Sanciones Internacionales y terrorismo: Una relación causa efecto (III)
Dentro de las estrategias nacionales de seguridad, el establecimiento de sanciones económicas para modular el comportamiento de estados patrocinadores del terrorismo ha estado a la orden del día.
No obstante, cabe preguntarse si la magnitud del efecto ha sido significativa o no sobre la actividad del terrorismo internacional. Un estudio empírico de Choi y Luo (2013), con datos transversales y series temporales de 152 países durante las últimas tres décadas, proporciona pruebas de que las sanciones económicas están asociadas positivamente con el terrorismo internacional.

Por lo tanto, una de las conclusiones a la que llegan los autores es que, aunque el principal objetivo de las sanciones económicas es coaccionar a los países patrocinadores del terrorismo para que se ajusten a las normas y leyes internacionales, pueden producir involuntariamente una ramificación negativa y convertirse en una causa del terrorismo internacional. Los autores también examinan la causalidad inversa, es decir, la probabilidad de que la presencia de actividades terroristas en los países objetivo afecte al inicio de las sanciones y no a la inversa.
El estudio sostiene que la imposición de sanciones económicas precipita rápidamente la caída del bienestar económico de las clases más bajas, las cuales absorben el dolor asociado a las pérdidas económicas y, en consecuencia, las sanciones les quitan la última esperanza. Como muchas de estas personas empiezan a creer que los extranjeros son más responsables de su pérdida adquisitiva que cualquier otra persona, es probable que culpen a los extranjeros del drástico deterioro de las condiciones económicas y financieras (Choi y Luo, 2013).
Crenshaw (1990) destaca que cuando los países están bajo la presión de las sanciones internacionales, los extranjeros, los gobiernos extranjeros y las instituciones extranjeras adoptan la imagen de intrusos ilegítimos, lo que motiva la aparición de una oposición y provoca una reacción violenta. Tanto Fandl (2004) como Ranstorp (1998) sostienen que a menudo se manipula a los estratos sociales que soportan una mayor presión de las sanciones para que se levanten y se enfrenten a los extranjeros en nombre del nacionalismo.
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Choi y Luo (2013) contrastan la primera hipótesis: “Cuando las sanciones económicas son impuestas, la probabilidad del terrorismo internacional se incrementa”. La variable dependiente, el terrorismo internacional, es una medida cuantitativa y representa el número total de incidentes terroristas internacionales ocurridos en un país por año.
Con el objetivo de aumentar la credibilidad del análisis, ambos autores utilizan dos fuentes de datos diferentes. La primera es el informe de Mickolus et al. (2006) International Terrorism: Attributes of Terrorist Events y la segunda es el conjunto de datos de terrorismo mundial de Enders, Sandler y Gaibulloev (2011), quienes separaron sistemáticamente la Base de Datos Global de Terrorismo (GTD) de LaFree y Dugan (2007).
Enders y Sandler (2006) subrayan que “el terrorismo es transnacional cuando un incidente en un país implica a autores, victimas, instituciones, gobiernos o ciudadanos de otro país”. Por lo tanto, se clasifica como incidente terrorista internacional cuando la población local que vive en un país sancionado aterroriza a ciudadanos o instituciones extranjeras por sí mismas o en sinergia con grupos terroristas. La principal variable independiente, las sanciones económicas, se basa en la recopilación de datos de Hufbauer et al. (2008).
En el estudio también se incluyen una serie de variables de control, las cuales se consideran factores causales importantes del terrorismo internacional, tales como la democracia, el fracaso del Estado, el desarrollo económico, población, disputa interestatal o posguerra fría.

Los resultados del estudio sostienen que, como se predecía, la variable de las sanciones económicas es estadísticamente significativa, es decir, cuando los países se encuentran bajo la imposición de sanciones, existe una mayor probabilidad que se produzcan incidentes de terrorismo internacional. Una de las conclusiones que se derivan de los resultados obtenidos es que parece que la desesperación de las clases sociales más bajas les lleva a menudo a convertirse en terroristas internacionales como medio de rebelarse contra la injusticia social que consideran la razón principal de su miseria económica.
Por su parte, todas las variables de control, a excepción de la democracia y la disputa interestatal, son significativas. Los Estados fallidos sufren más incidentes terroristas, las economías avanzadas corren un mayor riesgo de terrorismo internacional, los países muy poblados tienen más probabilidades de sufrir atentados terroristas, el periodo posterior a la Guerra Fría ha experimentado menos terrorismo y los países con un historial terrorista son más vulnerables al terrorismo internacional (Choi y Luo, 2013).
El impacto de las sanciones económicas parece que destruyó la última esperanza de las clases más pobres e inculcó un sentimiento de enemistad en sus corazones, lo que les condujo hacia la violencia terrorista contra objetivos extranjeros, o hacia la adhesión a grupos terroristas internacionales para vengar su sufrimiento. Esta conclusión confirma la hipótesis teórica de que el terrorismo internacional es el resultado del antagonismo local hacia la intromisión del mundo exterior en los asuntos internos de un país objetivo.
Cuando la población local empobrecida considera las intromisiones de una potencia extranjera como actos injustificados de subyugación, opresión e imperialismo, tiende a adoptar tácticas de resistencia violenta, incluidos los atentados terroristas. Tras la imposición de sanciones económicas, la probabilidad del terrorismo internacional aumenta en un 93% (Choi y Luo, 2013).

Los resultados de este estudio, que se focalizan en las acciones de grupos no estatales, son extrapolables a estudios relativos a la relación entre las sanciones y el terrorismo de Estado. Por ejemplo, Hufbauer et al. (2001) concluyeron que “las sanciones unilaterales de Estados Unidos, por sí mismas, no han disuadido a los países de participar en actividades terroristas”. Más bien, todo parece apuntar a que las sanciones económicas de Estados Unidos pueden inducir a ataques terroristas contra ciudadanos e instituciones estadounidenses en el extranjero (Choi y Luo, 2013).