últimas teorías conspirativas es que el coronavirus es un invento de un laboratorio chino o que está provocado por las redes 5G, y que Bill Gates quiere introducir un chip en las vacunas para controlarnos. Como adelantábamos anteriormente, durante la pandemia del 2020 surgieron numerosas teorías conspirativas. A través de las redes sociales se propagaban videos, imágenes y textos que aseguraban las más increíbles teorías de lo que pudo haber ocurrido en Wuhan, que era el coronavirus y que se nos viene a futuro.

A pesar de lo que nuestros prejuicios puedan sugerirnos, las teorías conspirativas atraviesan clases sociales, genero, edad, nacionalidad, etc. En efecto, son transversales a toda la sociedad. Esta afirmación está respaldada por datos demográficos, de acuerdo al profesor Chris French, psicólogo de la Universidad Goldsmith, Londres.

Pero ¿Qué atrae a la gente a creer en teorías conspirativas? Existe toda una psicología que explica los motivos que tienen las personas en creer cosas sin sustento científico o racional.

Los académicos afirman que las personas somos muy buenos para reconocer patrones y uniformidades. Sin embargo, esta capacidad de unir y conectar eventos o información nos puede jugar malas pasadas, y terminamos generando conexiones donde no las hay[1].

Autor: Adam Waltz / ABC15 Arizona

Además, existe un estrecho vínculo entre estrés y credibilidad en las teorías conspirativas. Los académicos también señalan que cuando existe un sentimiento de pérdida en el control de la vida o se está muy expuesto a situaciones de angustia, uno se vuelve más propenso a creer en conspiraciones. Nos rehusamos a perder el control y simplemente es inconcebible no saber que ocurre, por lo que buscaremos y aceptaremos cualquier explicación que podamos encontrar.

Andreas Goreis y Martin Voracek, psicólogos de la Universidad de Viena, respaldan esta hipótesis del génesis de las teorías conspirativas. En un artículo publicado en Fronteras de la Psicología, aseguraban que es en tiempos de crisis cuando nacen las creencias en estas ideas, pero es el miedo y la ansiedad lo que alimenta la férrea defensa de las mismas[2].

Algunas personas incluso refuerzan su identidad social con las teorías de la conspiración a las que se adscriben, como en el caso de los neonazis y la creencia en una conspiración judía[3].

El masivo uso de Redes Sociales ayuda a la propagación de teorías conspirativas. Se calcula que entre el 20 y el 38 % de las noticias compartidas en las redes sociales son falsas.  Poder discernir si la información que estamos viendo en RRSS es falsa o no se vuelve complejo, ya que muchas veces esta información es presentada en un formato que parece creíble. Por ejemplo, la Inteligencia Artificial está cada vez más avanzada y es capaz de incluso alterar los vídeos y las voces para hacernos creer que lo que vemos es cierto cuando, en realidad, no lo es[4].

Autor: Marc Nozell

El problema de creer en teorías conspirativas es que muchas veces se pone en peligro la integridad del creyente o en las personas que lo rodean. De acuerdo con el American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, en agosto de 2020 a raíz de la desinformación (propiciada por teorías conspirativas) 800 personas murieron en todo el mundo, 5.876 fueron hospitalizadas y 60 desarrollaron ceguera total después de consumir metanol al creer que era la cura para el coronavirus[5].

¿Qué hacer si conoces a alguien que cree en teorías conspirativas?

Hay que considerar que para la persona que cree en teorías conspirativas, no son ridiculeces o alucinaciones, sino explicaciones lógicas o racionales de la realidad. Por lo que es fundamental mantener siempre el respeto por muy irrisorias que nos parezcan sus creencias.

Hay ciertos patrones que nos pueden ayudar a identificar el pensamiento paranoico como; las creencias contradictorias, el sentimiento de sospecha permanente, la convicción de que algo anda mal, inmunidad a la evidencia, etc[6].

Algunos consejos para hablar con alguien que cree en teorías conspirativas son; mantén la calma, no menospreciar a tu interlocutor, incentivar el pensamiento crítico, hacer preguntas y, lo más importante, a pesar de entregar evidencia irrefutable de lo obvio: no esperar resultados inmediatos[7].



[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-47214878

[2] https://www.businessinsider.es/gente-cree-teorias-conspiratorias-coronavirus-629023

[3] https://www.bloglenovo.es/por-que-atraen-tanto-teorias-de-la-conspiracion-de-ayer-hoy-y-siempre/

[4] https://www.buzzfeednews.com/article/craigsilverman/partisan-fb-pages-analysis#.lirDxwgaJ

[5] https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/noticias-falsas-y-conspiraciones-por-coronavirus-han-matado-a-cientos-de-personas-segun-cientificos/LU4TUI7V3FDI5LCGWNT3QMDEEA/

[6] https://interferencia.cl/articulos/la-plandemia-del-coronavirus-siete-formas-de-identificar-el-pensamiento-conspiranoico

[7] https://www.bbc.com/mundo/noticias-55412745

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