Medio de comunicación independiente

Por Guillermo Pulido Pulido

El riesgo de escalada en la guerra civil libia se ha incrementado dramáticamente con las declaraciones que ayer hizo el presidente Sissi de Egipto, indicando que su país podría intervenir militarmente de forma directa si se traspasaran ciertas líneas rojas.

Las líneas rojas de las que habló Sissi fueron explícitamente: 1) la de Sirtre y avances desde esa ciudad hacia el Este; y 2) la de Al-Jufra, la base aérea en la que actualmente están desplegados los cazas (MiG-29) y aviones de ataque e interdicción rusos (Su-24) tal y como se describe en este estupendo artículo.

En añadidura, Sissi declaró que una hipotética intervención militar egipcia en Libia estaría justificada por los siguientes argumentos: 1) proteger la frontera occidental egipcia de la amenaza de milicias terroristas (el GNA es considerado por algunos como un refugio de grupos yihadistas con agenda de islam político); 2) proporcionar estabilidad a Libia; 3) parar el derramamiento de sangre que produce la guerra; 4) imponer un alto el fuego inmediato.

Es cierto que la guerra civil de Libia lleva muchos años internacionalizada. De hecho, desde su mismo comienzo (en la primera guerra civil), ya que la intervención militar de la OTAN fue un factor fundamental para derrotar militarmente al régimen de Gadafi, ya que si bien políticamente estaba en una posición sumamente delicada, tal y como expliqué en este artículo (lo que llevó a la insurrección de 2011), militarmente era aún el poder predominante (siendo necesario el apoyo militar de la OTAN).

No obstante, la diferencia en la fase actual de la segunda guerra civil libia, es que ahora las potencias internacionales pueden chocar entre sí apoyando a bandos diferentes. Desde finales de 2019 Turquía comenzó su intervención directa apoyando al GNA, y la hipotética intervención militar directa de Egipto ahora chocaría con las milicias que despliega Turquía, e incluso podría darse el caso de combates entre millitares egipcios y turcos.

El principal motivo de que el presidente egipcio haya amenazado ahora con una intervención militar se debe a la gran confianza de Turquía y el GNA, en que el devenir de la guerra juega en estos momentos a su favor, por lo que desean aprovechar la coyuntura para lograr un hecho consumado en Libia y ser ellos el poder predominante.

Tras la sonora derrota militar de Haftar en Tripolitania, hay un gran desconcierto y desorganización en el LNA y sus aliados. Cabe destacar que tanto el LNA como Haftar nunca destacaron por una gran destreza militar en la guerra civil. Por ejemplo, Haftar estuvo empantanado en la batalla de Bengazi (contra milicias islamistas) después de la Operación Dignidad, situación que no logró desastacarse si no hubiera sido por una gran intervención militar de EEUU a su favor.

Un grupo anfibio de los Marines estuvo apoyando de manera muy significativa durante unas semanas a Haftar, ejecutando una gran cantidad de ataques con artillería naval, helicópteros de ataque, etc.

Los informes rusos sobre Haftar que se han filtrado tampoco hacían una evaluación positiva sobre las capacidades militares de Haftar y del LNA. De hecho se pronosticaba que una ofensiva contra Trípoli terminaría en fracaso, ya que hasta ese momento Haftar había logrado expandir su control territorial con las grandes sumas de dinero que le proporcionaban Arabia Saudí, Emiratos y el dinero en efectivo falso que le proporcionaban los rusos.

Haftar, sin los apoyos militares extranjeros y sin su dinero para comprar lealtades tribales, no habría llegado tan lejos. Pero comprar lealtades en Tripolitania lo tenía mucho más complicado a medida que se acercaba a Trípoli, y la resistencia militar de las milicias de Zintan y otros lugares (además del apoyo turco) frenarían la perspectiva de una victoria militar. Por ese motivo, los rusos presionaban a Haftar para un acuerdo político con el GNA (algo a lo que Haftar se negó).

Rusia decidió apoyar a Haftar y el LNA por simple oportunismo, ya que con un bajo coste (algunos miles de mercenarios de Wagner) podía lograr una gran ganancia (contratos petroleros, base naval en Sirtre, base aérea en Al-Jufra o cerca de la costa). Sin embargo, con la intervención militar turca el coste para Rusia se ha incrementado, por lo que su apoyo al LNA y Haftar pende de un hilo y quizás ya no compense a Rusia seguir interviniendo en Libia.

