Una Asociación que traspasa continentes: Europa y Japón (Parte 2)
En la primera parte vimos cómo se han desarrollado las relación entre la Unión Europea y Japón a lo largo de los últimos años. En esta segunda parte vamos a profundizar en los últimos acuerdos alcanzados y las posibilidades de cara al futuro.
NUEVAS ESTRATEGIAS CONJUNTAS, EPA, SPA Y SUS CONSECUENCIAS EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES.
Todavía hoy seguimos viendo como la mayor parte de las conversaciones siguen girando en torno a la economía, a pesar de que se ha establecido que se quiere llegar a acuerdos y colaboraciones en un marco político y diplomático integral. La necesidad del EPA estaba clara, la del SPA no tanto.
Como la UE quería asegurarse de que no se congelaran las conversaciones y negociaciones a medio camino era necesario contar con alguna prueba del compromiso japonés, lo que desembocó en que, como entrada a las negociaciones, el gobierno japonés fue “obligado” a eliminar ciertas barreras no arancelarias, cosa que como muestra de seriedad y compromiso con los acuerdos se llevó a cabo.

En 2013 se lanzaron ambos acuerdos formalmente y en 2018 el Parlamento Europeo aprobó la celebración de los acuerdos, no sin antes mencionar una serie de elementos que podrían dañar o poner en peligro el pleno desarrollo de las relaciones con Japón.
Entre estas “quejas” destacaba que era necesario que se ratificasen los dos convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo relativos a la discriminación y a la abolición del trabajo forzoso y una mayor cooperación en el ámbito de los derechos de la mujer.
También se condenó abiertamente que Japón mantuviese la pena capital con ejecuciones sin aviso previo a los reclusos, la caza comercial de ballenas, la experimentación de cosméticos con animales y las “reservas” que Tokio tenía en relación a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora silvestres.
EPA: ACUERDO DE ASOCIACIÓN ECONÓMICA
El Acuerdo de Asociación Económica, EPA, es un acuerdo comercial bilateral entre dos economías que, combinadas, representan alrededor del 28% del PIB mundial.
A pesar del papel cada vez más importante que desempeñan ahora los mercados emergentes para el comercio fuera de la UE, Japón sigue siendo un importante socio comercial internacional. Después de China, Japón es el segundo socio comercial más importante de la UE en Asia.
Ambas partes acordaron eliminar por completo los aranceles para productos químicos, plásticos, cosméticos, textiles y ropa. Asimismo, eliminaron los aranceles a los automóviles durante siete años. Para los productos agrícolas, los tipos arancelarios en ambas economías siguen siendo elevados, en promedio superiores al 10%.

Japón, en particular, protege a sus agricultores con aranceles relativamente altos. Hasta cierto punto, esto explica por qué la UE presionó por el acceso al mercado agrícola en sus negociaciones comerciales con Tokio. Además, las ayudas estatales y subvenciones al sector son sustanciales tanto en Europa como en Japón.
Estas ayudas no forman parte del acuerdo comercial UE-Japón, pero el acuerdo sí prevé una liberalización considerable del comercio de productos agrícolas. La reducción de los aranceles agrícolas fue una de las principales prioridades de la UE. Japón, por otro lado, estaba dispuesta a hacer concesiones en este campo, principalmente a cambio de los compromisos de liberalización de la UE en otras áreas, como los aranceles y las barreras no arancelarias en el sector del automóvil.
Además, Japón pudo lograr un mejor acceso al mercado para sus exportaciones de pescado a la UE, lo que es de gran interés para la industria pesquera japonesa. Las partes acordaron abolir las cuotas y aranceles para el pescado en ambos lados. El acuerdo también incluyó reglas de transparencia para el monto de los subsidios otorgados a la industria pesquera.
Además, el acuerdo tuvo como objetivo facilitar el comercio de servicios al incluir disposiciones sobre el movimiento de personas con fines comerciales. Esto cubre, por ejemplo, los transferidos dentro de la empresa y los visitantes de negocios.
Las ventajas del Acuerdo de Asociación Económica son obvias. Económicamente, tanto la UE como Japón dependen demasiado de sus exportaciones como para dejar pasar la oportunidad de eliminar aún más las barreras comerciales entre ellos.
Políticamente, el acuerdo es una oportunidad para que la UE solidifique su posición en la Cuenca del Pacífico y aumente su presencia en la región de más rápido crecimiento de la economía mundial. La retirada de Estados Unidos del TPP ha creado la oportunidad de fortalecer el papel que desempeña la UE en el establecimiento de estándares comerciales globales.
Si se hubiera concluido un TPP fuerte, la UE podría haberse visto obligada a adoptar sus reglas al negociar nuevos acuerdos con los países de Asia. Esto habría limitado o eliminado la capacidad de Bruselas para ejercer una influencia significativa sobre tales normas.
En este sentido, la UE está negociando acuerdos bilaterales con diez países asiáticos como Singapur, Malasia o Vietnam, que también formaban parte de la iniciativa original del TPP. Además, un TPP fuerte que incluyera a Estados Unidos podría haber creado un bloque comercial en el Pacífico, que habría llevado a una desviación comercial mucho mayor, todo en detrimento de la UE.

