“Salir del Salafismo fundamentalista es cuestión de pensamiento crítico y conocimiento”

De joven Bahae Eddine Boumnina fue víctima del discurso salafista y vivió su complejidad desde dentro. Logró deshacerse de esta doctrina gracias a su padre.
Ahora, trabaja desde CISEG (Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global) como analista en la materia, intentando descifrar cuáles son las claves de la radicalización yihadista salafista, realiza programas preventivos de radicalización y colabora con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la lucha contra el terrorismo yihadista.
Después de muchos años de experiencia, acaba de publicar el libro Descifrando la Mente del Yihadista.
Pregunta. – Si tuvieras que definir tu vida con un par de frases, ¿Cómo lo harías?
Respuesta. – Rebelde a todo.
P. – Como bien se sabe, eres experto en radicalización yihadista, ¿Qué te motivó a centrar tu vida profesional en este ámbito?
R. – Este ámbito no representa mi vida profesional, sino la vocacional.
Laboralmente soy ingeniero.
Los motivos por el que decidido dedicarme a este tema son varios, pero principalmente es la muerte de un amigo hermano que se radicalizó, – fui testigo de su proceso radicalización- cogió un avión y se fue a Siria, cuando entró a Iraq, a unos metros de la frontera lo abatieron a tiros.

P. – Cuando eras joven, fuiste víctima de las redes de captación de grupos salafistas, ¿Cómo viviste esto?
R. – Yo no diría que fui víctima de grupos salafistas sino un consumidor de la doctrina salafista, pues hablando correctamente de forma doctrinal, era un islamista fundamentalista en proceso de convertirme en salafista. ¿Eso qué significa? Primero hay que volver a mi infancia.
Crecí en una ciudad -Larache- que es un nicho de radicalización yihadista. De ahí salieron yihadistas en los años 80 y 90 que fueron a Inglaterra. Sabemos que Inglaterra también es un nicho de líderes salafistas en el mundo. Nos introducían esta doctrina a nuestra pequeña zona, que podemos decir que es un pueblo, extendiendo poco a poco esta doctrina a lo largo de estas dos décadas, entre los jóvenes de la zona norte de Marruecos.
Así pues, convivir con personas que se fueron a la Guerra de Kosovo, a Afganistán entra otras hace inevitable consumir y/o estar cerca de la propaganda salafista, pues si no éramos vecinos, éramos amigos o compañeros de clase o mezquitas.
Así pues, como casi todos los jóvenes de esta ciudad, fui aprendiendo conceptos salafistas de otros que eran ya salafistas que predicaban la supuesta interpretación correcta del islam (el salafismo). No obstante, no duró mucho, un año y pico más o menos. Me dejé crecer la barba, cambié la vestimenta salafista, y sucedió el atentado de Casablanca en el 2004.
En ese mismo instante de los atentados, vino mi padre, que era muy estricto conmigo en este sentido. Me dijo: “O te quitas esas cosas o te sales “, tenía 17 años.
Acto seguido, empleó conmigo varias medidas disciplinarias como el aislamiento intelectual de esta doctrina, prohibiendo relacionarme con salafistas o leer libros doctrinales. Otra cosa muy clave que usó, es obligarme a una lectura selectiva de libros concretos para concienciarme sobre la peligrosidad de la doctrina salafista y crear en mi persona un pensamiento crítico en general. El código penal con la introducción de entonces de la Ley antiterrorista fue uno de los libros con el que comenzó conmigo, para pasar luego a lecturas de filosofía, historia…etc. Era en plan para leerlos y resumirlos como actividad de ocio. Y funcionó.
A base de lecturas de otras ciencias como la filosofía, Derecho, sociología…etc. uno se abre a otro mundo y entiende que no solo existe esta visión fundamentalista o salafista.
