SAHEL: el polvorín para Europa
El derecho de asilo se encuentra reconocido en el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, desarrollado en la Convención de Ginebra de 1951 y su protocolo. En España, la Ley 12/2009, de 30 de octubre, regula el derecho de asilo y protección subsidiaria.
Recientemente, el Ministerio del Interior ha publicado estadísticas según las que en el Año 2019 se presentaron 118.264 solicitudes de protección internacional. Este incremento considerable supone un reto para la gestión del procedimiento.
Por otro lado, en los conflictos en la periferia de Europa regímenes poco democráticos, y vacíos de poder crecen mientras a este lado de las fronteras nos fortificamos cada vez más de espaldas de dicha realidad.

Algunos expertos, como el coronel Jesús Díez Alcalde o el periodista Ignacio Cembrero aportaron algunas claves sobre lo que estaría detrás de este fenómeno, coincidiendo con la celebración de unas Jornadas sobre Asilo organizadas por el Aula de Derechos Humanos del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, la Asociación MUN2 y el despacho Cremades & Calvo Sotelo.
2019 ha sido un año difícil y ciertamente excepcional en lo que a llegadas de refugiados a España respecta. El sistema de asilo ha sido puesto a prueba y se han revelado sus carencias tanto en cuestiones de garantías y procedimiento como de capacidad de acogida.
Las cifras apuntan a que este gran aumento se debe a las solicitudes de nacionales que provienen del continente americano: principalmente Venezuela y Colombia aunque también de los países que forman el Triángulo del Norte y otras procedencias.
El fenómeno importa, preocupa y en ocasiones es instrumentalizado por las formaciones políticas para generar alarma en la sociedad y por eso debemos enfrentar los problemas de fondo y dar respuestas realistas tanto a los justos solicitantes de protección internacional como a los ciudadanos temerosos de esta realidad.
Junto a lo anterior, desde hace años se vienen produciendo una serie de conflictos y tensiones a las puertas de las fronteras europeas que no han atraído excesiva atención, bien porque las cifras de llegadas de estos países a Europa no eran considerables bien porque pese a producirse a sólo algunos cientos de kilómetros, no han sido consideradas una prioridad política.
La bomba del Sahel.
Regiones del entorno como el Magreb, el Sahel o Turquía constituyen áreas geográficas que potencialmente pueden producir o servir de tránsito de importantes flujos de refugiados en su camino hacia Europa. Expertos como el coronel Jesús Díez Alcalde llevaban tiempo apuntando a este problema.
Por ejemplo, Díez Alcalde analiza los problemas que asolan al continente africano y que en última instancia, son los que determinan la generación de flujos migratorios y refugiados en dirección a Europa.
“África es un continente de oportunidades pero tiene unos retos enormes que impiden que puedan aprovecharse. Y son los mismos que en Europa, debemos comprometernos con ayudarles, pues son tan suyos como nuestros”
Jesús Díez Alcalde durante las Jornadas sobre Asilo.
Dentro del panorama general de inestabilidad en África preocupa especialmente la situación del Sahel. En esta inhóspita región se producen dos fenómenos que tienen especial trascendencia: la incidencia de situaciones de desgobierno en amplias regiones de los estados que lo conforman y la existencia de importantes movimientos migratorios dentro del continente en la zona.

El Sahel tiene unas características que hacen de la región especialmente singular, de hecho el término hace referencia a “borde” o “costa” que delimita la zona donde se encuentra la vegetación que delimita el mar de arena del desierto.
La franja cubre una distancia de 5.400 km entre el Océano Atlántico en el oeste y el Mar rojo en el este, a través de un cinturón que oscila entre varios cientos y 1.000 km de ancho, -la friolera de 3.53.200 km cuadrados de arena desolada.
En palabras de la profesora de Derecho Internacional Público Pilar Rangel: “El Sahel es el polvorín de Europa”. Numerosas etnias, pueblos, clanes, delincuentes y religiones, y todo ello combinado con estados fallidos y fronteras porosas Una bomba con temporizador.
Por si fuera poco, además en la región existen importantes conflictos sin resolver desde la época colonial y una lucha creciente por los recursos naturales y tierras fértiles, entre pastores y agricultores, por ejemplo. Además, la región es muy vulnerable a los efectos de las emergencias humanitarias más habituales: sequías, plagas, inundaciones…
Las carencias en el ámbito de la seguridad son muy notables. Por poner algunos ejemplos: Mali que es un país con una extensión de dos veces España solo cuenta con 14.000 efectivos, Níger con 8.000… Todo ello se traduce en una ausencia casi total del estado moderno y por tanto del imperio de la ley.
Todo lo anterior da lugar a que no exista un sistema de justicia, más allá de la tradicional aplicación del derecho consuetudinario o de la Sharia, como apunta Díez Alcalde.
La población de las naciones del Sahel se encuentran en situaciones límite y además, gracias a las nuevas tecnologías, son conocedores de que existen “otros mundos” más allá de su miseria.
Cuestión no menor que añade más variables de inestabilidad al problema es la “explosión demográfica” que experimenta el continente africano. Las cifras más recientes arrojan que el continente cuenta con 1.200 millones de habitantes y las proyecciones indican que para 2050 esta cifra podría incluso duplicarse. Es difícil imaginar que las depauperadas economías locales puedan generar empleos para el sustento de todas estas personas.
Por último, las principales amenazas que afronta el continente africano se pueden resumir en 3:
- Conflictos: de carácter armado, sociales, étnicos que se producen actualmente a lo largo y ancho del continente como por ejemplo en Darfur o en Sudán del Sur.
- Yihadismo: importante auge de este fenómeno, alimentado por el caldo de cultivo expuesto anteriormente y que está detrás de un importante número de muertes violentas en algunos países del entorno como Nigeria.
- Importantes flujos migratorios. En este sentido no hay que olvidar que “África, igual que Europa, tiene una migración mayoritariamente regional, genera solamente un 14% de la migración internacional mientras que la UE representa un 24% y Asia un 41%.
Hay que abordar esta problemática desde un multilateralismo que sea eficaz en atajar las raíces profundas de los problemas que subyacen en la región.