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La Federación Rusa realizó, en los pasados días, la llamada II Cumbre ruso – africana o Cumbre de Petroburgo, donde se reunieron los presidentes y los más altos representantes diplomáticos de los estados del continente africano. La misma tuvo, a mi entender, cuatro objetivos que, con mayor o menor énfasis, impregnaron la dinámica de la convocatoria, el desarrollo de la misma y los ejes temáticos – discursivos allí presentes.

1. Mostrar la capacidad de la Federación Rusa de participación en distintos escenarios geopolíticos del globo: En este sentido, proyectando la presencia del gigante euroasiático en África.

2. Expandir compromisos y vinculaciones económico – financieras para descomprimir los mercados rusos atravesados por sanciones.

3. Demostrar la capacidad de convocatoria: en medio de una cantidad importante de sanciones de occidente, la Cumbre supone una muestra de que Moscú dispone aún de tracción de convocatoria propia. En este caso, el encuentro tuvo la presencia de 43 representaciones africanas, mostrando una amplia concurrencia, sin embargo, solo 17 jefes de estado asistieron a la cita frente a los 43 que acudieron a la I Cumbre de Socchi.

4. Renovar sus críticas a la arquitectura de alianzas de occidente.

Cuando observamos la cumbre se deben tener en consideración dos cuestiones, primeramente, el contexto de la convocatoria y, por otro lado, los elementos centrales de la agenda ruso – africana. Ambos aspectos son determinantes a la hora de pensar cómo se desarrolló la Cumbre de Petroburgo.

En lo que respecta al contexto internacional debemos precisar que la Cumbre acontece en una tensión importante de las relaciones entre las partes por la guerra entre Ucrania y Rusia. Este acontecimiento generó el inicio de todo un sistema de sanciones y presiones internacionales articuladas contra Moscú para que desista en su avance profanador del principio de integridad territorial, aspecto que profundizó la política de Putin de rediscutir a un occidente confrontativo que expande la OTAN para asfixiar al Kremlin.

Todo esto tuvo sus correlatos con, por ejemplo, la discusión por propuestas de resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas condenando el accionar de Rusia, condenando las violaciones de derechos humanos, etc. Ante esto, los estados africanos manifestaron enérgicamente su rechazo a alinearse en bandos, estableciendo la necesidad de neutralidad originaria para evitar expansiones de la beligerancia.

Sin embargo, si bien los líderes del continente no se sumaron a sanciones económicas expresas, con el tiempo desistieron en las abstenciones en Naciones Unidas, aunque siguen presentando en Moscú y en Kiev planes de pacificación bajo el nombre de Iniciativa para la Paz de África, habiéndose concretado consultas que no llegaron a buen puerto y que, por supuesto, tuvieron lugar a rediscusión en el marco de la Cumbre.

Por su parte, la agenda de las relaciones multilaterales está atravesada por la necesidad, dada la hiperdependencia que algunos estados africanos tienen del grano ruso, así como aquellos que tienen vinculaciones fundamentales en materia de seguridad. Ambos aspectos determinan la participación de varios actores de la región en la Cumbre y a esto se suma el potencial que los líderes del continente asumen al plantearse como posibles mediadores del conflicto en Europa del Este. Tampoco podemos olvidar a aquellos que encuentran en el Kremlin un proveedor interesante en materia energética, entre otras cosas.

Por ejemplo, la cuestión del comercio de granos fue central en las negociaciones porque, tras llevarse adelante el bloqueo del Mar Negro por motivos bélicos, una cantidad importante de toneladas de grano estuvieron frenadas para salir a sus puertos de destino. Las consecuencias directas de esto fueron el descenso de los flujos de granos a nivel internacional y el aumento de los precios como resultado de la escasa oferta. Muchos de los estados del continente disponen de una expresa dependencia del comercio de éstos, hasta constituir grados importantes de monopolios rusos o ucranianos en materia de abastecimiento.

La crisis de seguridad alimentaria que entraño esto llevó, en su momento, a la de la Iniciativa de Granos del Mar Negro donde los actores inauguraron un corredor que liberase la fluctuación de suministros. Todo este proceso fue seguido desde cerca por parte de los estados africanos. Inclusive, la discusión alimentaria fue una de las principales preocupaciones y reclamos del porqué no aplicar sanciones económicas comerciales a la Federación Rusa.

Sin embargo, con el aumento del conflicto, Putin anunció su decisión de ponerle fin a la iniciativa. Consecuentemente, las naciones africanas condenaron esta situación buscando presionar al líder ruso por no incurrir en estas medidas donde los principales damnificados eran estos actores del Sur Global. La respuesta de Vladimir Putin fue indicar que la suspensión de la iniciativa respondía al aumento de presiones de occidente, que tenía responsabilidad sobre la continuidad del corredor y que, a su vez, contribuía al alza internacional de precios de los cereales.

