La Democracia Armenia y el Fin de los Sueños de Paz en el Nagorno-Karabaj
El año de 2018 parecía ser el año que sentaría las bases para una resolución pacífica del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por el Nagorno-Karabaj. Nikol Pashinyan llegó al poder en Armenia después de una revolución de terciopelo.
La retórica del nuevo primer ministro armenio y de su ministro de exteriores (Elmar Mammadyarov), así como las del presidente azerí (Ilham Aliyev) y su ministro de exteriores (Zohrab Mnatsakanyan), hicieron que se tuviera cierta esperanza.
Dado que, al fin y al cabo, las democracias son regímenes que se fundamentan en el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos internos, implícitamente se creyó que la retórica más dialogante de Pashinyan reflejara la naturaleza democrática y pacífica del nuevo régimen y su política exterior.
Sin embargo, la realidad no puede estar más lejos de esa burda creencia pacífica y democrática. La ciencia política ha estudiado y demostrado por muchos años que los regímenes democráticos incipientes, inmaduras y de nueva creación, en realidad tienden a ser mucho más inestables y tendente al conflicto que las dictaduras o las democracias maduras (ver, por ejemplo, el libro "Electing to Fight: Why Emerging Democracies Go to War"). Por otra parte, este hecho irrebatible en absoluto niega la también irrebatible Teoría de la Paz Democrática.
Los detalles y evidencia politológica de esa realidad tendente al conflicto y la guerra de democracias inmaduras como la de Armenia (así como sobre la paz democrática) , los explicaré en artículos y publicaciones posteriores. No obstante, lo esencial consiste en que muchas nuevas democracias tienen problemas étnicos, sociales (de clase) y de política exterior, que polarizan al electorado.
En contextos como ese, en la política interna la regla de la mayoría que rige los regímenes democráticos, es empleada como método por el que un segmento de la población se impone sobre otra. En política exterior, las democracias inmaduras suelen adolecer de graves problemas económicos y conflictos externos; los gobernantes y oposición política compiten por ser el más duro y halcón en política exterior (y así ganar más votos) o azuzan conflictos externos para desviar la atención de la crisis económica o cualquier otro tipo de problema interno.

La revolución de terciopelo de 2018 y la llegada de Pashiyan al poder, ha sido un caso paradigmático y prototípico de ese fenómeno que la ciencia política ha descrito y evidenciado.
Por ejemplo, el gobierno de Pashiyan puso al frente del Ministerio de Defensa de Armenia a David Tonoyan, un halcón de línea dura en política de defensa y el conflicto con Azerbaiyán. Tonoyan, durante una visita a Estados Unidos en marzo de 2019, criticó duramente el proceso de paz de los Principios de Madrid, que son el marco en la OSCE y bajo el Grupo de Minsk, por el que Armenia y Azerbaiyán habían acordado resolver el conflicto de Nagorno-Karabaj.
Los Principios de Madrid establecían un proceso de paz basado en la lógica de "paz por territorios". Esto es, Armenia cedía los provincias arrebatadas del Bajo Karabaj (no del Alto o Nagorno Karabaj) a cambio de garantías de paz a Armenia. Estas garantías significaban el despliegue de una fuerza de paz en la región y la satisfacción del irredentismo azerí. El Nagorno Karabaj tendría un estatuto interino de independencia hasta que un referéndum decidiera el futuro de la región (ver mi artículo de la semana pasada).
Evidentemente, los detalles prácticos de los seis Principios de Madrid estaban por decidirse, como la composición, poderes y permanencia de la fuerza de paz; la pregunta sobre el referéndum (independencia, integración con Armenia, un estatuto similar al del Irlanda del Norte formando parte de Azerbaiyán, etc); o el retorno de refugiados azeríes y armenios.