Gracias a estas lecturas claves, no solo no he llegado a convertirme en salafista yihadista, abortando el proceso antes de convertirme ni siquiera en salafista fundamentalista, sino que además funcionó para que lo fuera renunciando poco a poco a todo este discurso fundamentalista religioso, posicionándome en el otro extremo donde aprovecho todos estos conocimientos doctrinales aprendidos para desmontar este mismo fundamentalismo salafista.
P. – ¿Has vuelto a ver a antiguos amigos que llegaron a pertenecer a estos grupos terroristas?
R. – Sí. Conozco a muchos que consumaron todo el proceso de radicalización llegando a viajar a las zonas de conflicto y otros a ser condenados a 10 o 15 años de cárcel.
Yo no les considero amigos, les considero adversarios y siempre que tengo la oportunidad intento rebatir doctrinalmente las ideas que portan. No dudaría en denunciarles si pienso que lo que hacen en la actualidad es punible.
P. – Cuándo vuelves a tu pueblo, ¿Te ven tus vecinos como un traidor o como un héroe?
R. – La gente normal vela por el trabajo que estoy haciendo porque no todo el mundo apoya a estos salafistas yihadistas. Sobre todo, porque hay muchos jóvenes que conocíamos de la ciudad y que crecieron con nosotros, han muerto en los frentes de la guerra. Por lo que la mentalidad de la zona ha cambiado.
Los yihadistas sí, seguro que me ven como un traidor. Por ejemplo, últimamente, había una reunión de unos lideres salafistas (con una conexión a través de las redes sociales) junto a uno que había sido juzgado e imputado a 30 años de cárcel por su implicación en los atentados de Casablanca. Actualmente está fugado a Inglaterra eludiendo la extradición a Marruecos.
Pues bien, en esta reunión se habló de mí, de nuestra revista Alghuraba y de CISEG. Nos sentenciaron de nazis, sionistas, así como que yo ayudo a los paganos e infieles en la lucha contra ellos y sus adeptos, dejando prohibido a sus fieles colaborar conmigo y con nosotros en cualquier entrevista o trabajo académico al respecto.
Peor aún, es el eco y el impacto generado entre los yihadistas digitales a raíz de los contrainformes que publique a través de la página de CISEG desmontando los videos de la plataforma Muntasir media que suele sacar videos “amateur” con amenazas contra España y que algunos pseudo expertos en la propaganda yihadista, por ignorancia, hacen eco a estas noticias a nivel nacional, con la creación de la innecesaria alarma social, tal y como explicamos en aquellos contrainformes. Tenemos constancia que las redes de propaganda yihadista tomaron nota respecto a estos informes que desmontaba estas producciones.
El resto de la gente no diría que me ven como un héroe, pero sí admiran las acciones que estoy llevando a cabo. Digamos que la región se divide en dos facciones, los que están en contra de la radicalización de los jóvenes de esta zona y los que apoyan a los salafistas.
P. – ¿Crees que es posible la desradicalización de un terrorista salafista yihadista?
R. – Sí, existe la desradicalización, pero es difícil y de hecho este libro es una crítica a este tema residente en cuanto a la desradicalización.
La pregunta es ¿Por qué las programas que existen hoy en día no van a funcionar por mucho que lo vayan a intentar?
Pues porque falta el factor fe o el factor doctrinal en esta desradicalización.
Por otra parte, hay que admitir que la desradicalización, no funciona para todo el mundo, teniendo en consideración que no es lo mismo un salafista sensacionalista que un salafista fundamentalista. El primero es más fácil de desradicalizar mientras el segundo más difícil, incluso de dialogar con él, pero hay un porcentaje que no es posible que sea desradicalizado.

P. – Has colaborado varias veces con la policía e impartiendo clases ¿Te has sentido amenazado en algún momento por miembros de grupos terroristas?
Amenazado directamente no, porque mi actividad pasó a ser pública después de mi última visita a Marruecos en julio del año pasado.
