Medio de comunicación independiente

Acompañadas de música tradicional y adaptadas a las nuevas tecnologías, las composiciones poéticas de los combatientes son el canal principal y más efectivo de la propaganda talibán, en la que se sustenta el espíritu ideológico del grupo

Barcelona - ¿Los terroristas afganos, tienen corazón? Los monstruos que cargan un camión o una ambulancia con explosivos y matan a cientos de personas en el centro de Kabul, o en cualquiera de las capitales provinciales de Afganistán, ¿son capaces de sentir tanto como para escribir poesía? En el caso de los combatientes talibanes la respuesta es sí, y lo hacen sin perder un ápice de la falta de humanidad que ha caracterizado a ese movimiento extremista islámico desde su creación, en los años noventa del siglo pasado.

El presidente estadounidense Ronald Reagan reunido en la Casa Blanca con líderes muyahidines afganos, 2 de febrero de 1983.

Desde tiempos inmemoriales la poesía, oral o escrita, ha sido el vehículo para la inspiración de poetas guerreros de todas las razas, credos y géneros. Desde los versos del griego Homero o los haikus de los samuráis, pasando por las composiciones de Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes, entre muchos de los soldados escritores del Siglo de Oro español, hasta la culminación de la poesía bélica del siglo XX con el inglés Wilfred Owen, o el francés Guillaume Apollinaire, ambos muertos la última semana de la Primera Guerra Mundial. Por nombrar a unos pocos.

Una espada, la de la poesía y la palabra, que aplicada a la cosmovisión afgana es mucho más fuerte y duradera que la de la bomba o la de la bala porque, como escribió el arqueólogo y antropólogo especialista en Afganistán, Louis Dupree: “la mayoría de los afganos, analfabetos o no y sin considerar su etnicidad, se consideran a sí mismos poetas. Una poesía esencialmente oral, no un arte escrito, dando así la misma oportunidad de expresión literaria a todos los miembros de la sociedad”.

La poesía y la música siempre han jugado un papel fundamental en la historia de Afganistán, puesto que han sido fundamentales para movilizar las dinámicas de perseverancia y adaptación junto a los sentimientos anti-coloniales. Es decir, la lucha mental contra el invasor, el cual ha tenido muchas caras y vestido muchos uniformes desde los tiempos del Imperio Persa y la conquista de Alejandro Magno. Este fenómeno ha sido ámpliamente estudiado en lo que se refiere a la literatura afgana que inspiró las dos grandes rebeliones contra el Imperio Británico, pero pasó desapercibida durante la guerra contra la Unión Soviética, o durante el actual conflicto que ha involucrado a la comunidad internacional liderada por Estados Unidos.

Inspiración reflexiva

La poesía afgana y, por ende, la de los poetas talibanes, está profundamente arraigada en la milenaria tradición de los guerreros cuya destreza en el combate sólo rivalizaba con su capacidad lírica. Figuras como el emperador Zahir-ud-din Mohammad Babur (1483-1530), descendiente directo de Gengis Kan y el más famoso de los poetas conquistadores de la historia del país centroasiático, o el guerrero poeta Jushal Jan Jattak (1613-1689). También forman parte de su influencia los maestros sufíes ¾prohibidos por los talibanes, pero aún así leídos¾ como Rahman Baba (1632-1706), el padre de la poesía amorosa afgana, la que va más allá de la devoción a Dios y se centra en lo terrenal, o el poeta universal Rumi (1207-1273), oriundo de Balkh, provincia al norte del país, de donde también era el profeta Zaratustra inmortalizado por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

El emperador Zahir-ud-din Mohammad Babur (1483-1530).

Las palabras poesía y talibán son un oxímoron perfecto que genera un tercer sentido verdaderamente aterrador: ¿si los yihadistas tienen suficiente corazón como para dedicarse a escribir versos, por qué escogen la fealdad de la muerte violenta, o de la violencia indiscriminada hacia las mujeres y las niñas? Desde el punto de vista occidental, cualquier respuesta a dicha cuestión es incomprensible.

Más aún, la indiscutible capacidad lírica de algunos de sus combatientes certifica que el hombre que es capaz de hacerse volar por los aires en una maternidad de Kabul porque en esta se trae al mundo a bebés Hazara (etnia de ascendencia chií minoritaria y perseguida en Afganistán, como en el caso de la clínica operada por Médicos Sin Fronteras), no es un loco rezumando espuma por la boca buscando matar porque sí, sino un ser sensible y con capacidad para amar al prójimo.

