Rusia ha logrado una gran victoria diplomática y geopolítica con el fin de la guerra del Nagorno Karabaj, según las condiciones del acuerdo de alto el fuego firmado la noche del 9 de noviembre.

Aunque aún es pronto para hacer un análisis concluyente de los resultados del cese el fuego acordado, y que entró en vigor a las 00:00 del 10 de noviembre, lo que estaba siendo una gran victoria militar azerí y turca, terminó por ser un gran logro de la diplomacia rusa para anular los logros políticos que Turquía esperaba alcanzar al apoyar la ofensiva militar azerí contra Armenia y Artsaj.

Una guerra en el Nagorno Karabaj era vista desde Turquía como una oportunidad para incrementar de manera decisiva su influencia en Azerbaiyán y el Cáucaso, creando una cuña en un espacio que geopolíticamente estaba dominado por Rusia y, en menor medida, Irán; y de ese modo implementar su política de panturquismo desde Azerbaiyán hasta las repúblicas túrquicas del centro de Asia.

Por ese motivo, el objetivo prioritario de Rusia estos años, fue el evitar el estallido de una guerra ofensiva por parte de Azerbaiyán, intentando persuadir a Armenia que devolviese las provincias azeríes que rodeaban el Alto Karabaj.

El propio Putin ha explicado hace unas horas en una entrevista, la posición de Rusia de que Armenia devolviese esas provincias en un plan en dos fases, en las que se devolverían primero las cinco provincias limítrofes con Azerbaiyán, y en la segunda fase las dos provincias que hacen de corredor entre el Nagorno Karabaj y Armenia.

El mismo Lavrov (ministro de exteriores ruso) expuso hace unos meses la existencia de ese plan y que el anterior liderazgo armenio había estado a favor de dicho plan. Como expliqué en un anterior artículo, el liderazgo armenio de después de 2018 se fue apartando de dicho marco, empeñándose en una suerte de plan propio que pasaba por la independencia de Artsaj, y una política militar que iba a resistirse la entrega de las provincias azeríes tomadas en la guerra que finalizó en 1994.

La postura de Armenia alienó al gobierno ruso, ya que sabían que por la manifiesta superioridad militar de Azerbaiyán y por los vínculos azeríes con Turquía, la actitud armenia sería aprovechada para que los turcos alentasen una guerra en el Cáucaso que apartase a Azerbaiyán de Rusia.

Turquía aquí jugaba con ventaja. Rusia debía guardar un delicado equilibrio entre Armenia y Azerbaiyán sin tomar partido por ninguno de los dos países, mientras que Turquía podía usar esa equidistancia rusa para posicionarse plenamente del lado azerí, alentando una guerra como solución al fracaso diplomático ruso para resolver el conflicto del Karabaj.

Este juego de intereses y oportunidades, explica la frialdad rusa frente a Armenia durante la guerra. Putin, en la entrevista antes señalada, además explica que según el derecho internacional Azerbaiyán tenía razón en lanzar una guerra para recuperar territorios que toda la comunidad internacional reconoce como azeríes.

Dado el fuerte desequilibrio de fuerzas entre Armenia y Azerbaiyán, como expliqué en este artículo, la diplomacia rusa daba por hecho que, de no entregarse los territorios a Azerbaiyán podría estallar una guerra que llevaría a Turquía (e indirectamente a la OTAN) a un país de la antigua URSS.

Putin también explica que durante el 9 y 10 de octubre, propuso un plan de paz que implicaría que Armenia devolviese las siete regiones a Azerbaiyán, y que los refugiados azeríes que tuvieron que abandonar la ciudad de Shuha (en el Nagorno Karabaj) podrían regresar. Por lo tanto, debe quedar claro al lector que la posición rusa era, en lo más esencial, proazerí.

El plan fue rechazado por el primer ministro armenio Pashinyan. La guerra continuó y Shusha incluso fue tomada por el ejército azerí, por lo que el alto el fuego del 9 de noviembre es mucho más desventajoso para Armenia que los planes de paz que Rusia estuvo favoreciendo durante años.

Aunque pudiese parecer que Turquía ha ganado posiciones en Azerbaiyán y el Cáucaso, para implementar su objetivos panturquistas y de geopolítica de la energía; el modo en que acabó la guerra implica que, por el momento, dichos planes quedan congelados y la gran victoria turca queda en un anticlímax.

