Seguridad y defensa de la UE: Irrelevancia consolidada
Ya no puede escapársele a nadie: la seguridad europea se garantiza desde la OTAN con el mando firme y único de los EE. UU. La UE, en esta guerra a fuego lento que estalló en 2014 y ahora parece que podría entrar en una segunda fase, ha dejado patente su irrelevancia en política de defensa y, lo que es más grave, la incapacidad de sus miembros.
Las instituciones de la UE, especialmente el rango responsable de la diplomacia, el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha sido sistemáticamente ignorado al exigir ser incluido sin éxito en las negociaciones bilaterales entre Washington y Moscú. En cuestiones de seguridad, las instituciones, las leyes y los valores no cuentan. Solo cuentan los cañones. Y las instituciones europeas no tienen ninguno.

Pero el papel ridículo que está haciendo la Unión trasciende a sus estados miembros. De nuevo, se hace evidente que los estados de la Unión Europea son países con intereses y necesidades extremadamente divergentes. Para todos los miembros de la Unión que de un modo u otro estuvieron bajo la órbita soviética, lo que ocurra en Ucrania y, sobre todo, como ocurra, es una cuestión de seguridad nacional de primer orden.
Alemania, el líder saliente de la Unión, carece de seguridad energética, como toda Europa, pero dado que su seguridad territorial, contrariamente a los países de Europa de Este, está garantizada, podría permitirse una postura neutral ante el conflicto. La realidad es que ni siquiera eso. Su dependencia energética de Rusia le obliga a importunar activamente a aquellos países que sí están decididos a prestar auxilio a Ucrania. De momento, Berlín ha cerrado el espacio aéreo a la aviación británica que lleva material y armas hacia Ucrania.
También se niega a exportar armamento o personal al país en cuestión y, de hecho, ha llegado tan lejos como a negar a Estonia la exportación de material de fabricación alemana a Ucrania. En definitiva, está actuando como un diligente y avergonzado agente ruso en la cabeza de la UE.
Y es que, a medida que desmantela centrales nucleares se vuelve más dependiente de Rusia. Ante el miedo a no hacer nada, ha decidido cruzar el umbral del ridículo con una carta abierta donde se anima a invitar a Rusia a que forme parte de la Alianza Atlántica. Y, sin embargo, son de nuevo los EE. UU. quien toma la iniciativa y busca alternativas a la dependencia energética europea: La administración Biden está negociando con Qatar el suministro de gas líquido en caso de que Rusia cierre el grifo.
#NUEVO 🇩🇪🇺🇦| #Alemania no enviará armas a #Ucrania - Canciller alemán Scholz. pic.twitter.com/rkSt8QoONZ
— The Political Room (@Political_Room) January 21, 2022
Francia no se queda atrás, en un delicado equilibrio entre intentar aprovechar la ocasión para prestarse como líder del bloque, por un lado, y no ignorar los intereses de Alemania para no crear un cisma, por el otro, Macron señala que un diálogo entre Moscú, Berlín, Kiev y Paris es imprescindible para la seguridad Europa. A Francia le molesta que sea Washington quien discuta la seguridad europea. Europa del Este discrepa profundamente.
Al final es Gran Bretaña, aquel país insolidario que decidió salir de la Unión Europea, quien se está comprometiendo en mayor medida con la seguridad europea -más allá de los EE. UU.-. Además del continuo de armas defensivas y ayuda logística, el ministerio de asuntos exteriores británico ha propuesto un pacto tripartito de defensa mutua entre Ucrania, Polonia y Gran Bretaña. Aun así, Londres descarta desplegar tropas en suelo ucraniano, pero como muchos otros países de la OTAN baraja la posibilidad de desplegar efectivos en los países vecinos para la defensa de la alianza. Francia, España, Dinamarca o Estonia también se han comprometido en mayor o menor medida con aportaciones militares en la zona.
Se trata del enésimo golpe a la UE como actor de relevancia internacional. Y esta vez es doble, ya que, si bien era sabido o intuido por todos que las instituciones propias de la Unión no tienen ninguna autoridad en términos de defensa y seguridad, que el líder de la UE, Alemania, se haya visto tan expuesto, perdido y desautorizado es un golpe no ya a la Unión, sino al conjunto de países que la forman y su ficticia “unidad”. Europa demuestra debilidad y absoluta dependencia de los EE. UU. hasta para negociar no ya la seguridad de sus fronteras, sino su propio suministro energético con países terceros.
The Prime Minister spoke to #NATO Secretary General to discuss the build-up of Russian troops on the border of #Ukraine and to underline the unity and resolve of NATO members.
— UK in Ukraine 🇬🇧🇺🇦 (@UKinUkraine) January 14, 2022
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Con estas evidencias, las llamadas de Francia a una mayor independencia estratégica se vuelven cada vez más lastimosas. Máxime cuando su tono ante la crisis de Ucrania no se asemeja en nada a aquel del mediterráneo oriental, donde su respuesta a las crecientes tensiones del pasado verano de 2021 en el área, condujo al Elíseo a una respuesta contundente y beligerante: desde la movilización de fragatas y portahelicópteros hasta un tratado defensivo con Grecia ante la amenaza turca.
Todo ello a pesar de que la gravedad del asunto ucraniano es mucho mayor. La respuesta es simple. Francia y Turquía son competidores con intereses contrapuestos en varias regiones de África, desde Libia hasta Níger y Mauritania, y en menor medida, el resto del Sahel. Por el contrario, a Francia no se le ha perdido nada en el este de Europa. Su voluntad de liderar el continente no pesa más que una guerra con Rusia.
#NUEVO 🇹🇷🤝🇷🇺| Erdogan anuncia que ha invitado oficialmente a Putin a #Turquía, está esperando una respuesta del Kremlin.
— The Political Room (@Political_Room) January 26, 2022
La conclusión es ya una máxima que se repite incansablemente. Ni la UE ni sus lideres absolutos, Francia y Alemania, son capaces de garantizar la seguridad del continente. Ninguno de ellos guarda el menor interés en la seguridad de los países del este, no les incumbe. Sin embargo, para los estados del este que sí forman parte de la UE y de la OTAN, la lección es cristalina: tienen que aferrarse a la OTAN y al liderazgo norteamericano como única garantía de su seguridad.