Medio de comunicación independiente

Por Guillermo Pulido Pulido

La tentación autoritaria

La pandemia del coronavirus ha puesto en cuestión el grado de eficacia y eficiencia en la gestión pública que tienen las democracias respecto a regímenes políticos autoritarios. Dado que la contención de una epidemia requiere de medidas extremas que, según algunos, pueden ser consideradas contrarias a los valores democráticos (cuarentenas, falta de privacidad en el control de los ciudadanos, etc), se plantea si las democracias liberales que gobiernan los países occidentales no han entrado en crisis respecto a dictaduras y sistemas poco liberales y democráticos.

Como adoptar estas medidas extremas es impopular y genera rechazo en algunos grupos de presión empresariales, podría pensarse que un gobierno no democrático, impermeable a la opinión pública y los grupos de presión, podía actuar de forma más independiente y objetiva, en lugar de verse limitado por medios de comunicación libres, opinión pública contraria a medidas duras de control de movilidad, a la lucha entre partidos políticos por intentar rentabilizar electoralmente cada situación y crisis, etc.

Esta sensación de retirada de la democracia se acentúa por las consecuencias económicas que tiene la pandemia del SARS-CoV-2. Los países que tomaron medidas drásticas de distanciamientos social y cuarentenas de manera temprana (en función  de tasa de infectados por cada 100.000 habitantes; contagios diarios; etc), económicamente han sufrido menos consecuencias adversas al tener que hacer confinamientos y cuarentenas que duraron menos semanas.

Para colmo, la gestión de la política económica también está demostrando que los países que han tomado medidas colectivas enérgicas, como fuerte apoyo de los bancos centrales, incurrir en grandes déficits públicos para estimular la demanda agregada y ayudar el lado de la oferta (bajando impuestos, cuotas, etc), también están obteniendo mejores resultados que los países que hacen menos intervenciones públicas en ayuda del sector privado.

Todo lo anterior, resultaría en un sumatorio de argumentos a favor de regímenes políticos no democráticos, escasamente liberales y que se guiara simplemente por criterios técnicos.

La falacia autoritaria

Sin embargo, tal tentación autoritaria no encuentra respaldo empírico en la realidad, sino que las investigaciones sobre el desempeño de los gobiernos democráticos respecto a los autoritarios arrojan resultados mucho más matizados y favorables a la democracia.

Por ejemplo, en el paper "Democracy, culture, and contagion: Political regimes and countries responsiveness to Covid-19", tras analizar las medidas de confinamiento y rastreo intrusivo en la investigación de casos que fueron adoptando más de 100 estados, quedó evidenciado que los gobiernos democráticos fueron más eficaces en reducir la movilidad de la población; aunque los gobiernos más autocráticos fueron más eficaces en imponer medidas que coartaban derechos individuales para tratar de atajar la propagación de coronavirus.

Debe recordarse una vez alcanzado cierto nivel de contagios de coronavirus (de solamente algunas docenas), si no se ha logrado identificar y aislar plenamente al cluster contagiador, las medidas más eficaces son aplicar medidas drásticas de distancia social y limitar la movilidad de la población.

No debería extrañar este mejor desempeño relativo en la gestión pública de las democracias respecto a los gobiernos autoritarios. En la literatura académica hay una larga tradición que constata la correlación positiva entre desarrollo económico, bienestar y gobiernos democráticos.

Aunque es cierto que el mecanismo causal no está claro por el clásico problema de la endogeneidad (¿la democracia genera la prosperidad y crecimiento económico; o es el crecimiento económico y la prosperidad la que termina generando gobiernos democráticos?), la correlación es indiscutible. Por lo que ya sea por un motivo u otro, estadísticamente (aunque cada caso individual será distinto) las democracias liberales tenderán a tener un mejor desempeño en la gestión pública.

Los gobiernos democráticos aunque pueden estar limitados por las trifulcas partidistas, la opinión pública, etc, lo cierto es que gozan de mucho mayor respaldo y legitimidad que una dictadura precisamente por hacer gobierno en base a la regla de la mayoría y el voto universal. Las acciones de un gobierno democrático encontrarán en general más legitimidad que una dictadura, que tienen que recurrir con más frecuencia al miedo, la intimidación, las redes clientelares, etc, sin tener que responder a una burocracia y sistema judicial más independientes de una democracia.

