Guerra de China al Orden Internacional y al Multilateralismo
China está en una guerra para socavar el orden internacional, manipulando y pervirtiendo las organizaciones internacionales mulitalerales, para de ese modo subvertir el orden internacional liberal que ha caracterizado el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
La República Popular China, controlando los organismos de gobierno de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la FAO (Organización de Agricultura y Alimentos), la OMPI (Organización Mundial de Propiedad Intelectual), pretende alterar las normas a su favor de manera asimétrica y subjetiva, por lo que las normas ya no serían neutrales para dirimir conflictos y asuntos de negociación, sino el subterfugio por el que China trata de imponer su agenda que, para colmo, sustantivamente contraria a los principios y valores de las democracias liberales, que inspiran el orden internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Hay que recordar que multilateralismo, parafraseando a John Ruggie, es toda cooperación entre tres o más gobiernos siguiendo unos principios generalizados de conducta, en base a unas normas y organizaciones.
Es decir, la conducta de los estados no sería el de un comportamiento totalmente estratégico y competitivo, sino que el conflicto y los intereses nacionales se ven atenuados para ajustarse a las normas de las organizaciones.
Esta forma de organización internacional es la que inspira organizaciones supranacionales como la Unión Europea, u organizaciones internacionales como la ONU, el FMI, etc. El cumplimiento de las normas se hace en base al concepto de "reciprocidad difusa", por el que los estados renuncian a la ley de la selva y están dispuestos perder parte de su interés nacional, para que el orden de la norma genere un ambiente internacional más habitable.
Esa reciprocidad difusa de las normas y la cooperación multilateral, también inspira los tratados de seguridad internacional y de control de armamentos (sean bilaterales o multilaterales), de creación de medidas de confianza y seguridad (como la OSCE). Por ejemplo, el tratado FACE (Fuerzas Armadas Convencionales en Europa) limitó los despliegues militares de la OTAN, Pacto de Varsovia (luego extendido a Rusia, etc). Los estados renunciaban a maximizar su poder a cambio de tratar de ganar seguridad al no representar una amenaza entre sí.

Otro ejemplo, es el tratado de armas nucleares estratégica New START, aunque es un tratado bilateral, se inspira en intenciones similares. Precisamente, la sensata y justificada intención de EE.UU. de incluir a China en el New START (que expliqué en esta publicación), para hacer de dicho tratado uno realmente multilateral de armas estratégicas, y limitar el uso perverso que hace China del orden y normas internacionales, está en esa lucha contra la subversión de ese orden basado en normas, neutrales y de reciprocidad difusa).
Las Operaciones de Mantenimiento de la Paz en el marco de la ONU, son otro ejemplo de cooperación multilateral. El multilateralismo, por tanto, se basa en los clásicos principios liberales de normas neutrales que facilitan la cooperación libre, mutua y pacífica.
Durante la década del 2000, con China ascendiendo rápidamente en la escena internacional por su fantástico crecimiento económico, se planteaba la cuestión de si un país que no es una democracia representativa liberal como China, podría ser en el futuro un socio de fiar en ese orden internacional liberal, o si trataría de socavar dicho orden en su favor pervirtiendo las normas, rompiendo las organizaciones, etc.
En 2005, el Subsecretario de Estado de EE.UU., Robert Zoellick, exhortó a China que se convirtiera en una "parte interesada y responsable" del orden internacional, y que "fortaleciera el sistema internacional que había permitido el éxito" de China. Recordemos que poco años antes (aún en la administración Clinton) se permitió la entrada de China en la OMC, y que hoy es objeto de fuerte controversia.
A día de hoy, sin embargo, ha quedado claro que el uso que China está haciendo de las normas y organizaciones internacionales poco tiene que ver con el espíritu liberal y neutral del multilateralismo.
