Acuerdo de Windsor: ¿Un nuevo comienzo?
Desde que se conocieron los resultados del referéndum del Brexit favorables a la salida de la Unión, la atención se centró en Irlanda del Norte. El reto en la región británica de la isla de Irlanda era mayúsculo, se debía por una lado respetar la voluntad popular del conjunto de Reino Unido (Irlanda del Norte votó en contra del Brexit) y garantizar su salida de la Unión, al mismo tiempo que se debía cumplir el acuerdo de Viernes Santo, que trajo la paz en la isla evitando una frontera entre las dos Irlandas.

Este vivir juntos pero separados no era fácil de conseguir y fue el mayor escollo durante las negociaciones de salida. Tras muchos vaivenes y la salida de Theresa May de Downing Street por este motivo se consiguió llegar a un acuerdo, el Protocolo de Irlanda del Norte.
El Protocolo solventa la situación de la frontera manteniendo a Irlanda del Norte dentro del mercado único al igual que la República de Irlanda (miembro de pleno derecho de la UE) por lo que no es necesaria la frontera entre ambos. Sin embargo, si Irlanda del Norte sigue en el mercado único, en algún lugar debe existir una frontera que distinga estar dentro y fuera del mercado europeo.
Esta frontera se establece entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, los bienes que viajan de Reino Unido a Irlanda del Norte tienen que pasar por controles aduaneros y aquí es donde está el problema. A pesar de que el protocolo fue una propuesta británica del entonces Primer Ministro Boris Johnson, desde el primer momento se hizo evidente que desde Londres no tenían intención de aplicarlo, lo que enfureció a la UE.
Esta situación provoca la decadencia de las relaciones entre ambos actores, que pasan a estar marcadas por acusaciones, amenazas e incluso acciones legales. El clima de desconfianza se prolonga hasta que Johnson abandona el gobierno británico, tras el breve y desastroso periodo de Truss como primera ministra, la llegada de Sunak imprime un nuevo talante a las relaciones con Bruselas que entierra la actitud confrontacional de Reino Unido.

La prioridad de Sunak es la economía y sabe que buena parte del desarrollo económico británico depende de su cercanía o no a la Unión Europea, asi que trata de acercarse. La mejor manera de buscar ese acercamiento es tratar de resolver el mayor escollo en las relaciones entre Londres y Bruselas, el Protocolo.
Las negociaciones se retoman y finalmente acaban en acuerdo. El conocido como Acuerdo de Windsor pretende resolver los problemas de implementación del Protocolo, mejorar la relación con la UE, garantizar el cumplimiento de Viernes Santo, conseguir el apoyo de los Unionistas y enterrar definitivamente el asunto del Protocolo. ¿Lo conseguirá?
El acuerdo
El nuevo acuerdo presenta una serie de novedades que cambian significativamente la aplicación del Protocolo hasta ahora:
· Líneas verdes y rojas: Se implantará un nuevo sistema con dos corredores, uno verde para productos que vayan del resto del Reino Unido hacia Irlanda del Norte con el objetivo de consumirse allí y uno rojo para productos que vayan desde Reino Unido a Irlanda y al resto de la UE.
El corredor verde reduce significativamente el papeleo y los costes para las empresas británicas que quieran operar en Reino Unido y evita esa brecha en el mercado único británico de la que se quejaban desde Londres. Para la UE implantar el sistema de corredores tiene sentido pues así continua salvaguardando el mercado único al mismo tiempo que elimina unos controles que se ha demostrado que no eran necesarios porque el riesgo era mínimo.