Por ello, teniendo en cuenta los crímenes de guerra y de lesa humanidad pasados, presentes y futuros perpetrados por el grupo, o sus muchas filiales, este es el aspecto más terrorífico de los poetas talibanes. Uno de los mejores ejemplos de la capacidad que tienen sus combatientes para discernir entre el bien y el mal se puede leer en el poema ‘Humanidad’, escrito por el muyahidín Samiullah Khalid Sahak:

Todo se ha ido del mundo

El mundo se ha vuelto vacío de nuevo.

Animal humano.

Animalidad de la humanidad.

Todo se ha ido del mundo

No veo nada ahora.

Todo lo que veo es

Mi imaginación.

No nos aceptan como humanos

Tampoco nos aceptan como animales.

Y, como dirían,

Los humanos tenemos dos dimensiones.

Humanidad y animalidad,

Estamos fuera de los dos hoy.

No somos animales

Lo digo con certeza.

La humanidad ha sido olvidada por nosotros

Y no sé cuándo volverá.

Que Alá nos la dé,

Y nos decoraremos con estas joyas.

Las joyas de la humanidad,

Que por ahora solo están en nuestra imaginación.

La primera traducción de esta pieza fue publicada, en 2011, por los investigadores Alex Strick van Linschoten y Felix Kuehn, los cuales crearon la única antología de autores yihadistas afganos compilada hasta la fecha: ‘La Poesía de los Talibán’ (editorial Hurst & Company). Un libro que apenas tuvo trascendencia para el público general, pero que causó mucha controversia entre los expertos.

A sabiendas de que la temática era altamente sensible porque, todavía hoy, puede ser susceptible de humanizar a los yihadistas ante los ojos de las personas más jóvenes e impresionables, los autores se defendieron aceptando que, aunque “para alguna gente los poemas resultarán muy ofensivos”, sobre todo para las familias de las víctimas, “creemos que es una forma única de observar su visión del mundo”. Es decir, una ventana para ahondar en la comprensión del fenómeno yihadista que, sin duda, puede ser más que útil para los que lo combaten.

Humor, amor y guerra

El libro de van Linschoten y Kuehn contiene más de 200 poemas escritos por los guerreros santos (muyahidines) talibanes del siglo XXI, reproduciendo versos que van desde lo ascético hasta las composiciones propagandísticas cantadas, en las que la barbarie se mezcla con la añoranza y la melancolía del guerrero.

Muchas composiciones son odas contra el invasor extranjero alabando el martirio, la lucha de los muyahidines y el amor por Dios. Sin embargo, muchas otras se aventuran en territorios que, dada las muestras de inhumanidad habituales en el grupo, resultan como mínimo sorprendentes: sátiras sobre líderes políticos como el expresidente afgano, Hamid Karzai, o su homólogo estadounidense, George. W. Bush, e, incluso, sobre cómo operan las ONG en Afganistán. También cantan al amor romántico, algo vedado en público bajo pena de castigo corporal e incluso la muerte, o a la soledad y a la añoranza de la vida pastoral en sus aldeas, la cual destaca en algunos casos por estar envuelta de cierto anhelo existencialista.

Para su expresión, los talibanes han adaptado las composiciones tradicionales poéticas afganas como el ghazal, o lírica romántica, y la tarana, o balada, siendo ambas un tipo de canto melódico en lengua pastún y dari, las más habladas en Afganistán, donde se expresa el abanico infinito de emociones humanas que van desde la tristeza más profunda hasta la alegría superlativa, siempre a través de sus experiencias vitales, tanto en la guerra como en la paz.

Pieza ilustrada de una colección de ghazales y rubāʻīyāt de mediados del siglo XVIII. Fuente: http://dla.library.upenn.edu/dla/medren/pageturn.html?q=ljs+44&id=MEDREN_5404714&fq=collection_facet%3A%22Lawrence+J.+Schoenberg+Collection%22&rotation=0&currentpage=40

Esto ha permitido al grupo crear un ideario ascético mistificado por los propios combatientes que ha conseguido penetrar con profundidad en el imaginario social e histórico de Afganistán. Tanto el ghazal como la tarana tienen como temática principal cantar al Profeta, a los guerreros muyahidines, conmemorar y recordar a los mártires y promover la lucha armada, tal y como se lee en el siguiente extracto del poema místico titulado ‘Rezo’, y escrito por el poeta talibán Shirinzoy que, además, es uno de los más largos e intensos de la antología:

Oh dueño de la belleza y las bellezas,

Tengo una petición para ti,

Levanto ambas manos hacia ti.

Rezo con humildad,

Quiero estar alejado de la desgracia,

Quiero este mundo de ti.

(…)

Que yo sea sacrificado por ti, Dios mío.