Por último, hay que tener en cuenta que las competencias que trata el EPA son exclusivas de la UE, por lo que a través de unas notas diplomáticas entró en vigor el 1 de febrero de 2019.
Sin embargo, las competencias del SPA se encuentran compartidas entre los estados miembro y la propia UE, lo que se conoce como acuerdo mixto, haciendo todavía más difícil si cabe su aprobación y puesta en marcha. Provocando que, ante tal situación, se firmara la aplicación provisional del SPA sin tener el consentimiento expreso de la mayoría de estados miembros. España fue el cuarto país en ratificar el tratado en enero de 2019, tras Malta, Estonia y Letonia.
ACUERDO DE ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA, SPA.
Entrando en más detalle en el SPA, vemos que se presenta como una declaración de intenciones y un marco de estrecha colaboración para responder conjuntamente a los retos globales a los que se enfrenta la sociedad internacional. Todo ello a través de un refuerzo de las consultas, negociaciones, cooperación y diálogo a todos los niveles de acuerdo con los principios y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas.
Además de mantener y profundizar unas relaciones ya existentes a nivel multilateral en los marcos de las organizaciones internacionales de las que forman parte como el FMI, el Banco Mundial y las distintas organizaciones y agencias de la ONU.
Podemos encontrar una serie de áreas y temas en los que la colaboración política y diplomática es considerada como de especial relevancia por ambas partes, como pueda ser el fomento del Estado de Derecho en el ámbito marino, fortaleciendo su compromiso con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y con las libertades de alta mar, vuelo y navegación.

Otro ámbito de especial relevancia para ambos es el impulso del derecho internacional y de estrategias globales en cuanto a los tratados de comercio de armas, la no proliferación y la cooperación regional e internacional contra el terrorismo y el crimen organizado y su financiación, el blanqueo de capitales y el tráfico de drogas.
No podemos olvidar tampoco la sociedad de la información, un área en la que China y EEUU están tomando la delantera, así como algunas potencias emergentes, lo que pone el foco de estas conversaciones en cuestiones como la normalización, fomento, innovación, investigación y difusión de nuevas tecnologías. Todo esto acompañado de un refuerzo de la seguridad informática y de la aplicación del derecho y la lucha contra la ciberdelincuencia.
Además de esto, el SPA cubre más de treinta áreas como transporte, espacio ultraterrestre, cooperación industrial, aduanas, fiscalidad, turismo, política de los consumidores, medio ambiente, política urbana, energía, agricultura, pesca, empleo y asuntos sociales, salud, migración, educación, juventud, deporte y cultura, lo que ha provocado que al igual que con los acuerdo previos de la Haya de 1991 o el plan de acción de principios del siglo XX, las críticas se estén repitiendo, y se estén repitiendo por los mismos motivos.
A este SPA se le acusa de pecar de optimista y de impreciso al mismo tiempo. Se mencionan muchas áreas, pero no se prioriza ni profundiza en ninguna de ellas, por lo que mientras que el EPA consagra la interconexión existente entre las economías japonesa y europea, el SPA sigue siendo más una ambición que otra cosa.

