Medio de comunicación independiente

Por Guillermo Pulido Pulido

Turquía comenzó su intervención directa en la guerra civil libia de forma tardía, hace solo unos meses, con el propósito de "sirianizar" el conflicto (repartirse el país con Rusia).

Aunque es cierto que Turquía interviene de manera indirecta en la guerra desde años atrás, no fue hasta noviembre de 2019 cuando los gobiernos turco y libio (el del GNA que lidera Sarraj) firmaron un memorándum de entendimiento que los turcos iniciaron en enero de 2020 con su despliegue militar en Libia.

Hay que tener en cuenta que el gobierno del GNA de Sarraj (el de Trípoli) ya en 2018 había hecho una petición de intervención a Turquía para que se involucrase en la guerra, intervención, que no fue respondida con la urgencia que lo hizo a fines de 2019.

Que el gobierno del GNA hiciera esa petición en 2018, se debe a que el general Haftar (líder militar del gobierno de Tobruk) había hecho para entonces considerables progresos en sus operaciones militares para cumplir con su visión de unificar toda Libia bajo un único mando y restablecer el orden.

En 2018, Hafar había unificado Cirenaica y había acumulado suficiente fuerza para empezar a disputar la región e Fezzan (la segunda más importante en producción de petróleo, después del creciente en Cirenaica) con amplias posibilidades de victoria. Una vez conquistada Fezzan y su petróleo, solo era cuestión de tiempo que Tripolitania y el gobierno del GNA de Trípoli cayeran a su vez.

La ofensiva de Hafar contra Tripolitania comenzó en abril de 2019, y fue haciendo considerables progresos hasta que a fines de ese año ya estaba en buena posición para intentar tomar Trípoli.

De ahí que ante la desesperación de una derrota cercana, el gobierno de Trípoli finalmente hiciera concesiones importantes a Turquía en el memorándum, como la sorprendente Zona Económica Exclusiva acordada (al margen de las convenciones internacionales). Ese acuerdo fue celebrado en Trípoli como una tabla de salvación.

Sin embargo, la intervención militar directa turca se demoró hasta enero. La razón radica, probablemente, en que a pesar de que ya a fines de 2019 había una suerte de acuerdo entre Rusia y Turquía para repartirse Libia, algo que implicaba romper los planes del general Haftar, este general se negaba a cumplir con los acuerdos rusos y turcos.

Haftar, con apoyo de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Francia, continuó con su ofensiva contra Trípoli, negándose a firmar el pacto en Moscú a comienzos de enero. Haftar aumentó tanto sus apuestas, que para fines de enero decidió optar por la "opción nuclear" de bloquear la exportación de petróleo libio (algo que expliqué con detalle aquí).

Empleando esa opción nuclear, con la que Haftar también perdería mucho dinero y sufriría daños, creía el general líder del LNA que el bando de Trípoli se quedaría sin dinero antes que él y terminaría colapsando.

Sin embargo, ante la desesperada situación del GNA, Turquía comenzó su despliegue militar para evitar el derrumbe de Trípoli, al tiempo que daba una vuelta a la situación militar. Los turcos enviaron varios miles o cientos de mercenarios sirios (cantidad exacta desconocida), sistemas de defensa aérea en fragatas y otras defensas de la misma clase, con las que eliminar la superioridad aérea en drones emiratíes. A su vez los turcos desplegaban sus propios drones con los que erosionar al LNA.

Por su parte, Rusia retiró el apoyo a las operaciones ofensivas de Haftar contra Trípoli. Como resultado del retiro del apoyo ruso y el creciente poderío militar turco, Haftar y el LNA fueron perdiendo posiciones.

Para abril, Haftar ya estaba en una situación muy delicada por lo que los rusos creían que el general había captado el mensaje. De hecho, según reconoce el presidente del parlamento de Tobruk (Agela Saleh), en abril los rusos le contactaron para que él, con el presidente Thani y el GNA, formasen una presidencia tripartita, haciendo un alto el fuego y retirando las tropas extranjeras.

Como puede comprobarse, lo anterior se parece mucho a la Declaración de El Cairo del 6 de junio de 2020. Sin embargo, Haftar se negó al plan ruso (ya que la insistencia era la de ser el líder único para llevar el orden de nuevo a Libia), y se proclamó como líder único de toda Libia.

