Un vistazo a las elecciones del exilio tibetano
Por Anna Ferrer.
2021 será un año trascendental para los tibetanos exiliados. Este año, deberán escoger el relevo del Parlamento en el Exilio y el del Primer Ministro. Por un lado, el actual Sikyong (jefe de gobierno), Lobsang Sangay, finaliza su último mandato al frente de la Administración Central Tibetana (CTA, por sus siglas en inglés). Por otra parte, el resultado de las elecciones condicionará la capacidad de la diáspora tibetana de incluir el Tíbet en la agenda política internacional.
Estos comicios también serán trascendentales por el contexto en el que se producen. En primer lugar, ninguno de los principales núcleos de población de la diáspora se ha librado de la pandemia de Covid-19. Tampoco la India, sede de la CTA. Esta circunstancia complica enormemente la logística del proceso electoral, de por sí complicado por la dispersión de los exiliados.

Paralelamente, el cambio de gobierno en EE.UU. condiciona la «política tibetana» de dicho país. Concretamente, aún está por ver si la Administración Biden será tan beligerante con China como su antecesor en el cargo. Donald Trump invitó a Sangay a la Casa Blanca en noviembre de 2020, aunque el mandatario tibetano no llegó a reunirse con el estadounidense. Dicha visita, la primera de un líder tibetano en 60 años, es una prueba de la buena sintonía que existió entre el Sikyong y el anterior gobierno del país norteamericano.
Asimismo, los comicios se producen después de la peor crisis entre China y la India desde 1975. Tras los choques salió a la luz que una unidad del ejército indio estaba compuesta por exiliados tibetanos. Igualmente, Lobsang Sangay ha condenado el «expansionismo» chino de forma contundente y ha mostrado su apoyo total al gobierno de Nueva Delhi.
Finalmente, cabe aclarar que ningún país u organismo internacional reconoce ni al Parlamento ni al Gobierno tibetano en el Exilio. Sin embargo, tanto el Sikyongcomo el Dalai Lama son altavoces fundamentales de la causa tibetana en el mundo.
¿Cuál es el origen de la Administración Central Tibetana?
Tras la ocupación china del Tíbet, en 1950, Tenzin Gyatso, el entonces máximo líder tibetano perdió el control sobre buena parte del territorio tibetano. Efectivamente, el Tratado de los 17 Puntos sólo le reconocía autoridad sobre la actual región autónoma. En el resto de las áreas tibetanas, el gobierno chino impuso las mismas reformas que en el resto del país. Como consecuencia, el descontento entre los tibetanos fue aumentando hasta el estallido de la revuelta de Lhasa de 1959. La rebelión fracasó tras el exilio de Gyatso, el 17 de marzo. Unos cien mil tibetanos huyeron atravesando el Himalaya junto a él. La mayoría de ellos se estableció en la India.

Nada más pisar suelo indio, el líder espiritual tibetano estableció la Administración Central Tibetana y del Dalai Lama. Esta institución pretende continuar con el legado del Kashag, el gobierno del Tíbet hasta 1959. Aunque el órgano fue fundado por la dinastía Qing en el siglo XVIII, los tibetanos lo reivindican como un símbolo del «Tíbet Independiente».
Además de gestionar el día a día de la comunidad tibetana en el exilio, la labor principal de la CTA ha sido denunciar la ocupación china del Tíbet. Sin embargo, no ha tenido éxito en este último cometido, más allá una resolución de la ONU en 1959. En este texto únicamente se menciona la necesidad de respetar la autonomía de la región y los derechos humanos del pueblo tibetano.
El camino hacia la democracia
Ya en 1991, el Dalai Lama impulsó un proceso de democratización de la CTA: se aprobó una Constitución. El mismo prefacio del texto constitucional destaca el papel del líder espiritual de los tibetanos en el proceso. Asimismo, pone de manifiesto la voluntad de transformar un futuro Tíbet (en referencia al territorio controlado por China) en «una República Federal Democrática y con autogobierno».
De la Carta Magna destaca la obligación de todos los tibetanos de servir al «objetivo común». La fórmula es intencionadamente ambigua, ya que la Administración Central tibetana declina hablar abiertamente de «independencia» del Tíbet. En su lugar, el líder espiritual tibetano aboga por una «vía intermedia» para resolver el conflicto que mantiene con China. La idea principal de este planteamiento es la necesidad de una solución intermedia entre el estatus actual de la región y la independencia.