Tengo una visita esté verano y no sé qué va a pasar, teniendo en cuenta el siguiente hecho; el pasado verano, en julio escribí un artículo sobre un joven que viajó a Siria a los 18 años. Era un proyecto de líder del Daesh, pero al final el propio Daesh lo ejecutó por los motivos que detallo en el artículo publicado en la revista mensual de contra narrativa Alghuraba que edita CISEG @intelciseg.
En este artículo hablo del presidente de la Comisión Islámica de Defensa de los Derechos de los presos islamistas, que está declarada por el Juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional, como un brazo político del Daesh en Marruecos. Esté señor es de Larache de toda la vida y le conozco.
Entonces, tras la publicación del artículo por la mañana coincidí con él por la tarde en una tienda. No me reconoció, pero al día siguiente habló con otra persona y le dijo: “Oye el chico esté que puso el artículo lo vi ayer, si lo supiera le habría…”.
Es un poco complicado saber qué va a pasar a partir de ahora.
P. – ¿Crees que un canal como Al-Jazeera favorece a la radicalización?
R. – No solo favorece, es que lo fomentan. Yo sé que es un tema político y a muchos les molesta hablar de Al-Jazeera o hablar de Qatar. Pero, yo fui uno de los que han consumido la propaganda radical de Al-Jazeera, fui consumidor de los vídeos de Osama Bin Laden que Al-Jazeera publicaba en los años 2001, 2002 y 2003.
Es un hecho real, y no solo yo, sino la mayoría de los yihadistas que he llegado a entrevistar consumieron este tipo de propaganda televisiva.
Hay que destacar quela creación de Al-Jazeera que creo que fue en 1999 o en 2000, si no me equivoco, fue potente en todo el mundo árabe y tuvo un impacto en los jóvenes muy fuerte.
P. – ¿Crees que aquí en España, las segundas generaciones son más susceptibles de ser radicalizados?
R. – Si. Un musulmán que ha nacido en un país Islámico puede ser radicalizado, pero allí el islam se estudia teniendo una cierta protección espiritual desde otras ramas del islam y con otra interpretación doctrinal de los conceptos yihadistas.
Aquí en Europa no se estudia el islam de forma institucional para controlar el contenido dirigido a los jóvenes, por lo que las segundas generaciones lo aprenden a través de internet y en las mezquitas donde el Estado no tiene ningún tipo de control de qué tipo de doctrinas se enseñan y que ramas del islam se profesan.
Por ejemplo, en Marruecos, Túnez o Jordania, abrir una mezquita solo es posible si está bajo el control total del Estado, controlando y supervisando los imanes y el discurso que se profesa dentro de forma muy tasada, creando esta protección espiritual.
Aquí no, las mezquitas están abiertas sin ningún tipo de control o supervisión, no pudiendo el Estado con la legislación actual controlar el discurso que se emite dentro, salvo cuando ya es claramente radical, es decir muy tarde.
A ello hay que añadir que la mayoría de los musulmanes en España pertenecen al perfil sensacionalista que no tienen una verdadera formación sobre el islam, sino lo mínimo imprescindible, convirtiéndose en vulnerables ante las interpretaciones extremistas del islam salafista.
De allí, si comparamos el número global de yihadistas en el mundo que salieron de sociedades musulmanas que tienen una legislación estricta en materia de control del discurso extremista salafista en proporción de la población, con los yihadistas que residieron en Europa en general, llegaremos a la conclusión de que el porcentaje de los yihadistas en los países arabo-islámicos es mucho menor que el europeo.
Pues es aquí donde radica la importancia de la protección espiritual a través del fomento de otras interpretaciones del islam. Cosa que no se puede ni va a suceder sin la implicación de las administraciones públicas, que desafortunadamente están atadas hoy en día con el artículo 16 de la constitución española. Pues salvo que haya una vulneración del orden público, no es posible una intervención. Cosa que convierte la lucha contra el terrorismo yihadista en una lucha para reparar daños y no prevenirlos.
