Rusia está impidiendo la exportación de grano ucraniano pese al acuerdo
Desde que comenzó la guerra, el grano ucraniano se ha convertido en un arma que las partes tratan de aprovechar: Ucrania para obtener los tan necesitados ingresos y para mejorar su influencia política, y Rusia para mantener la inestabilidad de los precios que hacen a muchos países depender de Moscú.

En julio gracias a la mediación turca, Rusia y Ucrania firmaron la Iniciativa del Cereal del Mar Negro que buscaba facilitar el trabajo de los buques graneleros que acuden a los puertos de Odesa y Mykolaiv para transportar el preciado trigo.
El acuerdo contempla tres aspectos que nos deben llamar la atención:
- La continuación del acuerdo se somete a revisiones periódicas cada 120 días.
- El acuerdo permite a las autoridades rusas inspeccionar en el Bósforo y en los puertos ucranianos los buques para garantizar que no se están usando para fines ajenos al acuerdo.
- Centro Conjunto de Coordinación en Estambul en el que se acuerda la actividad inspectora ruso-ucraniana en el estrecho del Bósforo.
Sin embargo el viceprimer Ministro para la Reconstrucción de Ucrania, Oleksandr Kubrakov, y el Ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba han emitido un comunicado en el que constan diversas acusaciones contra Rusia por obstaculizar el correcto cumplimiento del acuerdo.

El comunicado incluye los siguientes puntos:
- El ataque ruso ha impedido el transporte de 10 millones de toneladas de alimentos ucranianos.
- La actitud rusa en las inspecciones ha provocado un notable descenso de la navegación en el Mar Negro "Solo en los últimos tres meses, y esta tendencia negativa está ganando impulso."
- Se han acumulado más de 140 barcos en el Bósforo, la mayoría de los cuales llevan esperando durante más de un mes.
Las acusaciones vertidas por los representantes ucranianos explican que los inspectores rusos ralentizan deliberadamente las inspecciones, exigen regularmente documentación no acordada, evitan trabajar en horario laboral y esgrimen cualquier excusa para detener las inspecciones.

Los ucranianos se quejan de que se ejecutan menos de la mitad de la decena de inspecciones diarias programadas, de ahí que soliciten el amparo de las Naciones Unidas y de Turquía para ayudar a engrasar nuevamente la iniciativa.
Sea como fuere, la presión ucraniana no es fortuita, ya que estamos a menos de unas semanas de que sea necesaria la renovación de la Iniciativa del Cereal por parte de Rusia y a Kiev le interesa movilizar el apoyo internacional para que se mantenga el pacto.
Desde la perspectiva rusa cabe pensar que no se hayan dedicado suficientes recursos para mantener el ritmo de las inspecciones, a lo que se suma la necesidad de realizar inspecciones sumamente minuciosas para cerciorarse de que los buques no son usados para importar bienes no contemplados en el acuerdo.

Sea como fuere, lo cierto es que la dilatada actividad inspectora rusa desincentiva a las compañías privadas, que ante los largos periodos de espera se ven obligadas a repercutir el sobrecoste, trasladando así el aumento del precio de los alimentos al consumidor sin necesidad de impedir físicamente el traslado del grano.
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