Existe una conexión directa entre la prosperidad europea y la seguridad asiática. A la luz del peso económico que Asia representa para la UE, la paz y la estabilidad en Asia son un requisito previo, y prácticamente indispensable, para nuestra prosperidad. Sin embargo, existe una clara diferencia en qué se consideran las principales fuentes de amenaza.
En el lado de la UE, Rusia, la inestabilidad política en Oriente Medio y el yihadismo son los más mencionados en todas las áreas políticas. Las principales fuentes de amenaza para Japón son Corea del Norte y China, con el nuevo elemento ruso desde la invasión de Ucrania, sumado a su pugna histórica por los Territorios del Norte.
Japón está ansioso por comprometerse con socios de ideas afines en este frente, y la UE debería tomar nota. La diplomacia de Japón ha estado estrechamente alineada con el G7 y está tomando varias medidas para fortalecer su relación con la OTAN, un proceso que comenzó en serio con el final de la Guerra Fría y se aceleró después de los ataques terroristas de 2001 cuando el desaparecido ex primer ministro de Japón Shinzo Abe identificó a la OTAN como un socio clave durante su primer mandato.
Con el tiempo, las respuestas de la UE y Japón se han vuelto algo más compatibles y la cooperación ha aumentado.
Actualmente nos enfrentamos a una guerra en Ucrania. Tanto Japón como la UE comparten una interpretación similar de la situación: la guerra constituye una infracción de la soberanía democrática y una violación del estado de derecho universal, la democracia, la dignidad humana y casi todo lo que defienden Tokio y Bruselas. Además, se puede vislumbrar un peligroso paralelismo entre la agresión rusa contra Ucrania y el posible efecto violento contra el statu quo en Taiwán por parte de su vecino chino.
China rodea Taiwán con maniobras militares en respuesta al viaje de Tsai a Estados Unidoshttps://t.co/NxeyEANX8p pic.twitter.com/lpKaGdkpjO
— Telediarios de TVE (@telediario_tve) April 8, 2023
Sin embargo, ni en el periodo más reciente se encuentran claros puntos de convergencia, más allá de la seguridad económica.
Un ámbito prometedor para la cooperación futura sería el de la industria de defensa. Las acciones apuntan a una mayor colaboración en la producción industrial militar y a impedir la proliferación mediante un sistema eficaz de controles de exportación de bienes y tecnologías relacionados con las armas de destrucción masiva. La ventaja de Japón en tecnologías de nueva generación podría ser un activo clave para los europeos y permitiría a ambos reducir su dependencia tecnológica-estratégica de los Estados Unidos, como está ocurriendo a nivel económico, y cosechar beneficios mutuos en términos de innovación en defensa.
Es importante destacar que se ha establecido un Comité Conjunto para garantizar el funcionamiento adecuado y la implementación efectiva del Acuerdo. Sin embargo, también encontramos una serie de elementos que no invitan al optimismo, como por ejemplo que la UE y Japón llevan más de dos años negociando un acuerdo marco de participación que permita a las Fuerzas de Autodefensa formar parte de las operaciones de la política común de seguridad y defensa de la UE. Aunque en la práctica ya estén colaborando, tienen que trabajar en acciones coordinadas en paralelo porque no tienen un marco jurídico que dé cobertura a las operaciones conjuntas.
Los principales factores que dificultan la cooperación entre Bruselas y Tokio son el desarrollo en el campo de la seguridad y defensa común de la UE, las reformas de la política de defensa interna en Japón y las relaciones bilaterales entre los estados miembros de la UE y Japón. La UE ha desarrollado lentamente su Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) y todavía tiene una capacidad militar autónoma muy limitada.
Antes de la aplicación del Tratado de Lisboa, la UE carecía, por tanto, de políticas y mecanismos institucionales claros en el ámbito de la seguridad y la defensa. Las disposiciones de seguridad del Tratado de Lisboa aumentaron el alcance de la cooperación en materia de seguridad después de 2010, pero la UE carece de capacidad para ser un socio eficaz a la hora de abordar las amenazas militarizadas que enfrenta Japón en su región, lo que podría explicar el retraso de la cooperación en la seguridad regional y militar.
Recientemente, la asertividad de China, así como las provocaciones más frecuentes de Corea del Norte, han llevado a Japón a poner un nuevo énfasis en la seguridad marítima y Tokio ha estado mejorando sus capacidades de defensa en consecuencia.
El gobierno japonés también tiene que lidiar con importantes limitaciones en sus políticas de seguridad. En particular, el resultado de los intentos del gobierno japonés de cambiar el artículo 9 de la constitución afectará al espacio para la cooperación de seguridad entre la UE y Japón, especialmente cuando dicha cooperación implica el despliegue de recursos militares en el extranjero.
La última Estrategia de Seguridad Nacional del país describe varias iniciativas relevantes destinadas a fortalecer la defensa y garantizar la seguridad y apertura del Indo-Pacífico mediante la expansión de la cooperación militar y el aumento de la resiliencia de su infraestructura cibernética.
En resumen, la diplomacia japonesa tenía como objetivo involucrar a la OTAN, la Unión Europea y las principales potencias europeas en el Indo-Pacífico durante los diez años que iban de 2012 a 2022. Sin embargo, fundamental para esa transformación es la propia reconceptualización por parte de Japón de su entorno de seguridad.
Finalmente, un tercer documento importante es la Asociación sobre Conectividad Sostenible e Infraestructura de Calidad, firmada durante el primer Foro de Conectividad Europa-Asia en septiembre de 2019. Este documento señala las sinergias entre la estrategia de conectividad UE-Asia (2018) y los esfuerzos de Japón para promover la infraestructura de calidad, en particular a través de su iniciativa Indo-Pacífico Libre y Abierto (FOIP).