En el derecho marítimo, China no sigue las normas de la convención del mar reconocidas y aceptadas, sino que pretende crear una zona de influencia extraterritorial dentro de lo que denomina la Línea de los Nueve Trazos, que implicaría una expansión de los derechos de Zona Económica Exclusiva, zonas de indentificación y varias alteraciones y expansivas de sus aguas territoriales, que implicaría la subversión total del orden internacional.
En la OMC, China trata de subvertir las normas para la organización multilateral y permanecer como una nación en vías de desarrollo, con todos los privilegios que ello tiene a la hora de establecer una política arancelaria que ha favorecido la localización de numerosas industrias multinacionales en su territorio. También ha pervertido la Corte de Apelaciones de dicha organización, lo que ha llevado a una parálisis en el organismo muy grave.
Durante la actual crisis del coronavirus, cuando hace unas semanas se abrió la cuestión de la necesidad que tenían los países pobres de ser aliviados en el pago del servicio de la deuda y que haría falta un gran rescate internacional para varios de esos países, China se opuso de facto a dicho programa.
El modo en que China opuso, es un ejemplo de cómo ese país trata de pervertir la normas formales e informales de los régimenes de orden internacional. En lugar de tratar de dinamitar directamente las organizaciones, normas y regímenes, simplemente hizo un uso perverso para que las normas de aplicación normal y de reciprocidad difusa, pasaran a ser normas de uso subjetivo, parcial y que fuera de reciprocidad solo a favor de China.
China, después de observar las diferentes propuestas del FMI y de varios grupos de países acreedores para que aceptar retrasos en los pagos de intereses, negociar quitas o cuales quier otra fórmula de alivio, se negó a sumarse a dicha iniciativa.
Hay que recordar que aunque los préstamos de China a través del FMI y otros clubes de acreedores tradicionales, ha prestado poco dinero a los países más pobres, mediante los préstamos de su iniciativa One Belt One Road y otros mecanismos, ha prestado grandes cantidades de dinero, llevando a auténticas trampas de deuda a varios de esos países. Sin embargo, aunque apoyaba las reducciones del FMI, no incluía las suyas propias, lo que es un uso totalmente perverso de las normas informales del multilateralismo.

Las presiones de China a la OMS durante la crisis del coronavirus, es otro ejemplo de ese modo de proceder chino respecto a pervertir, alterar y dominar los organismos multilaterales. China presionó a la OMS para que no se declarara de pandemia la propagación del SARS-CoV-2, retrasó las informaciones sobre la transimisión humano-humano, etc.
Otro ejemplo reciente, es la victoria conseguida para poner al frente de la FAO a su candidato, recurriendo a prácticas muy dudosas y sumamente coercitivas.
Como indican la Foreign Policy, perdonó decenas de millones de dólares de deuda con un estado africano a cambio de retirar a su candidato de la carrera y amenazó con represalias económicas contra países más pequeños y en desarrollo si se oponían al plan de China.
Diferentes funcionarios consultados por Foreign Policy familiarizados con el asunto de la competición por elegir al director del órgano de gobierno de la FAO, dijeron que China amenazó con bloquear las exportaciones clave de los países sudamericanos, incluidos Argentina, Brasil y Uruguay, si no se alineaban con la candidatura china. La votación fue secreta, pero los medios de comunicación sudamericanos y europeos informaron que esos tres países respaldaron al candidato chino.
La misma historia se repite a lo largo de diversas organizaciones multilaterales internacionales, ya sea sobre patentes, negociaciones sobre cambio climático, estándares tecnológicos internacionales, aviación civil, etc.
Por esa suma de motivos, desde la Unión Europea hay una creciente confluencia con las tesis norteamericanas respecto a lo que supone el ascenso chino al orden internacional que ha habido desde la Segunda Guerra Mundial. Y no para sustituirlo por un orden mejor y más justo, sino por un orden chino subjetivamente y asimétricamente sinocéntrico.
Es por ello, que desde la Unión Europea ya no se vea a China como un socio, sino que se contempla a ese país como un rival sistémico.