Yemen: tregua e inflexión
La tregua, iniciada el uno de abril de este 2022, constituye la primera en siete años de guerra. Sin embargo, ¿tiene acaso recorrido? ¿Por qué ahora? ¿Cuál es, de hecho, el estado de la guerra en Yemen?
En primer lugar, la tregua se ha negociado entre los protagonistas internos de lo que empezó como una guerra civil entre el gobierno del presidente Hadi y los rebeldes hutíes. Hay que dar por hecho el apoyo implícito de Riad a la misma, principal actor que sostiene la facción del presidente legítimo. La guerra hace ya como mínimo tres años que ha entrado en una fase de desgaste donde todo apunta a que ningún bando podrá alcanzar la victoria por la vía de las armas.

Además, llega justo después de que se consolide el éxito de la coalición en evitar la toma de Marib por parte de los hutíes. Se trata de un punto de inflexión importante para la guerra. La tregua, que a duras penas concede beneficios de interés a las partes, podría ser simplemente un tiempo muerto para coger aire y rediseñar estrategias (Salisbury, 2022).
Marib. El punto de inflexión
Marib es de importancia capital por varias razones. Primero, es el último enclave de relevancia de la coalición pro-Hadi que, sin ápice de duda, está perdiendo la guerra. Si Marib cae, Hadi ya no controlará ninguna ciudad grande al noroeste del país, donde el grueso de la riqueza y población yemení se concentra. La coalición quedaría relegada a los desiertos orientales. Además, aquejan tensiones internas: la coalición pro-Hadi que a duras penas mantiene un liderazgo único pierde autoridad como interlocutor válido.
Los hutíes ya han advertido en múltiples ocasiones que el único interlocutor que entienden como bueno es Arabia Suadí. Marib es también la ciudad y la región homónima petrolera del país. Se trata de un enclave de interés energético fundamental, más aun teniendo en cuenta la situación de bloqueo que viven los rebeldes: necesitan el petróleo.
La toma de Marib, de hecho, fue evitada por un esfuerzo conjunto poco común en la guerra; la coalición pro-Hadi y el Consejo de Transición del Sur, una escisión de éste debido en parte a las diferencias estratégicas de sus respectivos padrinos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Tanto es así, que el Consejo expulsó en 2019 a Hadi y los suyos de la capital provisional de Adén, controlada juntamente con otras regiones al sur del país por las fuerzas aliadas de los EAU (Transfeld, 2022).
La embestida hutí, frenada exitosamente en Marib, ha conducido a las primeras perdidas territoriales de los rebeldes desde el inicio de la guerra. Pero ello deja de estar lejos de ser una victoria de Hadi, es puramente una no-derrota. En este contexto, ambos contendientes han acordado la tregua, que seguramente sirva para retomar fuerzas y romperla en un momento de conveniencia. Sin embargo, hay que preguntarse porque Riad ha dado su beneplácito.
Riad, ¿una estrategia de salida?
Bin Salman, el Príncipe Heredero del reino, lanzó su intervención en 2015 ante el público doméstico como una campaña de presentación y promoción personal de lo que sería el siguiente monarca de Arabia Saudí. Ha salido terriblemente mal.
La intervención saudí parece haber vivido tres fases en la guerra.
En un principio era una campaña de prestigio del Príncipe Heredero, que a su vez ayudaba a suprimir a los rebeldes que habían tomado Sanaa y derrocado a su hombre en Yemen. Adicionalmente eran chiíes y, en el contexto de creciente rivalidad regional y sectaria con Irán, esto hacía de la intervención una necesidad (Gul, 2021).

La segunda fase convirtió la operación de Yemen en algo que debía terminar en victoria a pesar de los pobres resultados. El ejercito saudí no estaba haciendo un buen papel y los hutíes, ante el éxito de sus operaciones, se convirtieron en una pieza muy conveniente para los intereses de Teherán. La Guardia Revolucionaria Iraní se preocupó de convertir rumores y acusaciones en una realidad (Juneau, 2021).
Cuando los hutíes demostraron ser capaces en el campo de batalla, Irán decidió otorgar apoyo material y logístico a los rebeldes: era una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar. La pesadilla se convirtió en realidad. Riad tenía milicias chiíes con apoyo incuestionable de Irán en su patio trasero histórico. Bin Salman tenía que ganar la guerra, ahora era una cuestión de seguridad nacional.
Ante los pobres resultados y las contraofensivas en forma de ataques de drones y lanzamientos de cohetes en territorio saudí, Riad parece que desde 2019 ha entrado en una nueva fase. Se ha confirmado que existen conversaciones secretas entre Arabia e Irán, es impensable que a pesar de que desconocemos completamente el contendido de éstas, Yemen no sea uno de los puntos más relevantes. Además, la campaña de ataques aéreos se ha reducido dramáticamente desde 2018 según indica Yemen Data Project.

Arabia Suadí podría estar gestionando una salida de la guerra. Abandonado el gobierno de Hadi a su suerte y negociando una frontera segura directamente con Teherán. ¿A cambio de qué? Esa es la gran pregunta.
La estrategia ganadora de EAU
Riad podría estar mirando el pacto tácito entre EAU e Irán con cierta envidia, donde las milicias leales a Abu Dabi y el Consejo de Transición del Sur no colisionan con los hutíes. La estrategia de los EAU, que luchó comprometiendo tropas en el terreno al menos hasta 2020, pasa por derrotar a Al Qaeda y otros grupos terroristas y consolidar su influencia en el sur del país, especialmente en Adén y los territoritos históricos de la República Democrática del Yemen, formada en 1988.
A su vez tiene claro que su estrategia en Yemen no pasa por enemistarse con Irán, así que si es necesario cede territorio a Teherán, como es el caso de la estratégica ciudad de Hodeida en el Mar Rojo. Abu Dabi, además, controla exitosamente las zonas costeras del sur y el estrecho de Bab al-Mandeb, algo que indudablemente es de incalculable tranquilidad para Riad.
Todo apunta que el objetivo de EAU sería una partición norte-sur de Yemen emulando el periodo anterior a 1990, donde Abu Dabi controlaría los designios del sur y Teherán los del norte. Ante este contexto, a Arabia Saudí no le quedaría otra que sumarse y aceptar los objetivos de EAU, ya que su estrategia inicial de victoria y restauración del gobierno Hadi se ha vuelto impracticable (Transfeld, 2022).

El escenario de presencia hutí permanente, con el poder en el norte de Yemen y apoyo iraní de toda clase, constituye indudablemente una amenaza existencial para la dinastía Saud. De ahí una guerra que ya dura siete años, el Príncipe Heredero simplemente no puede asumir una derrota.
Sin embargo, en Arabia Saudí han descubierto que son incapaces de evitar ese escenario por la fuerza. Un cambio de estrategia se hace imperativo. Riad podría estar lista para aceptar términos en Teherán a cambio de garantías de seguridad en la frontera sur.
Bibliografía
Gul, A. “Iran and Saudi Arabia’s strategic rivalry and the Middle Eastern security: An assessment, LASSIJ, Vol. 5, No. 2, 2021
Juneau, T. “How war in Yemen transformed the Iran-Houthi Partnership”, studies in conflict & terrorism, 2021
Salisbury, P. “Behind the Yemen Truce and Presidencial Council Announcments”, International crisis group, 2022
Transfeld, M. “Three scenarios for the Yemen war: cease fire negotiations, North-South confrontation or división”, SWP Comment, 2022