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El término “yugosnostalgia” es el utilizado para describir un sentimiento enquistado en una parte de la población balcánica, que mira con nostalgia el pasado de la República Federal Socialista de Yugoslavia. Esta sensación se ha ido incrementando por las condiciones socioeconómicas tan precarias de algunos países de la exrepública, cuyos habitantes en muchos casos viven peor que hace 30 años.

Este tipo de nostalgia alude específicamente a la Yugoslavia de Josip Broz Tito y al titoísmo, el periodo de la historia de Yugoslavia de la Guerra Fría en el que el país aglutinó diferentes etnias, naciones y religiones bajo una única bandera y conoció su mejor etapa de desarrollo socioeconómico pese a numerosas dificultades.

Detalle de un mural de los 80, en el Museo de Yugoslavia de Belgrado, Serbia, 2022.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Cómo es el presente de cada estado de la antigua Yugoslavia? ¿Cuál es el futuro de estos países?

Yugoslavia se consolidó como Estado bajo el nombre del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos tras la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de ser el país que reuniese a todos los eslavos del sur de Europa. En 1945, con el triunfo de los partisanos de Tito sobre los nazis, nació la República Federal Popular de Yugoslavia, que existió hasta la década de los 90, cuando las federaciones fueron declarando su independencia de manera inexorable.

Tras la Segunda Guerra Mundial la esperanza de vida era de unos 50 años, la mayor parte de la población solo tenías estudios primarios y era predominantemente rural. La mejora de esta situación fue lenta pero eficaz bajo las directrices del socialismo autogestionario que puso en práctica Tito.

Desde los años 50 hasta finales de los 70, el crecimiento medio del país fue de en torno a un 6% (superior al de la Unión Soviética y al de algunos países de Europa Occidental). Los yugoslavos gozaban de una buena calidad de vida y se les garantizaban varios derechos sociales de los que carecían los países de Europa occidental (vacaciones pagadas, alojamiento y vehículo propio, educación y sanidad gratuitas…) y libertades de las que carecían los países del este (siendo uno de los países comunistas menos represivos de la época y contando con un pasaporte bastante poderoso que les permitía viajar a muchos estados sin visado, entre otras cosas).

Una de las causas de este éxito fue la política de no alineación, que permitió a Yugoslavia mantener relaciones políticas y comerciales con países de ambos bloques, le otorgó ventajas frente a otros países comunistas del este y lo consolidó como un Estado vanguardista y mediador de conflictos en la política internacional de la época (durante la descolonización en África y Asia, pero también en otros acontecimientos relevantes como la Primavera de Praga o la Guerra de los 6 días).

No obstante, también había sombras. Por ejemplo, algunas libertades como la de culto estaban limitadas, se reprimieron duramente los nacionalismos (como fue el caso de la Primavera Croata, a finales de los 60) y la oposición era frecuentemente perseguida.

Esta represión se tradujo tras la muerte de Tito en el florecimiento de nacionalismos exacerbados y tensiones religiosas y étnicas, que condujeron inevitablemente a la disolución de Yugoslavia y a una serie de guerras que se prolongarían durante una década.

¿Cómo es la situación de las exrepúblicas que conformaban Yugoslavia en la actualidad?

Eslovenia es un país miembro de la Unión Europea, de la OECD y de la OTAN. El país alpino es a priori uno de los mayores beneficiarios de la desintegración de Yugoslavia. Fue la primera república en independizarse en 1991 tras una corta guerra que apenas duró diez días. Tan solo unos años después, en 2004, pasaría a ser un Estado miembro de la Unión Europea.

Canales de Liubliana, Eslovenia 2022.

Actualmente la economía eslovena es altamente competitiva (desde 2021 tiene un PIB per cápita superior al español) y posiblemente el contexto económico favorable y la estabilidad política que ha conocido el país tienen como consecuencia que en todos los sondeos los eslovenos sean los que menos parecen echar de menos su pasado comunista.

Croacia pertenece también a la Unión Europea, a la OTAN y está en negociaciones de adhesión a la OECD. Con una economía algo más modesta que la eslovena, Croacia ha logrado posicionarse como un destino turístico de referencia en Europa. Sin embargo, hace menos de treinta años fue uno de los escenarios más damnificados por la guerra. Durante los cuatro años de conflicto se estima que murieron más de 20.000 personas, finalmente los croatas se impusieron sobre las tropas yugoslavas.

