Medio de comunicación independiente

Por Guillermo Pulido Pulido

Después de muchos años de titubeos inconclusos, los Estados Unidos parecen que se preparan para comenzar una política de disuasión coherente y bien planificada.

Concretamente, va cobrando forma la Iniciativa de Disuasión del Pacífico, por la que se trata de organizar en la región del Indo-Pacífico la estructura de la fuerza militar norteamericana, la postura de la fuerza, la organización logística y las relaciones con los aliados y socios. La Iniciativa de Disuasión del Pacífico, implicaría un cambio de gran calado en la forma en que se despliega la fuerza militar estadounidense en la región, en lugar de seguir con las tendencias que se vienen sosteniendo los últimos años.

El documento que recoge esos planes fue escrito por el almirante Phil Davidson, mando del INDOPACOM (Mando del Indo-Pacífico), se filtró a la prensa hace unas semanas y fue titulado "Recuperando la Ventaja".

Esta Iniciativa de Disuasión del Pacífico se enmarca en los cambios doctrinales que llevan ejecutándose en los EE.UU. los últimos años, que señalan la importancia principal que tiene el Pacífico en la seguridad nacional estadounidense (Estrategia de Seguridad Nacional del 2017; Estrategia de Defensa Nacional de 2018, Estrategia del IndoPacífico de 2019), así como la degradación creciente de la aplastante ventaja militar que los EE.UU. tuvieron después del final de la guerra fría.

También hay que destacar que esta Iniciativa de Disuasión, aunque la formula el INDOPACOM (una región muy extensa), en realidad tiene un enfoque muy específico y directo: disuadir a China.

Hay que destacar que la política militar y de defensa de China desde hace muchos años, se ha enfocado en erosionar lo que era una apabullante ventaja militar norteamericana, desarrollando una serie de políticas militares asimétricas destinadas a desarrollar capacidades militares capaces de atacar los centros de gravedad en los que se basa el modo de hacer la guerra norteamericana.

El documento que presentó Davidson, filtrado: https://int.nyt.com/data/documenthelper/6864-national-defense-strategy-summ/8851517f5e10106bc3b1/optimized/full.pdf

Esta política militar asimétrica, denominada actualmente como Guerras de Alta Tecnología Informatizadas (la denominación concreta ha ido siendo modificada ligeramente los últimos años en varias ocasiones) y de Defensa Activa. En lo más esencial, consistió en cambiar su política de defensa de un gran enfrentamiento terrestre con la URSS en el norte de China, a librar guerras locales cerca de sus costas más meridionales: básicamente una guerra con EE.UU..

Como los EE.UU. tienen su gran ventaja en una enorme superioridad logística, concentrando una gran fuerza aeronaval durante meses o semanas antes de iniciar las operaciones militares principales, China desarrolló una gran capacidad de ataque balístico contra los nodos logísticos que permitían ese tipo de despliegue militar.

En ese orden de cosas, China potenció su fuerza balística desplegando miles de misiles balísticos y de crucero, con los que dejar inoperables esas bases y nodos. De hecho, la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación se convirtió en un fuerza independiente y al mismo nivel que su ejército de tierra, armada y fuerza aérea.

Al mismo tiempo, China también desplegaba capacidades de combate convencionales que, aunque no podían estar a la altura unidad por unidad a las armas y sistemas de EE.UU., una vez la logística asiática norteamericana fuese severamente dañada, sería suficiente para prevalecer en una guerra local por Taiwán o dentro de la primera cadena de islas del Pacífico.

Ha de decirse que esta política militar china tuvo bastante éxito. Numerosos juegos de guerra que se han ejecutado durante los últimos años en el Pentágono y centros de pensamiento de primer nivel asociados, señalan que en ese tipo de enfrentamiento local y regional, China prevalecería militarmente. En los estudios de defensa occidentales, esas políticas chinas se terminaron denominando como estrategias antiacceso y negación de área (A2/AD), denominación que logró una gran popularidad.

Lo anterior no quiere decir que una guerra con China tuviera que limitarse a esos escenarios, ya que los EE.UU. tendrían la opción de escalar vertical y horizontalmente, además de extender la guerra en otros dominios no estrictamente militares (como una guerra económica, campañas al tráfico marítimo, etc). Pero escalar de ese modo implicaría una guerra mucho más costosa y que se alargaría en el tiempo, lo que tiene un efecto disuasivo muy considerable en cualquier decisor norteamericano en caso de crisis o enfrentamiento prebélico.

Esa tendencia de éxito en las políticas militares y de defensa de China no fueron algo sorpresivo que irrumpiera en el Pentágono estos últimos años. Recordemos que Obama ya hablaba de "pivotar al Pacífico", por la que EE.UU. debería concentrar en el Pacífico su esfuerzo militar. Sin embargo, los grandes recortes en gasto militar de los años de Obama, implicaron que el pivote no significara nada, sino simplemente reducir el despliegue militar norteamericano por el mundo, reducir la modernización militar de las fuerzas armadas estadounidenses, y mantener la cantidad de buques de guerra en el Pacífico.