Cumple este deseo mío, mío, Dios mío.

(…)

Haz hermoso este mundo agradable,

Entonces se convierte en un paraíso con una gota.

Haz que el mundo sea colorido con amor.

Como en la poesía tradicional afgana, las composiciones poéticas están destinadas a ser memorizadas y recitadas en vez de ser leídas, tal y como se hacía con los versos de Homero alrededor del fuego. El badee [reglas poéticas] y el arooz, [arte de crear estabilidad y fluidez], ayudan a crear la forma, pero son el wazn [ritmo] y la qafia [rima], los que van directos a la fibra sensible del que las escucha.

Por este motivo, “la mayoría se crean utilizando melodías típicas de la música regional pastún”, la etnia mayoritaria en el país a la que pertenecen casi todos los talibanes, “utilizando sonidos muy rítmicos acompañados por el tambor tradicional afgano o duff”, el único instrumento que los yihadistas no consideran una herramienta de Shaytan [Satán], “para crear la melodía y la reverberación del poema cantado”, escribe John Baily, etnomusicólogo británico experto en las melodías de los talibanes.

Es decir, que la cosmovisión de los talibanes no es tan sencilla como parece. A simple vista, su versión del islam, prohibitiva y contraria a la libertad artística y de expresión, puede parecer una larga noche donde el arte equivale a la muerte. Por ejemplo, desde su origen, los emires e ideólogos talibanes han prohibido la música o el baile, en muchas ocasiones bajo pena de muerte. Sin embargo, “permiten el uso de algunos instrumentos, así como versos con música basados en canciones populares para acompañarlos”, según confirman van Linschoten y Kuehn en su estudio, publicano en 2001: ¿Se puede detener a los pájaros que cantan? La censura de la música en Afganistán.

Propaganda pop terrorista

La mezcla de poesía y música es perfecta para crear contenido propagandístico fácil de recordar y distribuir. Terrorismo pop que, aplicado a las nuevas tecnologías y redes sociales, con un click se manda masivamente. El desconocimiento del idioma y la idiosincrasia de este tipo de propaganda hace que, a menudo, pasen desapercibidas entre muchos de los analistas extranjeros, motivo por el que rara vez son bloqueadas en las plataformas digitales utilizadas por millones de usuarios en todo el mundo como Facebook o Twitter.

En Afganistán, a pesar de que la forma más común de distribución es el bluetooth de los teléfonos móviles, evitando así dejar un rastro digital, otras formas incluyen la producción de casetes (en el país todavía quedan muchos vehículos que incluyen ese soporte), CD, Mp3 y cualquier tipo de archivo digital susceptible de ser descargado y escuchado.

Sin duda, el canal de distribución más curioso, y masivo, es el de los tonos de llamada para los teléfonos móviles, en los que los poemas de los yihadistas se han asentado y proliferado durante años. Por otro lado, el movimiento terrorista cuenta con varias webs en las que es posible visionar los poemas escritos, porque desde la aparición de YouTube y las redes sociales los talibanes han dado un enrome salto cualitativo con producciones, materiales informativos y de propaganda que sugieren que cuentan con expertos en comunicaciones y guerra psicológica.

Autor: Itsasoarizti

De esta manera, la poesía cantada es ensalzada con imágenes de formaciones de milicianos desfilando, a caballo o dentro de una furgoneta armados hasta los dientes, vestidos de blanco para simbolizar su pureza, aupando así la visión romántica de la vida de los muyahidines talibanes. Las letras cuentan con un sinfín de temas: amor, batallas, orgullo, matanzas de infieles, sacrificio, despecho, venganza, así como cualquier otro sentimiento capaz de convencer a los jóvenes de las madrasas [escuelas coránicas] para que se conviertan en mártires.

Un poeta anónimo talibán escribe:

Mi carne está siendo cortada y tú le estás echando sal.

Mi carne está siendo cocinada con los pinchos de la brutalidad.

¿Debería quejarme del carnicero o de ti?

No lo entiendo, ¿debería quejarme del mundo o de mí mismo?

Me he vuelto loco por el amor verdadero

y me he convertido en compasión quemada.

Me he convertido en humo

que desprende la preciosa vela del islam.

Otro de los recursos de los poemas de los yihadistas es centrarse en historias tribales y étnicas con un marcado toque nacionalista y particularmente centrado en la resistencia a toda costa contra el invasor extranjero. Como el anónimo titulado ‘Esperando a la bala’:

El amanecer está próximo, alguien llama a la puerta

los jóvenes han salido, el grupo espera

son las armas de los otros, los uniformes de los otros

muy pocos son los que se quedan de pie.

