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Polonia ha sido el país de la UE que ha mostrado un apoyo más decidido por Ucrania. Desde Varsovia han apoyado militarmente a Kiev, han impulsado su proceso de adhesión y han utilizado su influencia para, por un lado, aumentar la presión sobre Rusia en forma de sanciones económicas y, por otro, para que los aliados europeos reforzaran su compromiso con Ucrania.

Sin embargo, esta relación ha estallado por los aires. A estas muestras de apoyo le han sucedido reproches y acusaciones mutuas, así como amenazas sobre acciones legales y el cese del apoyo militar desde Polonia. Varsovia y Kiev han pasado, en tan sólo unas pocas semanas, de tener una alianza que parecía inquebrantable a la hostilidad pública.

El problema del grano

Ucrania es uno de los mayores exportadores de grano del mundo, antes de la guerra aproximadamente el 10% de las exportaciones globales salían de Ucrania. La mayor parte de este grano viajaba a través del Mar Negro hacia los mercados internacionales, pero con el estallido de la guerra esa ruta se cerró.

Esto tuvo importantes consecuencias no sólo para la economía de Ucrania, a la que dejó en una posición muy complicada, sino también para aquellos países que dependían del grano ucraniano y podían enfrentarse a una crisis alimentaria.

La UE decidió intervenir para evitar consecuencias catastróficas y creó una serie de corredores solidarios terrestres por los que el grano ucraniano transitaría a través de Europa para poder llegar a su destino. El tiempo era un factor importante y los corredores debían ponerse en marcha lo más rápido posible, por lo que se eliminaron los controles para agilizar la operación. Es aquí donde comienzan a surgir los problemas.

A través de los corredores, el grano ucraniano comenzó a llegar masivamente al este de Europa, países como Polonia, Hungría o Bulgaria comenzaron a recibir grandes cantidades de grano que en muchos casos se quedaban en sus países por los problemas logísticos que generó la operación. De esta manera, comenzó a acumularse grano provocando una reducción brusca de los precios.

Producción agrícola de Ucrania. Fuente: Our World in Data

Ante esto los agricultores locales respondieron con movilizaciones y críticas al sistema de corredores que estaba reduciendo sus ganancias. Es aquí cuando los gobiernos deciden intervenir y países como Polonia, Hungría o Eslovaquia imponen unilateralmente un bloqueo contra el grano ucraniano.

La situación era seria pero rápidamente se llegó a un acuerdo, se retiraría el bloqueo a cambio de garantizar que el grano no se quedaría en esos países y simplemente transitaría por ellos hacia su destino como estaba previsto inicialmente.

Esto ocurrió hace seis meses. La situación se mantuvo estable gracias al acuerdo, sin embargo, la medida expiraba a mediados de septiembre y era potestad de la Unión Europea (única autoridad con competencia en ese campo) decidir si ampliarla o no. Desde Bruselas decidieron no ampliarla y estalló de nuevo el conflicto.

Polonia respondió rápidamente diciendo que no acataría la decisión europea e impondría su propio bloqueo a las importaciones ucranianas en un movimiento ilegal que vulnera el derecho de la Unión Europea. A Polonia se unieron Hungría y Eslovaquia.

A partir de aquí comienza un cruce de declaraciones y acusaciones mutuas entre Polonia y Ucrania, que desemboca en Kiev iniciando el proceso para denunciar a Polonia ante la Organización Mundial del Comercio. Polonia no se quedó de brazos cruzados y como respuesta anunció que dejaría de enviar armas a Kiev para centrarse en la modernización de su ejército.

Herramientas de campaña

El deterioro de las relaciones entre Polonia y Ucrania ha sido tan rápido que puede sorprender a aquellos que no estén tan familiarizados con la política polaca, pero lo cierto es que, analizando el contexto, no hay mucho espacio para la sorpresa. El próximo 15 de octubre se celebran elecciones en Polonia y el partido de gobierno, Libertad y Justicia (PiS), depende del voto rural para continuar en el poder.

En las últimas elecciones el PiS arrasó en las poblaciones rurales superando el 50% de votos de media y llegando a superar el 70% en algunos lugares. Esto le permitió compensar sus resultados en las ciudades, dónde el partido encuentra más competencia. Por el momento, la demoscopia indica que estas elecciones serán bastante más competitivas.

En 2019, el PiS aventajó en 16 puntos al principal partido de la oposición, según las encuestas actuales esa distancia se ha reducido a la mitad. Así las cosas, el papel del campo polaco en la cita electoral no ha hecho más que revalorizarse y el PiS no puede permitirse presentarse a unas elecciones con descontento en el mundo rural.

La disputa con Ucrania no es más que una performance de campaña para demostrar públicamente el compromiso del PiS con el campo y movilizar a ese electorado a pocas semanas de las elecciones. Esto no quita que el problema con el grano ucraniano sea muy real, muchos agricultores de Europa del Este han visto reducidos sus ingresos por la llegada del grano ucraniano y de hecho Polonia no es el único país que se queja de esta situación. Pero lo cierto es que podría resolverse con negociaciones y todo el proceso está acompañado de una teatralidad que no deja lugar a dudas sobre su papel en la campaña.

La situación no es nada nueva, es el modus operandi habitual del PiS que prioriza sus intereses partidistas por encima de todo. Polonia depende de los fondos de la Unión Europea para cuadrar sus cuentas (es el país que más fondos recibe) pero eso no ha evitado que el PiS se embarque en una lucha ideológica con la Unión Europea, que ha ordenado congelar los fondos a Varsovia con el coste para la población que eso tiene.

En este caso ocurre lo mismo, Polonia no tiene argumento legal para hacer lo que ha hecho y son conscientes de ello. Lo hacen porque no esperan alargar el asunto hasta el punto de que intervengan los tribunales, lo esperable es que el día 16 de octubre esté resuelto o muy cerca de resolverse.

Tras la guerra en Ucrania surgieron multitud de análisis acerca de cómo el poder de la UE se estaba desplazando hacia el Este gracias al aumento de la reputación de Polonia por su apoyo a Ucrania. Estos análisis estaban equivocados antes y están equivocados ahora. Partían de un desconocimiento profundo acerca de cómo funciona la UE y la irrelevancia estratégica en la que Polonia se ha encerrado a sí misma.

Más allá de la guerra, Varsovia no mantiene una posición relevante en prácticamente ningún debate de calado en la Unión Europea y allí dónde tiene un papel destacado es por su posición de bloqueo, como es el caso de la cuestión migratoria. El motivo de esta situación no es otro que la búsqueda constante del PiS por defender los intereses del PiS, como estamos viendo también en esta ocasión.

Por último, este escenario nos deja una advertencia sobre el futuro. La enorme capacidad agraria de Ucrania será un problema significativo si su proceso de adhesión avanza. Incorporar la producción agraria ucraniana a las estructuras actuales de la PAC será un reto mayúsculo que requerirá reformas significativas en la UE para las que será difícil encontrar consenso. El bloqueo polaco, aunque temporal y motivado por razones políticas, no es más que un preludio de los problemas que están por venir.

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