La escasa rendición de cuentas (accountability) de los regímenes autoritarios, fomentan mayor corrupción y una inferior eficacia en la gestión pública. Esto no quiere decir que las democracias no puedan tener también elevados grados de clientela, corrupción, mala gestión, etc, pero que haya cambios de gobierno frecuentes y un estado de derecho más consolidado, reduce el grado de corrupción.

Evidentemente, no todas las democracias tienen el mismo nivel de desarrollo, y hay países que están en una zona de gris de escaso desarrollo institucional del estado de derecho, ausencia de alternativas electorales viables. Además, en democracias con fuerte fraccionamiento político y alta tensión política, la toma de decisiones será peor que un gobierno con las suficientes mayorías (el clásico problema politológico de "gobernabilidad versus representación"). Es decir, que no todo puede reducrise a un asunto de "accountability".

Las instituciones de una democracia y las características de sus sistema de partidos (multipartidismo, bipartidismo, etc) y sistema político (democracia parlamentaria, presidencialista, federación, estado unitario, etc) tampoco son factores que deban ser tomados de forma abstracta. La cultura de cada país es un factor probablemente más importante.

Los países que puntúan alto en la encuesta de valores mundiales como colectivistas (caso de países asiáticos), han tenido un mucho mejor desempeño en la gestión de la pandemia del coronavirus que aquellos que puntuaron alto en valores individualistas (caso de los países occidentales).

Democracias como Taiwán, Corea del Sur o Japón, han hecho una gestión muchísimo más eficaz en esta crisis que la dictadura China. China, como es sabido, ocultó el problema durante meses y trasladó información falsa sobre los tipos de contagios y propagación, en un claro ejemplo de cómo una dictadura tiende a ocultar problemas debajo de una alfombra al más puro estilo Chernovyl.

Las democracias occidentales, al estar compuestas por poblaciones culturalmente más individualistas, fueron mucho más tibias a la hora de implementar medidas de distanciamiento social y cuarentenas, ya que son medidas de política pública contrarias a su mentalidad en la que obligar coactivamente al individuo es refractario.

Del mismo modo, una correlación similar aunque algo menos sólida, podría encontrarse entre las sociedades de con valores postmaterialistas respecto a las sociedades con culturas materialistas. Las sociedades postmaterialistas tienen una percepción del riesgo muy tenue, en el que se valoran más aspectos de bienestar subjetivo y realización personal, que aspectos más materiales como son las amenazas seguridad nacional, amenazas a la seguridad económica (como la elevada inflación, etc).

Las sociedades occidentales puntúan mucho más alto en valores postmaterialistas y postmodernos que las sociedades asiáticas, que tienen culturas políticas nacionales en que los problemas de seguridad nacional y otros aspectos materialistas predominan.

Ni que decir tiene, que la tendencia a puntuar alto o bajo en valores culturales individualistas, colectivistas, materialistas o postmaterialistas, no es algo fijo e invariable. Por contra, las diferentes encuestas y estudios realizados durante años, demuestran que estar expuestos a un mayor riesgo de sufrir epidemias, amenazas a la seguridad nacional, sufrir inseguridad económica, hace que las poblaciones suban o bajen en esas encuestas.

La crisis económica de 2008, por ejemplo, hizo que los países occidentales comenzaran a puntuar más alto en valores materialistas. Sin embargo, como estos países no estuvieron expuestos a un riesgo de sufrir una grave epidemia de enfermedad infecciosa, hizo que siguieran puntuando bajo en colectivismo, propiciando una toma de decisiones poco eficaz para frenar la propagación del coronavirus.

Conclusión

Por tanto, el problema no es que las democracias sean poco eficaces para gestionar una grave amenaza a la sociedad. Esa es una falacia autoritaria, no una tentación autoritaria, de hecho las democracias liberales han tenido un desempeño mejor que los gobiernos autoritarios.

La cuestión es que las democracias, sean occidentales, asiáticas o con de la cultura que sea, adopten las medidas colectivas drásticas necesarias en el momento adecuado.

Planteándolo de una manera muy sencilla: nada hubiera sido mejor si el Reino Unido hubiera sido una dictadura dirigida por Boris Johnson. De hecho hubiera sido peor, ya que los planes del primer ministro británico de no aplicar medidas de confinamiento (contrarias al famoso estudio del "Ejercicio Cygnus" de 2016) fueron finalmente cambiados gracias a que el Reino Unido era una democracia y se filtraron varios informes de centros especializados. Sin el pluralismo político de una democracia, las medidas apropiadas hubieran tardado más en adoptarse.

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