Además, arremetió contra Ucrania indicando que las exportaciones que habían salido vía Iniciativa de Granos del Mar Negro habían ido mayoritariamente a países europeos y no africanos, donde las necesidades imperiosas demandaban atención prioritaria.

La II Cumbre ruso – africana expuso, en gran medida, esta cuestión: la necesidad de reabrir la Iniciativa de Granos del Mar Negro abandonada por Putin a semanas del encuentro diplomático. Por ello la atención de discutir este eje temático con prioridad, alcanzando compromisos públicos de generar aumentos en las exportaciones, ampliaciones de acuerdos comerciales y la entrega gratuita de toneladas de grano a algunos estados en situación de extrema emergencia.

Es por ello que se procedió al regalo de entre 25.000 a 50.000 toneladas de grano a Burkina Faso, Zimbabue, Malí, Somalia, la República Centroafricana y Eritrea, a la vez que los productores de fertilizantes rusos acordaron duplicar progresivamente sus exportaciones para con los estados africanos. En esta materia el presidente de Sudáfrica, que en distintas ocasiones se mostró muy cercano a su homólogo ruso y cuyas relaciones con el Kremlin le son estratégicas, decidió rechazar cualquier tipo de regalo y ofertas grandilocuentes de Moscú hasta que la Iniciativa del Mar Negro no se retome.

Por su parte, otro eje clave que entró en juego en la Cumbre fue la seguridad: Rusia es un socio estratégico de muchos estados del continente en materia de comercio de armamento, coordinación de capacitaciones y formación conjunta del cuerpo militar y coordinación en materia de seguridad informativa. Por ejemplo, en la misma Cumbre se alcanzaron acuerdos con Somalia para la lucha contra el terrorismo.

A estas cuestiones se debe sumar la presencia de las diferentes Private Military Company, entre las cuales destaca el llamado “Grupo Wagner”. Estas PMC, por sus siglas en inglés, hace tiempo que tienen arraigo en el continente, especialmente en la región del Sahel, donde ingresan mediante acuerdos de cooperación en materia de seguridad para garantizar el control efectivo de los territorios y la ayuda en materia de seguridad informática a los oficialismos.

Sin embargo, estas Empresas Militares Privadas son más que compañías de seguridad y tienen mucho más que aquellas funciones anteriormente nombradas. El Grupo Wagner se erige como una herramienta paramilitar funcional al aparato de inteligencia y a la estructura diplomática de Moscú, donde su ingreso es funcionalmente coordinado con garantizar la extracción de minerales como el oro, aluminio y uranio en las regiones donde el mismo es producido. A su vez, también fungen como agentes políticos – comunicacionales que intervienen mediante estrategias planificadas de desinformación.

Todos estos roles nos permiten comprender dos cosas: primero, el Grupo Wagner no es solamente un grupo con responsabilidades militares, su rango de alcance es mucho más amplio en África; segundo, esta estrategia del Kremlin en el continente genera una red de presiones, contenciones y vinculaciones que entrelaza a Putin con los principales líderes autoritarios de la región. A saber, la región del Sahel se corresponde con la zona global donde mayor cantidad de golpes de estado han acontecido en el último tiempo, sumándose en el medio de la Cumbre la problemática de Níger con un golpe de estado consumado.

Ahora bien, ¿por qué nombrar esta esfera de la agenda si no se discutió en la Cumbre algo tan delicado como estas diagramaciones de inteligencia operacional? Bueno, lo cierto es que los temas de venta de armamento y acuerdos de cooperación militar tuvieron un lugar importante en la agenda, mientras que el Grupo Wagner si bien no apareció oficialmente en las conversaciones, sí se hizo presente en Petroburgo por una personalidad que se encontraba suspendida en Bielorrusia: Yevgueni Prigozhin.

Este agende del Kremlin es la cara visible y coordinador de los movimientos político – tácticos del Grupo Wagner, principal articulador de la estrategia en materia de seguridad de Rusia en el Sahel, así como también dispone de un interesante repertorio de denuncias por intervenciones en procesos electorales e infiltraciones comunicacionales.