De allí, si comparamos el número global de yihadistas en el mundo que salieron de sociedades musulmanas que tienen una legislación estricta en materia de control del discurso extremista salafista en proporción de la población, con los yihadistas que residieron en Europa en general, llegaremos a la conclusión de que el porcentaje de los yihadistas en los países arabo musulmanes es mucho menor que el europeo.
Pues es aquí donde radica la importancia de la protección espiritual a través del fomento de otras interpretaciones del islam. Cosa que no se puede ni va a suceder sin la implicación de las administraciones públicas, que desafortunadamente están atadas hoy en día con el articulo 16 de la constitución española. Pues salvo que haya una vulneración del orden público, no es posible una intervención. Cosa que convierte la lucha contra el terrorismo yihadista en una lucha para reparar daños y no prevenirlos.
P.- ¿Podrías definirnos los grados de radicalización del musulmán hasta su radicalización total?
R. – En el libro explico los grados de radicalización a través de dos pirámides que he creado al efecto. Que, a raíz de ello, el presidente de CISEG, el criminólogo David Garriga, la criminóloga Ariadna Traspaderne que se está doctorando en la universidad del Barcelona y este entrevistado, hemos empezado un proyecto de investigación para la validación académica de estos grados de radicalización, con el objetivo de crear un modelo de categorización y fases doctrinales de la radicalización violenta de etiología yihadista, encajable con los modelos psicológicos principales existentes hoy en día. Una investigación que calculamos que nos llevaría un par de años, puesto que implica la realización de varias entrevistas semiestructuradas con más de un centenar de salafistas, salafistas yihadista y ex yihadistas, que han aceptado someterse a este estudio académico.
Ahora bien, respondiendo la pregunta. Se trata de una pirámide de dos partes, la primera explica el grado de fundamentalismo de diferentes perfiles de musulmanes, porque hay muchos musulmanes que son fundamentalistas, pero no tienen por qué ser salafistas ni radicales, por ejemplo: Un musulmán de la rama sufista puede creer en el califato, pero ¿Va a llegar a la acción paramilitar? Jamás, porque es contrario a los fundamentos de la doctrina sufista, pero si, es fundamentalista incompatible con los valores europeos, por decirlo de alguna forma.
En la segunda parte de esta primera pirámide entramos en los grados salafistas, que son:
El salafista sensacionalista, que es el salafista que no entiende ni los fundamentos del islam ni del salafismo, solo escucha y aprende de los vídeos de los jeques e ideólogos, es decir, tiene un conocimiento vago y muy selectivo de origen que fue consumido a través del oído. Por ejemplo, la propaganda de Daesh funciona con ellos de forma directa.
Después está el salafista fundamentalista, que es el salafista que llegó a serlo a base de estudiar la doctrina, tiene una base de conocimiento científico solida dentro de los que es el islam, y luego llegamos a los ideólogos y a los mártires que son la cúspide.
En la segunda pirámide, explico cómo se convierte el musulmán fundamentalista en un salafista, los pasos doctrinales que le llevan a ser un mártir, respondiendo a preguntas como ¿Cuáles son los conceptos doctrinales empleados para radicalizarse?, ¿cómo él interpreta esos conceptos?,¿Cómo ve el mundo que le rodea?, y ¿Cómo va cambiando de una escala a otra escala? Todo esto está explicado en el libro.
P. – ¿Cambiarías algo en el sistema para que estos grupos no crecieran con tanta facilidad?
R. – Es de admirar la labor realizada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, pero esta labor, por si sola, no es la solución del terrorismo de etiología yihadista, puesto que solo busca tratar con personas que han cometido un delito de terrorismo. De hecho, la Audiencia Nacional rechaza cualquier tipo de investigación basada en solo la creencia de los salafistas yihadistas.
