Medio de comunicación independiente

Por Yago Rodríguez

Recientemente un documento publicado por Seguridad y Cultura dirigido por el Doctor Guillem Colom ha apuntado que el reconocimiento del Sáhara Occidental como parte de Marruecos puede ser un catalizador de futuras crisis hispano-marroquíes, por ello es fundamental monitorizar la intensa acción exterior marroquí en los últimos meses y, en especial, la disputa diplomática con España tras la hospitalización de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario.

Brahim Ghali durante una conferencia en 2019, El Salvador.

El reconocimiento estadounidense del Sáhara Occidental no es ninguna novedad, aunque cabe destacar que antes de Washington numerosos países árabes, americanos y africanos habían efectuado dicho reconocimiento.

Lo que no es tan obvio es que el apoyo de la Administración Trump y Biden parece haber insuflado una mayor confianza a Rabat, quien de alguna manera se siente legitimado para presionar a otras naciones, empezando por España.

El número de roces con Madrid en los últimos meses no es baladí:

  • Las maniobras combinadas de la Armada de Estados Unidos y las Fuerzas Armadas de Marruecos, durante las que se incursionó en espacio aéreo español sin haber avisado a los controladores aéreos de las Islas Canarias.
  • Las declaraciones del Primer Ministro Al Othmani ante la prensa egipcia de que " la cuestión de las ciudades [Ceuta y Melilla] será reabierta a su tiempo".
  • El cierre de la frontera con Ceuta y Melilla que ha provocado fuertes pérdidas económicas a ambas ciudades, pese a que el daño para las urbes rifeñas cercanas ha sido aún mayor.
  • La retención contra su voluntad de 3.000 pasajeros españoles que quedaron atrapados ante la inesperada cuarentena que se decretó en Marruecos.
  • La convergencia con Reino Unido, especialmente a la hora de reemplazar a España como suministrador de productos hortofrutícolas.
  • La ola migratoria con destino a las Islas Canarias que ya ha tenido impacto en la política interna española.
  • La última ola migratoria con destino a Ceuta.

Para terminar, la hospitalización en España del líder del Polisario, Brahim Ghali, ha llevado a Rabat a amenazar al ejecutivo hispano preguntando retóricamente si "España está dispuesta a sacrificar las relaciones bilaterales por Ghali". No olvidemos tampoco los rumores de prensa, espontáneos o planeados, según los cuales Rabat estaría dispuesta a acoger al político Carles Puigdemont, en busca y captura por la justicia española.

El caso de Ghali da idea de la autoconfianza ganada por los dirigentes marroquíes. Enfermo de coronavirus fue hospitalizado de manera secreta en una ciudad de provincias como es Logroño. Resulta obvio que Madrid deseaba ocultar este hecho a la opinión pública, probablemente para evitar una crisis con Marruecos.

Se supone que la inteligencia española, argelina y saharaui trataron de ocular el destino de Ghali, de hecho se ha informado de que viajó con pasaporte argelino, algo normal en el caso de los saharauis, pero fue ingresado bajo el falso nombre de Mohamed Benbatouch.

Se supone que primero fue hospitalizado en el hospital de Tinduf, donde recibió la visita del Jefe de Estado Mayor argelino Saïd Chengriha, quien a su vez habría convencido al Presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, de hablar con España para el traslado del líder saharaui. A continuación, los gobiernos español y argelino acordaron trasladar a Ghali en un avión medicalizado a la Península.

Una vez en España su custodia debió descansar en el CNI, quien lo trasladó a un hospital de un lugar relativamente aislado, la capital riojana. La elección de Logroño y no de una ciudad pequeña más cercana a Madrid como Segovia, Burgos o Toledo, podría tener que ver con el discreto Aeropuerto Internacional Logroño-Agoncillo.

Curiosamente el medio en inglés "We are breaking news" publicó el 21 de marzo que varios medios españoles, incluyendo El Diario, se habían hecho eco de la noticia según la cual Ghali estaba hospitalizado en España, sin embargo, ningún medio hispano parece haber publicado nada antes de la tarde del día 22, cuando se citó a la revista franco-árabe "Jeune Afrique" como fuente de la noticia.

El día 22 de marzo la noticia del traslado de Ghali eclosionó en todos los medios a nivel nacional creándose aún más confusión cuando los saharauis negaron dicha filtración y explicaron que Ghali se encontraba en un hospital argelino.