Playa de Dubrovnik, conocida como la “perla del Adriático” y uno de los destinos más populares de Croacia, 2022.

Bosnia y Herzegovina es un Estado candidato a entrar en la Unión Europea y miembro de la OTAN. Uno de los países más modestos de la región, con problemas socioeconómicos estructurales e inestabilidad política.

Todo ello es fruto de los casi cuatro años de guerra que sufrió en día, los cuales se reflejan en las tensiones internas que existen entre las dos entidades que forman la república: la entidad de Bosnia y Herzegovina y la República Srpska (https://thepoliticalroom.com/bosnia-al-borde-de-un-conflicto-armado). Tras su independencia, miró hacia la Unión Europa y comenzó su proceso de restructuración económica y política.

Serbia es un Estado candidato a entrar en la Unión Europea desde 2014. Tras varias tensiones internas durante las últimas décadas, el país ha comenzado, al igual que Bosnia, un proceso de restructuración y de reformas que busca convertir a Serbia en un país competitivo en el seno de Europa. Aun así, sus relaciones amistosas con Rusia y las discusiones aún abiertas con Kosovo alejan la política exterior serbia de aquella que se adopta en líneas generales en la UE.

Montenegro es un Estado candidato a entrar en la Unión Europea y miembro de la OTAN. Se independizó de Serbia en 2006 por medio de un referéndum, aunque ya en 2005, cuando aún estaba dentro de la federación con Serbia, inició sus primeros pasos de adhesión a la UE, aunque no recibió el estatus de país candidato de adhesión hasta 2010 y desde entonces ha estado realizando las reformas requeridas para el proceso de negociación.

Obras de reconstrucción financiadas por la EU en Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, 2022.

Kosovo es un Estado candidato a entrar en la Unión Europea. Kosovo era una de las dos provincias autónomas de Serbia, de una mayoría étnica albanesa que se independizó de manera unilateral en 2008 tras varios años de conflictos, pero su reconocimiento es limitado por parte de la comunidad internacional.

Su integración en la UE no parece factible a corto plazo dado que varios países no lo reconocen como Estado (entre ellos España) y, para que un país pueda ser miembro de la UE, debe no solo ser reconocido por todos los Estados miembros, sino que ninguno puede vetar su adhesión (https://thepoliticalroom.com/se-convertira-kosovo-en-un-pais-miembro-de-la-ue/ ).

Macedonia del Norte (previamente conocida como Macedonia) es un Estado miembro de la OTAN desde 2020. Fue el único país de la antigua Yugoslavia que se independizó de manera pacífica y, en 1991, declaró su independencia.

Macedonia del Norte es candidato a la adhesión de la UE desde 2005 y, pese a que a priori la ausencia de tensiones internas podría haber facilitado su rápida adhesión, sus relaciones con Grecia atrasaron de manera considerable el proceso, ya que el país helénico exigió que cambiase su bandera y su denominación al ser muy similares a las de Macedonia, una de las regiones que conforma Grecia.

Murales en memoria de Tito en Mostar, Bosnia y Herzegovina, 2022.

Actualmente, recorriendo los Balcanes, no es difícil toparse con referencias a Tito y a la etapa yugoslava. Desde los souvenirs que se venden en el centro de Liubliana, hasta las pintadas que adornan muchas fachadas de Sarajevo y Belgrado. Sin embargo, la nostalgia que se siente hacia esa etapa varía considerablemente entre los ex países miembros.

Mientras que algunos como Croacia consideran que la disolución de Yugoslavia fue muy positiva para su país (55%), este porcentaje es muy reducido para otros Estados como Serbia (4%), Bosnia (6%), Montenegro (15%) y Macedonia del Norte (12%), países que hoy en día son más pobres que en 1989.

Mirando al pasado, si bien la nostalgia es fruto siempre de un recuerdo endulzado e idílico, en el caso de los “yugonostálgicos” este sentimiento podría estar parcialmente justificado.

Centrándose en el presente, es innegable que la región está ligada estrechamente a la UE y, si bien es imposible prever el futuro, lo que sí está claro es que, como dijo Churchill: “Los Balcanes son un espacio que engendra más historia de la que puede consumir”, por lo que cualquier escenario es posible.

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