Los intereses de Japón también se superponen significativamente con los de Europa frente a China. En comparación con otros países involucrados en la región, la UE y Japón ven a China como un competidor preocupante y un importante socio comercial.
Si bien el acuerdo no menciona a China directamente, la Asociación está claramente diseñada teniendo en cuenta la Iniciativa Belt and Road de Pekín. Este gigantesco proyecto ha sido respaldado por más de 140 países, incluida la mitad de los 27 estados miembros de la UE. Sin embargo, el proyecto sufre serias críticas por no cumplir con ciertos estándares.
Muchos países que participan en el BRI, que van desde el sur y el sudeste de Asia hasta los Balcanes y África, se han sentido decepcionados por algunos de los efectos secundarios negativos de la inversión china, dejando a algunos países participantes gravemente endeudados.
De ahí que estos mismos países puedan desear ver una mayor participación europea y japonesa para intensificar la competencia con más infraestructuras de calidad y sostenibilidad. Por lo tanto, gestionar las relaciones con China se reducirá a encontrar el equilibrio adecuado entre cooperación y confrontación.

Además, el momento actual de violencia y agresión pone de manifiesto varios temas clave que son relevantes para la discusión sobre el futuro del Indo-Pacífico. Tanto la UE como Japón están comprometidos en la construcción del Corredor del Anillo de Crecimiento de África Occidental y el Corredor del Norte Uganda-Kenia-Ruanda, así como en otros proyectos de infraestructura energética y vial en África.
Del mismo modo, la renovada agresión rusa en Ucrania y sus consecuencias podrían desviar la atención y los recursos europeos de su cooperación de seguridad con Japón. Sin embargo, aunque las expectativas y la presión para cumplir siguen siendo muy altas, la implementación real de proyectos concretos está siendo extremadamente lenta y cuestionable.
OBSERVACIONES FINALES
El mundo se está volviendo cada más pequeño y está viviendo una era con cierto sentimiento de “desglobalización”. Este también está cambiando a un ritmo acelerado y la cooperación para el desarrollo debe cambiar con él para seguir siendo relevante.
La región del Indo-Pacífico, desgarrada por la duradera rivalidad entre Estados Unidos y China, se ha convertido en muchos sentidos en el teatro principal del cambiante equilibrio del poder mundial. La guerra de Ucrania, una China cada vez más asertiva y unos Estados Unidos que podrían haber renunciado a su liderazgo mundial, optando por una competencia bilateral más directa con China, está cimentando este creciente papel geopolítico de la región.
Para desarrollar todo su potencial, la UE debe reenfocarse en la región del Indo-Pacífico, estratégicamente vital.
Todos estos elementos indican que los próximos años pueden suponer un punto de inflexión para las relaciones UE-Japón. Es hora de abrazar una nueva cercanía sin precedentes y resaltar la importancia de continuar construyendo e intensificando esta alianza estratégica hacia la realización de un Indo-Pacífico libre y abierto. La cooperación industrial de defensa continuará y probablemente crecerá. Pero la distancia seguirá entrometiéndose en su relación.
La prioridad de Europa seguirá siendo la defensa de Europa, al igual que la de Japón será la de Japón y del Pacífico occidental. Habrá cierta confluencia de intereses en el Océano Índico occidental y dentro de los marcos de las Naciones Unidas, el G7, el G20 y la OCDE, pero es poco probable que las contingencias operativas se lleguen a unificar.
Además, los desarrollos geopolíticos combinados con los lazos de seguridad arraigados con los Estados Unidos podrían significar que la UE y Japón continúan viéndose, en primer lugar, como "un amigo de un amigo". Claramente, la cooperación en materia de seguridad entre la UE y Japón no existe de forma aislada, sino que tiene lugar dentro de redes de seguridad más amplias y, a menudo, más establecidas, lo que obliga a ambas partes a tener en cuenta los intereses de los ya mencionados terceros.
Para la UE y aún más para Japón, Estados Unidos ha sido crucial en la configuración y el mantenimiento de estas redes. La mayoría de los estados miembros de la UE son parte de la OTAN y adoptan un acuerdo de defensa más amplio con Estados Unidos. Por el contrario, Japón se encuentra en una relación de defensa bilateral a través del Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón de 1952, que continúa vinculando a Tokio a las decisiones de política exterior de Washington.

Las crecientes amenazas nucleares de Corea del Norte y las acciones marítimas firmes de China en el mar del este y el sur de China afectan a la seguridad tanto de Estados Unidos como, más directamente, de Japón. La percepción de la necesidad de protección de Estados Unidos se ve reforzada en cierta medida por la imagen japonesa de la UE como incapaz militar o políticamente, no dispuesta a ser un verdadero proveedor de seguridad.
La referencia a la falta de voluntad se relaciona con el llamado papel neutral (o la percibida como falta de influencia militar) que la UE ha adoptado en el conflicto marítimo entre China y Japón, especialmente sobre los reclamos territoriales de las islas Senkaku / Diaoyu.
Cuanto más cerca logren trabajar juntos, bilateralmente y dentro de otros marcos multilaterales, mayores serán las posibilidades de lograr sus respectivos intereses y mantener un orden basado en reglas.
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