Esto llevó a que Rusia le retirara aún más apoyo, y con ello Haftar fue derrotado de manera estrepitosa a fines de mayo. No obstante, Rusia no quiere que Trípoli conquiste toda Libia, motivo por el cual envió aviación al centro del país (explicado a fondo en este artículo) para garantizar que no se traspasa ciertas líneas rojas (no tomar Sirtre ni Al-Jufra).

Como expliqué a fondo aquí, Turquía tiene el interés geopolítico de convertirse en el hub gasístico del Mediterráneo oriental, para lograr una posición monopolística en el suministro energético al sur de Europa (y en combinación con Rusia en dominar los suministros a la UE).

Para que Turquía pueda ejecutar con éxito dichos planes debe controlar el juego de gaseoductos y explotaciones gasísticas en el Mediterráneo oriental.

Dado que Turquía tiene el apoyo ruso en el plan de hacer de Turquía un hub energético (debido a las sanciones que la UE impuso a Rusia tras la invasión de Ucrania y la legislación antimonopolistica de la Unión), la parte del mosaico que le faltaba por controlar era el Mediterráneo oriental.

Para ello, Turquía debe evitar que los países ribereños puedan enviar por el Mediterráneo su gas e impedirles explotar los crecientes recursos que van apareciendo en la zona.

Por ese motivo y ante la necesidad de Trípoli de ayuda, acordaron la ZEE (Zona económica exclusiva) con la bloquearían cualquier intento de la UE y países de la zona (Egipto, etc) de realizar explotaciones, imponiendo el uso de gaseoductos turcos y rusos.

Además, Turquía hace demandas de ZEE entorno a Chipre para explotar ellos las importantes reservas de gas en el área. Si Turquía logra establecer bases militares aeronavales en Libia, logrará un punto de apoyo militar a sus demandas muy considerable y conseguir hechos consumados al margen del derecho internacional (como hace China en sus mares adyacentes).

Además, como el plan turco estaría en cierta coordinación con Rusia, que los rusos también establecieran bases militares en Libia, haría que la entente de Rusia y Turquía se convertiría en la potencia militar aeronaval principal del Mediterráneo oriental.

Recordemos que Rusia probablemente desplegaría importantes capacidades de antiacceso y negadoras de área (A2/AD) en Libia, siendo una gran amenaza a los intereses de la OTAN y la Unión Europea.

Es decir, el interés de Turquía a intervenir en Libia consiste en "sirianizar" Libia (repartirse la influencia con Rusia), para avanzar en los intereses comunes que tienen (muy considerables).

Por ese motivo, este mismo domingo el presidente de Francia ha dicho que considera que la intervención de Turquía en Libia es inaceptable. Turquía está haciendo un juego que va contra los intereses energéticos y estratégicos de la UE y la OTAN (como expliqué a fondo en este artículo).

Turquía además hace este juego manipulando a la misma OTAN, ya que una de las principales bazas negociadoras de Erdogán frente a Putin es que es miembro de la alianza atlántica. Por ello, Turquía puede hacer un juego muy arriesgado contra Rusia, intentando obligarla a hacer fuertes concesiones ya que cree que los rusos no se arriesgarían a atacar a los turcos por miedo a una intervención de la OTAN.

Turquía, al estar en la OTAN y debido a sus éxitos militares en Libia, cree que está en una posición ventajosa para conseguir importantes concesiones, por lo que amenaza a Rusia con presionar en tomar Sirtre y Al-Jufra si no cede. Aunque Rusia y Turquía tienen intereses en común, eso no excluye que tengan también intereses en conflicto en el reparto concreto de las influencias.

No debemos olvidar que Turquía, además de su agenda de la geopolítica de gaseoductos, también tiene un juego de poder con Egipto, Emiratos y Arabia Saudí, sobre la influencia en Oriente Medio y el fomento del islam político en el que está embarcada la Turquía de Erdogán. Este es un punto de fricción que además de con Sisi (Egipto) o Emiratos, también lo es con Rusia.

Como la fuerza de combate principal contra el islam político y los grupos yihadistas es el general Haftar, induce a que tanto Rusia como Francia apoyen al general, aunque luego choquen en asuntos como las bases y el despliegue ruso en Libia desde las que desestabilizar a Francia en el Sahel.

Sin embargo, no es Francia ni ningún país europeo los que despliegan personal y equipo militar en Libia (salvo la ineficaz Operación IRINI), por lo que las potencias extranjeras que deciden realmente el proceso en Libia ahora son Turquía y Rusia.

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