Se acabó la fiesta Boris Johnson
Parecía que Boris Johnson era un Primer Ministro de teflón, rodeado constantemente de escándalos, bien sea sobre su vida personal o política, había conseguido esquivarlos haciendo gala de una capacidad verdaderamente admirable para generar polémica y evitar al mismo tiempo que esta le salpique. Pero todo tiene un final y parece que la suerte comienza a abandonar a Johnsony la paciencia tanto del electorado británico como de su propio partidose agota.

Fiestas Navideñas
El último escándalo tiene que ver con las restricciones sanitarias por la pandemia. Se filtró a la prensa que se había celebrado una fiesta en las navidades del año pasado en Downing Street, cuando el país estaba en pleno confinamiento. Boris Johnson se pasó los siguientes días negándolo, incluso en el parlamento, pero al final se demostró que mentía.
Días después se hizo público un vídeo de la secretaria de prensa de Johnson ensayando una rueda de prensa con su equipo, en el vídeo se muestra como le preguntanpor la fiesta y ella se olvida de la respuesta que tenía que dar para negarlo y dice “yo me fui a casa” entre risas, esto confirmaba que había existido una fiesta dejando en evidencia a Johnson y a partir de aquí comenzó un verdadero aluvión informativo cada vez más dañino para el primer ministro.
Primero se supo que no había sido sólo una fiesta si no tres, una de ellas incluso en la propia casa de Johnson, él volvió a negarlo todo pero ya cambió el tono y dijo que, en el caso de que se hubieran producido esas fiestas él ni estuvo, ni tenía conocimiento de las mismas. Pero de nuevo su mentira no duró mucho y se publicó una foto de él en una de las fiestas haciendo de presentador en un juego de preguntas, lo que demostraba que conocía y participó en al menos una. A partir de aquí siguieron apareciendo nuevas fiestas en la prensa y el total ya va por siete.
La situación es especialmente hiriente ya no sólo porque Johnson mintió descaradamente a la prensa y en sede parlamentaria, sino porque el mismo día que se filtró el video de la rueda de prensa el gobierno británico anunció nuevas restricciones para afrontar la variante Omicrón. Para colmo, la persona encargada de investigar la celebración de estas fiestas tuvo que dimitir porque había celebrado una en su propio despacho.
La crisis empezó a pasarle factura a Johnson, su popularidad alcanzó los niveles más bajos desde que tomó posesión, con un 64% de los británicos que desaprueban su gestión. Además la labor de la oposición fue bastante eficiente a la hora de mostrar la hipocresía del premier británico exigiendo a sus ciudadanos que cumplan unas reglas que él mismo se salta y recordando imágenes como la de la propia Reina sentada sola durante el funeral de su marido,en estricto cumplimiento de las reglas sanitarias, mientras el gobierno celebraba fiestas cuando se le antojaban.

La mayoría de los británicos (54%) consideran que Johnson debería dimitir por las fiestas navideñas, incluyendo un 33% de sus propios votantes. Con estas cifras, algunos en el partido comenzaron a distanciarse levemente de su líder y trataron de ignorar el tema y esperar a que amainara la tormenta. Igualmente, los tiempos no benefician al gobierno, no sólo coincide con una nueva ola de la pandemia, sino que además el escándalo ha surgido justo cuando se han producido las elecciones en North Shropshire, una más de las 650 circunscripciones electorales británicas, que se ha convertido en un plebiscito sobre la actuación del gobierno.

El Brexitya no es suficiente
Las elecciones de North Shropshire sobre el papel no podían haber pintado mejor para los conservadores. Es una circunscripción que votó mayoritariamente por salir de la UE, su población es abrumadoramente blanca, acaudalada y mayor, todo ello factores que beneficiaban a los Tories. No por casualidad llevaban ganando en esa circunscripción casi dos siglos (desde que se constituyó en 1837, los conservadores sólo habían perdido una vez), sin embargo, esta vez los Tories perdieron su bastión.
Los conservadores perdieron la mitad de los votos y pasaron de imponerse en las últimas elecciones con 40 puntos de diferencia a perderlas por 16. El descalabro de proporciones extraordinarias termina de poner en aprietos a Boris Johnson como líder de un partido que ya piensa en su sucesión.

Hay que entender la posición de Johnson en el partido para ver por qué está en una situación tan frágil, al fin y al cabo los escándalos le han acompañado toda la legislatura y ha sobrevivido, y el partido sigue teniendo una amplia mayoría absoluta. Johnson supone una rupturacon las convenciones tories, algo que no gusta a muchos sectores del partido, especialmente de la vieja escuela. No es un personaje muy popular entre sus propias filas, pero había conseguido demostrar poseer la habilidad más importante dentro de un partido, la de ganar las elecciones.
Gracias a su carisma y retórica populista había conseguido movilizar al electorado proBrexit y conseguir una mayoría absoluta de 80 diputados, un resultado verdaderamente notable que garantizaba su imagen dentro del partido como un seguro electoral. Estas elecciones y su decreciente popularidad rompen está imagen de Johnson como una gran fuerza electoral, poniendo en cuestión su función en el partido.
Así las cosas, no es de extrañar que en su propio partido ya estén pensando en su sucesión. Principalmente hay 3 sectores en contra del actual primer ministro; los Tories de la vieja escuela a los que nunca gustó el estilo de Johnson, los partidarios de Theresa May, que buscan cobrar la venganza contra el beneficiario de la operación que la depuso, y los contrarios a las restricciones del Covid. Para acabar con Johnson estos sectores tendrían que ponerse de acuerdo en un sustituto, algo que no ha ocurrido de momento ni parece que vaya a ocurrir a corto plazo.
El mayor problema para Johnson es lo agotado de su discurso del Brexit. Las elecciones en North Shropshire son importantes porque prueban que azuzar el Brexit ya no es sinónimo de victoria electoral, una circunscripción mayoritariamente Brexiteer ha votado por un liberal demócrata proeuropeo para dar una lección al gobierno, lo que supone un misil a la línea de flotación del discurso de Johnson. Su estrategia es la de buscar constantes conflictos con la UE para movilizar a su electorado y mantener vivo el Brexit hasta las siguientes elecciones en 2024. Esto explica la posición británica de firmar acuerdos para luego renegar de ellos o poner sobre la mesa nuevos problemas que antes nunca se habían mencionado, como el rol del TJUE en Irlanda del Norte.
Boris Johnson da por muerto el acuerdo del Brexit que él mismo firmó hace 10 meseshttps://t.co/wBvTht1hhK Escribe @andresgil
— elDiario.es (@eldiarioes) October 13, 2021
Boris Johnson es un cadáver político. No caerá inmediatamente, de hecho al partido le interesa que asuma el desgaste de las restricciones por la pandemia unos meses más y lo esperable sería que se mantuviera en el cargo, al menos, hasta mayo de 2022, cuando se celebrarán elecciones locales. Si los Tories asumen otra derrota en mayo, el tiempo de Johnson como PM habrá llegado a su fin, pero lo cierto es que sean en diciembre, mayo o en 2023, Boris Johnson en las circunstancias actuales está acabado.
Si el Brexit, como estas elecciones parecen apuntar, está comenzando a perder su efecto movilizador, Boris Johnson no tiene elementos para construir estrategias alternativas que puedan ganar elecciones. Su partido lo sabe y no dudarán en apretar el gatillo, la pregunta no es si ocurrirá sino cuándo.