Por otra parte, el nombramiento del Primer Ministro (Kalon Tripa hasta 2011) recayó en el Dalai Lama hasta 2001. A partir de ese año, el cargo sería elegido democráticamente, aunque no asumiría el poder político en solitario hasta diez años después. Por tanto, Lobsang Sangay ha sido el primero en ejercer plenamente como jefe de gobierno, ya como Sikyong.
Los entresijos del proceso electoral
Las de 2021 son las quintas elecciones a Sikyong. También servirán para escoger al 17º Parlamento en el Exilio. Aproximadamente 80.000 personas están llamadas a participar en las dos vueltas de los comicios, después de que el plazo para registrarse en el censo electoral se extendiese hasta el pasado 28 de diciembre.
La primera ronda se celebró el pasado 3 de enero, aunque los resultados oficiales no se han publicado aún. Sin embargo, según informa Radio Free Asia, ya habría tres candidatos favoritos: Penpa Tsering, antiguo portavoz del Parlamento; Aukatsang Keltsang Dorjee, antiguo representante del Dalai Lama, y Gyari Dolma, antigua Ministra del Interior y la primera mujer en presentarse a las elecciones.
Una vez celebradas las elecciones, la nueva legislatura arrancará el 30 de mayo de 2021.
El Parlamento Tibetano en el Exilio
La composición del Parlamento representa la organización social tibetana anterior a la ocupación china[EJLJ1] . De hecho, 30 de los 45 escaños[EJLJ2] que lo componen reflejan la geografía histórica del Tíbet. Históricamente, el territorio tibetano se dividía en tres provincias: Ü-Tsang (la actual región autónoma), Amdo (la provincia de Qinghai, el noroeste de Sichuan y el suroeste de Gansu) y Kham (el suroeste de Sichuan y el noroeste de Yunnan). Cada una de ellas obtendrá 10 representantes.

Por otra parte, diez de los escaños corresponden a las religiones más practicadas entre la población tibetana. De ellos, a cada una de las cuatro escuelas del budismo tibetano le corresponden dos. Los otros dos pertenecen a la religión Bon. Finalmente, los cinco diputados restantes se asignan a núcleos de la diáspora: dos a Europa, dos a América y uno a Australasia (Australia y Asia, excluyendo la India, Nepal y Bhutan).
El soft power del Tíbet exiliado
Las acciones del exilio tibetano, encabezado por el Dalai Lama, se han centrado en el soft power. Para ello, la CTA cuenta con una red de misiones internacionales en 13 países, dependientes del Departamento de Información y Relaciones Internacionales. Su principal cometido es informar a la opinión pública tibetana e internacional sobre las condiciones políticas, ambientales y de derechos humanos en el Tíbet.
Simultáneamente, organizaciones como las Casas del Tíbet colaboran con la causa mediante la promoción del budismo y la cultura tibetana en Occidente. La única en España es la de Barcelona, dirigida por el lama Thubten Wangchen. Este monje budista fue diputado por Europa durante la 15ª Legislatura, entre 2011 y 2016.
Un nuevo gobierno para un momento complejo
El Kashagsalido de las próximas elecciones tendrá que gobernar en un contexto complejo. Así, tal y comentábamos al inicio de este artículo, deberá gestionar el impacto de la pandemia en la comunidad tibetana. Además, deberá coordinarse al máximo con el gobierno indio para que los tibetanos residentes en la India puedan recibir la vacuna.
Finalmente, el nuevo Sikyong deberá decidir si aboga por la «vía intermedia» defendida por el Dalai Lama o si, por el contrario, continúa con la beligerancia hacia China mostrada por su antecesor. En este sentido, su capacidad de generar sinergias con los gobiernos de la India y EE.UU. será crucial.
Ocupación china. [EJLJ1]Treinta de los cuarenta y cinco escaños