Una carrera diplomática en el norte de África
Por Iñaki Méndez
Pese a sucederse una serie de débiles intentos de encauzar la confrontación entre Qatar y diversos países del Golfo Pérsico liderados por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, que desembocó en un bloqueo del primer país, ambos emiratos han comenzado a principios de 2020 una carrera para atraerse aliados en el Norte de África.
Hasta entonces, países como Marruecos, Argelia o Túnez, antaño dependientes de las fuertes inversiones monetarias que los países del Golfo Pérsico realizaban de forma conjunta para sostener las economías del Magreb, hacían equilibrios diplomáticos entre ambos bloques en conflicto adoptando una postura de neutralidad y promoción de intereses regionales.

Y es que, de no decantarse por un bando era la política oficial para Argelia desde hace años, pero Marruecos dependía de que continuasen llegando las inversiones económicas y el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara. Túnez necesita de la pervivencia del compromiso entre laicos e islamistas para sostener el sistema político.
Sin embargo, el status quo comenzó a saltar por los aires una vez finalizada la Conferencia de Berlín creada para poner fin al conflicto que azota Libia desde hace años y en la que los organizadores decidieron invitar a Emiratos Árabes Unidos por su ascendente sobre el mariscal Haftar, mientras que inicialmente no fue convocado ninguno de los componentes de la Unión del Magreb Árabe, error que se intentó solventar a ultima hora convocando a una Túnez cuyo presidente rechazó la invitación profundamente irritado.
Una vez finalizada ésta y en cuestión de días, representantes de alto nivel de EAU se reunieron con Mohammed VI a fin de sacar a Marruecos de la neutralidad en la que este país esta sumido respecto del conflicto que enfrenta a los primeros con Qatar desde 2017, con el ministro de Exteriores, el Primer Ministro y el presidente de Argelia, para informarles de las resoluciones adoptadas en la Conferencia de Berlín sobre la Guerra Civil en Libia y con el presidente de Mauritania en una visita de estado de Mohamed Ould Ghazouani a Abu Dabi.
Como respuesta a los movimientos emiratíes, Qatar respondió en febrero con una visita de su emir a Túnez para afianzar las relaciones de ambos países una vez EAU había mostrado en fechas recientes su apoyo a opciones políticas vinculadas al entorno del antiguo dirigente del país, Ben Alí, para posteriormente reunirse con los nuevos dirigentes argelinos, constatándose una sintonía entre ambos países en cuestiones estratégicas y regionales.
Para comienzos de marzo el balance en esta carrera diplomática era claramente favorable para los cataríes al tener de su lado los gobiernos tunecino y argelino además de uno de los contendientes en el conflicto libio, empeorando un poco mas la situación para los emiratíes cuando Marruecos decidió reducir su personal diplomático en EAU en respuesta a la negativa de estos de nombrar embajador en Rabat a lo largo del año.
Ante la perdida de posiciones en el Magreb, Emiratos Árabes Unidos decidió reforzar sus vínculos con Mauritania comprometiéndose a donar 2.000 millones de dólares (el 40% del PIB mauritano) para proyectos de inversión y desarrollo, así como cooperar en áreas medioambientales, académicas, sociales o sanitarias, con especial énfasis en la lucha contra el coronavirus.
La alianza con Mauritania es importante para EAU ya que, aunque su peso en el contexto internacional es limitado debido a su escasa población y estar abonada a las ultimas posiciones en los índices de desarrollo humano, sin embargo, su ubicación geográfica entre el Magreb y el Sahel, la hacen atractiva para los dirigentes emiratíes ya que puede servir de base desde la que ejercer su influencia de la mano de Francia en los países colindantes una vez que Estados Unidos está preparada para abandonar la región del Sahel.

En consonancia con esta estrategia EAU reforzó la capacidad militar Mauritania gracias a la cesión de aviones militares y la creación de una academia militar en la capital del país, y en compensación a esto, el gobierno mauritano estaría valorando aprobar la construcción de un aeropuerto militar emiratí en territorio próximo a las fronteras con Mali y Argelia
Sin embargo, esta alianza, a todas luces provechosa para Mauritania está encontrando resistencias entre la oposición política y el pueblo mauritano ya que acusan a EAU de interferir en la política interna del país y a su gobierno de la cesión, sin consulta parlamentaria previa, de infraestructuras vitales para el país como el aeropuerto internacional a una empresa de capital emiratí por un plazo de 25 años.
La irrupción del coronavirus en la región entre marzo y abril paralizaron las gestiones diplomáticas de ambos emiratos, pero a nadie se le escapa que las consecuencias económicas que provocará la pandemia una vez esta sea contenida harán de varios o todos los países que componen el Magreb extremamente dependientes de las aportaciones monetarias provenientes del Golfo Pérsico lo que podrá permitir la rotura definitiva de la neutralidad magrebí.
Así pues, de la capacidad de sobrevivir por parte de EAU y Qatar a las dificultades económicas que genere el coronavirus en una época ya de por si dura por culpa de la guerra de precios en el seno de la OPEP, depende de cual de los dos emiratos se atrae definitivamente unos países del Magreb que ven como sus ciudadanos ya se están echando a la calle en barrios marginales de Túnez, Marruecos o Argelia.