El alto el fuego del 9 de noviembre despliega una fuerza de paz rusa de unos 2000 efectivos. Además, según las imágenes que se han podido ver estos días, parece que no solo se despliegan fuerzas de paz de la 15ª Brigada Independiente, sino que también se despliega fuerzas de choque con carros de combate, vehículos de combate de infantería y lanzacohetes de artillería, de la vecina Base 102 rusa en Armenia.

Bandera de la 15ª Brigada Independiente (especializada en misiones de paz)

La infantería de choque de la Base 102 vista estos días, es un recordatorio de que Rusia, en caso de crisis, podría desplegar rápidamente fuerza de combate (reforzando el mantenimiento de la paz) en el Karabaj. En este contexto, destacar que el acuerdo de alto el fuego y los memorandos acordados entre rusos y turcos estos días, no permite que Turquía despliegue fuerza militar en el Karabaj (aunque sí una pequeña fuerza de vigilancia remota estacionada en Azerbaiyán).

El paseíllo visto de las tropas de la Base 102, evidentemente, es un mensaje a Turquía y a Azerbaiyán para que no traten de aprovechar su victoriosa guerra como excusa para desplegar tropas turcas.

Carro de combate ruso desplegado en el Nagorno Karabaj hace unos días, en el que se aprecia la insignia de la Base 102

El acuerdo de alto el fuego posiciona un contingente militar ruso que, en caso de crisis, y si así lo dictase el interés nacional de Rusia, sirviera para inclinar la balanza del lado armenio. Es decir, el modo en que acabó la guerra ha logrado que Rusia se posicione como el poder militar predominante en el conflicto. Recordemos que antes del cese el fuego, el poder militar predominante era el turco-azerí.

Además, Putin expone en la entrevista que el acuerdo de cese el fuego lo gestionó él personalmente mediante múltiples llamadas telefónicas con Pashinyan y el presidente azerí (Aliyev). Es decir, un acuerdo totalmente al margen del Turquía, lo que explica que fuera tan beneficioso para el interés nacional ruso.

El cese el fuego también fue acordado totalmente al margen de la OSCE y el Grupo de Minsk (que copresiden Rusia, Francia y Estados Unidos). No obstante, ahora se abre a la OSCE dicho cese el fuego. De ese modo, Rusia conseguiría que los Estados Unidos y Francia se pongan de su lado para frenar a Turquía.

Rusia también consigue mantener la influencia sobre Azerbaiyán. Al ser ahora Rusia la potencia militar predominante en el conflicto, el principal asunto de la política exterior azerí (el Nagorno Karabaj) pasa por Moscú (que ahora tendrá una enorme palanca para negociar cualquier otro asunto).

Como colofón, en Armenia, Rusia no solo conserva su influencia sino que la incrementa. La gran derrota militar sufrida y la percepción de la gran superioridad militar azerí, hace a Armenia mucho más dependiente de Rusia. Para colmo, Pashinyan (que era visto con recelo por la élite rusa por sus críticas a Rusia durante la revolución de 2018), ha quedado sumamente debilitado y podría perder el poder o formar un gobierno de concentración nacional, que incluya figuras más aceptables por Moscú.

En conclusión, las hábiles maniobras diplomáticas de Putin y Rusia han logrado impedir que el resultado final de la guerra se convierta en una gran victoria geopolítica turca.

Es cierto que el acuerdo de cese el fuego, no impide que Turquía gane influencia en Azerbaiyán, algo que es visto muy negativamente desde Irán; pero Rusia ha evitado lo peor y ha reforzado su posición militar en el conflicto del Karabaj y el Cáucaso sur.

Aunque la solución óptima para Rusia hubiera sido un acuerdo pacífico que hubiese impedido a Turquía ganar un ápice de influencia, dado que los rusos no podían controlar lo que pasaba en Ereván (capital de Armenia) y que se terminaría desencadenando una guerra, lo acordado la noche del 9 de noviembre para cesar las hostilidades es un enorme victoria diplomática rusa.

Es decir: Rusia ha ganado la paz, mientras Azerbaiyán ha ganado la guerra. Al menos por el momento.

Ahora lo que queda es observar si la instauración del acuerdo se hace más o menos según lo pactado, o si Turquía intenta algún tipo de movimiento que genere una crisis militar y de seguridad desplegando fuerza de combate (no de simple vigilancia) en Azerbaiyán.

Rusia gana la guerra del Nagorno Karabaj

Guillermo Pulido