El jefe de Wagner aparece en una imagen durante la cumbre ruso-africana de San Petersburgo
El jefe del Grupo Wagner y líder del motín armado del pasado junio en Rusia, Yevgueni Prigozhin, ha reaparecido en una fotografía junto a un hombre identificado como un delegado centroafricano en Rusia. La imagen, que circula en redes sociales, ha sido publicada por Dmitry Sytyi, que dirige la sucur…

Este actor político, que por el momento se pensaba “exiliado” en Bielorrusia tras los choques entre el Ministerio de Defensa de Rusia con el Grupo Wagner en territorio ucraniano, desencadenando un levantamiento de un sector de la PMC, hizo su aparición en la cumbre ruso – africana con una polémica foto junto al embajador de la República Centroafricana[2], país donde la empresa dispone de una gran presencia. EL “Chef de Putin” no se ha retirado de su incidencia en esta área geopolítica.

Por otro lado, la Cumbre de Petroburgo también tuvo un fuerte despliegue en otros ejes de debate. En sus declaraciones finales el encuentro de alto rango contó con:

  • Declaración de la Segunda Cumbre Rusia-África.
  • Declaración sobre la prevención de una carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre.
  • Declaración sobre la Cooperación en el Campo de la Seguridad Internacional de la Información.
  • Declaración sobre el fortalecimiento de la cooperación en la lucha contra el terrorismo.
  • Plan de Acción del Foro de Asociación Rusia-África para 2023-2026

Estas declaraciones son reflejo, en parte, de la fuerte impronta de la agenda de seguridad en las vinculaciones ruso – africanas. En este sentido, la cuestión de la “seguridad internacional de información” es fundamental para analizar ya que, con el pasar de los años, cada vez se analiza más cómo las estrategias comunicacionales de desinformación rusas penetran en los entornos políticos comunicacionales en África[3].

En este marco, la cooperación en cuestiones de seguridad de la información es clave, alcanzando en la Cumbre la firma de más de cinco memorándums de cooperación entre TASS (agencia estatal de noticias rusa heredera de la TASS de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) con agencias oficiales de noticias de los estados africanos, afianzando la presencia y llegada de medios oficiales del Kremlin[4].

Sin embargo, la agenda tuvo puntos de descomprensión de la securitización.

Cabe considerarse también que la ruta temática entre estos actores tocó ejes de desarrollo energético, como de relativo interés en términos simbólico – políticos. Entre los acuerdos podemos ver la firma de un pacto para la construcción de la Central Hidroeléctrica Lurio – 2 en Mozambique con capacidad de producir 120 MW entre las empresas Inter RAO-Export y Electricidade de Mocambique; el compromiso a discutir el ingreso de la Unión Africana como miembro al G20; la reapertura de la embajada de Rusia en Burkina Faso, estado africano frente al cuál no se disponía de una embajada en su territorio desde el año 1992 por cuestiones económico – financieras; y la condonación de 23.000 millones de dólares en deuda que los estados africanos disponían para con la economía euroasiática.

Para finalizar, decir que estos ejes acontecidos en la Cumbre son un punto de partida para intentar reimpulsar las relaciones ruso africanas que atraviesan momentos de tensión propios de la Guerra entre Rusia y Ucrania, a lo cual se suma lo desfavorable de disponer de una agenda securitizada en un contexto internacional de presión sobre Moscú por disponer de una seguridad ofensiva violatoria de soberanías e integridad territorial.

Aun así, el encuentro de los líderes y los lineamientos macro están trazados, queda por verse el curso de los mismos en términos materiales que, sin duda, estarán marcados a modo inmediato por la cuestión bélica y la crisis de grano.


[1] Toda la información aquí redactada está vinculada a acuerdos alcanzados en la Cumbre, así como también promesas y ejes temáticos negociados presentes tanto en la página oficial de la cumbre ruso – africana como en el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa.

[2] Para más información de ello, escribí un artículo en el Anuario 2021 del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata analizando, desde el Departamento de África, la política del Grupo Wagner en República Centroafricana, así como su conceptualización dentro de la noción teórica de “sharp power” y sus consecuencias: https://www.iri.edu.ar/wp-content/uploads/2021/09/a2021africaArtJorge.pdf

[3] Aquí, la estrategia triangulada entre las Private Military Companies, distintos medios de comunicación y otras agencias de supervisión electoral se constituye como eje clave para la expansión de la influencia de Rusia

[4] Este tema es de gran importancia no solo para Moscú, sino que los estados con gran presencia en África ven esto con preocupación ya manifiesta, como Francia, Estados Unidos, la República Popular China, Bélgica, etc. Sin lugar a dudas, que el primer punto de dicha declaración sea afirme: “confirmamos la coincidencia de los enfoques de la Federación de Rusia y los Estados africanos para garantizar la seguridad en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación…” será un punto suspensivo donde la evolución de esta agenda deberá ser tenida en cuenta.

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