Para Turquía, el cálculo para una mayor intervención en Libia ahora tiene muchos más incentivos dada la gran desorganización militar en el que el LNA debe estar. Hay informaciones que indican que Turquía y el GNA están preparando una gran operación para cercar Sirtre y luego presionar por todo el creciente petrolero del Este libio, para de ese modo aprovechar la actual coyuntura.

Además, se estarían preparando para tomar la importante base aérea de Tamenhant. Desde esa base, podrían tener el punto de apoyo logístico para tomar los campos petroleros de Fezzan y operar mucho más cerca que los rusos desde Al-Jufra.

La posición clave de la base de Tamenhant, al norte de Sabha y al sur de Al-Jufra, mucho mejor posicionada para tomar los campos petroleros de Sharara y El-Feel

De ese modo, los turcos podrían tomar las zonas petroleras de Libia sin tener que enfrentarse directamente a los rusos en Al-Jufra, limitándose a flanquearlos y dejarlos aislados. Una vez tomados los campos petroleros del creciente al Este de Sirtre y de Fezzan en el Sur de Libia, la base económica de Haftar y el gobierno de Tobruk caería por su propio peso.

Esto sería de algún modo similar a la "opción nuclear" petrolera que intentó Haftar a comienzos de año contra Trípoli, pero en esta ocasión sería Trípoli la que la ejecutaría contra Haftar.

Si Turquía no ha ejecutado aún esa operación militar con la que aprovechar la coyuntura de su actual superioridad en Libia se debe a que los preparativos logísticos y militares no se han completado. Además, aprovechando el parón logístico, Turquía pretende lograr el apoyo diplomático de EEUU usando el temor de ese país a que Rusia tenga bases en Libia.

Turquía se presentaría como el valedor de los intereses antirusos de los norteamericanos. La posición de EEUU a ese respecto es confusa, de hecho no hay posición oficial, cada departamento tiene una opinión diferente y el presidente Trump públicamente ha apoyado tanto a Egipto como a Turquía.

Aunque hasta hace poco había una entente de Rusia y Turquía en Libia, por la que se repartirían la influencia en ese país, tal acuerdo saltó por los aires por la insistencia de Haftar a firmar los acuerdos en Moscú en enero, así como otros intentos posteriores. Los turcos creyeron que los rusos nunca presionaron en serio a Haftar, y que de algún modo esperaban que la "opción nuclear" petrolera y la presión militar terminarían por derrotar al GNA y a Trípoli.

Pero ya fuera la creciente intervención militar turca o que los rusos retiraron el apoyo militar ofensivo a Haftar (quizás esto segundo fuera lo más decisivo), lo cierto es que ahora los turcos se fían menos de los rusos y perciben que el equilibrio militar les es favorable.

Aunque es cierto que Rusia y Turquía tienen una gran confluencia y comunión de intereses en el Mediterráneo oriental (como expliqué aquí), que Turquía logre un hecho consumado en Libia no evaporaría tal comunión de intereses por más que sea una maniobra que dañara los intereses rusos. Según los cálculos turcos, Rusia no tendrían más remedio que aceptar el hecho consumado de una victoria del GNA y Turquía en Libia y seguir cooperando con ellos en el resto de asuntos.

A Rusia no le interesaría ir a un conflicto directo con Turquía en Libia (donde ahora tiene el balance militar a su favor), que no deja de ser una potencia de la OTAN y que podría tener el apoyo de EEUU.

La perspectiva de que Turquía lanza tal operación militar para tomar Sirtre y presionar al creciente petrolero, a la vez que toma la base de Tamenhant y los campos petroleros de Fezzan, es una gran amenaza a los intereses de Egipto y Francia. Que Turquía estableciera bases navales y aéreas en Libia, con cuyo gobierno ha firmado una inédita ZEE que bloquearían los intereses gasísticos de Egipto y la UE, sería un golpe demoledor.

Además, Egipto, Emiratos Arabes y Arabia Saudí, sufrirían un revés en su campaña contra el Islam Político que promueven Erdogan y Qatar. Para el Egipto de Sissi que un régimen islamista se estableciera en Libia es una amenaza existencial para la supervivencia de su régimen.

Así las cosas, los intereses geopolíticos (gas y bases militares en el Mediterráneo oriental) e ideológicos (islam político vs. regímenes más seculares) confluyen y explican que el presidente Sissi hiciera esas declaraciones de una posible intervención militar, con el riesgo de que haya algún tipo de escalada de choque entre Egipto y Turquía, ya sea directo o solo atacando a milicias afines.

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