Lo interesante de aquella filtración es que Rabat averiguó el lugar en el que se encontraba hospitalizado Ghali, lo que de entrada podría indicar el grado de monitorización del espionaje marroquí sobre este personaje. Con todo, en este tipo de asuntos el origen de una filtración puede ser tremendamente retorcido, así que no cabe asumir automáticamente que la información la obtuvieron los marroquíes.

Airear una información tan precisa, si es que es correcta, supone desvelar que estás espiando eficazmente a un líder político y que lo estas haciendo a base de agentes, dispositivos o programas informáticos, es decir, que te estas descubriendo y te estas exponiendo a que la contrainteligencia rival altere o elimine tus valiosas fuentes de información.

Pero lo más interesante es que Rabat podría haber decidido "dejarlo pasar". Era una información secreta que solo si los propios marroquíes aireaban obligaría a Mohamed VI a posicionarse y a tener el enésimo rifirrafe con España. El gobierno español ya había dado muestra de no buscar problemas y de respetar a Rabat habida cuenta del secretismo de la hospitalización.

El rey de Marruecos, Mohammed VI, habla en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Marrakech. Autor: Leoboudv

Con todo, el gobierno marroquí decidió instrumentalizar esta "perla informativa" para presionar a España, empleando así esta arma de doble filo informativa y asumiendo los riesgos de tensar demasiado la cuerda con Madrid. Con esta decisión Rabat demuestra que se siente fuerte, confiada y que está más que dispuesta a tomar la iniciativa.

Desde el 22 de marzo hasta hoy el goteo de información ha sido constante, aunque lo que ha trascendido es que el Ministerio de Exteriores se habría negado a contestar oficialmente las preguntas, por otra parte algo insidiosas, de las autoridades marroquíes.

El efecto práctico de la presión comunicativa y diplomática marroquí pasa por crear una nueva línea roja, mover unos metros el "mojón" político y estratégico, si se me permite la expresión. ¿De qué le sirve a España aceptar al Polisario como representante legítimo de los saharauis si ni siquiera puede reunirse abiertamente con sus líderes en suelo soberano?

Puede parecer que el hecho de que Ghali visite España con o sin secretismo es una cuestión meramente formal. Sin embargo, los símbolos, las formas y las apariencias tienen un peso psicológico y político muy elevado. Al fin y al cabo, el reconocimiento estadounidense del SO no ha cambiado la relación de fuerza militar, económica o política entre España y Marruecos. A pesar de ello sí ha otorgado un espaldarazo de confianza e iniciativa a Rabat que hoy vemos materializado.

Fuente: Western sahara walls moroccan map-en.svg

Por último, ¿ha sido acertada la postura de la Ministra de Exteriores al tratar de quitar hierro al asunto o emplear el argumento humanitario? Cierto es que hay mucho en juego y que Madrid no se puede permitir bravuconadas, pero a la vez no se puede consentir que la presión política marroquí cruce ciertas líneas rojas. A España interesa que se mantenga el statu quo surgido de la paz que auspició la Resolución 690 del Consejo de Seguridad de la ONU en 1991.

En este contexto la actuación de Arancha González Laya ha sido predecible y razonable, especialmente en el contexto del gobierno actual. No se ha cedido a las presiones marroquíes, aunque siempre se ha intentado evitar el conflicto. Se ha procurado no molestar a Rabat, pero la decisión de tratar médicamente a Ghali se ha mantenido firme incluso tras la filtración de su hospitalización.

En el otro lado de la balanza cabe preguntarse si por una cuestión estratégica nos conviene enfrentar directamente la creciente agresividad de Mohamed VI. En definitiva, el monarca ya demostró en Perejil su habilidad para tantear y efectuar una escalada gradual en tanto se le dejara margen de actuación, de ahí que un bloqueo tajante a esa escalada gradual quizás sea nuestra mejor herramienta.

Con todo, lo cierto es que estas decisiones no dependen de la ministra cuya principal labor, a falta de otras directrices, es tratar de mantener la cordialidad con Marruecos. La decisión final de darle un giro de tuerca a nuestras relaciones con el país vecino solo pueden venir del Presidente, que además debe buscar el apoyo del MINDEF, de la Unión Europea y de Estados Unidos.

Hay que actuar para impedir que la gradación estratégica de Mohamed VI siga creciendo, hay que actuar para hacerle ver cuáles son los límites.

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