En esos años también se trataba de hacer una nueva doctrina para esa estrategia, la AirSea Battle, con la que enfrentar las crecientes capacidades militares chinas. Dicha doctrina militar, aunque un ejercicio de teoría y reflexión muy interesante, fue un fracaso total. Las capacidades militares para implementar dicha estrategia probablemente habrían terminado siendo derrotadas, y no se conseguirían hacer disuasión sino que por contra creaban una situación estratégica sumamente inestable y escalatoria, además de no solucionar el desafío tecnológico-militar de las capacidades antiacceso y negadoras de área chinas.

Estrategia del IndoPacífico: https://media.defense.gov/2019/Jul/01/2002152311/-1/-1/1/DEPARTMENT-OF-DEFENSE-INDO-PACIFIC-STRATEGY-REPORT-2019.PDF

En el Pentágono se reaccionó ante ese callejón sin salida desarrollando la Tercera Estrategia de Compensación (aún en los años de Obama), una suerte de estrategia de política de defensa a muy largo plazo, diseñada para cambiar y reestructura la estructura y postura de la fuerza militar de EE.UU.. Aunque no se plasmó en nada en concreto (tampoco estaba pensada para ello), sí fue la semilla que ha ido cambiando las estrategias y doctrinas del Pentágono estos últimos años (Letalidad Distribuida, Operacions Multidominio, Guerra Mosaico, etc).

Con la llegada de la administración Trump, todos estos cambios de mentalidad, doctrinales y de estrategia, encontraron apoyo presupuestario suficiente para iniciar su implementación.

Sin embargo, aunque muchos aspectos de la defensa y fuerzas armadas norteamericanas fueron modernizándose, el despliegue y la estructura de la fuerza norteamericana en el Pacífico no terminaba adaptarse al actual desafío militar chino.

Esto contrastaba con el teatro europeo, en el que con la Iniciativa de Disuasión Europea, los EE.UU. se han ido adaptando a las nuevas características de las actuales capacidades militares rusas, tal y como expliqué en este artículo sobre las maniobras Defender Europe 2020.

Pero en el Pacífico, el despliegue y estructura de la fuerza permanece inalterable, mientras que en Europa se han redesplegado y posicionado brigadas completas, modernizado bases, etc.

Por ello, en la Ley de Defensa Nacional de 2020 (que recoge el presupuesto de defensa y varios aspectos de la defensa nacional anualmente), se pedía al INDOPACOM directamente (no al secretario de defensa) que diseñara un plan equivalente al de la Iniciativa Europea.

El plan presentado es bastante ambicioso comparado a las iniciativas anteriores (que para colmo quedaban en nada). Costaría unos 20.000 millones de dólares, y supondría cambios muy importantes en algunos aspectos claves de la postura y estructura de la fuerza.

Se dedicarían unos 5.100 millones en dispersar el despliegue militar norteamericano (postura de la fuerza) por el Pacífico Occidental. Si la estrategia militar china se basa esencialmente en la destrucción de las bases y nodos logísticos de EE.UU. en el Pacífico (unas pocas grandes bases), se comenzaría, al fin, a preparar nuevas bases desde la que poder operar militarmente.

También se dedicaría 5.800 millones en preparar Guam y otras bases y sitios del Pacífico occidental para defenderse de las salvas de misiles de la Fuera de Cohetes de Ejército Popular de Liberación.

Otros 5.800 millones se dedicarían a reformar la estructura de la fuerza. Aunque el documento no da detalles específicos, básicamente implica que los EE.UU. comenzarán a desplegar fuerza militar no para ejecutar operaciones ofensivas y defensivas tradicionales, sino que consistiría en una fuerza de misiles de largo alcance para destruir las fuerzas aeronavales chinas en las dos cadenas de islas, y negar el uso del área. Esta fuerza de misiles serían de ataque interdominio y multidominio, como batería HIMARS del ejército, misiles tomahawk de la armada, JASSM de la fuerza aérea.

Por último, señalar que es la Iniciativa de Disuasión del Pacífico y el documento presentado por Davidson, es solo un plan que responde a una pregunta del Congreso, no un plan real que se haya aprobado aún.

Sin embargo, el plan tiene un fuerte apoyo bipartidista y bicameral en el Congreso, y varios congresistas de hecho han publicado sus iniciativas aún más ambiciosas que las de Davidson.

En los próximos meses, a medida que se negocie la próxima Ley de Defensa para el año fiscal 2021, se irán concretando los detalles. No obstante, esta vez parece que por fin el teatro del Pacífico comienza a ser planificado debidamente por el Pentágono después de tantos años de pasos en falso y callejones sin salida.

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