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El cambio climático tiene consecuencias geopolíticas significativas y una de las más visibles tiene que ver con el agua. Irán y los Talibán tienen una relación compleja con muchas aristas y uno de los motivos que les impulsa a la cooperación y al mismo tiempo les conduce al conflicto es precisamente el agua. Hoy hablamos del conflicto hídrico entre Afganistán e Irán.

El conflicto

El pasado mes de mayo se produjo un incidente serio en la frontera entre Irán y Afganistán. Dos guardias fronterizos iranís y un Talibán murieron a raíz del fuego cruzado entre ambos. Los dos países se acusan mutuamente de iniciar las hostilidades, pero lo cierto es que este enfrentamiento no es de sorprender teniendo en cuenta la creciente tensión entre ambos Estados. Como decimos, sus relaciones son complejas y los motivos de tensión son múltiples, pero hay uno principal, el agua.

Mapa del Río Helmand. VOA News

En 1973 los dos países firmaron un acuerdo por el que Afganistán liberaría 850 millones de metros cúbicos al año desde la zona transfronteriza del rio Helmand. El Rio Helmand atraviesa Afganistán y desemboca en la región iraní de Sistán, en el lago Hamún. El río es vital para ambos, el 40% del agua en superficie de Afganistán está en el Rio Helmand y el Lago Hamún suministra agua a más de un millón de personas en Irán.

El acuerdo nunca ha llegado a aplicarse en su totalidad debido a la inestabilidad en Afganistán, pero este último año la situación se ha deteriorado aún más. Según Irán, sólo han recibido el 4% del agua que les corresponde en virtud del acuerdo.

A partir de aquí es cuando comenzaron los problemas. Irán acusó a los Talibán de no cumplir su parte del acuerdo y de usar el agua que le pertenecería a Irán para regar sus cultivos de opio. Además, aseguran que Afganistán ha construido otras presas a lo largo del río y ha cambiado su curso para evitar que el agua llegue a Irán.

Por su parte, los Talibán aseguran que la presa que liberaría agua en dirección Irán se encuentra cerrada por la sequía, simplemente no hay agua suficiente y aunque la abrieran no saldría nada. Desde Teherán niegan que este sea el caso y aseguran que las imágenes por satélite muestran que la presa tiene agua suficiente y, en cualquier caso, los Talibán no están permitiendo que un equipo técnico conjunto compruebe los niveles de agua.

En este sentido, a raíz de este suceso empezaron a verterse acusaciones mutuas, con el presidente iraní Ebrahim Raisi advirtiendo a Afganistán de que no tolerarían vulneraciones de sus derechos acuíferos y con los Talibán amenazando incluso con invadir Irán. Es en este contexto cuando se produjo el choque fronterizo.

El asunto es serio teniendo en cuenta que la sequía ha sido un problema durante los últimos 30 años en la región y ha ido a peor en la última década. Según la organización meteorológica iraní, el 97% de la superficie de Irán se enfrenta a algún nivel de sequía.

El agua del Lago Hamún se utiliza tanto para agricultura como para consumo y además también supone el sustento para los pescadores que operan en sus aguas. La escasez de agua podría suponer un nuevo frente de descontento popular para un gobierno iraní debilitado tras las últimas protestas y que no quiere un nuevo brote de descontento. Esto no sería nada nuevo pues ya se han producido protestas por la escasez de agua en Irán en otras ocasiones.

Futuro incierto

Tras el choque violento entre ambos países los gobiernos de uno y otro bando trataron de desescalar la situación. El agua es un interés absolutamente fundamental para ambos al que no pueden renunciar, pero al mismo tiempo no hay ningún apetito ni en Teherán ni en Kabul como para iniciar un conflicto de mayor envergadura.

Las negociaciones parece que han arrojado cierto progreso pero aún no se ha producido ningún acuerdo y lo cierto es que es muy dificil que pueda encontrarse una solución a largo plazo. Lo esperable, en el corto plazo, es la consecución de un acuerdo por el que Afganistán acepta cumplir con las obligaciones del acuerdo o, al menos, aumentar los niveles de agua que envía a Irán a cambio de la ayuda financiera que tanto necesita.

Esto pondría en valor la estrategia de presión de los Talibán y cumpliría su objetivo, mientras que desde Irán conseguirían el agua que tanto desean pagando a regañadientes. Este es el precio a pagar cuando tu salud hídrica depende de otro estado.

Sin embargo, a largo plazo el problema persistirá. Dejando de lado la credibilidad o no de las justificaciones de los Talibán para no enviar agua, la realidad es que la sequía es un problema persistente en la zona y el pronostico es que la acción del cambio climático empeore la situación progresivamente.

Lo esperable es que cada vez haya menos agua en el río Helmand y, con dos estados compitiendo por ella, la tensión entre ambos crecerá a medida que baje el nivel de agua de este. Además, la deteriorada infraestructura por un lado e inexistente por otro de Afganistán agrava el problema, ya que impide que el agua se gestione de manera eficiente ahondando aún más en el conflicto.

Mapa que muestra la cuenca de drenaje del río Helmand .Autor: Kmusser

En definitiva, la situación global actual hace que cada vez sean más frecuentes los conflictos por recursos naturales como el agua. El conflicto entre Irán y Afganistán es uno de los mejores ejemplos de este hecho con enormes repercusiones para toda la región. La escasez de agua acerca la posibilidad de conflicto entre ambos, lo que tendría grandes consecuencias en la zona y en el mundo. Por desgracia, no parece posible encontrar una solución duradera que aleje la sombra del conflicto que se cierne sobre ambos.

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