· Freno de Stormont: Una de las mayores criticas que se hacían al Protocolo por parte del Unionismo era su déficit democrático. Aseguraban que, como parte del mercado único europeo estaban sujetos a las normas de la UE, pero estando fuera de la misma no podían influir en esas normas.
Esto trató de solucionarse con el mecanismo de consentimiento por el que la Asamblea de Irlanda del Norte tenía que dar su consentimiento periódico para que el Protocolo siguiera aplicándose, pero lo cierto es que el papel de Stormont era muy secundario en el Protocolo original. El acuerdo de Windsor introduce el conocido como Freno de Stormont para solventar la situación.
El freno puede activarse si 30 diputados de Stormont de dos o más partidos firman una petición oponiéndose a la nueva legislación de la UE que deba aplicarse en Irlanda del Norte. Tras la petición, el caso viaja al gobierno británico que podría vetar la aplicación de esta ley.
Este freno recuerda al Artículo 16 en el sentido que está diseñado para no aplicarse. Las condiciones para hacerlo son duras, la legislación europea debe ser “significativamente diferente” de la que esté vigente y no puede activarse por razones triviales, siendo una opción de último recurso.
🇬🇧🇪🇺 ÚLTIMA HORA 🇮🇪
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) February 27, 2023
Acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre Irlanda del Norte en el “marco de Windsor”, que establece nuevas medidas para simplificar las aduanas, dar un veto a Irlanda del Norte y permitir al gobierno cambiar impuestos. El TJUE seguirá funcionando. pic.twitter.com/cg0ZDij04R
· Cambios respecto al IVA, medicinas o mascotas: Por último, se introducen una serie de cambios más pequeños pero que tendrán un impacto significativo en la implementación de esta nueva versión del protocolo. Respecto al IVA, se permitirá a Reino Unido modificar su IVA en objetos inamovibles como placas solares, por ejemplo. Además, se permite que no se aplique el IVA europeo a los pequeños comercios de la región.
También se ha aumentado el listado de productos a los que se permite que Reino Unido aplique un IVA reducido. Bajo el Protocolo original Reino Unido no tenía esta potestad ya que Irlanda del Norte se debía someter a las reglas del mercado único.
El transito de mascotas del resto de Reino Unido a Irlanda del Norte también se ha simplificado reduciendo costes y papeleo. Con respecto a las medicinas, se ha acordado que las medicinas aprobadas por el regulador británico estén disponibles también en Irlanda del Norte sin costes adicionales.
Un nuevo comienzo
La UE siempre acusó a Reino Unido de no querer negociar y tratar de boicotear el Protocolo por motivos de política interna. Para los Tories era más ventajoso (o eso creían) azuzar la Union Jack en el enésimo conflicto nacionalista contra la UE, más que llegar a un acuerdo que no iba a movilizar al electorado de la misma manera. Este acuerdo prueba, si es que había alguna duda, que la UE tenía razón.
🇪🇺🇬🇧 La Unión Europea confirma que el Reino Unido no ha respondido al "aviso formal" enviado por Bruselas el 1 de octubre después de que el parlamento británico aprobase la ley del mercado interior. Un portavoz de la UE ha declarado que consideran emitir un "dictamen motivado". pic.twitter.com/0RmffiThMX
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) November 3, 2020
El Acuerdo de Windsor podría haberse firmado mucho antes. Ya en 2021 Bruselas y Londres hablaron sobre la posibilidad de implantar una especie de corredores exprés muy similares a los corredores verde y rojo que se han acordado ahora. En aquel momento el gobierno de Johnson no quiso negociar a pesar de que ambas posturas estaban muy próximas y las conversaciones fracasaron.
Durante todo este tiempo la desconfianza de Bruselas hacia Londres no ha parado de crecer y eso provocaba que desde Bruselas se impusiera una postura inflexible con respecto al protocolo que era poco práctica. No tenía sentido, por ejemplo, que alimentos destinados a supermercados que sólo existen en Irlanda del Norte pasaran por los controles europeos, ya que el riesgo de entrada en la UE era prácticamente cero, pero esto era fruto del enorme clima de desconfianza que había entre ambos actores.
¿Qué ha cambiado ahora?
La postura de Reino Unido está vez si era proclive a la negociación y eso ha posibilitado llegar a un acuerdo. Reino Unido ha actuado, por primera vez en mucho tiempo, de buena fe y de manera constructiva y eso ha permitido volver a construir la relación.
La UE ha aceptado los corredores, las excepciones en el IVA o las medicinas o disminuir el papel del Tribunal Europeo de Justicia, mientras que Reino Unido se ha movido con respecto al uso conjunto de datos, aceptando definitivamente que el TJUE tiene que tener un papel en Irlanda del Norte y acabando con la Ley del Protocolo que en la práctica suponía el fin unilateral del Protocolo.

Este acuerdo supone un nuevo comienzo para las relaciones entre la UE y Reino Unido, entierra definitivamente la retorica confrontacional de personajes como Johnson y Frost, y pone a Reino Unido en un nuevo camino más centrado en la estabilidad y el desarrollo económico que en una movilización constante de un electorado conservador cada vez más menguante.
Reino Unido y la UE, les guste o no, no pueden vivir al margen el uno del otro y este acuerdo supone la admisión final de este hecho. Aún quedan retos por resolver y no es descartable que vuelva a haber enfrentamientos entre ambos tanto por el mismo Protocolo como por otros asuntos, pero después de mucho tiempo ambos coinciden en que la forma de tratar sus problemas es negociando seriamente y no creando un espectáculo mediático buscando réditos políticos. Es una buena noticia, ahora corresponde a Londres y Bruselas seguir el buen camino que marca Windsor.