Francia vota, Europa en juego
El próximo día 24 se celebra la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Se tratan, con poco espacio para la duda, de las elecciones francesas con mayor impacto para la ciudadanía europea en las últimas décadas. A la par, van a ser las más reñidas.
Con dos agendas políticas casi opuestas y en un momento de inflexión histórico para Europa, los ciudadanos franceses también eligen el destino del contiene el domingo 24 de abril. Seguidamente se plantean los dos escenarios y sus consecuencias.

Victoria de Le Pen
A pesar de que los sondeos favorecen a Macron para ser reelegido, Le Pen tiene ante sus pies la mejor oportunidad de ganar hasta la fecha, y no sería la primera victoria anti-establsihmentque los sondeos fracasan sonadamente en prever. Si Le Pen gana, el viraje francés ultranacionalista se consolida. Las implicaciones son vastas.
En primer lugar, el discurso anti-OTAN que, para ser francos tiene presencia en ambos candidatos, alcanzaría en este caso su máxima expresión. A la candidata no le tiembla la voz: Francia saldrá de la Alianza Atlántica. En un momento histórico de máxima delicadeza, la salida de uno de los lideres de la Unión Europea de la OTAN amortiguaría o incluso revertiría la colosal derrota estratégica de Rusia en Europa del este.
Un cisma en el núcleo duro de Occidente en este momento rompería con la tendencia de unidad transatlántica ante la agresividad rusa. La OTAN sobreviviría, sí. Y Rusia no conseguirá por ello su objetivo último, es decir, la restructuración completa en términos de Moscú de la seguridad en Europa oriental. Pero transformaría uno de los miembros más poderosos de la alianza en un abierto simpatizante del Kremlin.
En un momento donde Alemania ni puede ni quiere ejercer liderazgo en Europa, Francia, la otra cabeza del continente, no solo miraría hacia otro lado, como hace Berlín, sino que podría complacer voluntades de Moscú. Europa continental se quedaría sin lideres naturales ante la amenaza rusa.

Si se consolida ese escenario, Europa volverá a una dependencia norteamericana en su seguridad solo comparable a los años cincuenta. Mientras, Gran Bretaña actuaría como de hecho ya está actuando, como la punta de lanza de europea en materia de seguridad y campeón de Washington en el Viejo Continente. Todo esto provocaría que los países de Europa del este busquen apoyo y socorro únicamente en los EEUU y Gran Bretaña, lo cual sería bien recibido por ambas potencias.
La consecuencia de la anterior dinámica expuesta es cristalina: Si ninguno de los dos lideres de la UE piensa mover un dedo para la defensa continental, el proyecto europeo pierde sentido. Europa del este no aceptará lecciones de democracia de dos países que están dispuestos a dejarlos morir por intereses domésticos. Si Francia y Alemania no pueden mostrar liderazgo en momentos de máxima necesidad, no tienen ningún derecho a liderar en absoluto. La UE con Le Pen está condenada.
Y no es algo que le moleste, más allá de las nefastas consecuencias tan favorables a los intereses de Moscú, Le Pen dejará morir la Unión renunciando a tomarla como actor de confianza. La Unión Europea se reducirá a un mercado común y una unión monetaria sin ambiciones políticas de ningún tipo. Europa Occidental y Oriental tomarán caminos divergentes. Una Europa más dividida es una Europa más frágil.
Si Le Pen gana, de nuevo los EEUU serán lo único que se interpondrá entre Rusia y Europa. Una victoria de Le Pen puede abrir la puerta a Putin para convertir su derrota estratégica en Ucrania en el principio de una victoria para las ambiciones políticas rusas a largo plazo: destruir los dos pilares de Occidente, la UE y la OTAN. ¿Por qué otra razón debería Moscú mostrar tanto interés en la victoria de Le Pen y otros candidatos de extrema derecha europea?
"Je ne veux pas que l'OTAN soit un moyen pour les États-Unis d'imposer aux Français ce qu'ils ne veulent pas." #BourdinDirect
— Marine Le Pen (@MLP_officiel) January 3, 2017
Victoria de Macron
Si los sondeos finalmente tienen razón y es Macron quien sale reelegido una vez más, Europa se salva. Ciertamente no es el más “otanista” de los presidentes franceses, pero tampoco el que menos. Cabe esperar que los acontecimientos en Ucrania lo hayan convencido de que quizás la OTAN no está tan muerta como él creía. Tras una victoria de Macron podemos esperar una cosa por seguro, una Francia lista para tomar las riendas del continente.
El liderazgo titubeante de Paris hasta la fecha, debido precisamente a estas elecciones, se termina. Si este liderazgo, previsiblemente hiperactivo, será exitoso o no es un tema menos claro. Si Macron tiene éxito, Europa del este tendrá un país continental en el cual confiar y complementar conjuntamente con los EEUU, a su vez, la UE saldría reforzada.
Finalmente, la Unión habría encontrado a un nuevo líder y éste estaría a la altura del momento. Europa del este vinculará irremediablemente, para bien o para mal, el liderazgo francés en la seguridad del contiene con el de la Unión. Y Berlín ya no es bienvenida más allá de Praga. O es Paris o no será nadie.
El riesgo con Macron es otro. El presidente francés en un arrebato de gaullismo podría pasarse de frenada y aprovechar la situación para reafirmarse como única potencia legítima para la defensa del contiene y para buscar activamente la salida de Washington de los asuntos europeos, asociándose fuera del paraguas norteamericano con otros países de la Unión para la defensa del continente y la famosa “autonomía estratégica”.

Francia lideraría el viraje hacia el poder duro de la UE. Sin embargo, los países de Europa del este, especialmente los que se sienten siguientes en la lista del Kremlin, como los países Bálticos y Polonia, no quieren saber nada de competiciones por hegemonías, quieren ayuda militar y toda la posible, y esto implica necesariamente priorizar al que más proporciona, esto es a los EEUU. Macron, si gana, tiene una oportunidad dorada, pero podría jugar mal sus cartas con un exceso de ego, que ya ha mostrado en otras ocasiones.
Europa quiere, espera y necesita una Francia que lidere. Alemania ya carece de cualquier legitimidad moral para el rol. Francia puede reforzar la Unión, liderarla hacia un momento histórico que requerirá de mayor asertividad y poder duro. Erigirse como la segunda potencia de la OTAN y el miembro de confianza para la seguridad europea o de lo contrario renunciar a todo.
Dejar a Europa huérfana y saltar del barco para gracia y gloria de los intereses de Moscú. El día 24 Francia elige si Europa tiene presidente o, por el contrario, una quinta columna en el epicentro del continente.