Se lo llevan; la casa está llena de ruido y gritos.

En cada cargador hay una bala

las lágrimas caen sobre su collar

la luna está quieta en la profundidad de las aguas

los años pasan, pero en este corazón

el mundo entero espera, no se mueve.

Dios, reclutamiento y martirio

El objetivo principal de las composiciones talibanes, más allá del misticismo beato, es la llamada, tanto para jóvenes como para viejos, a unirse a la lucha del grupo siendo los primeros el objetivo más suculento porque las mentes menos formadas son las más susceptibles de caer en el camino que los convertirá en mártires y bombas humanas. Para ello, los poetas yihadistas escriben versos sustentados en su versión de la historia y la epopeya de su movimiento político y social, a la vez que utilizan el sentimiento de culpa, el miedo, la desesperación y la falsa esperanza de los jóvenes incautos para atraparlos en sus redes de reclutamiento.

La llamada al combate de los talibanes y la poesía no sólo van de la mano, sino que ésta sigue siendo su principal canal propagandístico y, desde que empezó la intervención internacional, en 2001, se ha desarrollado sin problemas con poetas como Tariq Ahmadzai, cuyas letras mezclan su amor fanático por Dios con la lucha contra su enemigo: ¡Tariq! ¿Qué puede hacer el enemigo aparte de quitarte la vida?

¡La muerte es un regalo y doy gracias a Dios!, escribe el combatiente.

Algunos poemas, como la composición anónima publicada en una de sus webs titulada ‘Voleibol, fútbol y criquet’, llegan a utilizar y romantizar el horror más puro y salvaje para instar a los jóvenes a olvidar su niñez y, por ende, su inocencia y humanidad:

Oh, joven, deja el voleibol, el fútbol y el criquet. Coge el lanzagranadas,

Cógelo y colócatelo sobre los hombros.

Juega con cabezas humanas en vez de jugar con pelotas.

Con el arma del Moswak [hierba para limpiarse los dientes]

te ves bien, no mascando chicle o comiendo chocolate.

Oh, jóvenes, poned el lanzagranadas sobre vuestros hombros.

La temática del suicidio y el martirio se repite en muchos poetas yihadistas afganos, y siempre está destinada a envolver con un halo de beatitud un acto tan barbárico como convertirse en bomba humana normalmente destinada a matar a civiles, con versos como soy feliz en el fuego como la mariposa, escrito por el combatiente Abdul Basir Ebrat en su poema ‘Camino Incómodo’.

George W. Bush dando un discurso frente a los bomberos y policías de Nueva York en los restos del World Trade Center, 14 de septiembre 2001.

‘Amor por Dios’, el poema del autor talibán Zahid, es uno de los ejemplos más claros sobre el canto al martirio por amor al todopoderoso recogidos en la antología:

No hables de dejarme las fortalezas;

No me importa la muerte, no hablo del cuchillo.

He salido a sacrificarme por Dios;

Me alegra arder, no hables del fuego.

Soy la señal de la mañana, ataco el corazón de las tinieblas;

Subo en brillo, no hablo de noches oscuras.

Hasta el final, libro la yihad con el enemigo.

Sin embargo, el desarrollo de la poesía talibán es un fenómeno que va mucho más allá de la “guerra santa”. Es uno de los pilares de la idiosincrasia del grupo extremista islámico que, a su vez, también es la demostración más clara de que las creencias talibanes hace tiempo que cruzaron la frontera de la ideología política para asentarse en la psique afgana como parte de su cultura, con el objetivo de borrar cualquier trazo de historia no deseada por poco conveniente, convirtiendo así al movimiento en una opción de vida más allá de la convicción política.

Algo que los miles de millones invertidos en labores de contra inteligencia en Afganistán, tanto por Estados Unidos como por la OTAN, nunca han sabido contrarrestar. El combatiente talibán puede ser considerado como un monstruo, pero uno humano y con capacidad reflexiva más allá de la doctrina salvaje de la Sharia aplicada por sus comandantes e imames. Un monstruo cuyo conocimiento, por nuestra parte, se ha quedado en la superficie, lejos del corazón que hace latir su visión de un mundo teocrático y en contra de las libertades más básicas. Una ventana que ellos mismos abrieron y por la que las democracias occidentales nunca supieron mirar hacia el interior para comprenderlos e intentar derrotarlos definitivamente.

Te has suscrito correctamente a The Political Room
¡Bienvenido! Has iniciado sesión correctamente.
¡Excelente! Te has registrado correctamente.
¡Éxito! Su cuenta está completamente activada, ahora tiene acceso a todo el contenido.