Sin embargo, Tonoyan rompió el consenso de que era Madrid el marco del conflicto y negociaciones, y proclamó la doctrina de que Armenia debería prepararse para "Nuevas Guerras para Nuevos Territorios". Armenia no debía ceder territorios para obtener paz, sino que debería rearmarse y prepararse para agrandar su territorio, y de ese modo tener el suficiente espacio de seguridad con el que defenderse de hipotéticas agresiones de Azerbaiyán.
En 2016, siendo Tonoyan viceministro de defensa, publicó una nueva doctrina militar de defensa, por el que Armenia abandonaría su política militar de defensa estática y territorial, por el que se negaba la libertad de maniobra y movimiento al enemigo. La nueva estrategia, en lugar de ser una estrategia de negación, sería una estrategia de represalia e imposición de costes, motivo por el que se adquiriría armamento como los misiles balísticos Iskander-E, y el ejército armenio debería prepararse para lanzar contraofensivas en territorio azerí.
Esta estrategia fue denominada de "disuasión activa", en contraposición a la "defensa de trinchera". La nueva estrategia de "disuasión activa" fue modificándose en los años siguientes, pero en lo básico consistía en adentrarse en territorio enemigo y poder atacar con misiles su territorio (entrevista a Tonoyan), lo que unido a su negación de los Principios de Madrid en favor de "nuevas guerras por nuevos territorios", no auguraba nada bueno.
Una vez con Pashiyan y Tonoyan en el poder, de hecho el presupuesto de defensa armenio se incrementó muy dramáticamente para intentar implementar esa nueva estrategia e intenciones, como se observa en los siguientes gráficos extraídos del Military Balance 2020 del IISS.


En otro artículo también explicaré la relación canónica que hay entre carreras de armamentos como prolegómenos de guerras entre estados, pero junto a la inestabilidad de la democracias inmaduras, parece que la evidencia empírica que aporta la ciencia política aplicada a los estudios estratégicos y seguridad internacional, vuelven a ser vindicados.
El incremento de la beligerancia exterior de Armenia no es excepción o se limita a la posición personal de Tonoyan o el Ministerio de Defensa, sino que, por ejemplo, también ha sido la posición del primer ministro Pashiyan.
Por ejemplo, durante 2019 Pashiyan también rompió los Principios de Madrid, exigiendo la precondición del proceso de paz que República de Artaj fuera considerada como estado independiente (ver este enlace de Eurasianet). Pashiyan, además de cuestionar Madrid, pidió a los candidatos de las elecciones en Nagorno-Karabaj/República de Artaj, que se pronunciaran, para obligar a que se retrataran o expusieran una postura de línea dura a favor de la independencia.
Como expliqué anteriormente, los Principios de Madrid establecían el marco general, y las negociaciones deberían concretar los detalles específicos y prácticos de los mismos, ya que no es lo mismo un referéndum por la total independencia de Artaj que para ser libres y autónomos pero como si fueran una suerte de Irlanda del Norte.

También como expliqué anteriormente, en las democracias inmaduras con conflictos internos y externos, las votaciones y reglas de la mayoría suelen fomentar una competición por ser el más halcón y de línea dura, algo que (por ejemplo) azuzó Pashiyan en las elecciones en la República de Artaj.
La posición de Armenia ha sido tan beligerante y rupturista con los Principios de Madrid y la OSCE, que incluso Rusia se tuvo que desmarcar la política que emanaba de Yeraván (capital de Armenia). El ministro de exteriores ruso dijo abiertamente (ver este enlace) que, dada la circunstancia, Armenia debería dar los primeros pasos en el proceso de paz y ceder territorios de las provincias de Azerbaiyán que Armenia tomó durante la guerra de 1992-1994.
La postura expresada por Lavrov (ministro de exteriores ruso) hizo temer en Armenia que en las trastienda y secretismo de las negociaciones diplomáticas, el régimen Armenio anterior a la revolución de terciopelo, hubiera hecho "concesiones" a Azerbaiyán para obtener una paz mediada y garantizada por Rusia.
En realidad, debemos ser conscientes que el anterior régimen armenio simplemente se ajustó a los Principios de Madrid, no fue ninguna puñalada por la espalda. Pero sin duda, las democracias inestables e inmaduras no son proclives a la concesiones y la paz, motivo por el que la política expresada por Tonoyan y Pashiyan se volviera abiertamente contraria a los establecido en Madrid en el marco de la OSCE y el Grupo de Minsk.
Por último, lo expresado en este artículo no pretende ser un alegato antiarmenio; Armenia tiene legítimas preocupaciones estratégicas sobre su seguridad que podrían justificar su nueva política y estrategia de defensa, y su política exterior de renunciar al proceso de Madrid exigiendo las precondiciones indicadas.
Lo que se pretende con este artículo, simplemente, es exponer a la opinión pública algunos hechos sobre la política de Armenia, que son desconocidos por muchas de las personas que se han interesado por el conflicto del Nagorno-Karabaj y la guerra que estalló en septiembre de 2020.