Es decir, que, si no hay pruebas contundentes de una actividad tasada jurídicamente como terrorismo, enaltecimiento del terrorismo, auto adoctrinamiento o propaganda yihadista entre otros, la creencia en la lucha armada yihadista o la consideración de los españoles como infieles al que se le sentencia a muerte en la doctrina salafista yihadista, por si solo sin que lleva una acción o actividad activa no es suficiente para la detención de nadie.
De allí tenemos y seguro que los cuerpos de policía tienen en su radar a decenas de yihadistas pasivos, los cuales, con la legislación actual, no se les puede detener ni expulsar.
Es un dilema moral de la sociedad y de los políticos españoles, atreverse a limitar y reorganizar legalmente una creencia concreta, que ha hecho mucho daño en el mundo en estas últimas décadas o esconderse detrás la libertad religiosa sin limitaciones del artículo 16 de la constitución española, admitiendo la imprevisibilidad de los yihadistas pasivos que solo creen, por el momento. Es decir, hasta que no pasen a la acción causando muertes o hasta que no realicen un acto tasado jurídicamente como terrorismo, los cuerpos policiales quedan atados con la legislación sin poder actuar.
Entonces, lo primero que necesitamos en España para una lucha efectiva contra el terrorismo yihadista es la voluntad política y moral para un cambio legislativo efectivo con tendencia a la implicación policial y judicial en la prevención del fenómeno, atacando de forma directa su fuente doctrinal. Es decir, penalizando no solo el terrorismo yihadista, sino la propia doctrina salafista yihadista, de forma que cuando exista una profesión de conceptos salafistas que constituyen elementos estrechamente ligados al yihadismo, la justicia puede intervenir. De esta manera podremos prevenir el terrorismo yihadista porque intervendríamos en los primeros grados de radicalización no penalizada hoy en día.
Esta limitación y penalización ideológica, insisto en que es una ideología que invoca el terror en occidente y sus creyentes son bombas de relojería imprevisibles, no es ajena a la sociedad europea que pudo criminalizar el negacionismo del holocausto, que de forma análoga es una limitación ideológica para una facción de la sociedad que no cree en el holocausto.
Es para reflexionar el hecho de ver que se ha podido criminalizar el negacionismo y ampliar el catálogo de penas y hechos punibles relacionados con este delito, mientras se nota una clara pereza legislativa en cuanto a penalizar una ideología que categoriza la sociedad en fieles e infieles que deben ser asesinados, que niega la democracia y la Leyes al considerarlas no divinas, invocando la lucha contra ellos, o declarando la sociedad como pagana a la cual se debe emplear la yihad. Existen centenares de libros que desarrollan este pensamiento y que circulan en Europa y en mezquitas españolas sin ser penalizados, como por ejemplo “Fi dilal AL Coran” de Sayyed Qutb, el padre espiritual de los grupos yihadistas actuales.
Este cambio legislativo no debe limitarse solo a la prevención, sino también en materia penitenciaria y procesal, pues no solo es necesario endurecer las penas, que con las actuales podemos tener paseando libremente en la calle verdaderos salafistas yihadistas condenados solo a dos años de cárcel y al no tener antecedentes penales no llegan a entrar, o tener en libertad provisional a ideólogos salafistas extremadamente peligrosos como el Tarik Chadlioui, alias Tarik Ibn Ali, el predicador que adoctrinó a algunos terroristas de Bataclán, en espera de su juicio. Pues se deben cambiar estas vulnerabilidades jurídicas que aprovechan los presos yihadistas para salir de la prisión, o disfrutar de permisos penitenciarios no merecidos moralmente.
Por último, hay que destacar que hay que tener claro que la cárcel por sí sola no sirve, sino va aparejada con programas de desradicalización.
Así pues, viendo la dificultad por parte de centros penitenciarios en detectar y trabajar con el preso radical Yihadista y la falta de formación por parte, ya no solo del funcionario de control en las celdas sino de los funcionarios de tratamiento, desde Ciseg hemos iniciado un curso de especialista en Prisiones que iniciaremos este noviembre para estos profesionales